El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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martes, 22 de noviembre de 2022

Hágase Tu Voluntad

 


           La Voluntad de Dios, entre otros atributos, es el bien, es la libertad, es la salud, es que se acaben los velos existentes entre Dios y el hombre, la Voluntad de Dios es luz, es felicidad, es paz, es pureza, es equilibrio, es bondad.

          Dejar que se haga la Voluntad de Dios es dejar que la vida fluya, es aceptar los acontecimientos que la vida nos depara, es vivir nuestra propia divinidad. 

        Es todo lo contrario de lo que vivimos los seres humanos, que empecinados, insistimos una vez y otra en que la vida sea como nosotros pensamos que debe ser, insistimos en que las personas sean como nosotros creemos que deben ser, olvidando su libertad, y culpabilizamos a Dios, de manera permanente, porque nuestros deseos no se cumplen tal como planeamos, sin ser conscientes de que las cosas son como tienen que ser y no como nosotros deseamos que sean. 

       Culpabilizamos a Dios por nuestro sufrimiento, levantando los ojos al cielo y preguntando ¿por qué a mí?, sin ser conscientes de que somos los únicos creadores de nuestra propia vida. Dios nos permite ser, Dios respeta nuestra libertad, la libertad que Él mismo nos ha dado. 

       En lugar de aliarnos con Dios para sentir y vivir los atributos de su Voluntad, le vemos como a ese Ser que está presto a castigarnos y que parece que colabora poco con nosotros. ¡Qué lejos estamos de la Verdad!, y que fácil sería vivir una vida llena de amor y felicidad, mucho más fácil de lo que la mayoría de las personas creen. Lo hace difícil el no saber o no aceptar, que la misma Vida es Dios en acción y que su Voluntad ya impregna la Vida. Solo hay que vivirla y no sufrirla.

          La otra parte de la frase es: “Así en la Tierra como en el Cielo”. ¿Dónde radica la diferencia entre la Tierra y lo que la oración llama Cielo? El Cielo no es un lugar, el Cielo es ese estado de conciencia en el que nos encontramos cuando no tenemos materia, cuando no tenemos cuerpo, mientras que la Tierra es lo que estamos viviendo, una existencia dentro de un cuerpo.

          Cuando pedimos que se haga la Voluntad de Dios tanto en la Tierra como en el Cielo, ¿quiere decir que son distintas voluntades? No, es la misma Voluntad, lo que existe en la vida terrenal, es lo mismo que existe al otro lado de la vida. Y si los que están al otro lado de la vida de la materia viven una vida de paz, de amor, de alegría, de felicidad, ¿qué es lo que impide que a este lado no sea lo mismo? Solo el pensamiento.

 

martes, 15 de noviembre de 2022

Mi otro "yo"

 

 


Martes 15 de noviembre 2022

     A veces tengo la sensación de que no soy el único inquilino que habita en mi cuerpo físico. Y, a pesar de la sensación, sigo llamándole “mi” cuerpo físico, entre otras razones, porque llevo casi toda la vida creyéndome el dueño absoluto de tan valiosa propiedad, ya que no ha sido hasta los últimos años cuando me he encontrado hablando, de manera, primero, inconsciente con el “usurpador” y, últimamente, “casi consciente”.

Supongo que, mi compañero de cuerpo, también se referirá a “su” cuerpo cuando escribe en su diario o comenta con sus amistades alguna disfunción de su vivienda. Hemos de tener en cuenta que la vivienda ya tiene bastantes años y aparecen grietas y humedades en su estructura, con más frecuencia de la deseada.

Empecé a ser consciente del overbooking de mi cuerpo en esos momentos de éxtasis a los que, suelo llegar, a veces, cuando navegando en la meditación buceo en lo más profundo de mi silencio.

Y es cuando estoy en la zona abisal de mi silencio, impregnado por la luz a pesar de las profundidades, cuando haciendo gala de una paciencia ilimitada y de un amor incondicional, me recrimina por alguna acción, palabra o pensamiento, que haya salido de mí, de manera automática, sin pasar, previamente, por el filtro del amor.

Tengo que reconocer que, en la asignatura del amor en la que estoy matriculado en la presente vida, aún me falta por asimilar una buena parte del programa y me he colocado un filtro para purificar los pensamientos, palabras y acciones que van desfilando desde mi yo hacia el mundo. Sin embargo, a veces, bajo la guardia y dejo inutilizado el filtro, causando desastres, que a mí me parecen apocalípticos.     

