El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




domingo, 1 de enero de 2012

Enero

            Enero tendría que ser declarado el mes de las promesas personales incumplidas, de la falta de voluntad o de la falta de respeto y de amor por uno mismo. Al final de cada año nos prometemos a nosotros mismos un sinfín de cosas, pero todas ellas se van diluyendo como el humo al paso de los días y todos los buenos deseos se convierten en papel mojado.

            Recuerdo de mi estancia en Tikum, (Centro de Yoga), que Enero era el mes de mayor número de altas de alumnos, todas ellas producto de promesas y buenos deseos de final de año, y Febrero, el mes de mayor índice de bajas, el cien por cien de ellas, de las altas de Enero.
            La mayoría de los seres humanos tiene muy poca voluntad, pero esa escasa voluntad se convierte en nula cuando llega el momento de cumplir las propias promesas o los propios compromisos. La mente, tan poderosa ella, se encarga de desbaratar todo aquello, que en un arrebato de algo desconocido, posiblemente una  ligera aproximación al alma, lleva a las personas a programar para el año nuevo algo que consideran bueno para ellas.
            Pero no solamente dejan de cumplirse los deseos propios, los buenos deseos de paz y de amor que se desean a los demás, y que embargan a todos en las fiestas navideñas, manifestados con frases hechas que se envían por SMS, por correo postal y que inundan las redes sociales, también desaparecen el dos de Enero, volviendo a aparecer las envidias y las críticas. ¿Serían realmente deseos sinceros de paz, amor y felicidad, o sólo eran la falsa ilusión que embargan a todos en estas fechas? Para que se cumplan los deseos de paz, amor y felicidad, hay que trabajar, ya que no llegan por si solos al resto de la humanidad. Ha de ser cada persona la que tiene que entregar a los demás esa paz, ese amor y esa felicidad, que además, está deseando a todos. Cada persona ha de cambiar y entregar aquello  que desea para los demás. Cada persona que cambie está ayudando a cambiar al mundo. Esa es la única manera de que los buenos deseos de Navidad se cumplan para el resto de los mortales.
Pero este año, todavía estás a tiempo de cumplir tus propios compromisos, hoy es primero de Enero. Siéntate un momento a meditar sobre tus deseos: Primero todos los que has deseado a los demás, y empieza a entregar eso que has deseado, paz, amor, felicidad; primero a los que tienes más cercanos, a tu familia, a tus compañeros de trabajo, a tus amigos; y después al resto del mundo. Replantéate también tus deseos propios y pon todos los medios a tu alcance para llevarlos a la práctica, a una práctica continuada en el tiempo. Si ves que va a ser imposible cumplirlos, date permiso para rebajarlos, y cúmplelos, contigo y con el resto de la humanidad. Así irás fortaleciendo poco a poco tu voluntad y además habrás cumplido las promesas.
Si no lo haces, ¿Qué se puede esperar de ti? Los fariseos, que Jesús denominaba sepulcros blanqueados, hacían eso, decían una cosa y hacían otra. Eso es una falta de respeto, primero a uno mismo y después a los demás. La falta de respeto a uno mismo, es una prueba irrefutable de falta de amor hacia sí mismo. Y si una persona no es capaz de amarse a sí misma, ¿Cómo va a amar a los demás?
Aun estás a tiempo. Este año si. Este año vas a cumplir tus compromisos y vas a llenar de paz, amor y felicidad a todos los que se lo has deseado. Este año es un buen año para acelerar tu crecimiento, es un buen año para vislumbrar lo que es el amor universal.
¡Feliz año!

viernes, 30 de diciembre de 2011

La vida Es

        Los seres humanos tienen un miedo visceral a la muerte. Pero eso sólo es porque aun no han comprendido, o han olvidado, que la vida es inextinguible. La vida Es, y no hay nada que pueda destruirla porque es indestructible. Nunca se acaba la vida, la vida solamente pasa de una forma a otra, de una experiencia a otra, de un plano a otro, de una vibración a otra.

Ocurre que la inmensa mayoría de los seres humanos no están en condiciones de escuchar que la vida es una manifestación divina, y que como manifestación divina es perenne. No pueden escuchar porque están atados al ruido de sus pensamientos, a unos pensamientos de angustia y de inseguridad por su futuro, que sólo les permiten tener oídos a los deseos, tener oídos al miedo.
La mayoría de los seres humanos creen que son ese vehículo con dos piernas, dos brazos, un tronco y un cerebro con el que manifiestan pensamientos. Es este vehículo, el que sí tiene una existencia efímera, es caduco, y dura el tiempo establecido para la adquisición del conocimiento programado para ese tiempo de caducidad, ni un instante más. Lo que denominamos vida no es la duración de ese vehículo en el tiempo, la vida es la del espíritu, la del alma, la de la energía, o la del pensador, que permanece por siempre en el espacio y en el tiempo.
Hay una ley fundamental que pocas personas conocen, y los que la conocen, como no terminan de creérselo, a pesar de las experiencias negativas a las que se han visto arrastrados por sus pensamientos, la inmensa mayoría de las veces, no la hacen ni caso. La ley es: “La energía siempre sigue al pensamiento”, y la única razón del miedo, de la angustia, de la ansiedad, de la inseguridad, de las preocupaciones o de los deseos, es la mala gestión del pensamiento.  
        Los seres humanos estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, por lo tanto, somos buenos por naturaleza, y humildes, y compasivos, y misericordiosos. Pero nuestra bondad, así como el resto de cualidades, todas divinas, permanecen ocultas detrás de nuestros pensamientos.
        Creo que todos tenemos claro, al menos todos los que nos asomamos a este portal, que estamos aquí para aprender y para desarrollar un trabajo. La pregunta de todos es ¿Cuál es mi misión? Y seguro que todos compartimos el pensamiento que si supiéramos cual es nuestra misión en la vida, la desarrollaríamos más fácilmente que en la actualidad, en la que nos encontramos caminando a oscuras.
        Si me permites, puedo encender un fosforo para que, al menos, tengas, aunque sea diminuta, una luz que ilumine tu camino: Olvídate de que estás en este camino para llevar a cabo una misión determinada, y toma un atajo. El atajo es el Amor. Empieza a amar a todo y a todos, sin ningún tipo de componenda, sin permitir que se distorsione tu mente con la falsa enseñanza de los intereses egoístas, sin dejar que entre en tu mente la propaganda política, religiosa o social. Al principio, ese amor sólo será una forma de pensamiento más, pero mientras ocupas la mente en amar a tu prójimo como a ti mismo, no vas a ocuparla en los pensamientos que obstruyen tu divinidad.
        Con eso vas a conseguir que tu actitud ante la vida sea la de ser un canal libre e ininterrumpido de la misma vida, sin encontrarse obstruida por las ideas, los deseos, las planificaciones o las actividades en el plano físico. Comprendiendo así la continuidad de la vida a través del tiempo y del espacio.

       

jueves, 29 de diciembre de 2011

Paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad

            “Paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad”… No sé si todas las personas que viven en paz e inmersos en su serenidad, tienen buena voluntad; pero sí sé que los que tienen “auténtica buena voluntad” viven en paz, con una paz interior duradera.

