Continuación de “El Viaje del alma” (2)
¿Qué es la
separación? La separación es ese sentimiento de independencia que cada ser
humano tiene con relación al resto de seres humanos que pueblan el planeta. Los
seres humanos creemos, y como tal actuamos, que somos independientes de todos
los demás y que sólo tenemos vínculo con los que nosotros decidimos, a los que
denominamos nuestra familia, y lógicamente, con nuestra familia por antonomasia
como son nuestros hijos. Este sentimiento de separación hace que veamos a los
demás como potenciales enemigos, potenciales rivales o potenciales invasores de
nuestro espacio, lo que nos va a mantener permanentemente a la defensiva para
preservar “lo nuestro”, bien sean bienes materiales, bienes emocionales o
bienes personales como es nuestra familia y amigos.
Todos
tenemos claro lo que son bienes materiales y personales, pero no parece sin
embargo tan claro que sepamos lo que son bienes emocionales. Podemos considerar
como bienes emocionales el cariño, el amor, el sexo, la amistad, la ternura o
la imagen que tenemos ante los demás, por citar algunos, es decir todas
nuestras emociones y percepciones, digamos que positivas. Y ¿Por qué pueden
peligrar? Pueden peligrar por varias razones: Porque alguien se inmiscuya en
nuestra vida y haga que varíen nuestros sentimientos, porque se inmiscuya en la
vida de alguna persona de nuestro entorno haciendo que varíen los sentimientos
de esa persona hacia nosotros, puede ser que nos difamen, con lo cual nuestra
imagen puede deteriorarse, puede ser que no seamos aceptados haciendo que nos
infravaloremos a nosotros mismos, etc., etc.
Pero no
solamente existen los bienes emocionales, también llevamos a nuestras espaldas
algo que podíamos denominar “cargas emocionales” y que no son más que nuestras
emociones negativas: el miedo, el orgullo, la ira, la soberbia, la rabia, el
odio, la envidia, etc., etc. Estas no tenemos ningún miedo de que nos las
arrebaten, y ni tan siquiera somos conscientes de que cuando perdemos algún
bien emocional lo hacemos arrastrados por alguna de las cargas emocionales que
nos hacen reaccionar dejándonos llevar por los instintos y no por los dictados
del corazón.
Sin embargo,
la hermosa realidad que no entendemos, es que todos los seres, los que estamos
encarnados, los que están al otro lado de la vida, y aquellos a los que
admiramos, a los que adoramos, e incluso a los que pedimos ayuda, somos
hermanos. Todos con un objetivo común. Ninguno con objetivos individuales.
Imaginar que
pasaría en nuestro cuerpo físico si cada célula decidiera que los 80 billones de
células restantes son potenciales enemigos. Nuestro cuerpo sería un caos lo que
nos acarrearía la muerte de manera instantánea. Sin embargo todas las células
de nuestro cuerpo trabajan en sintonía para un bien común, mantener con vida a
ese amasijo de carne, huesos y músculos que es el ser humano. Pues los seres
humanos, al igual que las células del cuerpo tienen un fin común: La Unión con
Dios.
No trabajar
unidos para la consecución de nuestro fin común, es no conseguirlo ni como
grupo ni de manera independiente, porque el requisito único e imprescindible es
el Amor, y es claro que no demuestra Amor quien no trata al resto de la
humanidad como si de él mismo se tratara. Por lo tanto, mientras exista esa
separación entre los seres humanos va a existir la separación con Dios, lo que
equivale a mantenernos en esa espiral “casi” interminable de nacimientos y
muertes, de dolor y sufrimiento, de soledad y miedo hasta que un buen día
descubramos nuestra hermandad.
Ante esto podemos aplicar la máxima
“Si tú ganas gano yo” y “Si tú pierdes pierdo yo”. Pero no, esta máxima no nos
sirve desde el momento en que no alcanzamos a entender que Todos somos Uno, y
lo único que hacemos es tratar al resto de seres como si de animales dañinos se
tratara: protegiéndonos para que no nos hagan daño, atacándoles para
exterminarles, separándoles en guetos, ciudades o continentes, explotándoles y
engañándoles para obtener beneficio, condenándoles a la miseria, a la
enfermedad y a la muerte, y pisoteando sus derechos sin ningún tipo de
remordimiento.
La meditación de Kundalini-Yoga que
aparecerá en la próxima entrada, (Meditación para aceptarte como eres), te ayudará en
este trabajo.
Continuará…………….