Es entonces, mientras trato de reparar el filtro en la meditación, cuando mi compañero de cuerpo me deja visualizar el efecto que mis miserias han ocasionado en mi entorno y se permite, porque yo así se lo he hecho saber, darme los consejos, oportunos, para que tal cosa no vuelva a suceder.

Es un sabio. Sus consejos son tan sencillos y tan fáciles de llevar a la práctica, que no puedo entender como no se me ocurren a mí, en primera instancia.

  Cada vez me pregunto, con más frecuencia, si no será “mi otro yo” que, al habitar en lo más profundo del cuerpo, no está contaminado por esta sociedad sin entrañas. O, podría, también, ser mi alma encarnada que, aprovechando los silencios de nuestra mente, (me refiero a la que utilizamos los dos convivientes del cuerpo), puede hacerse escuchar, (ella habla siempre muy bajito). O como sabemos que Dios habita en nuestro interior, que sea Él mismo el que me honra con Sus clases magistrales. O ¿será la voz de mi conciencia?

En fin, agradezco a quien sea, que me hace ver, de manera inmediata, mis nefastas actuaciones.  

martes, 25 de octubre de 2022

En la muerte, todos iguales

         


          Imagina que te proponen una vida sin enfermedad, sin dolor, sin hambre, sin sed, sin cansancio, sin tener que trabajar, sin hipotecas, sin necesidades de ningún tipo, incluido de dinero, sin sufrimiento, con una inmensa sensación de felicidad y amor permanente, pudiendo conversar con tus antepasados y con tus contemporáneos, con la posibilidad de desplazarte únicamente con el pensamiento, y un sinfín de facilidades más. ¿No firmarías de inmediato?

Claro que a todo esto habría que añadir que sin cuerpo. No sé si con esta nueva condición seguirías firmando.

Efectivamente, ese estado tan fantástico es el estado de vida fuera del cuerpo, es ese estado al que, muy posiblemente, temen llegar casi todos los seres humanos, porque es el estado al que llegamos después de la muerte del cuerpo.

¿Por qué el miedo?, ¿no son suficientes los motivos del primer párrafo para desear ese estado?

Es, perfectamente, comprensible el miedo en los seguidores de casi todas las religiones, ya que auguran a sus socios las mayores desgracias después de la muerte, si no han seguido los preceptos que ellos enseñan, pero no deberían de sentir miedo el resto de mortales. Además, la vida en el cuerpo es nada más que un ratito comparado con el tiempo, eterno, que pasamos al otro lado.

Nosotros no somos estos cuerpos que parecemos, los cuerpos son sólo trajes que usamos por un tiempo y luego desechamos. Somos almas inmortales. La perfección de Dios es también en nosotros, pues vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser en Él. Pero somos inconscientes de nuestra Naturaleza Divina, y así seguiremos hasta que no despertemos a ella y, eso, normalmente, no va a pasar hasta que dejemos el cuerpo.

Cuando dejamos el cuerpo, todos somos iguales, los políticos, los ladrones, los asesinos, los embaucadores, el santo y el demonio, todos, porque todos vivimos en el Padre, y todos sentimos el mismo amor, la misma alegría y la misma felicidad, con independencia de lo que hayamos hecho en nuestro ratito de vida en el cuerpo.

Ya volveremos otros ratitos, a la vida del cuerpo, para ir arreglando lo que estropeamos con anterioridad, ya que el mal que hicimos con anterioridad debe ser equilibrado con el bien. Este proceso de siembra y cosecha se llama Karma. Es la ley del reajuste, que el ser humano pone en funcionamiento con cada uno de sus pensamientos, con cada palabra y con cada acción.

Hay algo que casi nadie discute, aunque, para muchos, no sea más que una palabra no integrada en su vida, somos un alma, y todas las almas somos iguales. A pesar de las diferencias de nacimiento, diferencias de raza, credo, sexo o color, de bondad o maldad, todos los seres formamos una fraternidad indivisible. Todos nosotros, altos o bajos, sabios o ignorantes, lo somos durante ese ratito que dura la vida en la materia.

Nacemos y morimos una y otra vez, con el único objetivo de aprender a vivir desde nuestra divinidad. Las distintas vidas solo son un aprendizaje, en las que vamos pasando en cada una de ellas por el parvulario, la primaria, la secundaria y la universidad, en donde por medio del trabajo y el aprendizaje, lentamente vamos desarrollando nuestras facultades. No es posible vivir la Naturaleza Divina, en nosotros, con las experiencias de una sola vida. Por eso reencarnamos una y otra vez. Entramos en la vida, nacemos, crecemos, actuamos, terminamos nuestro trabajo y retornamos. Nuestro retorno es muerte. Y en nuestro retorno, todos, volvemos a las mismas condiciones.

