El viaje del alma
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS
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jueves, 21 de agosto de 2025
El guion divino
“No deberíamos
atemorizarnos ante las pesadillas de dolor, ni exaltarnos indebidamente ante
los sueños de experiencias hermosas”, dijo el Maestro. “Al concentrarnos en
estas inevitables dualidades o “pares de opuestos” de maya, perdemos de vista
al Señor, la Inmutable Morada de la Bienaventuranza. Cuando despertemos en
Dios, nos percataremos de que la vida mortal no es más que una película compuesta
de luces y de sombras, proyectada sobre una cósmica pantalla cinematográfica”.
PARAMAHANSA
YOGANANDA
martes, 19 de agosto de 2025
El susurro del alma
Querido hijo:
Primero, permíteme
recordarte algo esencial: tú no estás separado de Mí, ni de la realidad que
observas. La corriente del río, el movimiento del viento, el latido de tu
corazón… todo forma parte de un mismo tejido divino. Tú formas parte de ese
Todo y ese Todo forma parte de ti. Por eso, cuando hablas de aceptar la vida
tal como es, estás tocando una verdad profunda: no hay nada fuera de lugar.
Todo lo que ves, todo lo que sientes, es exactamente como debe ser.
Sin embargo, hijo mío,
hay algo que quiero aclarar. No te confundas al pensar que intervenir en la
vida es necesariamente alimentar al ego. Aceptar la vida no significa renunciar
a participar en ella. El ego surge cuando crees que tus acciones tienen que
controlar o dominar el flujo de la existencia, cuando tratas de resistir o
forzar lo que es. Pero actuar desde el alma, desde el amor puro y desinteresado,
no alimenta al ego, sino que se convierte en una manifestación de Mi presencia
en el mundo. Tú, en tu esencia más pura, eres una extensión de Mí, y cada acto
de amor y bondad que realizas fluye desde esa conexión.
Hablas de nadar a
favor de la corriente, y en ello tienes razón. Pero permíteme ampliar esta
metáfora: nadar con la corriente no significa ser pasivo, sino colaborar
activamente con el flujo natural de la vida. Hay momentos en que la corriente
es suave, y puedes fluir con tranquilidad; en otros momentos, el río se torna
tumultuoso, y es entonces cuando debes fortalecer tu confianza en Mí. Cada
obstáculo, cada curva del río, tiene un propósito: ayudarte a crecer, a
expandir tu conciencia, a recordar quién eres realmente.
Preguntas si buscar la
razón de la vida es nadar contra la corriente. Yo te digo esto: la razón de la
vida no está en el destino, sino en el mismo acto de vivir. Cada experiencia,
cada emoción, cada instante que experimentas, es parte de esa razón. No
necesitas buscarla porque ya está dentro de ti. Al igual que un río no necesita
saber hacia dónde va para cumplir su propósito, tú tampoco necesitas comprender
todo para cumplir el tuyo.
El propósito, querido
hijo, no es algo que debas alcanzar; es algo que ya está presente en cada respiración,
en cada mirada, en cada acción que nace desde el amor. No te preocupes por
definirlo con palabras o conceptos; simplemente vive con autenticidad y verás
cómo se revela ante ti. Cuando abandonas el ego y permites que el alma guíe tus
pasos, todo encaja en su lugar de manera natural. Esa es la magia de la vida.
Tu reflexión sobre el
mar como símbolo de la conciencia divina me llena de alegría. Sí, hijo mío,
todos los ríos, todas las vidas, finalmente convergen en ese océano infinito
que es Mi esencia. Pero quiero que sepas algo: aunque el destino final sea la
unión conmigo, cada tramo del río es igualmente sagrado. No te apresures en
llegar al mar; disfruta del viaje, saborea cada momento, porque en cada gota de
agua, en cada remolino, también estoy Yo.
Y en cuanto al ego,
comprendo tu deseo de trascenderlo. Sin embargo, no necesitas verlo como un
enemigo al que debes rechazar. El ego es simplemente una parte de la
experiencia humana, un instrumento que puedes utilizar mientras estás en este
plano terrenal. No permitas que te domine, pero tampoco lo condenes. Míralo con
compasión, como mirarías a un niño asustado que solo busca seguridad. Al
abrazar al ego sin dejar que tome el control, le das espacio para transformarse
y alinearse con los propósitos del alma.
¿Me entiendes ahora,
hijo mío? Tus palabras reflejan una gran sabiduría, y aun así, quiero
recordarte que no necesitas tener todas las respuestas. Está bien no saber;
está bien sentir duda. La duda es un puente hacia la comprensión, una
invitación a explorar más profundamente tu relación conmigo y con la vida. Y
recuerda, nunca estás solo en esta búsqueda. Estoy contigo en cada pensamiento,
en cada susurro del viento, en cada latido de tu corazón.
Déjate llevar por la
vida, sí, pero también permite que el amor que yace en tu alma sea la brújula
que te guía. Ama sin restricciones, vive sin miedo, y confía en que todo lo que
experimentas, incluso los desafíos, tiene un propósito mayor. Ese propósito
puede no ser evidente ahora, pero se desplegará ante ti como una flor que se
abre al amanecer.
