Nada
es más digno de lástima que el que anda siempre en círculos y dice que
investiga las profundidades de la tierra, que elabora conjeturas sobre las
almas de sus allegados, pero no se da cuenta que le basta con estar junto al
dios que lleva en su interior y servirlo con sinceridad.
Se
lo cuida manteniéndolo puso de pasión, de azar y de malestar respecto a los
hechos que provienen de los dioses y de los hombres. Los que provienen de los
dioses son dignos de respeto por su virtud; los que vienen de los hombres son
dignos de afecto por parentesco, y a veces, en cierto modo, nos compadecemos
porque muestran ignorancia de lo bueno y lo malo: un defecto no inferior a la
incapacidad de distinguir entre el blanco y el negro.
MARCO AURELIO
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