Si fuéramos conscientes de esto, el mundo sería otra cosa, sería más equitativo, sería un mundo en el que todos tendríamos las mismas oportunidades de acceso a las riquezas del planeta, a la educación, a la sanidad. Un mundo en el que todos sentiríamos alegría por ver la felicidad de otro ser humano, un mundo en el que sentiríamos a nuestro prójimo como nuestro hermano.

Sería un mundo lleno de Amor.

 

viernes, 14 de octubre de 2022

Antay elimina sus pensamientos de miedo


Capítulo XII. Parte 4. Novela "Ocurrió en Lima"

Era tal el estado de nervios en el que me encontraba que no fui consciente de haber caminado para llegar a casa, pero estaba claro que lo había hecho porque me encontraba sentado en el sofá de casa. Estaba aterrado ante la idea de fracasar. No recuerdo haber tenido tanto miedo en toda mi vida.

Mi pensamiento se había convertido en un ente siniestro que me iba haciendo preguntas, cada una más truculenta que la anterior: ¿Seguro que estás preparado para realizar ese trabajo?, ¿qué pasa si aceptas y fracasas?, vas a perder la tranquilidad con la que vives ahora.

Esto era igual que con las relaciones, que para no sufrir mejor no involucrarme emocionalmente, pues para no fracasar en el trabajo mejor no aceptar la oferta. Si ahora como trabajador independiente podía ganarme la vida, ¿para qué quería más?

Llevaba horas tirado en el sofá de casa inmerso en una batalla incruenta con mi pensamiento. Estaba emocional y mentalmente agotado. Era consciente de la fuerza que el pensamiento estaba ejerciendo sobre mí, presentando todo tipo de escenas dramáticas, cada una más truculenta que la anterior y, lo más triste, no es que me dejara llevar por ellas, sino que me daba perfecta cuenta del infierno mental y del estado tan lamentable en el que me encontraba.

“¡Basta!, ¡no puedo seguir así!, ¡tengo que hacer algo!”, me grité a mí mismo.

Acostado, como estaba en el sofá, comencé a cantar el himno a Gurú Ram Das, que era un mantra que había aprendido en mis escasas incursiones en páginas de espiritualidad.

Cantaba rápido y con rabia para evitar que la mente tuviera un solo resquicio por el que deslizar, de manera sibilina, ningún pensamiento.

No habrían pasado ni diez minutos cuando sonó el timbre de la entrada. Supuse que debía de ser Diana, pero no me apetecía abrir y comenzar a explicar el absurdo miedo que me envolvía de la cabeza a los pies, por algo que ella, como todos los mortales, menos yo, calificaría como positivo, muy positivo. No siempre le ofrecen a alguien que, además, está sin trabajo, dirigir un departamento en una empresa solvente.

No me moví del sofá y seguí recitando el mantra una y otra vez.

La velocidad con la que recitaba el mantra se iba reduciendo de manera paulatina. La rabia con la que cantaba llegó a desaparecer y, parece que, se llevó con ella el miedo que, desde hacía horas, era el rey de mi pensamiento y de mis emociones.

Seguía cantando con un ritmo lento y una entonación suave.

El espacio que el miedo había ido desocupando se fue rellenando de una energía que, a veces, sentía como un escalofrío recorriendo mi columna y que se ramificaba por brazos y piernas. Sentía esa misma energía vibrando en mi cabeza.

Y con un poco de miedo, (hay que reconocer que soy un miedica), me atreví a preguntar:

-    ¿Estás ahí?, -esperaba encontrar a ese pensamiento mío que se hace pasar por Dios o a Dios haciéndose pasar por mi propio pensamiento.

Pero no. Parece que esta vez no estaba. Si era Dios debía de estar disfrutando del mantra, tanto como yo, y si era el pensamiento debía de haberse adormecido con el canto, por lo que seguí cantando.

Media hora más de canto fue suficiente para sentirme otra vez en mi centro, cuando sentí dentro de mí:

-    ¡Vaya, parece que se ha evaporado todo tu miedo!,- Oh, pensé, parece que no estaba tan solo como me imaginaba.

miércoles, 5 de octubre de 2022

La lucha del guerrero

 Lunes 3 de octubre 2022

 

¡Caray!, cuánto tiempo ha transcurrido desde la última vez que pasé por aquí.

Y es que el día, cada vez, se me hace más corto, porque entre las tareas, que me tocan, de la casa, y las terapias, se va una buena parte del día. El resto lo paso escribiendo, pero como lo hago en varias ventanas a la vez, asomarme al diario es, casi, la última opción.