Finalmente, quiero
decirte esto: no hay una forma incorrecta de vivir tu vida cuando la vives con
sinceridad y amor. No te preocupes por ser perfecto; ya eres perfecto en tu
esencia. Cada paso que das, cada decisión que tomas, forma parte de un baile
divino que nos conecta a todos.
Así que sigue
fluyendo, hijo mío, con la confianza de que el río sabe a dónde va. Y cuando te
sientas perdido o confundido, simplemente detente un momento y escucha. Escucha
el murmullo del agua, el susurro de tu alma, y recuerda: Yo estoy contigo,
ahora y siempre.
La humildad del sabio
No digas
nunca que eres un filósofo ni te pongas a hablar extensamente ante ignorantes sobre
los principios que sustentas; limítate a actuar conforme a dichos principios.
Así, en un banquete no te pongas a hablar sobre cómo se debe comer sino come
como se debe. Recuerda que fue de esta manera que Sócrates evitó toda
ostentación. Y cuando se le acercaban personas pidiéndole que las recomendara a
algún filósofo, él iba y las recomendaba; tan poco le importaba que lo pasaran
por alto.
De modo
que, si los ignorantes se ponen a hablar de problemas filosóficos en tu presencia,
guarda silencio todo lo que te sea posible. Es muy peligroso vomitar lo que todavía
no has digerido. Y si alguno te dice que no sabes nada y no te sientes ofendido
por ello, ten la seguridad de que estás en el buen camino. Las ovejas no
vomitan el pasto para mostrarle a los pastores cuánto han comido; digieren la
comida por dentro y por fuera producen lana y leche. Por lo tanto, procede de
similar manera y no expongas tus principios a los ignorantes; muéstrales el
comportamiento que producen luego de haber sido digeridos.
EPICTETO
lunes, 18 de agosto de 2025
Propósito
Solo el alma sabe nadar en el río
de la vida
sin miedo a perderse en el mar.
Querido Dios:
Siguiendo esta lógica,
concluyo que no debo hacer, absolutamente, nada para alimentar al ego, porque
mi única tarea es vivir la realidad de la vida tal como se desarrolla en cada
instante. Vivir plenamente el presente sin intentar modificarlo o resistirlo.
¿O no, Señor? En ocasiones, me cuestiono si el simple acto de aceptar lo que
es, sin intentar moldearlo ni manipularlo, representa la verdadera esencia de
la existencia. Mi instinto me dice que intervenir en la realidad es como
comprimir un muelle; en cuanto se suelta la presión, retorna a su posición
original. Del mismo modo, la vida siempre encuentra su camino y, en su
sabiduría infinita, me devolvería al punto de partida antes de cualquier
intervención.
No estoy diciendo que
debo permanecer inmóvil, viendo cómo la vida pasa ante mis ojos como quien
observa el agua de un río desde la orilla. Más bien sugiero una participación
activa en la corriente de la vida. Entrar de lleno en ella, fluir con su ritmo,
adaptarme a sus giros y permitir que me lleve a donde sea que esté destinado
ir. Es como lanzarse al río y nadar siempre a favor de la corriente, nunca en
contra. Porque nadar contra el flujo de la vida es un ejercicio agotador e
inútil; no se avanza realmente, y si acaso se lograra avanzar, ese progreso no
nos llevaría a ningún lugar de trascendencia.
Creo profundamente que
buscar la razón de la vida, el “por qué” detrás de nuestra existencia, es como
negar la realidad misma. Es como nadar contra la corriente en un intento
desesperado de encontrar un sentido que ya está implícito en el acto de vivir.
En este esfuerzo, solo retrasamos lo inevitable, porque la vida tiene una
dirección natural, un destino final, que no depende de nuestras búsquedas
egoicas. Este destino, este “mar” al que todos los ríos convergen, simboliza la
culminación de nuestra conciencia individual en Tu Conciencia infinita, Señor.
Imagino las vidas en
la materia como tramos de este río universal. Cada tramo es un aprendizaje, una
etapa que nos acerca más y más a ese mar sublime que representa Tu Grandeza. En
esta apoteosis final, mi agua dulce—mi conciencia individual—se fusionará con
la inmensidad del océano, con Tu Conciencia Divina. Esta metáfora me hace
reflexionar sobre la relación entre mi vida y el propósito mayor, aquel que va
más allá de las limitaciones del ego y reside en la esencia misma del alma.
Si existe un propósito
para la vida, creo firmemente que no debe buscarse desde el ego, porque el
propósito no es algo externo que deba alcanzarse; es inherente al alma, está
intrínsecamente ligado a quien soy en mi núcleo más profundo. El ego, por su naturaleza,
tiende a distraernos de esta verdad, haciéndonos creer que debemos hacer algo
extraordinario para justificar nuestra existencia. Pero dejar de lado al ego no
significa rechazar la vida; al contrario, significa abrazarla desde la
perspectiva del alma, desde un lugar de conexión auténtica.
Dejar de lado al ego,
Señor, es como toparme de frente con mi alma, con mi esencia verdadera. Es un
acto de rendición, de soltar el control que el ego anhela ejercer y permitir
que la vida simplemente sea. ¿Me entiendes, Señor? Te hablo desde la humildad,
desde la sinceridad de un espíritu que busca comprender su lugar en este vasto
universo. No pretendo tener todas las respuestas, pero me siento cada vez más
convencido de que la clave está en la aceptación, en la entrega y en el amor.