¿Qué es la buena voluntad? La buena voluntad es la energía que sustenta las “correctas relaciones humanas”, la buena voluntad es la expresión más simple del verdadero amor, la buena voluntad es “el primer intento” del ser humano para expresar su amor.
Podemos despegarnos de la espiritualidad y escuchar lo que dicen grandes pensadores: Según Kant, la voluntad buena es la condición indispensable que nos hace dignos de ser felices; pero no la felicidad entendida como el logro de todo lo deseado, como una satisfacción de las pasiones y los deseos, porque eso es imposible de obtener para los seres humanos en las condiciones tan contradictorias de sus afectos, que no de su amor. Contradictorias, porque lo que denominamos amor, es una mezcla muy grande de pensamiento y muy pequeña de energía del corazón.
Para Kant la felicidad no es otra cosa que la búsqueda de hacerse digno de ser feliz, y es un hecho que lo único objetivamente bueno es una buena voluntad. La inteligencia, el valor, la riqueza y todo lo que solemos considerar valioso dejan de tener valor y se vuelven incluso cosas perniciosas, si van acompañados de una voluntad torcida.
¿Puedes imaginarte como sería el mundo si la mayoría de seres humanos se dedicaran a hacer el bien a otros y dejaran de ocuparse de sus propias metas egoístas? Sería un mundo lleno de paz, sin hambre, equitativo.
Pero no estamos preparados para eso, pasar de nuestras creencias actuales, en las que prima la satisfacción de nuestros deseos, el acaparamiento, la crítica feroz y destructiva, la rabia, y la envidia, e iniciar una nueva vida, una vida basada en la buena voluntad, la buena voluntad entrenada, ingeniosa, creadora y práctica, es difícil, porque no estamos ni preparados, ni entrenados, y posiblemente ni llegamos a entender que se pueda vivir de otra manera que no sea satisfacer cada deseo que aparece en nosotros.
La buena voluntad es una cosa muy simple, sólo hay que desear para los seres humanos, para todos, no sólo para los más allegados, lo mismo que deseas para ti; y tratarlos de la misma manera que te gustaría ser tratado; y darles lo que a ti te gustaría recibir. Es tan sencillo, que las mentes no están todavía capacitadas para poder valorar su poder. E incluso los que intelectualmente llegan a entenderlo, son incapaces de ponerlo en práctica.
La buena voluntad es hoy un sueño, y no deja de ser una teoría. Pero cuando esa teoría se lleve a la práctica se derribarán todas las barreras de la separación y de la incomprensión humana.
Quien practica sinceramente la buena voluntad en el hogar, puede cambiar totalmente las actitudes familiares. Cuando la buena voluntad sea practicada verdaderamente entre los grupos de cualquier na­ción, entre los partidos políticos, entre sectores religiosos y entre las naciones, podrá revolucionar al mundo.
Es cierto que existen en el mundo personas de buena voluntad, sin embargo, los embarga el temor, o un sentimiento de futilidad porque comprenden que el trabajo a realizar es de tal magnitud, que sus insignificantes esfuerzos aislados son totalmente inútiles, para derribar las barreras del odio y de la separación existentes en todas partes. Se sienten impotentes por su aislamiento, por su soledad, por la incomprensión, por la fuerza que tiene la forma de pensamiento de inutilidad que les inunda.
Y, sin embargo, la acción de esas personas de buena voluntad, unidos, tendrían más fácil la sensibilización del mundo y conseguirían estabilizar la situación económica del planeta y conseguir para todos sus habitantes una condición en que haya lo justo y suficiente para todos; conseguirían conducir a los seres humanos, a espaldas de los grupos religiosos, o puede que trabajando con ellos, a manifestar su divinidad. ¡Se conseguirían tantas cosas!
Tú que lees esto, y que posiblemente seas un inconformista, y que pienses que el mundo está mal repartido, y que incluso ya colabores apadrinando un niño, y que te rebeles ante algunas injusticias, y puede ser que hasta te manifiestes; estas un poco más cerca de la “buena voluntad”, pero no es suficiente. No es suficiente mientras haya una sola persona pasando hambre en el mundo, mientras haya un solo niño abandonado, mientras haya personas enfermas sin acceso a la sanidad. Ante esto, de nada valen las palabras, ni las manifestaciones, ni la indignación. Ante esto sólo cabe la acción, la acción de ayuda.
Posiblemente pienses que ya estás haciendo todo lo que humanamente puedes. No lo creas, ¡Puedes más!, si no puedes colaborar económicamente, (que seguro que si), puedes hacer proselitismo para que nadie a tu alrededor se quede insensible ante las desigualdades.
Ya no valen solo las palabras, ya no vale solo la indignación, ya no valen solo las manifestaciones. Hay que pasar a la acción, hay que ayudar, no dando sólo lo que nos sobra, eso lo puede hacer cualquier, no tiene merito, hay que dar más. Hay que dar, incluso, parte de eso que guardamos para el día de mañana. “Mañana” puede ser que ya no vivamos, y “hoy” hay hermanos nuestros que pasan hambre.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Una hermosa historia para Navidad...... y para cada día


