No digas
nunca que eres un filósofo ni te pongas a hablar extensamente ante ignorantes sobre
los principios que sustentas; limítate a actuar conforme a dichos principios.
Así, en un banquete no te pongas a hablar sobre cómo se debe comer sino come
como se debe. Recuerda que fue de esta manera que Sócrates evitó toda
ostentación. Y cuando se le acercaban personas pidiéndole que las recomendara a
algún filósofo, él iba y las recomendaba; tan poco le importaba que lo pasaran
por alto.
De modo
que, si los ignorantes se ponen a hablar de problemas filosóficos en tu presencia,
guarda silencio todo lo que te sea posible. Es muy peligroso vomitar lo que todavía
no has digerido. Y si alguno te dice que no sabes nada y no te sientes ofendido
por ello, ten la seguridad de que estás en el buen camino. Las ovejas no
vomitan el pasto para mostrarle a los pastores cuánto han comido; digieren la
comida por dentro y por fuera producen lana y leche. Por lo tanto, procede de
similar manera y no expongas tus principios a los ignorantes; muéstrales el
comportamiento que producen luego de haber sido digeridos.
EPICTETO
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