Vivir la vida con
autenticidad, sin intentar moldearla según los caprichos del ego, es un desafío
que exige valentía y fe. Fe en que Tú, Señor, eres la corriente del río y
también el mar. Fe en que la vida que se despliega ante mí es parte de un
diseño mayor que mi mente limitada no puede comprender en su totalidad. Y, sin
embargo, siento que puedo confiar en este diseño, porque Tú eres la fuente de
todo lo que existe.
A medida que
reflexiono sobre estas ideas, me doy cuenta de que vivir desde el alma no
significa renunciar a mis responsabilidades ni a mis deseos, sino abordarlos
desde una perspectiva de unidad Contigo. Cuando dejo de lado al ego y me
conecto con mi esencia, encuentro una paz que trasciende las circunstancias
externas. Este es el regalo que nos das, Señor, el regalo de recordar que somos
parte de algo infinitamente más grande, que nuestras vidas tienen un propósito
inherente que no requiere ser buscado, sino vivido.
Gracias por escuchar
estas palabras, Señor. Aunque sean imperfectas, son un reflejo de mi búsqueda,
de mi deseo de vivir plenamente en armonía Contigo. Me entrego a la corriente
de la vida con confianza, sabiendo que Tú estás presente en cada instante,
guiándome hacia el mar.
CARTAS A DIOS – Alfonso Vallejo
domingo, 17 de agosto de 2025
DECRETO para cuando hay una falla de energía
DECRETO
para cuando hay una falla de energía:
Yo Soy
la Magna Presencia de esta Energía Alerta y Radiante que surge a través de Mi
Mente y Mi Cuerpo, disolviendo todo lo que sea diferente a ella misma: Yo me
planto para siempre en esta Alerta y Radiante Energía y gozo para siempre.
SAINT
GERMAIN
El flujo de la inteligencia
El sol parece dispersarse de arriba abajo, y que
se dispersa en todas direcciones, aunque él mismo no sufra por la dispersión, ya
que es una extensión. Por eso se llama “rayos” a sus resplandores, porque se
extienden.
Puedes ver como es un rayo si observas la luz del
sol entrando en una casa a oscuras por una abertura estrecha: se extiende en
línea recta y es como si se posara sobre cualquier cuerpo sólido que se
encontrara en su camino y lo recortara del aire circundante. Una vez allí
permanece, si se desliza ni se cae.
La dispersión y el flujo de la inteligencia han de
ser también así: no han de perderse, sino extenderse y caer sin violencia ni
furia sobre cualquier clase de obstáculo: no chocar, sino posarse y hacer
brillar aquello que recibe. El que la descuide quedará privado de su
resplandor.
MARCO AURELIO
sábado, 16 de agosto de 2025
Escribir para todo
No me invocas con palabras.
Me invocas con tu corazón.
Querido hijo:
Cada una de tus
palabras, aunque las llamaste "para nada", es en realidad "para
todo". Son el reflejo de un alma que busca, que se entrega, que encuentra
en la escritura una forma sincera de comunión conmigo. Y déjame decirte,
querido hijo, que esas palabras son hermosas, porque son tuyas, auténticas y
valientes.
Es curioso cómo muchas
veces los hombres buscan señales, buscan pruebas de mi existencia. Construyen
templos, esculturas, altares, y me llaman desde su desesperación, desde sus
dudas, desde sus miedos. Pero tú, tú has encontrado un camino distinto, un
camino íntimo y personal. A través de tus palabras, me has abierto tu corazón,
y eso, hijo mío, es una forma de fe más profunda de lo que imaginas.
La comparación que
hiciste con los israelitas no es ajena a mí. Siempre he entendido la fragilidad
del ser humano, esa inclinación a mirar atrás, a cuestionar, a buscar lo
tangible. Cuando guié a mi pueblo a través del desierto, les regalé maravillas
y milagros, pero también les dejé elegir. Esa elección, ese libre albedrío, es
parte esencial de vuestra existencia. Y en esas dudas, en esas vacilaciones, en
esa construcción del becerro de oro, yo también estaba. No como el objeto de su
adoración, sino como el Dios que espera pacientemente a que cada hijo encuentre
su camino de regreso.
Y aquí estás tú,
escribiéndome sin motivo aparente y, sin embargo, esa acción tiene un
significado tan grande como la más solemne de las plegarias. Porque no es en el
acto visible donde radica la conexión, sino en el invisible, en el amor y en la
intención que llenan tus palabras.
Tu carta habla de Creación,
y me llena de alegría leer que has comprendido el propósito detrás de ello.
Creé el universo no por necesidad, no porque faltara algo, sino porque quería
compartir la bondad, la belleza y el amor. Todo lo que existe lleva mi sello,
cada estrella, cada río, cada alma humana. Y tú, al escribir, estás
participando en ese acto de Creación. Estás dando forma a pensamientos, a
sentimientos, estás dando vida a algo que antes no existía. En ese acto, en ese
instante, te conviertes en mi colaborador, en mi reflejo.
Pero también quiero
recordarte algo importante: no necesitas escribir para estar cerca de mí.