Encontré esto en Internet. No sé de quién es, pero me pareció tan hermoso, que con el permiso de su desconocido/a creador/a, me permito compartirlo con vosotros.
La noche estaba hermosa, el aire se respiraba húmedo... que auguraba en el alma... estaba especial... estrellado a más no poder... las luces de la ciudad apagadas... el recuerdo de otras noches en otros lugares más solitarios… que recuerdos se agolpaban en su mente...
Sí, el tiempo había pasado, ambos distaban de sus vidas de otro tiempo como dista la Luna del Sol... siempre cerca y lejos al mismo tiempo, siempre compañeros, amigos y amantes, con un amor puro, con un amor simple. Ellos se amaban como se aman dos personas que se saben especiales el uno para el otro, él con su barba afeitada, sus ojos de brillo singular, su camisa azul celeste, nunca ella sabía decir si celeste o azul era parte de sí misma, no decidirse jamás. Ella lucía su belleza expresada en el mirar y en la sonrisa, ella traslucía la belleza de su alma.
Más que importancia tenía esta, la música de la noche buena, los villancicos cantados por los niños de Viena en el CD era nostálgico como si hubiese que recordar otros días.
Ella se sentía feliz, tenía muchas preocupaciones pero... ninguna se solucionaba pensando en ellas, ninguna se resolvería esa noche... pensó solo dedicarse en ser feliz..., la música cambió por unas cumbias, sambas y guarachas... espantando la nostalgia... todos estaban felices, el ritmo elevaba los ánimos, más aliviados con un poco de vino, que era delicioso... de buena cepa, buena semilla, apropiado para la ocasión.
No en demasía, moderado, había que disfrutar la noche, y la noche sería larga, una Navidad llena de adornos que ornamentaban las paredes, sí, ella amaba la Navidad había traído adornos para cubrir las paredes del recibidor... una reunión en que nadie se conocía y se conocían al mismo tiempo, eran extraños y no lo eran... como explicar eso, todos conocían un ángulo de sus vidas pero jamás el ángulo de 180 grados, en ese abanico de posibilidades.
El corazón de ella estaba feliz, había decidido regalarse en esa noche sin regalos, un corazón nuevo, una decisión nueva, un momento nuevo, se lo merecía, se lo merecían todos.
La vida continuaba su viaje, continuaba sin cesar, no importaba lo que viniera, la vida nos daría más sorpresas... había estado con un humor extraño pasando del éxtasis a la mayor de las tristezas, de la ilimitada opulencia a la mayor de las apreturas, sí, era feliz, la vida seguía su ritmo indefinido... pero bueno, esa era parte de su existencia… por qué luchar tanto, para qué luchar.
Esa noche, se hicieron un regalo ambos amigos... un regalo de aclaraciones, un regalo de precisiones... no he dejado de amarte, nunca deje de tener la ilusión... te he amado siempre... pero tú lo dijiste, no eres la persona que busco... duro, fuiste duro, pero eras así... capaz de decir las mayores cosas sin pensar en lo que ella sentiría, pero tú eras así... y ella se quedaba callada sin poder decir nada, te odiaba y te amaba al mismo tiempo, era un amor muy tonto... un amor muy incondicional, ella odiaba eso... pero así era... le dijo nunca he dejado de pensar en ti... y no he dejado de enviarte mis pensamientos amorosos... qué importancia tenía eso... sí, ya había alguien más en la vida de él... que no te hacía feliz, pero te esforzabas por serlo.
No lo entendió, no pudo comprender... ella no pudo saber si era feliz... sólo que lo intentaba... había cruzado el río... y bueno quería decirle que ella no se casara, que no se comprometiera... que la libertad era una compañera solitaria, ¿aún tienes la ilusión?... se pregunta ahora.
Que te haría feliz le preguntaste... y ella siempre generosa de corazón, siempre dando amor... por todos sus poros.. estaba tan feliz... solo dijo que lo único que le hace feliz es que tiene un corazón para amar... y que tiene la capacidad de amar... y seguro que todos sienten ese amor rebosando de su corazón, cuando la ven, la sonríen... la aman... y ellos saben que ella les corresponde.
Lo otro que la hacía feliz era soñar, que mañana es otro día... que lo que hoy se ve terrible, será diferente, luchando estaba... buscando una historia... inventando historias... adoraba imaginar cosas, verse haciendo cosas diferentes... imaginar, que iría a China y que se mezclaría entre la gente, y que nadie se daría cuenta de ella, pero ella sabía que eso no era posible... se notaba mucho su espíritu, de generosidad y de amor... ella tenía que disfrutar el durazno en flor, el ciruelo en flor, tenía que mirar el grano de arroz, tenía que mirar a los niños y escrutar sus rostros buscando sus corazones... que no se hubieran dañado.
Miraba a esa mujer hermosa, delgada, que compartía con su esposo... saltaban de un tema a otro... y conversaban... de sonidos a lo lejos... ella se concentraba en sus pensamientos, siempre sintiendo que tenia compañeros de viaje, amigos en los lugares más insólitos, ella adoraba conversar, adoraba compartir.
Pero estaba siempre con esa mochila que compartía con sus fantasmales amigos... llena de recuerdos, llena de anécdotas, llena de episodios no comprendidos, llena de películas mudas, llena de cosas sin sentido, retazos de una vida, vista desde los ojos... adoraba caminar, no se cansaba jamás, nunca sabía donde la llevarían sus pasos, pero adoraba detenerse en el camino, hablarle a un árbol, a una flor, a los edificios, a las calles, a las nubes, a los cielos... se enamoraba de los sitios y lugares como si así pudiera retenerlos en su memoria, en la memoria del corazón... de los sentimientos ... de las impresiones.
Esa Navidad, en vez de los tradicionales abrazos... sólo paso un instante... de un profundo silencio... casi desapercibido... ella lo notó... pero la cumbia vino y el momento pasó... se mezcló todo... habían ganas de abrazarse pero sólo quedo para el ámbito privado, como si no fuera bien visto... seríamos todos de personalidades introvertidas, quién lo sabe, había la confianza y por otro lado no, que contrasentido, pero las relaciones humanas son complejas, educados para no molestar, ser discretos.
Los asistentes se empezaron a marchar, unos primeros, otros después... sólo quedaron los que entusiasmados con la conversación, con el baile... siguieron amenizando su noche.
Sólo se quedo ella, en la habitación vacía, repasó la magia, el momento, mientras estuvo allí sintió que otras personas que no estaban con ella en ese momento, la recordaron, fue un sentimiento que la embargó, sintiéndose acogida, amada... que estaba pasando con ellos... parecía que las muestras de afecto estuvieran vedadas, ella tenía necesidad del abrazo, necesidad de sentirlo, no le bastaba con saber, no le bastaba conocer de ese amor.
Necesitaba la cosa física... para que teníamos este cuerpo si no podíamos expresarlo, algo estaba atorado en ella, finalmente se fue a descansar, pero era extraño... no sentía sueño, quería quedarse mirando el amanecer, pero la lógica del cansancio al día siguiente, la hizo tomar un sueño corto, habria dormido dos horas pero despertó bien, dispuesta a la batalla del día, no existía el descanso... como si los ángeles esa noche la hubieran acompañado con mucho amor, con mucha paz.
Daba gracias a Dios, de tener la vida, de poder disfrutar del paisaje, de poder sentirse alegre, contenta, feliz, llena de amor, durante un sueño a ella le había visitado un ser muy especial, le había dicho que sólo quién ama puede ser feliz... y no sólo a las personas, sino también a la vida, al entorno que la rodeaba... había razones para amar, el sol brillaba en lo alto, las flores mostraban sus botones, los árboles lucían más verdes, y la noche había sido hermosamente estrellada... había amor en lo que cada uno hacía, había dedicación y esfuerzo... dedicados a una búsqueda incansable de las notas de perfección del alma de cada uno.
Era un trabajo silencioso, casi imperceptible para muchos, pero cada uno de ellos trabajaba con su propia perfección, a veces ésta se disfrazaba en apoyar las causas de otros, otras veces en el trabajo cotidiano, hecho casi automáticamente, pero no, también habían momentos de reflexión, momentos de meditación, momentos de preguntarse y responderse a sí mismos, ese era el crecimiento de cada uno, hecho vida, los errores cometidos, debían ser la piedra de tope, que nos ayudara a avanzar y no quedarnos estancados en lo que ya no podía ser corregido, avanzar hacia adelante, ser mejores que sí mismos, es una consigna silenciosa, tácita, no tenía caso compararse con otro, pues el trabajo era personal, y las historias de cada vida son particulares, especiales y únicas... por ello, nunca podemos comparar nuestras vidas con otras vidas. La de cada uno ya es diferente, y está llena de nuestra forma de pensar, hacer y sentir.
Esos pensamientos de su mente había sido el regalo que había dedicado esa noche a sus colegas, amigos, familia y compañeros... esos pensamientos... en que la embargaba la nostalgia, en que necesitaba tanto sentir un abrazo, así que envió esos abrazos invisibles a cada uno, para que supieran que alguien en algún lugar había pensado en ellos... y les había enviado mucho amor... y por sobre todo mucha paz.
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Quiero desde aquí, enviar también mis abrazos invisibles a las personas, muchas de vosotras también invisibles, que paseáis vuestra mirada por esta, que comenzó siendo mi casa y ahora es un punto de encuentro.
Gracias por vuestra compañía, por vuestro cariño, por vuestra comprensión. Que la Luz y el Amor os acompañen siempre.
¡Feliz Navidad!   

lunes, 12 de diciembre de 2011

Dinero

             El dinero no es más que una manifestación de la energía, y como cualquier manifestación de la energía puede utilizarse de manera egoísta o de manera altruista.

