El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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lunes, 23 de junio de 2014

La verdad os hará libres


            Juan 8,32: Jesús dijo a los judíos que habían creído en él: “Si os mantenéis firmes en mi doctrina sois de veras discípulos míos, conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”.
            ¿Cómo podemos hoy, que no tenemos a Jesús físicamente entre nosotros, aplicar a nuestra propia vida la frase “La verdad os hará libres”?, ¿Cómo podemos mantenernos firmes en su doctrina, cuando sus interlocutores, (las religiones), la han denigrado tanto?, ¿Es necesario conocer alguna verdad?, ¿Somos realmente libres?
Personalmente creo que ni somos libres, ni conocemos la verdad, porque vivimos una vida de engaño, vivimos una vida de esclavitud, sin necesidad de grilletes. Vivimos prisioneros de la sociedad de consumo, vivimos prisioneros de las religiones, vivimos prisioneros de los políticos, vivimos prisioneros de los medios de comunicación, vivimos prisioneros del qué dirán, vivimos prisioneros de la enfermedad, vivimos prisioneros de nuestras creencias, vivimos prisioneros de nuestras carencias, vivimos prisioneros de nuestras propias mentiras, vivimos prisioneros de nuestra propia mente.
            Es normal que nos engañe la sociedad, necesita de nosotros para que consumamos cada vez más, y nos dejamos engañar creándonos falsas necesidades. Es normal que nos engañen los políticos, necesitan nuestro voto para seguir medrando, y nosotros, desmemoriados, se lo damos. Es normal que nos engañen las religiones, necesitan socios atemorizados para su subsistencia. Es normal que vivamos prisioneros de los medios de comunicación, también nos necesitan para vender más. Pero que nos engañemos a nosotros mismos, es imperdonable.
          

                Y nos engañamos a nosotros mismos cuando nos creemos que somos “Fulanito de Tal” y que tenemos que ser cada vez más importantes, aunque para ello tengamos que pisar a quien esté delante de nosotros. Nos engañamos a nosotros mismos cuando vemos a alguien como nuestro enemigo, o como nuestro rival. Nos engañamos a nosotros mismos cuando criticamos, cuando juzgamos o cuando envidiamos a cualquiera que pase por nuestro lado. Nos engañamos a nosotros mismos con el sufrimiento, la tristeza, la ira o el desamor, creyendo que la vida es sufrimiento y que es normal que nos arrastre al dolor. Nos engañamos a nosotros mismos cuando buscamos la felicidad en el exterior, sin saber que ya la tenemos y está en nuestro interior.

            Por lo tanto hemos de dejar de autoengañarnos, y por supuesto, no creer en los cantos de sirena de la sociedad, de los políticos, de las religiones, de las modas, que nos mantienen esclavos de sus dogmas, de sus engaños y de sus opiniones, y buscar la verdad para conseguir la auténtica liberación.
            Aunque es muy posible que ya seamos conocedores de la verdad, y que todo lo que tengamos que hacer sea integrar esa verdad.
El primer eslabón de la verdad es, sin lugar a dudas, nuestra procedencia y nuestro destino, y muy pocos son, al menos de los que se asoman a esta ventana, los que alberguen alguna duda de su divinidad, de su procedencia divina y de su vuelta a Dios. Sin embargo, a pesar de ser conscientes de que somos hijos de Dios, no actuamos como tal, actuamos siguiendo los impulsos de la materia, los impulsos del exterior, queremos poseer cada vez más, más dinero, más prestigio, más poder. Eso es vivir una mentira, eso es vivir encadenados a algo que no somos. Empecemos a vivir nuestra divinidad y empezaremos a sentir lo que realmente es la libertad.
El segundo escalón de la verdad es el equipaje que hemos de llevar en el recorrido de nuestro camino divino, en nuestro deambular por la vida. Ese equipaje no es dinero para entrar en los paradores del camino, no es alegría para tatarear los temas de moda mientras manejamos por nuestro camino, no es felicidad, no es paz, solo es amor. El amor nos va a suministrar todo aquello que necesitemos. Creemos, erróneamente, que comenzamos el camino con las alforjas vacías, y que hemos de ir encontrando amor, alegría, felicidad, paz o serenidad, según vamos caminando por la vida. Tremendo error, nada que realmente merezca la pena lo vamos a encontrar fuera de nosotros mismos.
Vivir el amor en nuestra divinidad, es la auténtica verdad que nos va a permitir ser realmente libres. Porque desde esa libertad entenderemos que todo es correcto, que todo está bien, que nada importa, excepto hacer a los demás participes de nuestra felicidad.