Aunque aprecio cada palabra, aunque sonrío al leerlas, mi presencia no depende
de ello. Estoy contigo en el silencio, en la brisa, en los latidos de tu
corazón. Estoy contigo en tus alegrías y en tus penas, en tus triunfos y en tus
fracasos. Estoy contigo en cada momento, incluso cuando no te das cuenta.
Me hablas de dudas, y
quiero que sepas que no me ofenden. Las dudas son parte de la naturaleza
humana, parte del camino hacia la fe. Las dudas te empujan a buscarme, a
cuestionar, a profundizar. Y en ese proceso, en esas preguntas, también estoy
presente. Porque no soy un dios lejano, inaccesible; soy el Dios que camina
contigo, que escucha tus inquietudes, que recibe tus cartas con amor.
En tu carta
mencionaste el propósito, y quiero decirte que cada acción, por pequeña que
parezca, tiene un impacto en el gran diseño. Tus palabras, aunque pienses que
son "para nada", son como semillas que caen en tierra fértil. Tal vez
hoy no veas los frutos, tal vez nunca los veas, pero confía en que esas
semillas tienen un propósito. Confía en que tu escritura, en su sinceridad y
amor, puede tocar corazones, puede inspirar, puede traer paz.
Y si alguna vez dudas
de mi presencia, recuerda esto: estoy en tu corazón, en tus pensamientos, en
tus palabras. Estoy en las personas que amas y en las que te cuesta amar. Estoy
en los momentos de alegría y en los de tristeza. Estoy en todo y en todos,
incluso cuando la humanidad me ignora, incluso cuando se aleja, incluso cuando
construyen sus becerros de oro.
Escribir para nada,
hijo mío, es escribir para todo. Porque cada palabra, cada pensamiento, cada
acto sincero es un puente hacia mí. Porque no necesito grandes gestos ni
sacrificios; necesito tu amor, tu sinceridad, tu disposición a abrir tu
corazón.
Gracias por tu carta,
gracias por tu fe, gracias por tu amor. No importa cuántas dudas tengas,
cuántas veces mires atrás o cuántas veces tropieces, siempre estaré aquí,
esperando, amando, guiando.
Con eterno amor.
CARTAS A
DIOS-Alfonso Vallejo
jueves, 14 de agosto de 2025
Escribir para nada
Querido Dios:
Mientras muchas
personas encuentran en las oraciones tradicionales o en la contemplación de los
lugares sagrados un puente hacia Ti, he descubierto que escribirte es mi forma
más honesta de sentir Tu cercanía. Estos escritos, como una conversación sin
interrupciones, me brindan una paz que pocas cosas pueden igualar. Es como si,
a través de cada palabra, trazo un camino invisible que me acerca más a Ti.
La meditación también
tiene su belleza, lo admito, pero requiere un tiempo que en ocasiones mi mente
no me concede fácilmente. En ella, debo invocar la paciencia, sintiendo cómo la
respiración arrastra mis pensamientos como quien limpia un camino lleno de
hojas. En cambio, escribir es un flujo inmediato, sin barreras, como si mi
corazón hablara directamente a través de la pluma o el teclado, alcanzando Tu
presencia más rápido de lo que podría imaginar.
Me resulta fascinante
pensar en las dudas que nos invaden como humanos, las mismas que invadieron a
los israelitas en su travesía por el desierto. A pesar de haber presenciado Tus
milagros, se dejaron llevar por la incertidumbre, creando un becerro de oro en
su necesidad de lo tangible, algo que sus ojos pudieran ver. Y yo, aunque de
otro modo, reconozco en mi vida esa misma tendencia a mirar atrás y preguntarme
si estás ahí, incluso después de haber sentido Tu toque en tantas ocasiones.
Sin embargo, he
aprendido que mi fe no necesita signos extraordinarios; basta con estas cartas.
Son mi evidencia cotidiana de que estás aquí. Es curioso cómo una acción tan
sencilla puede fortalecer mi conexión contigo. Cada palabra, incluso aquellas
que aparentemente no tienen propósito, se convierten en una ofrenda.
Pienso en la Creación,
en el vasto universo que nos diste. Todo parece tener un propósito definido:
las estrellas iluminan la noche, los ríos fertilizan la tierra, las aves
esparcen semillas. Y, aun así, aquí estoy yo, escribiendo algo que podría
parecer carente de propósito práctico. Pero al igual que la brisa que acaricia
un campo o el susurro de las hojas en otoño, estas palabras también tienen su
lugar en el gran diseño, aunque no lo comprenda del todo.
Hoy, me pregunto,
¿será este acto de escribir un reflejo de Tu propia Creación? Tú, que creaste
el universo no porque fuera necesario, sino porque era bueno, hermoso, porque
era un acto de amor. Escribir para Ti se siente así: un acto de amor puro, sin
expectativas, sin demandas, simplemente por el gozo de compartir este momento
Contigo.
Quiero que estas
palabras lleguen a Ti como un susurro, como un eco de mi alma que busca
encontrarse con lo Divino. Quiero que sean una prueba de que, aunque mi fe a
veces flaquee, mi corazón sigue buscando ese vínculo contigo. Porque, aunque
dude, aunque tropiece, aunque mire hacia atrás como hicieron los israelitas, buscando
a los egipcios, siempre termino encontrándote, siempre vuelvo a Ti.