Pero hoy mientras me duchaba ha pasado una idea por mi cabeza, (que no es nueva), y que merece archivarse, con honores, en la intimidad de un babau, es decir, aquí.

Se trata de la muerte.

Decía que no es nueva la idea, porque desde que tengo memoria espiritual, es un tema recurrente.

Por memoria espiritual me refiero desde el momento que empecé a hacerme preguntas sobre la vida, hace ya un buen puñado de años. Aunque parece que fue ayer, porque ha pasado tan rápido, que es como si me hubiera comido la vida de un tirón, sin sentarme a hacer una buena digestión.

Las preguntas eran las habituales que aparecen en todos los manuales: ¿qué hago aquí?, ¿estaría antes de nacer en algún lugar?, la muerte, tengo claro, que es un final, pero ¿será, a la vez, un principio o una continuación de algo?, ¿por qué parece la vida tan injusta, solo en función del lugar y la familia de nacimiento?

Buscando la respuesta a esas preguntas leí infinidad de tonterías, y otras, que no lo parecían tanto. Al final, me organicé una creencia a mi medida, porque no creo que ninguno de los que deambulamos por la vida podamos afirmar a ciencia cierta, sin temor a equivocarnos, donde estábamos antes de nacer, como estábamos, si volveremos al mismo lugar a no, cual fue la razón por la que nacemos y porqué unos nacen en un palacio y otros debajo de un puente.

Por supuesto, al ser mi creencia, la he organizado con una especie de protección, (que no es de mi invención, ya que, también, aparece en todos los manuales), para evitar el sufrimiento, en todo lo que pueda, porque algún sufrimiento resulta casi inevitable. Lo que si consigo con mi salvaguarda es que el sufrimiento sea leve y de corta duración.

La protección tiene un nombre, se llama aceptación. El secreto para vivir una vida feliz es aceptar todos y cada uno de los acontecimientos que se van sucediendo en nuestra vida. Y mi frase fetiche o de culto es “todo está bien”.

Pues con mi frase de culto, “todo está bien”, la muerte, que es, en realidad, el motivo de este escrito, también está bien.

Vuelvo así al tema de la muerte que es la idea que resbalaba por mi cuerpo con el agua de la ducha esta mañana.

Pero es un tema que voy a terminar mañana, porque son las once y media de la noche. Para mi tardísimo, teniendo en cuenta que a las cinco ya estoy en marcha con la primera terapia.

 

Martes 4 de octubre 2022

 

La idea que ayer me inundaba a la par que el agua era: ¿por qué las personas le tendrán miedo a la muerte y no quieren que les llegue con lo liberadora que es?

Entiendo que la muerte, en muchas ocasiones, viene precedida por la enfermedad y, posiblemente, el dolor, pero la culminación de esa enfermedad con la muerte es, sin lugar a dudas, la remisión de cualquier dolor, de cualquier sufrimiento, de cualquier preocupación.

La muerte solo es un proceso más de la vida, en realidad, es el único suceso seguro por el que tiene que pasar todo aquello que tiene vida.

No estamos preparados para morir, pero no debe de extrañarnos, porque tampoco estamos preparados para vivir y, sin embargo, anunciamos a voz en grito que estamos viviendo.

Según Elisabeth Kübler-Ross, que es una pionera en los estudios sobre la muerte. Las personas en fase terminal suelen pasar por los siguientes cinco estadios emocionales: Negación, ira, negociación, depresión y aceptación.

Si nos vamos, directamente, a la última etapa, la aceptación, utilizando mi frase favorita “todo está bien”, nos ahorraremos un estado emocional que no es el más alentador cuando aquello que tenemos frente a nosotros es la muerte.

En mi creencia, la muerte es el más fabuloso suceso que nos ocurre a los que tenemos vida, porque nos devuelve al estado del que partimos

El problema estriba en el desconocimiento de la divinidad del hombre. Este es, sin ningún género de duda, la primera y principal razón, no solo de la infelicidad, del sufrimiento, y de la insatisfacción del ser humano, sino, también del miedo a la muerte.

Pero, es más, ese desconocimiento es la única causa de nuestras repetidas encarnaciones y de nuestros viajes de la esencia a la materia. Porque la razón de tanta sinrazón, la razón de tantas reencarnaciones, la razón de tanta vida “que parece inútil” y de tanta muerte, sólo es para activar el recuerdo de nuestra divinidad y vivir en la materia como vivimos cuando nos encontramos al otro lado de la vida física.