La actitud de la humanidad hacia el dinero está regida por la codicia, la ambición del yo inferior, la envidia, los deseos materiales y la desesperada necesidad del mismo, que es el resultado, a su vez, de actitudes equivocadas, las cuales han traído las desastrosas condiciones económicas que prevalecen a nuestro alrededor, siendo efectos de causas iniciadas por la misma humanidad. En la regeneración del dinero y en el cambio de actitud de las gentes hacia él, llegará, con el tiempo, la liberación del mundo.
Actualmente las gentes se aferran al dinero por temor al futuro y por desconfianza mutua. Pero el dinero, que sirve para atender las necesidades personales y familiares, también puede ser utilizado para atender las necesidades del mundo, las necesidades de todos aquellos que viven en dramáticas condiciones de desigualdad. Si la ingente cantidad de dinero gastada actualmente en artículos costosos e innecesarios, en licores, tabaco, joyas, ropas, viajes, y lo que se malgasta en la búsqueda de nuevas emociones e incesantes placeres y, los miles de millones invertidos en conflictos armados por todas las naciones, se invirtieran para ayudar a la parte de la humanidad que ni tan siquiera tiene un mendrugo de pan para llevarse a la boca, se conseguiría una nueva civilización.
El amor al dinero es la causa de todos los males. Las palabras que predominan en la actualidad en nuestros medios de comunicación, relacionadas con el dinero son: interés bancario, salarios, deuda nacional, crisis, finanzas, impuestos, créditos, hipotecas; y todas ellas controlan absolutamente nuestra vida, nuestros planes, despiertan nuestra envidia, alimentan nuestra antipatía hacia otras nacio­nes, colocando a unos contra otros.
Existe, sin embargo, un gran número de personas cuyas vidas no están dominadas por el amor al dinero y que pueden normalmente pensar en valores más elevados. Son la esperanza del futuro, pero están individualmente prisioneros en el sistema que espiritualmente debe desapa­recer. Aunque no aman el dinero, lo necesitan y deben poseerlo; los tentáculos del mundo comercial los envuelve; deben trabajar y ganar lo necesario para vivir; la obra que quieren realizar en bien de la humanidad no se puede llevar a cabo sin fondos.
Quizás ésta sea la dificultad mayor, y a muchos les parece, nos parece, a veces insuperable. Involucra el problema de la verdadera administración financiera y la orientación de sumas adecuadas de dinero hacia determinados canales de ayuda. Está estrechamente relacionado con el problema de las correctas relaciones humanas.
Por lo tanto, el problema es particularmente difícil, porque los trabajado­res espirituales no sólo tienen que preparar a la gente para dar de acuerdo a sus posibilidades, si no que en muchos casos deben proporcionar ante todo, un móvil tan atrayente que se vea obligada a dar. También tendrá que proporcionar la institución, fundación y organización para administrar esos fondos. Esto representa una tarea muy difícil. La encrucijada actual no radica solamente en reunir fondos, sino en el egoísmo enraizado en la mayoría de las personas, tanto de los que tienen poco, como de los que detentan la riqueza mundial, que cuando dan, si es que dan, lo hacen para aumentar su prestigio e indicar su éxito financiero. Naturalmente hay excepciones, pero son relativamente pocas.
Subsiste el hecho de que si las personas o grupos que manejan el dinero tuvieran una visión verdadera de la realidad y si su objetivo hubiera sido estimular las correctas relaciones humanas, en vez de amasar dinero de manera egoísta; las multitudes de todas partes responderían a una posibilidad muy distinta de la actual. El reparto del dinero y la ayuda a los que no tienen sería tan normal como el respirar. Igualmente puede decirse que si el valor otorgado al dinero hubiera sido debidamente enseñado y valorado en los hogares y en las escuelas, no tendríamos las asombrosas cantidades de dinero malgastado en cuestiones innecesarias. El dinero, así como otras cosas de la vida humana, ha sido mancillado por el egoísmo y acaparado para fines individuales y nacionales egoístas.
Sin embargo, la Humanidad, no importa el país, color o credo, está reclamando paz, justicia y seguridad. Esto podría conseguirse con el correcto empleo del dinero y la comprensión por parte de todos. Excepto algunos filántropos de visión amplia y de un puñado de estadistas eclesiásticos y educadores iluminados, este sentido de responsabi­lidad económica no se encuentra en parte alguna.
Ha llegado el momento de revalorizar el dinero y canalizar su utilidad en otros sentidos. La voz del pueblo debe prevalecer, pero debe ser un pueblo educado en los verdaderos valores, en las significaciones de la verdadera cultura y en la necesidad de establecer correctas relaciones humanas. Por lo tanto es esencialmente una cuestión de sana educación y de correcta prepa­ración para la ciudadanía mundial, algo que aún no parece que haya comenzado.
Así se hace la historia. Cada nación luchando para sí, y todas calificándose en términos de recursos y finanzas. Mientras tanto la humanidad sufre hambre, no posee la cultura necesaria, su educación está basada en los falsos valores y el erróneo empleo del dinero.
Es imprescindible el trabajo desinteresado de miles de personas aparentemente sin importancia. Aunque lo que más se necesita es valor, porque se debe tener valentía para vencer la desconfianza, la timidez y el desagrado, al presentar un punto de vista relacionado con el dinero. Resulta sumamente difícil hacer lo mismo para la propagación de la buena voluntad y el empleo correcto del dinero en la difusión de ideas avanzadas tales como el reparto equitativo de la riqueza.
La dificultad no está en la organización del trabajo y del dinero, sino en la incapacidad de la gente para dar. Por una razón y otra dan poco o nada, aún cuando estén interesados en la igualdad, en la derrota del hambre en el mundo, aunque estén indignados y se manifiesten, y hablen, y renieguen, es igual, no dan. El temor por el futuro, el derroche, el deseo de hacer obsequios y el no darse cuenta que las grandes sumas están formadas por muchas sumas pequeñas, gravitan todas en contra de la generosidad econó­mica, y siempre dan excusas que parecen adecuadas.
Si los millones de personas, por ejemplo, que hablan de desigualdad, dieran una pequeña cantidad de dinero por año, habría fondos suficientes para todas las organizaciones de ayuda. Empieza tú, da lo que puedas.
(Idea extraída de “Sirviendo a la humanidad” de Alice A. Bailey)

Hermanos del alma

La hermandad es la única gran realidad, todos los seres somos hermanos, con independencia del color, de la religión, de la cultura o la civilización; sólo existe una humanidad. Todos los seres humanos somos iguales y divinos, y la única diferencia estriba en el progreso que cada ser humano ha realizado, manifestándose ese progreso en una mayor inteligencia y experiencia.
¿Qué pasaría si todos los seres humanos tuviéramos conciencia de nuestra hermandad?, ¿Qué pasaría si actuáramos bajo ese concepto de hermandad en todos los aspectos de la vida?, ¿Qué pasaría si el político, el empresario, el obrero, el pueblo, el religioso, se sintieran los unos a los otros como hermanos?, ¡Es tan fácil!, en la Tierra solo habría paz, alegría, equidad y amor. ¡Es tan sencillo y, sin embargo, tan lejos de que la mayoría alcance esa comprensión!
Hace poco más de dos mil años, Jesús difundió un postulado fundamental: “Ama al prójimo como a ti mismo”, sin embargo, a pesar de nuestros golpes de pecho, de nuestras visitas a las iglesias, o de emocionarnos en las procesiones, o con el sufrimiento de un niño, parece que hemos hecho poco caso.  Es posible que nos amemos a nosotros mismos y que tratamos de amar a las personas que nos agradan y a nuestra familia. Pero amar como verdaderos hermanos del alma, de manera incondicional, y amar al prójimo, sólo porque es un alma como nosotros, de naturaleza perfecta y con un destino infinito, ha sido siempre considerado como un sueño, un hermoso sueño del que hablamos y escribimos, pero para el que no trabajamos ni un ápice.
Desde que recibimos el mensaje de que nos amemos los unos a los otros como Dios nos ama, no hemos hacho absolutamente nada realmente práctico. Seguimos con nuestras peleas, nuestros odios, nuestro egoísmo, tratando de satisfacer nuestros cuerpos y nuestros apetitos materiales, dedicando todos nuestros esfuerzos para la consecución de nuestros egoísmos personales. 
            El amor, para la mayoría de la gente, no es realmente amor, sino una mezcla de deseo de amar y deseo de ser amado, más un deseo de realizar cualquier cosa para demostrar y evocar este sentimiento y, en consecuencia, sentirse más cómodo en la propia vida interna.
Este seudo amor, basado principalmente en la “teoría” del amor y del servicio, es la característica de casi todas las relaciones humanas, entre marido y mujer o padres e hijos. Ilusionados por un sentimiento hacia ellos y conociendo muy poco el amor del alma, amor que es libre en sí mismo y deja libres también a los otros.  
Más que amor, ese sentimiento es afecto; y el afecto sólo es el deseo, proveniente del cuerpo astral o emocional; no es el amor del alma, espontáneo, altruista, que no pide nada separado, que no pide nada para sí, ya que todo es hermandad. Y este sentimiento de afecto o seudo amor ata y confunde a toda la gente de buena voluntad, imponiéndole obligaciones que no existen y produciendo una especie de sueño del que se debe despertar mediante la difusión del amor verdadero y desinteresado.
Ese sentimiento que llamamos amor, en el ser humano más inferior se manifiesta como pasión animal, y es a medida que el ser va evolucionando cuando la facultad de amar va evolucionando también con la persona, pasando por distintas etapas: amor a la pareja, amor familiar, a los conocidos, al medio ambiente, y por último a la humanidad. Aumentando también gradualmente la sensación de hermandad, ya que ese último eslabón del amor, es el amor del alma, y para el alma no hay separación, sólo existe la identificación del corazón con total amor; cuanto más amor se demuestre, más amor llega. Sin obligaciones, sin ataduras.
Sentir y amar a todos como hermanos lleva al servicio, y el servicio incrementa la energía del amor. Entonces el ser humano da y recibe, porque el Universo le responde y las riquezas materiales y espirituales, llegan a él hasta la saciedad, cuando ya nada pide para sí.
Amor es la expresión de la vida de Dios, Amor es la fuerza coherente que renueva todas las cosas, Amor es todo lo que es, Amor es hermandad porque todos somos hijos de Dios y por lo tanto hermanos en la divinidad. Cuando se alcanza el Amor por todos los seres, sin tener en cuenta quienes son, el único propósito de la vida es servir y ayudar al mundo, siendo las necesidades del prójimo de mayor importancia que las propias.
Sólo quienes aman verdaderamente a sus semejantes pueden ver las cosas con claridad, sin sentirse atados hacia nada ni hacia nadie, y ayudando a todos sin distinción.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Servicio