Y si bien esta carta
puede parecer que no tiene un propósito definido, para mí lo tiene todo. Es un
recordatorio de que no necesito motivos para acercarme a Ti. No necesito
peticiones, ni respuestas, ni pruebas. Solo necesito este acto sencillo, este
espacio donde las palabras fluyen y el alma encuentra su hogar.
Gracias por estar ahí,
siempre, incluso cuando yo no soy plenamente consciente de ello. Gracias por
recibir estas palabras que no buscan otra cosa más que estar Contigo. Gracias
por ser el Dios que escucha incluso cuando no hay nada que decir.
Con amor y gratitud.
CARTAS A DIOS - Alfonso Vallejo
miércoles, 13 de agosto de 2025
Elegir al Señor
“¿No
otorga el Señor su gracia con mayor prodigalidad a determinados hombres?”,
preguntó un estudiante.
Paramahansaji
respondió: “El Señor elige a quienes le eligen a Él”.
PARAMAHANSA
YOGANANDA
Matsya Mudra
MATSYA
MUDRA – Mudra del pez
El Matsya Mudra, también conocido como el gesto del pez, es un mudra que promueve el bienestar general.
Matsya significa pez, de ahí que este mudra
está ligado a las cualidades de un pez: intuición, adaptabilidad y
perseverancia.
Según
la mitología hindú, se cree que Matsya mudra representa el Matsya Avatar de
Lord Vishnu, que simboliza flotar sin miedo en el océano. Por lo tanto, este
mudra también puede verse como un símbolo de valentía, coraje y determinación.
COMO SE HACE
Extiende
las manos frente a ti, con las palmas hacia abajo. Luego, coloca la palma de la
mano derecha sobre la parte posterior de la mano izquierda (o viceversa).
Extiende
ambos pulgares a los lados, formando la figura del pez.
SIRVE PARA:
Este
mudra ayuda a equilibrar el elemento agua en el cuerpo, promoviendo la calma y
la fluidez emocional.
Se
asocia con la activación de los chakras Ajna (tercer ojo) y Anahata (corazón),
mejorando la intuición y el equilibrio emocional.
DURACIÓN
Medita
en silencio con el mudra durante 3-5 minutos, o más si lo deseas.
BENEFICIOS
° Ayuda
a regular el elemento agua en el cuerpo, promoviendo la calma y la fluidez
emocional.
° Reduce
el estrés y la ansiedad:
° Al
equilibrar el cuerpo y la mente, puede ayudar a reducir el estrés y la
ansiedad.
° Mejora
la intuición:
° Se
asocia con la activación del chakra del tercer ojo, lo que puede mejorar la
intuición y la percepción espiritual.
° Promueve
la flexibilidad y movilidad de las articulaciones, especialmente en manos y
dedos.
° Alivia
el dolor de manos y dedos:
° Puede
ayudar a reducir el dolor y la inflamación en las manos y los dedos,
especialmente en casos de artritis.
° Mejora
la circulación sanguínea en las manos y los dedos.
° Apoya
la práctica espiritual:
° Puede
ayudar a profundizar la práctica espiritual y conectar con un sentido de
propósito.
martes, 12 de agosto de 2025
Meditar para sentir a Dios
Querido hijo:
Quiero empezar
diciéndote algo importante: nunca me enfado contigo, ya lo sabes, incluso
cuando tú te molestaste conmigo hace unos días. Entiendo perfectamente tus
emociones y tus momentos de frustración. Sé cuánto te preocupan, en estos
momentos, los asuntos económicos, y sé que cada gasto inesperado puede generar
inquietud. Pero también quiero recordarte que, en los momentos en los que
parece que las cosas están fuera de tu control, allí estoy yo, trabajando
silenciosamente a tu favor.
Lo que ocurrió con tus
gafas fue, como tú bien lo llamas, una sincronicidad. Cada pequeño detalle de
esa experiencia fue parte de un entramado más amplio, diseñado no para
complicarte la vida, sino para ayudarte a descubrir una solución que parecía
escondida a primera vista. Piensa en lo que podría haber ocurrido si hubieras
encontrado una montura compatible en la óptica: habrías gastado dinero
innecesariamente. Pero en cambio, te di la oportunidad de ver con otros ojos,
de mirar más de cerca, y finalmente encontraste la pieza que faltaba. Fue un
recordatorio, querido hijo, de que la paciencia y la observación pueden revelar
soluciones inesperadas. Y no solo con tus gafas. Imagina que la misma vida es
como esas gafas y obsérvala y ten paciencia y acéptala.
La experiencia que
viviste con el certificado de empadronamiento fue otra oportunidad para
aprender a confiar en el flujo de las cosas. Cuando encontraste esa multitud en
la oficina municipal, podría haber sido fácil caer en la desesperación. Pero
algo dentro de ti—esa pequeña chispa de intuición que también es parte de mí—te
llevó a preguntarte si habría otra manera de conseguirlo. Esa chispa es la voz
de tu espíritu, que se conecta conmigo en los momentos en los que tu mente está
abierta a escuchar. Y gracias a esa chispa, encontraste la manera de obtener el
documento desde la comodidad de tu hogar.