El origen del hombre es Dios, y ese será su destino. Y a pesar de tantas vidas absurdas, a pesar de todos los intentos del ser humano por permanecer dormido, todos llegarán a Dios, más pronto o más tarde, pero todos llegarán. Sin embardo, para llegar a Dios, hay que encontrarle. Y hay que hacerlo en la vida física. Es aquí, en la materia, donde el hombre ha de realizar su trabajo de exploración y de reencuentro con Dios.

Es aquí donde el ser humano tiene que luchar, en soledad, y mantener una lucha sin cuartel “con su mente contra su mente”. En la batalla para encontrar a Dios, tiene el guerrero que luchar consigo mismo y vencerse, sin sentirse derrotado.

El hombre sin Dios es nada, es como una hoja movida por el huracán de su mente que va posándose, de manera despiadada, sobre los deseos incumplidos, sobre los amores rotos, sobre las enfermedades del cuerpo y las soledades del alma.

Es tan profundo el sueño del hombre, que incluso los que sueñan con el despertar, cuando entreabren los ojos, exclaman en su fuero interno “Ah, ya entiendo de que se trata”, pero todo se queda en eso, en el entendimiento. Intelectualizan el concepto de Dios, sin integrar en cada célula de su cuerpo el concepto de que no sólo él es Uno con Dios, sino que también lo son todos los que le acompañan en su viaje por la vida, lo son los que le acompañaron en anteriores viajes, y los que le acompañarán en los siguientes.

Eso quiere decir que todos somos lo mismo, que todos somos Hijos de Dios, que todos somos Uno con Dios, es decir, que todos somos hermanos.

Para el hombre que integra el concepto de Dios en cada célula se han acabado las religiones, se han acabado las políticas, las razas, los nacionalismos, las diferencias de clases, se han acabado los juicios y las críticas a sus hermanos, se han acabado los miedos. Porque integrar el concepto de Dios en cada célula significa abrirse al Amor Universal, significa abrirse a la compasión, a la misericordia, significa olvidarse del perdón porque nunca se va a sentir ofendido, significa vivir como si Dios estuviera frente a él, en cada ser humano, en cada animal, en cada planta. Significa que se ha liberado del miedo a morir.

La mayoría de los seres humanos, tienen terror a la muerte. Sin embargo, la venida a la vida es muchísimo más aterrador, porque el alma libre, el alma que recuerda, el alma que vive en el Amor, se ve constreñida en un cuerpo, a merced de un ego amnésico y de una mente enfermiza, rodeada de una energía oscura y pesada. Todo lo contrario de la vida al otro lado de la materia, que es al lugar al que volvemos cuando se acaba la vida.

miércoles, 28 de septiembre de 2022

La aventura de vivir

 


Capítulo IX. Parte 8. NOVELA "Ocurrió en Lima"

-    ¿Qué pasaba cuando en la carrera no aprobabas una asignatura? –a veces las preguntas de Ángel eran de Perogrullo.

-    Pues que repites la asignatura –no era difícil la respuesta.

-    La vida, querido Antay, es una sucesión de asignaturas y aprendizajes. Cuando has aprendido pasas al aprendizaje siguiente, mientras tanto tienes que repetirlo, hasta que lo aprendes. Por eso hay situaciones que se repiten, las veces que sean necesarias, o que parece que no tienen fin. Y si en esta vida no terminas de aprender una lección, la vas a repetir en el curso siguiente, es decir, en una próxima vida.

-    ¿De qué sirve la planificación de la vida? –estaba empezando a entender que pocas planificaciones debían de cumplirse.

-    La planificación es una guía, es un mapa de ruta. Pero una vez en la vida física, como el ser humano no es consciente de que es lo que ha venido a hacer, comienza a seguir los designios de su mente y, se vuelca por completo en la vida de la materia. Para él no existe otra cosa que la mente.

-    ¿Cómo seguir algo, como la planificación de la vida, si no se conoce? –me parecía tan obvio- en realidad, no es que no conozcamos nuestra planificación, es que ni tan siquiera sabemos que existe un Plan de Vida.

-    Si, tienes razón. Pero en lugar de escuchar la voz de la mente solo tienes que escuchar la voz de la conciencia, que es la voz de Dios. Supongo que alguna vez has hecho algo, en tu vida, que te ha hecho sentir remordimiento y que has estado dando vueltas buscando en tu interior una especie de arrepentimiento.

-    Sí, más de una vez. 

-    Cada vez que te ocurre eso, no estas siguiendo tu planificación de vida. Actúas en contra de la vida, en contra de tu programación, en contra de tu alma y en contra de Dios.