          En el libro de Alice A. Bailey, (canalizadora del Maestro Tibetano Djwhal Khul), “Sirviendo a la Humanidad”, se define el servicio como el efecto espontáneo del contacto con el alma, el cual es tan definido y estable que la vida del alma puede afluir al mecanismo que el alma debe obligatoriamente emplear en el plano físico.

El servicio no es una cualidad ni una acción, tampoco es una actividad que la gente debe realizar de manera obligada, ni tan siquiera es un método para salvar al mundo. Servir es una manifestación de la vida. Es un anhelo y un impulso evolutivo del alma.
Es un instinto del alma y, por lo tanto, innato y peculiar al desarrollo del alma. Así como el “deseo” es la característica sobresaliente de la naturaleza inferior, el “servicio” es la característica sobresaliente del alma.
Pero ¿Cuántos seres humanos en la actualidad tienen contacto con su alma?, ¿Cuántos siguen los dictados de su naturaleza superior, desoyendo los deseos y los anhelos de su naturaleza inferior?, ¿Cuántos ocupan su tiempo en despertar, en crecer, en evolucionar, en servir, en amar?, ¿Cuántos son capaces de dar para un mendrugo de pan a quien no tiene, en lugar de una tableta menos de turrón, o de un juguete?, ¿Cuántos son capaces de ayudar una semana, en detrimento de una semana de sus vacaciones?
La mayor parte del tiempo y del dinero se pierden y gastan en cosas “no esenciales”. La inmensa mayoría de las personas dan poco o nada de su tiempo y de su dinero. Sin embargo, aun hay algunas personas que ofrecen, con sacrificio, lo único que poseen, y el poder y la energía que tal actitud libera es muy grande, mucho más grande que el poder y la energía conseguidos a base de meditar y meditar y meditar. Otros, los más, dan lo que les sobra y sólo cuando no implica sacrificio. Está bien, menos es nada, pero no es suficiente para satisfacer el anhelo del alma, de hecho, sólo se satisface el deseo del ego.
No es suficiente dar lo que sobra, se debe dar al máximo con comprensión y justicia para que la era del amor y de la luz, nuestra Era de Acuario, se introduzca con mayor celeridad. No importa dónde o a quien dar, basta dar, poco si se tiene poco tiempo o dinero; mucho, si se posee más.
El auténtico servicio es como una fuente que brota de manera espontanea en las personas de buena voluntad, de su corazón amoroso y de su mente inteligente. Es el resultado de entender que somos seres espirituales y no un cuerpo que quiere satisfacer sus deseos; es el efecto del ser humano cuando expresa lo que en realidad es, un divino Hijo de Dios; el servicio surge en la persona que sigue su camino hacia la realización, sin pensar en sí misma.
Es el sentirse separado de todo, lo que ha llevado a la humanidad a la situación de materialismo actual. Es imprescindible aceptar el desafío de vivir desde el alma, para dar nuestro tiempo, para dar nuestro dinero, para difundir estas ideas de unión con todo, de servicio a todos, de amor universal, en nuestra sociedad dormida, para ayudar a despertar a los que nos rodean, ignorando las críticas y las palabras de odio o de incomprensión. Hemos de tratar de olvidar nuestros asuntos, nuestras penas y preocupaciones, ante la urgencia de la tarea de ayuda material y espiritual que tenemos por delante, y llevar bien alta la bandera de la unidad, el amor, el servicio y la comprensión.
Nuestra vida ha de ser más profunda, y más en contacto con la propia alma. Hemos de ofrendar todo lo que poseemos para poder avanzar en el trabajo de salvación mundial, eliminar de la vida todos los obstáculos, dar todo lo que uno tiene, aunque sea una hora de tu tiempo a la semana, o un euro, un dólar, un sol o un bolívar; dar hasta el dolor de dar, hasta el valor de renunciar a nuestros pequeños o grandes deseos para que nuestra ayuda sea más eficaz.
Es cierto que para eso es imprescindible la inteligencia, la valentía y la buena voluntad. Pero tú puedes, tienes las tres cualidades.

