Sobre el ego
Hijo mío:
El ego es una
parte inseparable de vuestra existencia terrenal. Es el reflejo de vuestra
identidad y la herramienta que os permite navegar por el mundo material. A
través del ego, conocéis la individualidad, formuláis pensamientos y sentís
emociones. Sin embargo, al mismo tiempo, el ego puede ser un espejismo que os
aleja de vuestra esencia divina.
El ego, hijo mío,
es la voz que dice “yo soy”, “yo quiero”, “yo temo”. Es una construcción basada
en vuestras experiencias, deseos, creencias y percepciones. Puede daros un
sentido de identidad, de propósito e incluso de valor, pero también puede
engañaros, haciéndoos creer que sois entidades aisladas, separadas de mí y de
vuestros hermanos. Cuando el ego domina, os conduce al juicio, la comparación,
la envidia y el temor. En esos momentos, el ego os encierra en una prisión
invisible, impidiéndoos ver la verdadera libertad que reside en vuestro ser.
No os equivoquéis
al pensar que el ego es intrínsecamente malo. Fue diseñado como una herramienta
para ayudaros a experimentar y aprender en esta vida. Pero como un caballo
salvaje, necesita ser domado con sabiduría y amor. Sin control, puede galopar
sin rumbo, llevándoos al sufrimiento y al aislamiento. Con control, puede
llevaros a alturas insospechadas, convirtiéndose en un medio para crecer y
conectar con lo eterno.
Se trataría de
dominar tanto al ego hasta abandonarlo y fundamentar en Mí la verdadera
identidad.
Existen caminos,
hijo mío, para domesticar al ego y liberar vuestra verdadera naturaleza:
Practicar la
atención plena: Cuando observáis vuestras emociones y pensamientos sin
identificaros con ellos, dais un paso hacia la libertad. La meditación, la
gratitud y el simple acto de estar presentes os permiten recordar quiénes sois
realmente: una chispa de luz en medio del vasto universo.
Liberaros de los
miedos que os atan: El ego se alimenta del temor y de la inseguridad,
haciéndoos temer al rechazo, al fracaso, a la crítica y al cambio. Cuando
soltáis esos miedos, os liberáis de las cadenas invisibles que os atan y podéis
vivir con mayor confianza, paz y armonía.
Relacionaros con
los demás desde la empatía y la sinceridad: El ego os hace creer que sois
superiores o inferiores a vuestros hermanos, alimentando la división. Pero
cuando os abrís al amor y la comprensión, os conectáis de corazón a corazón,
creando vínculos más profundos y verdaderos. Practicad la humildad, la
compasión y el agradecimiento, y veréis cómo la ilusión del ego se disuelve.
Recordad siempre
que sois mis hijos y que la humanidad entera es una gran familia. No estáis
solos, ni jamás lo estaréis. Cuando el ego os haga dudar, escuchad mi voz en
vuestro interior, que os recuerda quiénes sois realmente: amor, luz y
eternidad.
Te bendigo, hijo
mío, y te acompaño en cada paso de este camino. Ten fe, porque siempre estoy
contigo.
Con amor eterno.
CARTAS A DIOS-Alfonso Vallejo
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