-    Y ¿qué se tiene que hacer?

-    Todas las programaciones tienen una base: el amor. Por lo tanto, solo tienes que respetar al otro. Amarle. Imaginar que estás tratando contigo mismo y que tienes delante a Dios.

-    ¿Por qué imaginar que es Dios?, ¿por qué me va a castigar por mi mala acción?

-    No hay malas acciones. Solo hay pensamientos erróneos que te llevan a realizar acciones equivocadas. Por eso hay que salir de la mente y enfocarse en Dios. 

>> Y cuando pienses en Dios, no creas que es ese Ser que está vigilándote, desde arriba, para premiarte con el cielo, cuando haces bien, o para enviarte al infierno, cuando haces mal.

>> Dios ni premia, ni castiga, ni vigila. Lo único que hace Dios es amarte por encima de cualquier cosa.

>> El ser humano viene a la vida, por propia decisión, para encontrarse con Dios. Pero una vez en la vida eso lo olvida y, en lugar de encontrarse con Dios, trata de esconderse de Él.

-    Ángel, es normal que eso ocurra. Las religiones nos presentan a Dios como un Ser que nos ama, sí, pero nos ama para perdonarnos los pecados, cuando nos arrepentimos, porque si no lo hacemos nos envía al infierno –al menos, esa es la enseñanza que yo he recibido.

-    No existe el pecado, ni el cielo ni el infierno y Dios ya te he dicho que “Es”. Eso quiere decir que todo Es Dios.

>> El pecado no existe, existen pensamientos erróneos. El pecado solo es el instrumento que utilizan algunas religiones para manipular a sus seguidores y conseguir que sus adeptos sigan fieles a sus enseñanzas atenazados por el miedo que les provoca el castigo eterno. El cielo tampoco existe, tal como hacen creer las religiones. Cuando se deja el cuerpo se está en otro estado vibracional, pero no se está en un lugar concreto, que se denomine cielo. Y el infierno tampoco es ese lugar de fuego donde se queman las almas sin llegar a consumirse. Ya te dije el día que nos conocimos que el infierno, el auténtico y verdadero infierno, no está después de la muerte, está ahora, en la vida, es la mente de la persona la única que le hace sufrir sin necesidad de fuego.

>> Sal de la mente para alejarte de tu infierno particular y escucha el silencio. Ahí está Dios.

lunes, 12 de septiembre de 2022

Diario íntimo de un babau (8) ¿Quien soy?

  

                                           Lunes 12 de septiembre 2022

 

Hay días en los que me levanto con un pensamiento que se repite una y otra vez en mi cabeza. Como si fuera el estribillo de una canción pegadiza de verano. Aunque, si fuera una canción estaría bien, ya que es el recurso que utilizo cuando algún pensamiento descontrolado toma posesión de mi mente. Pero hoy no era una canción.

Hoy me he despertado con una pregunta que, me daba la impresión de estar no solo en el interior sino, también, revoloteando por el exterior de mi cuerpo. Tocaba en una parte de mi cuerpo y se alejaba rebotando como una pelota hasta hacer contacto con otra parte. Ahora en el hombro izquierdo, en el siguiente rebote se iba a la rodilla derecha y, después, a la frente. Era como una pelota sin fricción, por lo tanto, nada podía frenar sus saltos.

Tenía que detenerlo porque iba a volverme loco escuchando la misma pregunta una y otra vez: “¿Quién soy?”.

Entre un rebote y el siguiente me preguntaba, conscientemente, porqué habría despertado con esa pregunta. Es curioso. Es cuando despierto en las mañanas cuando puedo hacerlo con distintas emociones, y no encuentro una razón lógica para que eso ocurra. Puedo despertar con miedo, con ansiedad, con tristeza, con algún pensamiento malévolo o, como hoy con una pregunta, que parece tonta. Menos mal que no es cada día, ya que puede ser una o dos veces al mes.

Sé que pueden ser varios los detonantes para que eso pase, como podría ser por estar pasando un momento complicado en la vida, por un problema sin resolver, por preocupaciones o, simplemente, por mucho estrés acumulado a lo largo de un periodo de tiempo.

Es cierto, mi vida no es fácil, pero estoy entrenado, y el día que despierto con alguna de esas emociones, en media hora consigo estabilizarme. La meditación hace milagros.

