Creen los hombres que necesitan un
líder que les conduzca por la senda adecuada, un gurú que les enseñe, un
maestro que les indique el camino, un jefe que les controle, un modelo al que
imitar, un ídolo al que admirar, una pareja para amar, un amigo con quien
hablar, un profesional que les comprenda, un sacerdote que les perdone, un
alguien sobre el que arrojar su dolor, un santo al que adorar, un dios en quien
creer, un enemigo al que culpar, un grupo para meditar, una cuenta corriente
que les de seguridad, un libro para aprender y una pastilla para dormir.
Y, si ellos así lo creen, así es.
Porque cada hombre sólo es el reflejo de su propio pensamiento y de su propia
creencia. Y así seguirá siendo hasta que el hombre entienda que no necesita
nada, que no necesita a nadie. Y no lo necesita porque el ser humano es un ser completo. Tiene todo lo que necesita para
realizar con éxito su Plan de Vida.
Puede que, en algún momento de su
existencia necesite de alguien, de manera puntual, para que le ayude a abrir
alguna puerta, pero, como seguro que ha leído u oído en multitud de ocasiones,
la puerta ha de franquearla él sólo, porque todo el trabajo importante a
realizar en la vida física es un trabajo en soledad, es un trabajo de introspección,
de comprensión y de aceptación.
Lo único que necesita el ser humano es
tener conciencia de lo que es, y aceptarlo, y eso lo podrá escuchar de sus
modelos y lo podrá leer en libros, pero no le va a servir para nada hasta que no
lo integre en cada célula de su cuerpo.
El ser humano es una parte de Dios.
Dios es su origen y Dios es su destino. Y todo el equipaje que necesita el
hombre para volver a Dios es el Amor.
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