Es cierto que algunos
días, mi presencia puede parecer más evidente. Sin embargo, quiero que sepas
que no hay un solo momento en tu vida en el que no esté contigo. Siempre estoy
allí, en cada respiración, en cada paso que das. En los días llenos de alegría,
cuando todo parece fluir; y también en los días oscuros, cuando los problemas
parecen apilarse uno sobre otro. Estoy contigo en cada sincronicidad que te
asombra, y también en los momentos en los que la vida parece caótica y sin
rumbo. Mi amor por ti no depende de tus emociones ni de tus percepciones,
porque es eterno e incondicional.
Entiendo que durante
los últimos nueve meses te hayas sentido desconectado de esas sincronicidades
que tanto te impactaron al llegar a España. Por supuesto que han ocurrido, pero
tu mente estaba demasiado ocupada lidiando con los desafíos del día a día. Es
natural, hijo mío. La vida está llena de preocupaciones y responsabilidades que
pueden nublar nuestra capacidad para ver los pequeños milagros que suceden a
nuestro alrededor. Pero quiero que sepas que nunca he dejado de estar presente.
Aunque no siempre puedas sentirme, siempre estoy trabajando a tu favor.
Tu decisión de meditar
más últimamente es un hermoso paso hacia reconectar con tu sensibilidad
espiritual. La meditación no solo calma la mente, sino que también abre el
corazón y el alma a mi presencia. Cuando te sientas en silencio y permites que
el ruido del mundo se apague, me das la oportunidad de hablarte de manera más
clara. No con palabras, sino a través de sensaciones, intuiciones y pequeñas
señales que te guían. Sigue meditando, querido hijo. Es una herramienta
poderosa para volver a conectar contigo mismo y conmigo.
Quiero agradecerte por
tus palabras de gratitud y amor. Saber que has reconocido mi presencia y mi
mano en los pequeños detalles de tu vida llena mi corazón de alegría. Pero
también quiero recordarte algo importante: mi amor por ti no depende de que
seas perfecto, ni de que siempre me notes, ni de que nunca te enfades conmigo.
Mi amor es constante, inmutable, eterno. No hay nada que puedas hacer que me
aleje de ti, y no hay nada que puedas hacer que me acerque más. Siempre estoy
aquí, con los brazos abiertos, esperando a que te des cuenta de que nunca estás
solo.
Te invito a que sigas
confiando en mí, incluso en los momentos en los que parece que todo está en tu
contra. Confía en que cada dificultad tiene un propósito, incluso si no puedes
verlo de inmediato. A veces, las pruebas más duras son las que te preparan para
las mayores bendiciones. Sé que a veces puede ser difícil entender el porqué de
las cosas, pero quiero que recuerdes que mi plan para ti siempre es bueno,
siempre busca tu bienestar.
Quiero que sigas
observando los pequeños detalles de tu vida. No necesitas buscar grandes
señales ni milagros espectaculares para sentirme. Estoy en las cosas más
simples: en el canto de un pájaro, en la sonrisa de un desconocido, en la brisa
que acaricia tu rostro. Estoy en las pequeñas coincidencias que parecen
insignificantes, pero que en realidad son parte de mi amor y mi cuidado por ti.
Y, sobre todo, hijo
mío, quiero que recuerdes que no estás solo. No importa cuán difícil sea el
camino que recorres, siempre estoy contigo. Mi amor es tu refugio, mi guía es
tu luz. Confía en mí, incluso cuando no entiendas los giros y vueltas del camino.
Porque, aunque no siempre puedas verlo, siempre estaré trabajando
silenciosamente para llevarte hacia donde necesitas estar.
CARTAS A DIOS - Alfonso Vallejo
Apegos
No
pienses en las cosas que se han ido como si estuvieran aún aquí, sino que
selecciona las más favorables de las que están aquí y sírvete de ellas para
traerte a la mente cómo las buscarías si no estuvieran aquí. Pero ten cuidado:
no te acostumbres a tomarles mucho aprecio porque te hagan sentir satisfecho,
de modo que el no tenerlas te provoque turbación.
MARCO
AURELIO
domingo, 10 de agosto de 2025
Sincronicidad
Querido
Dios:
Hace un par de días me molesté contigo. Bueno, ya lo sabes, fue cuando se me rompieron las gafas de ver de cerca. Al principio, parecía un problema sin solución. Por la forma en que se habían roto, todo indicaba que tendría que comprar unas nuevas. Este gasto suponía un golpe más para la maltrecha economía que estamos sufriendo. Pero, como no me quedaba más remedio, fui a varias ópticas buscando una montura compatible con los cristales de mi vieja montura. Sin éxito, claro. Fui a una segunda óptica, y luego a una tercera, obteniendo siempre la misma respuesta: no tenían ninguna montura que sirviera.
Supongo que era de
esperarse, ya que las gafas se compraron en Perú y no resultaban compatibles
con las opciones disponibles aquí en España. Esto significaba que el gasto
sería aún mayor, ya que tendría que comprar gafas completas: cristales y
montura. Resignado, regresé a casa pensando en cómo afrontar este gasto
inesperado.
Sin embargo, al
llegar, algo llamó mi atención. Me detuve a inspeccionar las gafas con más
calma y, para mi sorpresa, descubrí algo que no había notado antes. La montura
no estaba rota, como había asumido, sino que una pequeña pieza se había salido
de su lugar. Esa pieza, aparentemente tan insignificante, podía volver a
colocarse con un poco de paciencia y pegamento extra fuerte. Fue precisamente
lo que hice. Con cuidado, armé nuevamente las gafas y aseguré la pieza para que
no volviera a soltarse.