A veces pienso, (pensamientos de babau), que alguna de estas emociones o pensamientos que siento al despertar tienen su origen en algo que ocurre durante el sueño. Por alguna, desconocida, razón, en esa doble vida que tenemos al dormir, sucede algo, en alguna proyección astral, que hace que al despertar mantengamos la emoción o el pensamiento que teníamos en nuestro sueño. En el caso de hoy, es posible que alguien me preguntara, al otro lado de la vida, quien era yo, y ahí quedó la pregunta, volviéndome loco una vez despierto.

Hoy me pareció que sentarme a meditar no sería una buena idea, porque lo único que iba a conseguir era dejarle más espacio a la pregunta. Pensé que lo mejor sería responder.

¿Quién soy?

¡Uf!, Sayri. ¡Que problema! Y ¿quién soy yo?

¿Seré Alfonso?, pensándolo bien no soy Alfonso. Alfonso es mi nombre o, mejor, el nombre de este cuerpo.

Entonces, ¿seré sanador, escribidor, instructor de yoga o guía de meditación? No, porque eso, si acaso, sería lo que yo hago, no quien soy. Y no lo he hecho siempre y, tampoco, durará para siempre. Por lo tanto, esa respuesta, también, es errónea. Esa es la ocupación de mi cuerpo.

¿Será que soy hijo, padre, hermano, esposo, abuelo? No. Esto tampoco. Porque eso no es quién soy, eso solo es una condición. Todos somos hijos porque hemos nacido de una madre. Y podemos tener hermanos, casarnos y ser padres y abuelos. Pero eso no define, en absoluto, quién soy. Es algo inherente al cuerpo.

 Todas las respuestas que estoy dando se corresponden con el cuerpo y, ¿por qué lo hago, si tengo claro que no soy el cuerpo?

Por lo tanto, la respuesta a la pregunta ¿Quién soy? No se puede responder pensando en el cuerpo. Hay que ir más allá. Y más allá del cuerpo está el alma. Y el alma si que es eterna, porque no es algo que aparece un día y desaparece otro día con la muerte, como pasa con el cuerpo. El alma es inmortal.

Por lo tanto, la respuesta solo puede ser: “Yo Soy el alma”. Y aún podría añadir algo más: “Yo Soy uno con Dios”, porque como te contaba el pasado jueves somos un punto de luz desgajado de la Energía Divina.

¡Que descanso!, haber encontrado la respuesta. Sayri, tú ¿qué opinas?  

Diario íntimo de un babau - 7 (Rey o mendigo todos iguales)


 Miércoles 7 de septiembre 2022

 

Estoy resfriado, muy resfriado. Hace un mes el Covid y ahora el resfrío. He estado más de 2 años sin gripe, sin resfriado, sin nada. Ha sido quitarme el tapabocas y venirme de todo. Es como si el cuerpo quisiera recuperarse de los 2 años sin enfermedades y las quisiera todas en poco tiempo.

Hoy me he dado cuenta de que no me siento cómodo llamándote “diario”, porque es una forma de trato muy impersonal. Creo que si tuvieras un nombre me sentiría mucho más cómodo.

¿Qué te parece Sayri? Es un nombre inca que significa “príncipe, el que siempre da ayuda a quien la pide”. Tengo que confesarte que he dudado entre tres. Los otros dos eran Astu, que significa “pájaro de los Andes” y Usuy, cuyo significado es “el que trae abundancia”. Al final elegí Sayri, porque es un nombre que le podría quedar bien a un babau. Lo digo por la ayuda, porque al final siempre hay quien se aprovecha de la bondad. Así me siento más identificado contigo.

El lunes pasado hablaba de exponer mi creencia sobre el tinglado que tenemos montado en la vida de la materia.

Pero, lo más increíble, es que venimos a realizar un trabajo, (digo trabajo por darle algún nombre, aunque si le llamara función, aprendizaje, recordatorio o despertar, también sería correcto), del que no tenemos ni la más remota idea, por lo que nos dedicamos a experimentar lo contrario que teníamos previsto, según la planificación realizada.

Menos mal Sayri que esto es entre tu y yo, porque si lo leyera alguien más, seguro que se preguntarían, pero ¿qué planificación?, ¿qué trabajo?

 

    Jueves 8 de septiembre 2022

 

Hoy ha muerto la reina Isabel II de Inglaterra. Supongo que debe de ser un descanso para ella, porque ha vuelto a casa, donde no tiene que ir cargando con el peso de la corona de la mañana a la noche.

A pesar de que, en la prensa escrita, en las emisoras de radio y en los canales de televisión, están dedicando horas y horas al fatal acontecimiento, el alma, de la que fue la reina, va a realizar el mismo recorrido que las 150.000 almas que se han desprendido del cuerpo físico el mismo día que ella. El dato corresponde al año 2017 según el World Economic Forum, en un artículo sobre la salud mundial de Jenna Ross.