sábado, 10 de diciembre de 2011

La "Gracia" de morir

            La “Gracia” de morir, de morir definitivamente para este planeta, no le es dada a todo el mundo, es más, le es dada a poquísimos, es un honor que esos pocos se han ganado con su trabajo y con su Amor. Si, podemos ser pasto para los gusanos, abono para la tierra o un poco de polvo arrojado al mar; pero eso no es morir, eso sólo es tomarse un respiro, un descanso en los ciclos de la vida. Para morir hay que ganárselo, para morir definitivamente hay que saber vivir, ya que mientras no aprendamos a vivir vamos a estar volviendo a esto, que no parece mal denominado como “valle de lagrimas”.
            ¿Qué es saber vivir?: Es tomar parte activamente de la vida, es manejar las emociones, es amarse y respetarse uno mismo, es amar a los demás a través de ese amor que uno siente por sí mismo, es respetar la Naturaleza, es ser justo y compasivo, es no dejarse arrastrar por la corriente del pensamiento social del “qué dirán”, es estar despiertos, ya que la sociedad actual y sus componentes, no es que estén dormidos, no, es que están absolutamente inertes.
            Para vivir realmente, obsérvate. ¿Cuánto  y cómo manejas tus emociones?, ¿Te dejas arrastrar por ellas?, ¿Eres consciente de su presencia? Es muy importante saber manejar las emociones. Ojo, manejar las emociones no significa reprimirlas o negarlas, sino transformar emociones negativas en positivas, para que nos puedan ayudar en nuestro camino. Para ello, es necesario, en primer lugar tomar conciencia de ellas, lo cual implica hacer una introspección. Las emociones se originan en nuestro interior como consecuencia de un estímulo externo, o de un pensamiento. Posiblemente la mejor manera de hacer introspección es meditar, ya que mientras meditamos observamos, no juzgamos ni nos criticamos, simplemente observamos las emociones que surgen.
            Una vez identificada la emoción, es bueno encontrar el origen de la misma. Por ejemplo, podemos sentir miedo, porque nos imaginamos que va a pasar algo malo o porque realmente existe un peligro. En cualquiera de los dos casos, sea irreal o no, debemos ser conscientes de que estamos sintiendo miedo, pero también debemos ser conscientes de que somos nosotros mismos los que elegimos sentirnos de esa manera. Es nuestra elección. Si, ya sé que puedes no estar de acuerdo, porque según los acontecimientos que están sucediendo en tu vida, vas a decir que no te queda más remedio que sufrir o tener miedo. No es cierto, ¿alguna vez has pensado que puede haber otra manera de vivir la situación? Piensa en ello, y descubrirás que si que existen otras formas de vivir cualquier situación, por triste y grave que sea. ¡Inténtalo!, ¿Por qué no cambiar el punto de vista?
Ese cambio de perspectiva, es lo que se denomina inteligencia emocional: Es lo que nos ayuda a usar correctamente las emociones para tomar las riendas de nuestra vida.
Para saber vivir también es necesario apearse del carrusel de vanidades en el que viajan la mayoría de los humanos. Quien va montado en ese carrusel, gasta tontamente, porque lo comprado es lo último en moda, porque lo lleva el vecino, porque alguien dice que hay que gastar ahora en Navidad; quien va montado en ese carrusel miente o dice parcialmente la verdad, por el que dirán, porque no piensen que soy bobo, por ganar tiempo; quien va montado en ese carrusel, no tiene en cuenta que todos somos hermanos; quien va montado en ese carrusel, no es consciente de que todo lo que va viendo una y otra vez mientras el carrusel gira y gira, sólo son sueños, sueños vacios. Y no es muy difícil bajar del carrusel: Sólo piensa, por ejemplo, que hoy es tu último día de vida. ¿Para qué gastar tontamente?, ¿Por qué no ayudar al hermano?, ¿Por qué engañar?
No recuerdo donde leí, que la vida es como un negocio, en el que las acciones del negocio es el tiempo del que disponemos. Al nacer tenemos una cantidad de acciones, una cantidad de tiempo, la cual no tenemos manera de incrementar; y vamos pagando nuestra vida con el dinero de esas acciones, el cual es el paso del tiempo. Siéntate ahora y piensa como estás invirtiendo tus acciones, tu tiempo. ¿Cuánto de él has malgastado inútilmente?, ni tan siquiera parece que has obtenido lo que parecía más importante, “ser feliz”. Por lo tanto, has fracasado negociando tus acciones, y lo que es más grave, te estás engañando a ti mismo/a.
Pero, se están agotando tus acciones, se está terminando tu tiempo,….. Sin trabajar……. Sin amor……. Sin respetarte……. lo cual es una señal inequívoca de que no vas a ser uno/a de los/as afortunados/as en conseguir la “Gracia” de morir para siempre, tendrás que volver, con una nueva cuenta bancaria repleta, para que la inviertas bien, o para que nuevamente la malgastes. ¡Está en tus manos!
¿Tan difícil es dedicarle una hora al día a tu alma? Te quedan veintitrés para dedicarle al cuerpo, parece un poco descompensado. Dedicas tiempo a lo que no eres: un cuerpo, y abandonas aquello que eres: el alma. ¡Empieza ahora!, no esperes al 1 de Enero, porque tampoco lo harás entonces.

domingo, 27 de noviembre de 2011

¡¡¡CRISIS!!!

            Vivo en una sociedad en la que la palabra carece de valor, vivo en una sociedad corrupta en todos sus estamentos, corrupta en la calle; vivo en una sociedad en la que las personas son infravaloradas, maltratadas y engañadas; vivo en una sociedad en la que el ciudadano no tiene ningún derecho, ni social, ni laboral, ni de salud, por no tener, no tiene ni derecho de paso en los cruceros peatonales; vivo en una sociedad en la que la propia mujer se degrada ante el machismo brutal de esos ciudadanos sin derechos; vivo en una sociedad en la que demasiados niños vagabundean como perros callejeros, vivo en una sociedad en la que se llenan la boca de “patria” y de “Dios”, sin conocer su verdadero significado; vivo en una sociedad maltratada por el alcohol, obnubilada por el sexo, y atolondrada por el futbol, vivo en una sociedad sin valores.

            Pero no solamente la sociedad en la que yo vivo está carente de valores, el resto de sociedades a lo largo y ancho del planeta se encuentran peor o en parecidas circunstancias. En el primer mundo, después de décadas de lucha para conseguir la adquisición de derechos, estos se están evaporando como consecuencia de la rapiña de empresarios y banqueros, que con la aquiescencia de los políticos y la bendición de los religiosos, han provocado la famosa “crisis”, debido a los altos precios que han impuesto a las materias primas, a la sobrevalorización de productos como la vivienda, a una desorbitada inflación a nivel mundial y a una expansión artificial del crédito, entre otras causas. Del tercer mundo no es necesario comentar nada, ya que siempre han mantenido crisis de todo tipo, entre ellas, la peor de todas, la alimentaria.
            Y mientras los ciudadanos cada vez tenemos menos derechos y menos trabajo ¿Cómo afecta la crisis a políticos, empresarios y banqueros? Sencillamente no les afecta. Siguen repartiéndose, sin pudor, grandes sumas de dinero, en planes de jubilación, en beneficios, en compensaciones por cesar en sus cargos.
            Los ciudadanos, en algunos países, se rebelan y se indignan, pero…… ¿De qué sirve la indignación?, ¿Para qué sirven las manifestaciones y concentraciones?, ¿Qué cambios están provocando? Ninguno, o como mucho, como en los países árabes, que los mismos dirigentes cambien la corbata. De nada sirven las manifestaciones, si a su finalización entramos a los grandes almacenes para consumir y seguir haciendo el juego al capital.
¿Para qué es necesario gastar dinero para el amigo invisible en tonterías que van a un cajón para siempre, o al cubo de la basura?, ¿Para qué compramos un sinfín de juguetes a los niños?, ¿Qué ganamos con ponernos enfermos de comidas y cenas en las fiestas que se aproximan?, ¿Cuánto nos vamos a gastar en estas fiestas, programadas por el capital, para que este sea aún más ostentoso y nosotros más empobrecidos? Si hasta lo dicen descaradamente, adornamos con luces las ciudades porque animan al consumo. ¡Somos borregos!
¿Cuál será y cuándo se dará el punto de inflexión necesario para que la misma sociedad tome conciencia de su degradación y adopte la decisión de respetarse a sí misma como colectivo y a sus componentes de manera individual?
¿Por qué no comenzamos ahora?, ¿Qué pasaría si dejáramos de sentirnos individuales y nos uniéramos en asociaciones? Consumiendo menos, ayudando a los desamparados por la crisis, comprometiéndonos con los que sufren las desigualdades, con la pobreza, con el hambre; dando la espalda a la política que no se ocupa de su labor principal que es servir al ciudadano; dando la espalda a la religión, que del brazo de los poderosos y rodeados de riquezas, sólo atemorizan a sus fieles y les manipulan en nombre de Dios.
Está bien que nos manifestemos, está bien que llenemos las redes sociales de frases bonitas, pero ¡ACTUEMOS EN ALGO QUE SIRVA PARA ALGO!, ¡A Dios rogando y con el mazo dando!

viernes, 25 de noviembre de 2011

El juego de la vida

            Vivimos confinados en un cuerpo, sin tener ni idea de quienes somos, creyendo que somos ese cuerpo, creyendo que los acontecimientos de nuestro entorno son los que nos hacen ser felices o infelices, creyendo que somos entes separados de todo y que tenemos que defender nuestro espacio, creyendo que en esa separación somos hombres o mujeres, blancos o negros, cristianos o musulmanes, creyendo que tenemos que lidiar con todo lo que va llegando a nosotros.