sábado, 14 de junio de 2014

Equipaje para la vida


Mensaje canalizado de un Maestro Ascendido (13 de Junio de 2014)        



Que Dios siempre guie vuestros pasos, que donde quiera que vayan lleven amor, paz y bien a todo el que esté cerca de Vds., y que todo lo que suceda en vuestra vida cobre sentido al final del tiempo.

martes, 10 de junio de 2014

Paz interior (1)


Mensaje canalizado de un Maestro Ascendido (9 de Junio de 2014)        



No es necesario ir por el mundo deseando cosas, no es necesario ir acumulando experiencias.
Si Vds. supieran vivir libres de deseos, si supieran el bien que pueden hacer tan solo compensando la carencia de amor de vuestro prójimo, encontrarían paz interior.

Vivir desde el corazón (1 y 2)


            Nuestra vida diaria está regida por los pensamientos. Nos movemos, actuamos y sentimos en función de lo que va apareciendo en nuestra mente. Nuestra mente no se detiene ni un momento, hasta el extremo de que no nos comportamos como lo que realmente somos, sino que nos comportamos como pensamos que deberíamos ser, en función del entorno en el que nos encontremos. De alguna manera, nos pasamos la vida actuando, somos actores de la vida, no nos manifestamos tal como somos, sino como nos gustaría ser, como les gustaría a nuestros padres que fuéramos, como les gustaría a nuestros educadores, como le gustaría a nuestro jefe, a nuestros amigos o a nuestra pareja.
            En definitiva, son pocos los momentos de nuestra vida en los que nos podemos considerar auténticos. La mente dirige, por completo, nuestra existencia, siempre de manera errática, siempre de manera crítica.
            Nuestros pensamientos están dirigidos y gobernados por el pensamiento social, están regidos por las normas y las creencias que la sociedad impone. Y en la sociedad que nos hemos dado, es muy fácil sentirse solos en nuestra realidad, porque la mente, desde donde vivimos, es la que nos dice que existe separación entre nosotros y todo lo demás, y eso no es más que una ilusión, una fantasía, una mentira, ya que la realidad es que todos y todo somos uno. Ser uno con todo y con todos, quiere decir que yo no soy mejor, pero tampoco soy peor, ni tan siquiera soy igual, sencillamente soy uno, soy lo mismo.
            Los estímulos que nos rodean nos mantienen dentro de nuestra propia mente, nos mantienen a merced de la mente, la cual siempre está juzgando todo lo que estamos percibiendo en nuestro entorno. Esta mente crítica, esta mente que juzga de manera permanente, hace que aparezca en nuestra conciencia sentimientos como la vergüenza, o la soberbia, o la envidia, por citar solo algunos, y si aparecen en nuestra conciencia, es eso exactamente lo que vamos a vivir y va a ser esa la forma de cómo vamos a sentirnos.
            La vida no es eso, hay que acercarse a la vida y a todas las circunstancias que la rodean con calma y con tranquilidad, aceptando la vida tal cual es, aceptándonos nosotros mismos tal como somos, viviendo y siendo conscientes de las experiencias que nos toca vivir en cada instante, sin buscar escapar del momento presente ni de los sentimientos que cada experiencia genera. Todo lo que buscamos lo vamos a encontrar en el momento presente, porque es ahí donde reside la verdad de lo que estamos buscando, y ninguna experiencia es ni buena ni mala, solo es.
            Pero como vamos a conseguir eso cuando toda nuestra educación y nuestras creencias nos llevan directamente a la mente. Pues lo vamos a conseguir trasladándonos de vivir desde el espacio de la mente a vivir en el espacio del corazón. Podríamos decir que se trata de vivir una vida más espiritual, no porque tenga que ver con ninguna religión, las religiones son tan culpables de nuestra sinrazón como el resto de la sociedad. Es vivir una vida más espiritual porque se trata de darle más chance al espíritu que a la mente, se trata de vivir desde el corazón que es el abanderado del alma y dejar de lado la mente que es la abanderada del cuerpo.
Esto que predican con tanta insistencia las enseñanzas de la nueva era, o los gurús de los libros de autoayuda, es más difícil de practicar de lo que parece. Si fuera fácil todos viviríamos desde el corazón y no serían necesarios más libros, más cursos, más conferencias, más nada.
Vivir una vida más espiritual, es decir, vivir desde el corazón, no significa saber más, leer más, tener más conocimiento, retirarse a una cueva o hacer una vida monacal. Sólo se trata de amar más, así de fácil es la teoría, la práctica no lo es tanto.
Vivir desde el corazón es vivir la libertad, es vivir la eternidad, es vivir la alegría, es vivir la felicidad, es vivir el amor, es vivir la divinidad. Vivir desde el corazón es dejar que el corazón hable su propia verdad, es dejar que exprese su propia sabiduría, es dejar que nos ayude a tomar decisiones en nuestra vida diaria, ya que siempre nos va a decir cuál es la respuesta y cual la dirección correcta. Vivir desde el corazón es estar completamente presente, y convertirse en la personificación del amor, de la ecuanimidad, y de la libertad. Vivir desde el corazón es el estado natural y auténtico del alma que ha decidido encarnar, y si no lo vivimos así, es porque hemos sido enseñados y condicionados para vivir lejos del corazón.
Para vivir desde el corazón, sólo hay que vivir en silencio. Y para conseguir el silencio sólo hay que meditar.