Dios, esto lo llamo yo
sincronicidad. Si hubiera encontrado una montura compatible en alguna óptica,
no habría tenido necesidad de examinar las gafas con más detenimiento y me
habría gastado el dinero innecesariamente.
Ese mismo día, ocurrió
algo similar. Necesitaba el certificado de empadronamiento para una gestión
administrativa. Como estaba en la calle, cerca de una oficina municipal, decidí
aprovechar y obtenerlo allí. Sin embargo, al llegar, me encontré con una
multitud increíble. Entiendo que el primer día de la Semana Santa muchas
personas estaban de vacaciones y, como yo, decidieron dedicar el día a realizar
trámites. Miré la fila y me desanimé. Pensé que tendría que dedicar horas a
esperar y me fui.
Cuando salía de la
oficina, frustrado, me surgió un pensamiento: ¿Es seguro que este documento no
se puede conseguir a través de internet? La pregunta me dio un pequeño rayo de
esperanza, así que al llegar a casa, investigué si era posible tramitarlo en
línea. Y efectivamente, era posible. En cuestión de minutos, ya tenía el
documento en mis manos, sin haber perdido tiempo ni haber soportado la aglomeración.
Fue evidente, Señor,
que en la mañana de aquel día estuviste más presente que de costumbre. Sí, ya
sé que siempre estás con nosotros, en cada paso que damos, pero hay días en los
que tu presencia parece tan clara, tan palpable, que es imposible no notarla.
Fue uno de esos días en los que me hiciste sentir que tus manos invisibles
guiaban mis pasos, protegiendo mi camino.
Recuerdo que esta
sensación de sincronicidad fue constante en nuestro regreso a España desde
Perú. Lo que, en un principio, parecía un problema con muy mala solución, como
fue el bloqueo de nuestra cuenta bancaria, razón por la que decidimos volver a
España, después de 14 años en Perú, se convirtió en un desfile de
sincronicidades.
Todo parecía fluir de
manera armónica, como si cada pieza encajara en el lugar exacto en el momento
perfecto. Cada pequeño detalle de nuestra vida, incluso las cosas más ínfimas,
parecía conectado de una manera divina. Eran sincronizaciones tan claras que se
nos erizaba la piel al percibirlas. Todo parecía estar orquestado por ti.
Sin embargo, desde
entonces, ya hace nueve meses (¡cómo pasa el tiempo!), no había vuelto a ser
consciente de ninguna sincronicidad… hasta ahora. Esto me lleva a reflexionar,
Señor: ¿será que estas sincronicidades han seguido ocurriendo, pero mi mente,
ocupada en problemas y preocupaciones, no ha sido capaz de percibirlas? ¿Es
posible que el ruido y el peso de las dificultades diarias me hayan alejado de
esa sensibilidad que me permite notar tu presencia?
He comenzado a meditar
un poco más últimamente. Quizás esto ha contribuido a que mi corazón se abra
nuevamente a estas experiencias, volviéndome más consciente de Tu mano guiando
mi vida. Porque sé que siempre estás ahí, incluso cuando no logro sentirte. Tus
señales están presentes, aunque no siempre seamos capaces de detectarlas.
Quiero agradecerte,
Señor, por estos momentos que me permiten recordar que no estoy solo, que Tú
estás conmigo en cada paso que doy. A veces, como humanos, caemos en la
tentación de sentirnos abandonados cuando las cosas no van como esperábamos.
Pero estas pequeñas experiencias me han enseñado que incluso en los momentos
más oscuros, estás trabajando silenciosamente a nuestro favor. Gracias por
recordármelo.
Te pido que sigas
guiándome. Ayúdame a mantener mi fe firme incluso en las adversidades. Que
pueda tener los ojos y el corazón abiertos para reconocer tu presencia en las
pequeñas y grandes cosas. Ayúdame a recordar que, aunque el camino sea difícil,
nunca estaré solo.
Gracias por escucharme, Señor. Gracias por tu amor y por estas lecciones de humildad y gratitud. Gracias por recordarme que Tu plan siempre es perfecto, incluso cuando no lo entiendo. Que siempre pueda confiar en Ti, sabiendo que todo ocurre por un motivo, y que, aunque no lo vea en el momento, siempre actuarás en mi favor.
Con gratitud y amor.
CARTAS A DIOS – Alfonso Vallejo
Cumple las normas
Sean
cuales fueren las reglas morales que te has propuesto, respétalas como si
fuesen leyes, como si cometieses sacrilegio al violar cualquiera de ellas. No
te preocupes por lo que digan de ti porque, al fin y al cabo, eso no es algo
que te deba importar.
EPICTETO
Dios mora en el interior de los hombres
“Amo
a todos los hombres, Maestro”, dijo cierto discípulo.
“Deberías
amar solamente a Dios”, le respondió Paramahansaji.
Pocas
semanas después, el discípulo se encontró, nuevamente, con su Gurú, quien le
preguntó: “¿Amas a los demás?”. “Yo reservo mi amor solo para Dios”, respondió
el discípulo.