No hay diferencia entre almas. Todas son iguales, todas con el mismo origen, todas con la misma misión, todas con la misma meta.

Sayri, te cuento porque todas las almas son la misma cosa. Permíteme un poco de historia.

La historia de la religión cuenta que cuando Moisés le preguntó a Yavè, que se manifestaba bajo la forma de una llama de fuego, en la espesura de una zarza en el Horeb, más conocido como el monte de Dios: “He aquí que voy a los hijos de Israel y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros, pero si me preguntan cuál es su nombre, ¿qué les responderé?”, y Dios respondió a Moisés : “Yo Soy el que Soy”, y añadió: “Diles que El que Es te ha enviado”.

Dios se definió a sí mismo como El que Es.

Por lo tanto, todo lo que Es, es Dios. El aire, la tierra, el fuego, la rosa, el tigre, tú y yo. Todo es Dios.

Antes del Big Bang, que es cómo los astrónomos explican la forma en que comenzó el Universo, como un solo punto, que se expandió y se estiró para crecer tanto como lo es ahora, ¡y todavía se está extendiendo!, había Nada, y esa Nada era Dios.

Y de la misma manera que se manifestó como un punto para dar inicio a la Creación, comenzaron a desprenderse puntos de luz de esa Energía.

Pues bien, cada uno de esos puntos de luz, llamados mónadas, somos nosotros.

Cada alma es un punto con su luz, su sonido y su vibración, (así nos diferenciamos todas las almas al otro lado de la vida). Pero todas procedentes de Dios, y todas las que desean encarnar lo hacen para llegar a amar, en la materia, como Dios nos ama. El final de todas las almas es volver a integrarse en la Energía Divina, es decir, en Dios.

Rey o mendigo, los dos tienen que hacerse conscientes, en la materia, de que son hijos de Dios y, por lo tanto, que los dos son hermanos.

miércoles, 7 de septiembre de 2022

Diario íntimo de un babau (6) ¿Dónde queda Dios?

 

Domingo 4 de septiembre 2022

 

Es increíble como Dios mueve los hilos para que llegue a nosotros aquello que necesitamos.

Pero ese movimiento de hilos…, ¿es cosa de Dios o es que está planificado por nuestra alma para que así ocurra?

Ayer sábado me ocurrió un suceso, muy positivo, (que no voy a relatar para no aburrirte), que me ha tenido, el resto de la tarde y la noche del sábado y la mañana de hoy domingo, pensando sobre las coincidencias, sobre las sincronicidades o, sobre las causalidades.

Pero al final he desechado todos los pensamientos, para centrarme en una sola cosa: La Grandeza Divina.

   

Lunes 5 de septiembre 2022

 

Yo creo que todo, absolutamente todo, sucede dentro de un Plan, el Plan Divino. Y dicho Plan no puede ser modificado o influenciado por nosotros, porque es un Plan ideado y organizado por Dios. En realidad, aunque pudiéramos hacer alguna modificación, sería imposible, porque no tenemos el más mínimo conocimiento de que exista un Plan.

Por lo tanto, algo que es ideado y organizado por Dios solo puede ser bueno, porque Dios es Amor.

Sin embargo, en la vida se dan situaciones, tan dramáticas, que más parecen ideadas y organizadas por el mismísimo Satanás.

Entonces, ¿dónde queda Dios?

Yo tengo mi propia idea o, mejor, creencia de cómo funciona todo este tinglado.

Hablaré de “mi creencia”. Porque si no hablara de mi creencia tendría que hablar de las creencias de otros, ya que es imposible de saber, a ciencia cierta, como pueden existir el hambre, la guerra, la miseria o los asesinatos, solo por nombrar algunas de las peores situaciones con las que convivimos los seres humanos, si todo procede de Dios.

¡Uf!, no se si no me estaré metiendo en un jardín en el que no he sido invitado, pero, a fin de cuentas, esto es entre tú y yo, diario. Nadie más tiene porque saber de las luchas que mantengo con mi propio pensamiento.

A pesar de que me gustaría ser breve y conciso, me temo que no va a poder ser, porque para llegar a explicar, con la máxima claridad posible, mi creencia, para llegar a entenderla en su totalidad, tendré que extenderme un poco.

¡Ah! Y, además, me va a llevar varios días, porque no dispongo del tiempo suficiente para sentarme a escribir varias horas. Si puedo hacerlo durante dos horas seguidas ya me doy por satisfecho.