El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




martes, 13 de diciembre de 2022

Viajando

 


Capítulo XV. Parte 6. Novela "Ocurrió en Lima"

-    La amo con locura y ella a mí, pero el trabajo está matando nuestro matrimonio, -Pablo se detuvo unos instantes que Antay respetó esperando que continuara- nos vemos poco y a mí me gustaría tener hijos. Ella dice que también quiere, pero no hace nada. No lo recuerdas, pero tuvo un aborto y el ginecólogo nos dijo que si queremos hijos tendría que tomárselo con calma, sin el estrés del trabajo. Pero no quiere dejar de trabajar. Dice que, todavía, la necesitas. Aunque yo creo que debe estar enamorada de ti.

-    No digas tonterías Pablo. El domingo pasado cuando coincidimos en la pizzería no lo estaba porque, aunque nos conocíamos solo desde hacía dos semanas, estas fueron intensas, pero nuestra relación fue la de dos hermanos. Yo ya estaba suspirando por Indhira.

>> Pues la tendré que despedir en cuanto lleguemos a Lima, y así no tienes que ir a Miami, -sentenció Antay.

-    ¿Estás loco?, ¡oh!, perdón, no quise decir eso, -Pablo fue consciente de su comentario, justo en este momento en el que hasta Antay dudaba de su cordura.

-    Pues algo hay que hacer. Hablaré con ella. No podéis separaros. –Antay recordó cómo conoció a Diana, para él hace 15 días, aunque hayan pasado 7 años, y lo mal que lo pasó.

-    No se…, no sé, -repitió Pablo pensativo- dejemos el tema de momento. Tú tienes que recordar otras cosas.   

El trayecto hasta el aeropuerto se les hizo más corto que nunca. Bien es cierto que el tráfico, tan caótico siempre en Lima, es más liviano a las 5 de la mañana.

-    Tienes que poner un mensaje a Indhira, -le indicó Pablo- siempre lo haces antes de embarcar y al aterrizar.

-    Gracias, ahora lo hago.

Cuando Antay buscó en su celular a Indhira miró todos los mensajes escritos y, efectivamente, ahí estaban todas las conversaciones que habían mantenido por WhatsApp durante un tiempo. Buscó un mensaje de un viaje anterior, para ver cómo se dirigía a su esposa, y así escribir en la línea como lo hacía normalmente.

-    Amor, ya estamos en el aeropuerto. El trayecto fue rápido, no había casi tráfico. Llegamos con tiempo de sobra. Embarcamos en media hora. Te extraño. Te amo con locura.

Aunque casi había copiado un mensaje anterior. La última parte en la que decía que la amaba con locura, era cierta. Era lo que, realmente, sentía en ese momento, y que no se diferenciaba mucho de lo que sintió el sábado que salió corriendo como una gallina. La diferencia es que ahora no había miedo.

Aunque no supiera como había llegado a donde se encontraba ahora, se sentía bien. No recordaba haberse encontrado tan bien en mucho tiempo. Si para alcanzar este estado se habían tenido que borrar de su memoria los últimos 7 años, lo daba por bien empleado.

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