El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




lunes, 19 de diciembre de 2022

Volando a Miami

 



Capítulo XV. Parte 7. Novela "Ocurrió en Lima"

En las cinco horas y media que duró el viaje, Pablo siguió poniéndole al día de los temas que él consideraba importantes, referentes, no solo a la empresa, sino de los temas personales de los que Pablo tenía conocimiento, que eran los concernientes al funcionamiento en público, de su relación familiar. Por lo que estaba escuchando de su relación con Indhira y con los niños, eran la envidia de familiares y conocidos.

Se sentía feliz de lo que estaba escuchando porque, parece ser, que había conseguido tener una familia como siempre había deseado.

Nada más desembarcar del avión puso un muevo mensaje a su esposa:

-    Cariño, ya hemos llegado. Nos vamos al hotel a dejar las maletas y a comer algo rápido porque a las 3 nos esperan.

-    Indhira, que estaba pendiente del celular, contestó de inmediato- Papá llamó hace un rato para saber si habíais llegado. Está como loco de contento con esta operación. Dice que el domingo, en lugar de almorzar en su casa, nos invita a toda la familia, al completo, a un restaurante para celebrarlo. Tener cuidado. Te amo.

-     Yo también te amo. Te llamo a la noche.

Diana, que fue la que reservó el hotel, hizo un gran trabajo porque el hotel se encontraba justo enfrente de las oficinas donde celebrarían la reunión. Dejaron las maletas en la habitación y bajaron al comedor a almorzar. En el almuerzo Pablo terminó de ponerle al corriente de con quien se iban a reunir, de lo que iban a tratar y de lo que tenía que decir. Si no existía ninguna complicación, que no tenía por qué haberla, según le dijo Pablo, una vez que firmaran, la empresa que ahora dirigía sería un tercio más grande.

La reunión se realizó tal como había pronosticado Pablo. Se sintió tan cómodo y tan metido en su papel de presidente que, no solo se limitó a sonreír, sino que, participó activamente en los temas generales, con bastante acierto, mientras que los asuntos concretos los manejó Pablo con verdadera maestría.

Finalizada la reunión concretaron una visita de trabajo y una reunión con todos los directores para el día siguiente.

A las siete de la noche volvieron al hotel. Quedaron en ponerse ropa cómoda y encontrarse en el hall del hotel para salir a dar un paseo y cenar. Pero antes de separarse para ir cada uno a su habitación Antay le preguntó a su amigo.

-    Pablo, ¡ayúdame!, voy a llamar a casa. ¿Cómo trato a Indhira?, ¿por su nombre o le digo amor, cariño, mi vida, amor mío?, -cuando hable con ella, que al menos la llame como lo hago siempre.

-    Pues usas todas, menos el nombre y decir amor mío. Usas, con frecuencia amor, cariño y mi vida. Cuando tienes que decir su nombre la llamas Chiqui, que es como la han llamado siempre en su familia. Nunca Indhira.

-    Gracias Pablo, -y se separaron yendo cada uno a su habitación.

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