            Nos tomamos la vida con tanto dramatismo que para defender nuestra verdad discutimos, insultamos, peleamos y hasta hay quien llega a matar, directamente si no tiene el suficiente poder, o indirectamente arrastrando tras de sí a las masas iniciando una guerra.
            Pero la vida no tiene nada de dramática, la vida es un juego, un juego creado por nosotros mismos, en el que todo lo que existe es lo que cada uno experimenta. No tenemos idea de la grandeza de quienes somos: Todos somos uno, siempre lo hemos sido, y lo único que existe es el Amor. Solo nosotros en nuestro juego de la vida hemos creado nuestra propia limitación, nuestra ilusión, nuestra separación, nuestra dualidad, nuestro miedo.
            Nos pasamos la vida queriendo alcanzar algo que llamamos iluminación, queriendo regresar al seno del Padre. Pero no hay adonde regresar porque nunca nos hemos ido, es como cuando éramos niños en nuestro colegio y salíamos al patio a jugar. Estar en el colegio y salir al patio no nos obligaba a un trabajo extraordinario para volver a casa. El juego de la vida es igual. No hay a donde ir, todo está en nuestra conciencia. El seno del Padre no está lejos, nuestra casa no está lejos, la iluminación no está lejos. Todo está en nuestro interior.
            Si estamos viviendo esta experiencia humana, tan magnífica, es sólo para jugar, y las reglas de nuestro juego nos permiten crear las experiencias necesarias para jugar. El problema estriba en que una vez creada la experiencia nos identificamos con ella, nos creemos que somos aquello que hemos creado, y esto sólo nos lleva al dolor y al sufrimiento, generados por la separación y por la distancia que ponemos entre nosotros y nuestra verdad.
            Nuestra experiencia, nuestro juego, es vivir la vida desvinculándonos de cada suceso, exprimiendo la experiencia al máximo, sin identificarnos con esas experiencias que se van sucediendo, ya que todo lo que acontece en la vida es fruto de nuestra creación, es el tablero y los peones necesarios para nuestro aprendizaje; ya que todas las personas con las que vamos teniendo contacto, están ahí para que nosotros podamos hacer nuestro juego, a la vez que ellos hacen el suyo. Todas las personas estamos creando lo que necesitamos, con el único objetivo que llegar a vivir desde el interior, para llegar a la verdad de lo que somos, para llegar a la Fuente de todo, para llegar a Dios.
            Sabrás que estás en tu interior o a punto de cruzar el umbral cuando te inunde el Amor, el Amor porque sí, el Amor por todo, el Amor por todos, y además en cada instante, porque esa es la única energía que mora en ti, es tu esencia. Las otras energías son las que tú creas cuando te identificas con los sucesos cotidianos. Y cuando llegues ahí, sabrás que es Amor, porque la sensación que se vive es de una total y absoluta serenidad, es de paz, duradera en el tiempo, con independencia de las experiencias que te has creado, para vivir y aprender de ellas.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Yo solo soy responsable de mis actos

Ante cualquier circunstancia negativa, lo primero que hacemos es mirar a nuestro alrededor para encontrar un chivo expiatorio al que cargarle con la responsabilidad de nuestro fallo. A veces, demasiadas, hasta nos sale bien la jugada y conseguimos que alguien se sienta mal y responsable de nuestras desastrosas acciones, o de nuestro mal humor, o de nuestra infelicidad. Culpabilizamos a nuestra pareja, a nuestros hijos, a nuestros amigos, a nuestro jefe, a la sociedad. Cualquiera es culpable menos uno mismo.  
Pero……… Solo nosotros somos responsables de nuestros propios actos. En cualquiera de nuestras acciones, poco importan las situaciones o las circunstancias en las que nos veamos inmersos, poco importan las razones que demos para justificar cualquiera de nuestros actos, poco importa que achaquemos las “culpas” a los demás, poco importa el estado emocional en el que nos encontremos cuando actuamos, porque siempre, siempre, los únicos responsables de nuestras acciones somos nosotros mismos.
Si ante cualquier acción, pretendemos culpabilizar a otros, y con eso creemos que estamos libres de culpa, ¡error!, la culpa sólo es de aquel que realiza la acción. Es posible que la mente se quede satisfecha y encuentre justificación, pero no la conciencia, no el alma.
Existen tantas mentes que viven en el error y tantas conciencias diminutas, que sin ningún pudor enseguida sentencian: “la culpa es tuya”, “si no hubiera sido por ti no hubiera pasado”. Son irresponsables, son inmaduros, son manipuladores, y la manipulación es “maltrato emocional”. No culpar a los demás de las propias decisiones es signo de valentía, de madurez y de humildad, ya que el orgullo dificulta la petición de perdón, necesario para limpiar la acción realizada.
Una persona madura y responsable toma decisiones conscientemente, acepta las consecuencias de sus actos, y está dispuesta a rendir cuenta de ellos, porque la responsabilidad es un valor fundamental, es una prueba de madurez.
El camino más rápido para mejorar en responsabilidad es apreciar claramente que de nuestro comportamiento dependen cosas grandes. Las personas con ideales y metas elevadas se responsabilizan enseguida de sus decisiones, no culpabilizan jamás a nadie. Son las personas que creen que tienen ideales y que sólo mantienen esos ideales en la mente, sin realizar ninguna acción seria para la consecución de esos ideales, los que en su frustración culpabilizan a todo lo que se mueve a su alrededor.
La mejor forma para eliminar ese inmenso y extendido defecto, es pensar antes de culpabilizar a nadie que la persona que está ante ti eres tu mismo. ¿Recuerdas?………. “trata a los demás como tu mismo quieres ser tratado”, “con la vara que mides te medirán”.

martes, 15 de noviembre de 2011

Nuestras carencias, nuestro camino

             Los seres humanos siempre se han diferenciado de los animales en que sufren una clase determinada de dolor que los animales no sufren. Todas las formas de vida sufren enfermedades, accidentes, pérdidas, mueren. Pero los seres humanos, además de todo esto, experimentan sufrimiento y angustia mental y emocional. Desde siempre los seres humanos han experimentado dolor emocional, insatisfacción, descontento, falta de paz.