Pero ya es bastante difícil la meditación, como para mantenerla horas, todas las horas del día en que nos mantenemos despiertos, y poder así vivir el ahora, y poder gozar de la sabiduría y las sensaciones del corazón. Por lo tanto, tendremos que hacer algo más.
Las herramientas necesarias para vivir desde el corazón son cuatro. La mente, la atención, la voluntad, y la paciencia.
Es una paradoja, pero necesitamos la mente para dominar a la mente. Necesitamos atención para observar a la mente, necesitamos, como para todo en la vida, ya sea física o espiritual, voluntad para volver al trabajo una y otra vez, cada vez que esta se distraiga, y necesitamos paciencia para llegar al final del camino: el corazón.
Sobre todo recuerda que cualquier camino que quieras recorrer comienza con un primer paso, y que con ese primer paso vas a recorrer un tramo pequeñito, en la vida física menos de un metro. No quieras con ese primer paso llegar al final del camino. No, el camino ha de recorrerse con tranquilidad y con perseverancia, teniendo claro que buscas, y volviendo al camino cada vez que los acontecimientos te separen de él.
Con todo esto claro, ya solo queda comenzar a caminar:
Lo primero que has de hacer es meditar. Medita cada día. Comienza por once minutos si no tienes práctica, y vete ampliando el tiempo para llegar, al menos, a los treinta minutos diarios. Si ya meditas, sigue con tu meditación. Si no lo haces búscate alguna con la que te sientas cómodo. Y si no sabes cual, puedes hacer la meditación de Kundalini-Yoga para una mente neutral que viene a continuación.
 
