Capítulo XV. Parte 6. Novela "Ocurrió en Lima"
- La amo
con locura y ella a mí, pero el trabajo está matando nuestro matrimonio, -Pablo
se detuvo unos instantes que Antay respetó esperando que continuara- nos vemos
poco y a mí me gustaría tener hijos. Ella dice que también quiere, pero no hace
nada. No lo recuerdas, pero tuvo un aborto y el ginecólogo nos dijo que si
queremos hijos tendría que tomárselo con calma, sin el estrés del trabajo. Pero
no quiere dejar de trabajar. Dice que, todavía, la necesitas. Aunque yo creo
que debe estar enamorada de ti.
- No
digas tonterías Pablo. El domingo pasado cuando coincidimos en la pizzería no
lo estaba porque, aunque nos conocíamos solo desde hacía dos semanas, estas
fueron intensas, pero nuestra relación fue la de dos hermanos. Yo ya estaba
suspirando por Indhira.
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Pues la tendré que despedir en cuanto lleguemos a Lima, y así no tienes que ir
a Miami, -sentenció Antay.
- ¿Estás
loco?, ¡oh!, perdón, no quise decir eso, -Pablo fue consciente de su
comentario, justo en este momento en el que hasta Antay dudaba de su cordura.
- Pues
algo hay que hacer. Hablaré con ella. No podéis separaros. –Antay recordó cómo
conoció a Diana, para él hace 15 días, aunque hayan pasado 7 años, y lo mal que
lo pasó.
- No se…,
no sé, -repitió Pablo pensativo- dejemos el tema de momento. Tú tienes que
recordar otras cosas.
El
trayecto hasta el aeropuerto se les hizo más corto que nunca. Bien es cierto
que el tráfico, tan caótico siempre en Lima, es más liviano a las 5 de la
mañana.
- Tienes
que poner un mensaje a Indhira, -le indicó Pablo- siempre lo haces antes de
embarcar y al aterrizar.
- Gracias,
ahora lo hago.
Cuando
Antay buscó en su celular a Indhira miró todos los mensajes escritos y,
efectivamente, ahí estaban todas las conversaciones que habían mantenido por
WhatsApp durante un tiempo. Buscó un mensaje de un viaje anterior, para ver
cómo se dirigía a su esposa, y así escribir en la línea como lo hacía
normalmente.
- Amor,
ya estamos en el aeropuerto. El trayecto fue rápido, no había casi tráfico.
Llegamos con tiempo de sobra. Embarcamos en media hora. Te extraño. Te amo con
locura.
Aunque
casi había copiado un mensaje anterior. La última parte en la que decía que la
amaba con locura, era cierta. Era lo que, realmente, sentía en ese momento, y
que no se diferenciaba mucho de lo que sintió el sábado que salió corriendo
como una gallina. La diferencia es que ahora no había miedo.
Aunque
no supiera como había llegado a donde se encontraba ahora, se sentía bien. No
recordaba haberse encontrado tan bien en mucho tiempo. Si para alcanzar este
estado se habían tenido que borrar de su memoria los últimos 7 años, lo daba
por bien empleado.
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