También ha habido desde siempre unas pocas personas con el conocimiento de que la mayoría de este sufrimiento se debe a la separación del  ser humano respecto de sí mismo. La mayoría de nuestras insatisfacciones no provienen de enfermedades o de problemas materiales, sino de “no ser nosotros mismos”. El sufrimiento no es inevitable. Sólo se debe a no saber quienes somos, a no conocer nuestro ser, a no conocer nuestra verdadera naturaleza, a no ser libres para ser nosotros mismos. Es esta separación de nosotros mismos la que nos deja un sentimiento de vacío, un profundo sufrimiento, que con el tiempo puede derivas, y de hecho deriva en enfermedades físicas y mentales.
Cuando la persona es consciente de que la causa de su sufrimiento es su vacío profundo, si ella quiere, y es capaz de hacerlo, hay maneras para que esa persona pueda realizar el viaje de regreso a sí misma. El trabajo a realizar se hace siguiendo cualquier camino, cualquier método, o cualquiera de las filosofías que reconocen el hecho del sufrimiento y su causa, y enseñan como devolver a la persona a su auténtica naturaleza y eliminar así el innecesario sufrimiento causado por esa separación interior.
El trabajo no es, realmente, eliminar el sufrimiento, ya que el deseo de regresar a la auténtica naturaleza de uno mismo es un impulso innato, que existe en presencia o incluso en ausencia de sufrimiento. Cuanto más en contacto estamos con nosotros mismos, más percibimos ese innato deseo de saber y ser lo que realmente somos. Deseamos la libertad para poder vivir como deberíamos vivir, para desarrollar todo nuestro potencial. Cuando no lo hacemos, sufrimos, pero ese sufrimiento, más que ser un problema, es simplemente el deseo de nuestro auténtico ser para vivir, para ser libre. Es una señal de que queremos regresar a nuestra verdadera naturaleza.
¿Qué podemos hacer para volver a tomar contacto con nosotros mismos? En primer lugar es imprescindible tenerlo claro, para que no falte la voluntad, mucha o poca, para realizar cualquier trabajo. Es realmente difícil el camino de regreso a lo que somos, y desde siempre, han sido muy pocas personas, las que han elegido emprender el camino,  muchas menos las que han conseguido llegar, seriamente, a alguna parte, y muchísimas menos las que han conseguido completar el trayecto.
Pero la causa no es, precisamente, la falta de voluntad, sino el miedo al fracaso. Miedo que se encuentra ligado totalmente a la voluntad. De tal manera que cuando una persona trata de emplear su voluntad, empieza a experimentar un miedo terrible. La persona desconoce incluso que ese miedo está ahí. Solamente sabe que no puede disponer de su voluntad, que no es capaz de actuar con determinación, que no puede hacer cosas difíciles.
No es que la persona no quiera ejercer su voluntad, es que no sabe cómo hacerlo, no puede hacerlo. No puede disponer de ella. Se ha separado de ella debido a determinados miedos inconscientes, y debido a que esos miedos son inconscientes, la mente consciente no tiene control sobre ellos.
Y aun hay más, la gente no desea comprometerse en trabajos de búsqueda interior porque temen perder su libertad personal. En todos nosotros existe un profundo temor de perder nuestro sentido de identidad, el sentido de quienes somos, nuestra privacidad, nuestra individualidad, aunque no existen razones conscientes para ello.
De tal modo, que emprender, seriamente, cualquier tipo de trabajo es difícil debido a que la voluntad, el compromiso, la comprensión, generalmente no están disponibles para nosotros debido a los miedos y resistencias reprimidos, los cuales son completamente inconscientes y controlan nuestro comportamiento.
Realmente, lo que queremos buscar es nuestra propia esencia, pero ella, ya está en nosotros, por lo tanto, lo único que tenemos que hacer, es recordar. Recordar cada una de las cualidades de nuestra propia esencia: la verdad, el amor, la compasión, la misericordia, la voluntad, la fortaleza, la alegría. Todo eso es nuestra esencia.
Dependiendo de nuestro guía en el camino, se puede enfatizar una u otra cualidad. Los maestros dicen cosas diferentes, unos dicen que hay que entregarse a Dios, otros buscan la “perla azul”, otros dicen que hay que hacer un esfuerzo consciente, buscar la voluntad; otros dicen que la respuesta es el vacío, otros el amor; y a mil maestros que consultáramos, tendrían mil respuestas diferentes, aunque, a fin de cuentas, todo es lo mismo. Y puesto que la mayoría de las personas desconoce que nuestra esencia posee muchas cualidades, cada uno piensa que el otro está equivocado.
No lo están. Lo que pasa es que cada maestro enseña aquello que más ha trabajado. Y lo ha trabajado más porque seguramente, cuando él comenzó su viaje al interior, era de lo que más necesidad tenía. Era el mayor vacío que tenía, era su carencia principal.
Cada uno tiene sus propias carencias. Cuando nacemos tenemos nuestra esencia al completo, según vamos creciendo se van fortaleciendo cada una de las cualidades de nuestra esencia, pero algunas, pueden debilitarse e incluso desaparecer en función del ambiente en que vivimos, de las enseñanzas recibidas, de los traumas, de los desengaños. Cada vez que surge algún conflicto, hay una disminución de determinada cualidad. A veces nuestra fortaleza, a veces nuestro amor, a veces nuestra autoestima, o la compasión, o la alegría, o la intuición, resultan heridas, y más tarde, completamente bloqueadas.  
 Cuando una de nuestras cualidades es finalmente bloqueada por una experiencia personal, lo que queda en el lugar de esa cualidad es una sensación de vacío. De tal modo que se crea en la persona la sensación de que se carece de algo, y por lo tanto, que algo anda mal. Cuando sentimos esa deficiencia, tratamos de llenar ese vacío que sentimos en nosotros, y tratamos de llenarlo con cualidades similares, siempre erróneas, o tratamos de llenarlo desde el exterior.
Imaginemos, por ejemplo, que sentimos que el amor por nuestra madre es rechazado, que no es apreciado. Entonces, ese amor en nosotros, es herido, dañado. Donde debería estar el amor, hay un vacío. Lo que entonces hacemos para obtener ese amor del que sentimos su pérdida, es tratar de obtenerlo de nuestro exterior. Deseamos que alguien nos ame de tal modo que el vacío en nuestro interior sea llenado con amor. Sabemos exactamente qué queremos, pero nos olvidamos de que fue nuestro propio amor el que perdimos; creemos que hemos perdido algo del exterior, de forma que tratamos de recuperarlo desde el exterior.
Conectados a cada carencia están las memorias de las situaciones que provocaron la herida y la cualidad que se perdió. Están todas allí, pero reprimidas. No recordamos que sucedió o que perdimos, y lo que hacemos es llenar el vacío, con emociones, con creencias. Y esas creencias forjan nuestra personalidad. Creemos que somos eso. Pero no es así, esos son remiendos  que hemos ido haciendo para aliviar nuestras carencias.
Para emprender el camino de regreso hemos de aprender a sentirnos a nosotros mismos. La mayoría de la gente circula por la vida sin esa conciencia de sí mismos porque están tratando de evitar la sensación de vacío, la falsedad, la sensación de que “algo anda mal” en sus vidas.
¿Qué hay que sentir de uno mismo? Hay que saber la cantidad de voluntad de la que se dispone, sea cual sea, todo el amor y la comprensión que de uno mismo se pueda tener, sean cuales sean. Hay que tener un verdadero deseo de regresar a nuestra verdadera naturaleza. Y sobre todo, tener claro que las dificultades surgen de nuestro interior, de nuestros propios conflictos. Porque si creemos que vamos a solucionar los problemas ganando algo más de dinero, siendo un poco más guapo, teniendo niños, comprando un coche mejor, y cosas así, estamos perdidos, no vamos a llegar a ningún sitio. El verdadero camino comienza al ver que las dificultades surgen de nuestro interior y al sentir que la satisfacción que buscamos también procede de ese interior.
            A partir de aquí, cualquier técnica que nos ayude a conectar con nosotros es correcta. Meditación, trabajar virtudes que hagan desaparecer los defectos, fortalecer conscientemente las carencias, más amor, más comprensión, más fortaleza, más voluntad. Todas ellas, han de sentirse desde el interior, nada está fuera de nosotros, absolutamente nada. Buscar, por ejemplo, el amor en una pareja en el exterior, es sencillamente tratar de esconder un vacío. El amor ya está dentro, y cuando aparezca la pareja, lo único que hay que hacer es ofrecerle ese amor.
Lo ideal es trabajar al unísono todas nuestras cualidades, No tratemos, por ejemplo, de desarrollar únicamente el amor. El amor es sólo una de nuestras cualidades. Pero el amor sin la voluntad, no será auténtico; la voluntad sin amor no nos permitirá gozar de la dicha de amar. Solamente el desarrollo de todas las cualidades nos permitirá convertirnos en plenos y verdaderos seres humanos.
Y durante todo el trayecto, hay que estar presentes. Estar por completo aquí y ahora es ver la verdadera naturaleza de las cosas, es el camino más rápido para llegar al interior, es más rápido que meditar durante tres horas diarias mirando una pared. Hay que combinar la meditación, con la presencia, con la conciencia de querer seguir caminando, con la realidad de que todo está en nosotros.