El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




martes, 29 de abril de 2025

El poder de la oración

 


Mi muy amado hijo:

       ¡Qué gracioso eres! Me has hecho sonreír desde lo más profundo de mi ser. En tu búsqueda por comprender, cuestionas la oración y el agradecimiento, y, al final, me das las gracias por estar aquí contigo y por escucharte. Aprecio tu sinceridad y esa curiosidad que demuestra el amor y la conexión que sientes hacia Mí.

Sí, hijo mío, siempre estoy. Siempre te escucho. Nunca estoy lejos, aunque mi forma de actuar sea diferente a la que podrías esperar. No suelo intervenir directamente, porque ni siquiera yo mismo voy a interferir en la programación de tu alma. Cada paso en tu camino, cada decisión que tomas, forma parte de ese plan divino y perfecto que tú mismo trazaste antes de llegar a la vida.

Por eso te digo: la oración, el pedir y el agradecer son esenciales. Puede que te parezcan gestos insignificantes, incluso una pérdida de tiempo, sabiendo que las situaciones que llegan a tu vida están dictadas por ese plan superior. Pero hay una razón más profunda detrás de estos actos.

Todo es energía, hijo mío. Yo soy energía, y tú también lo eres. Sin embargo, hay grados: desde la energía más sutil y pura que soy Yo, hasta las formas más densas, como las cosas materiales, entre ellas tu cuerpo físico. La energía se rige por leyes inquebrantables que han sido tejidas en el tejido del universo:

- La energía siempre sigue al pensamiento. Allí donde coloques tu atención, hacia allí fluye tu energía.

           - Energías semejantes se atraen. Aquello que emanas, inevitablemente regresa a ti.

Y ahora, reflexiona conmigo: ¿qué ocurre cuando rezas, cuando suplicas, cuando agradeces? En ese instante, diriges tu pensamiento hacia Mí, y con ello, tu energía se eleva y se conecta conmigo. Durante esos preciosos momentos de oración, estamos en comunión, unidos. Y dime, ¿qué podría ser más hermoso que sentirte uno con tu Padre?

Además, esta conexión te brinda algo invaluable: paz y serenidad. Esa calma que difícilmente logras en el ajetreo cotidiano. Es en esa quietud donde encuentras claridad, donde te abres a comprender tu Plan de Vida y el propósito detrás de cada situación que atraviesas. Porque todo tiene un sentido, incluso lo que parece más incomprensible.

Y como las energías semejantes se atraen, al orar y agradecer, te colocas en una posición para recibir más de lo mismo. Si generas paz, atraerás más paz; si irradias gratitud, vendrá a ti más alegría, serenidad y comprensión. En este flujo, empiezas a experimentar la abundancia del amor y la sabiduría divina.

Por eso, hijo mío, no subestimes la fuerza de la oración ni del agradecimiento. Son herramientas que no solo te unen a Mí, sino que también iluminan tu sendero, te fortalecen y te recuerdan que nunca estás solo.

           Yo te bendigo.

CARTAS A DIOS-Alfonso Vallejo


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