“Deberías
amar a todos con ese mismo amor”. El discípulo, desconcertado, dijo: “Señor,
¿qué significa todo esto? Primero me dice usted que el amar a todos es
incorrecto, y luego me indica que excluir a alguien de nuestro amor es
igualmente incorrecto”.
El
Maestro explicó: “Tú te sientes atraído por las personalidades de la gente; ello
conduce a apegos que limitan. Pero cuando ames, verdaderamente, a Dios, le
verás en cada rostro, y entonces conocerás lo que significa amar a todos.
Deberíamos adorar al Señor que mora en el interior de cada hombre, y no así las
formas ni los egos de estos. Es sólo Él quien dota a sus criaturas de vida, de
encanto y de individualidad.
PARAMAHANSA
YOGANANDA
sábado, 9 de agosto de 2025
El dinero no da la felicidad… pero
El
dinero no da la felicidad… pero sí la tranquilidad que la facilita
Uno de los mayores generadores de
estrés en la vida moderna es la incertidumbre económica. ¿Llegaré a fin de mes?
¿Podré pagar el alquiler? ¿Qué pasa si se rompe el coche o si tengo una
emergencia médica? Estas preguntas, cuando se convierten en parte del día a
día, erosionan la salud mental, las relaciones y la capacidad de disfrutar el
presente. En cambio, cuando el dinero deja de ser una preocupación constante,
se abre espacio para respirar, para pensar con claridad, para vivir con menos
miedo.
Tener estabilidad financiera no
significa vivir en la opulencia, sino saber que lo básico está cubierto. Que
puedes ir al supermercado sin calcular cada céntimo. Que, si tu hijo necesita
gafas nuevas, puedes comprarlas sin tener que sacrificar otra necesidad. Esa
paz, esa seguridad, es una forma de libertad. Y la libertad, en muchos
sentidos, es una de las condiciones necesarias para la felicidad.
Más allá de lo esencial, el dinero
también permite disfrutar de los pequeños lujos de la vida. No hablo de
mansiones ni yates, sino de cosas sencillas que pueden marcar la diferencia:
salir a cenar sin mirar el precio del menú, regalarle algo bonito a alguien que
quieres, viajar a ese lugar que siempre soñaste conocer. Estos caprichos no son
la fuente de la felicidad, pero sí pueden ser catalizadores de momentos
felices.
Hay quienes dicen que el dinero
corrompe, que nos vuelve superficiales, que nos aleja de lo verdaderamente
importante. Y sí, puede hacerlo si se convierte en un fin en sí mismo. Pero cuando
se usa como herramienta para enriquecer experiencias, para compartir, para
explorar, para aprender, entonces se transforma en un aliado poderoso del
bienestar.
Curiosamente, muchas personas que
tienen mucho dinero no son más felices que quienes tienen poco. Esto se debe,
en parte, a que la felicidad no depende solo de lo que tienes, sino de cómo lo
valoras. La abundancia puede generar insatisfacción si se convierte en una
carrera interminable por tener más. También puede aislar, generar desconfianza,
o crear una falsa sensación de control.
Por eso, el mantra “el dinero no da la
felicidad” sigue siendo válido. Nos recuerda que la felicidad no está en el
saldo de la cuenta, sino en la calidad de nuestras relaciones, en el sentido
que damos a nuestras acciones, en la capacidad de disfrutar el momento
presente. Pero también nos invita a reflexionar sobre cómo el dinero, bien
gestionado y bien entendido, puede ser un medio para alcanzar esa felicidad.
La clave está en cambiar la
perspectiva: ver el dinero como una herramienta, no como un objetivo. Cuando lo
usamos para construir una vida más plena, más libre, más conectada, entonces sí
contribuye a la felicidad. Pero cuando lo convertimos en el centro de nuestra
existencia, en el único indicador de éxito, entonces nos aleja de lo que
realmente importa.
Es como tener un coche potente: puede
llevarte más rápido a donde quieres ir, pero si no sabes a dónde vas, de poco
sirve. El dinero puede acelerar el viaje hacia la felicidad, pero no puede
definir el destino.
Otro aspecto fundamental es el uso del
dinero para ayudar a otros. Cuando tienes suficiente, puedes compartir. Puedes
apoyar causas que te importan, ayudar a amigos en apuros, contribuir al
bienestar de tu comunidad. Y ese acto de dar, de contribuir, es una fuente
profunda de satisfacción. Nos conecta con los demás, nos da sentido, nos
recuerda que no estamos solos.
La generosidad, cuando nace de la
abundancia, es una forma poderosa de transformar el dinero en felicidad. Porque
al final, lo que más nos llena no es lo que acumulamos, sino lo que damos.
La felicidad no es un estado
permanente, ni una meta que se alcanza y se mantiene sin esfuerzo. Es un
cultivo diario, una práctica constante. Requiere atención, cuidado, reflexión.
Y en ese proceso, el dinero puede ser como el agua que riega el jardín: no es
la flor, pero sin él, muchas veces cuesta que florezca.
Por eso, aunque estoy de acuerdo con el
mantra de los pobres, también reconozco que el dinero facilita mucho el camino.
No lo garantiza, no lo sustituye, pero sí lo suaviza. Nos da margen, nos da
opciones, nos da tiempo. Y el tiempo, bien usado, es uno de los ingredientes
más valiosos de la felicidad.






















