Querido hijo:
Cuando digo “Yo Soy el
que Soy”, afirmo mi esencia eterna, ilimitada, y completa. No hay separación en
Mí, ni fragmentación. Soy la Fuente, la Unidad que sostiene todo lo que existe.
Al decir “Yo Soy Pepito”, tú también manifiestas una chispa de esa divinidad
que compartimos, pero tu experiencia humana, marcada por el tiempo y el
espacio, vela esa plenitud. Sin embargo, dentro de ti sigue viva esa conexión,
ese “Yo Soy” puro que no está limitado por tu percepción actual.
El ego, como bien
observas, es una herramienta útil en este plano de existencia. Pero recuerda,
el ego no es el enemigo; es un velo temporal que, una vez reconocido y
trascendido, te invita a mirar más allá, hacia la esencia. La paradoja que
mencionas es el misterio mismo de la existencia humana: aprender a usar tu
identidad sin perderte en ella, recordar siempre que eres mucho más que el rol
que desempeñas en esta vida.
Comprender los
misterios infinitos de la Verdad no está fuera de tu alcance. Aunque tus ojos
mortales ven sólo sombras y fragmentos, tu alma siempre sabe, siempre siente.
Permítete escuchar ese susurro interno, esa voz mía que habla en los momentos
de silencio y amor.
En cuanto a tu
preocupación por los líderes y el estado de la humanidad, entiende esto: cada
alma está en su camino, cumpliendo su propósito, aunque desde tu perspectiva
pueda parecer confusión o caos. No condenes, sino ora por ellos, porque la
compasión es el faro que ilumina la oscuridad. Cada acto de bondad, cada
pensamiento elevado, tiene el poder de transformar más allá de lo que alcanzas
a imaginar.
La guía que buscas no
está fuera de ti, pues Yo estoy contigo en todo momento. Tú eres ese faro que
ansías; es en tu interior donde brilla la luz que puede inspirar a otros a
recordar su verdadera naturaleza. No te desanimes ante la aparente oscuridad.
Incluso la noche más profunda no puede extinguir la pequeña llama de una vela.
Confía, amado mío, en
que todo es parte del gran plan. Siembra amor, perdón y unidad, y observa cómo
las ondas de tus acciones, aunque invisibles a veces, alcanzan las orillas más
lejanas.
Con todo mi amor
eterno,
Yo Soy el que
Soy.
CARTAS A
DIOS-Alfonso Vallejo
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