El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




jueves, 8 de diciembre de 2022

De viaje

 


Capítulo XV. Parte 3. Novela "Ocurrió en Lima"

Bajó por las escaleras que se encontraban en la parte opuesta a donde estaban las habitaciones de los niños, sin saber qué es lo que se encontraría, aunque supuso que era una casa de dos pisos y si arriba se encontraban las habitaciones, lo más probable es que abajo estuviera la cocina y alguna sala.

No se equivocó. Encontró la cocina, sin dificultad. Era enorme, con una isla en su mitad, donde Indhira estaba tomándose un té. Nada más llegar escuchó una señal acústica y se iluminó una pantalla adosada en una pared, apareciendo una imagen que resultó ser la de su amigo Pablo.

-    Ya sale, -dijo Indhira contestando por el interfono- es Pablo, pero déjame decirte antes que estás guapísimo. Te amo.

-    Que se dé prisa, -se escuchó la voz de Pablo- tenemos el tiempo justo.

-    Creo que nunca me voy a acostumbrar a los viajes, -la voz de Indhira sonaba triste- llámame en cuanto puedas. Tienes la maleta y la computadora en la entrada. Te he puesto ropa para un día más por si tenéis que quedaros.

-    Ya está. Nos vamos, -anunció Antay dejando la taza vacía del café sobre la mesa.

Indhira se colgó de su cuello y acercó su boca a la de Antay. Para él era su primer beso y sintió que perdía el mundo de vista, ese mundo nuevo en el que se encontraba. Fue como si ellos dos fueran los únicos habitantes del planeta. Con gusto no se hubiera despegado de ella.

Fue un largo y apasionado beso.

-    Te amo- susurró Indhira en su oído cuando se separaban.

-    Yo también te amo. Estoy loco por ti-y era verdad. Para él era como despedir al miedo que le había acompañado durante toda su vida.

Agarró la maleta y la computadora y salió en busca de Pablo que le esperaba aguantando la puerta del taxi en el que había llegado a buscarle.

Era el mismo Pablo que él conocía, pero con, al menos, 10 kilos de más. 

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