Durante todo tu día, lleva la atención a tu respiración, siente el aire entrando por tus fosas nasales, siente como se expande tu abdomen, siente después como sale el aire y como se relaja tu abdomen, e imagina que estás respirando desde el corazón. Si aun no has adquirido una práctica meditativa, a la tercera respiración, tu mente ya se habrá distraído, para esto necesitas, una vez que seas consciente de tu distracción, voluntad para volver tu atención a la respiración. Haz esto durante todo el tiempo que puedas permanecer consciente.
Como mantener una mente meditativa durante todo el día es una tarea harto difícil, mantén también la atención en todos los procesos de tu mente. Observa cómo se comporta tu mente, para dar prioridad a algunas de las energías del corazón: Intuición, desapego, compasión, ecuanimidad, amor.
La intuición es la voz del corazón. Es un murmullo constante. Sentirla es una señal clara de que la mente comienza a serenarse, ya que el ruido de la mente impide sentir cualquier otra cosa y aun menos un simple murmullo. Si llegar a sentirlo, hazle caso, no dejes que la mente analice ese murmullo, ya que sino, esta se encargará de desprestigiar a la intuición. Te va a decir que debes de seguir su lógica, ya que es la lógica lo que la sociedad espera que sigas. Sin embargo, la intuición es la voz del Yo Superior, es la voz del alma, y no hay nada más objetivo, ya que no está contaminada por las propias creencias, ni por los juicios que la sociedad está pronta a sentenciar.
Ecuanimidad es encarar la vida, con todas sus vicisitudes, en calma y con tranquilidad, sin perturbar la mente. Vivir desde el corazón es vivir la ecuanimidad, “todo está bien”. Para aprender a vivir desde el corazón se consciente de tus críticas. Desde una mente crítica es imposible vivir la ecuanimidad. Cuando entras en contacto con otras personas, has de tener muy claro que tus ideas, tus opiniones, tus creencias, no están en competencia con las ideas, opiniones y creencias de los otros, sino que todas tienen el mismo valor para Dios, se complementan, se enriquecen. En la ecuanimidad vas a entender y a respetar las creencias de los otros. Vas sencillamente a valorar, a apreciar y a respetar al otro.
Vivir desde el corazón, es vivir el desapego. El desapego no es un alejamiento frío, hostil; no es una manera robótica de ir por la vida, absortos, y totalmente indiferentes a la gente y a los problemas; no es una actitud de inocente dicha infantil; ni un desentendimiento de lo que son nuestras verdaderas responsabilidades hacia nosotros mismos y hacia los demás; ni una ruptura en nuestras relaciones.
Desapegarse es liberarse o apartarse de una persona o de un problema con amor. Viviendo la propia vida al máximo de capacidad y luchando para discernir qué es lo que se puede cambiar y que no. Si no se puede solucionar un problema después de intentarlo seriamente, hay que aprender a vivir con ese problema o a pesar de él. Y tratando de vivir felices, concentrándose en lo que de bueno tiene la vida hoy, y sintiendo agradecimiento por ello. Aprendiendo la mágica lección de sacarle el máximo provecho a lo que de bueno tiene la vida, ya que eso multiplica lo bueno en la vida.
El desapego implica " vivir el momento presente", vivir en el aquí y en el ahora. Permitiendo que en la vida las cosas se den por sí solas en lugar de forzarlas y tratar de controlarlas. Renunciando a los remordimientos del pasado y a los miedos por el futuro. Sacando el mayor provecho a cada día, aceptando la realidad, aceptando los hechos, aceptando y adentrándose en las experiencias. Requiere fe en uno mismo, en Dios, en otras personas, en el orden natural y en el destino de las cosas en este mundo.
Confía en que todo está bien a pesar de los conflictos. Confía en que Dios sabe más que tu, y ha dispuesto lo que está sucediendo, y que puede hacer mucho más por resolver el problema que tu. De modo que trata de no estorbar en su camino y dejar que Él lo haga.
Las recompensas que brinda el desapego son muchas: serenidad, una profunda sensación de paz interior, la capacidad de dar y recibir amor de una manera que nos enaltece y nos llena de energía, y la libertad para encontrar soluciones reales a los problemas.
El corazón es compasión. Vivir la compasión es vivir la unidad. La alegría de otras gentes es la propia, el sufrimiento de otras gentes es el propio sufrimiento, la historia de otras gentes es la propia historia. La compasión acaba con la separación, liberando de la ilusión de la propia experiencia individual. 
Vivir la compasión es escuchar y comprender a otras personas profundamente, lo cual ayuda a perdonar y a dejar atrás los juicios, ya que el juicio es un proceso de la mente y mientras que la comprensión lo es del corazón. Así que cuando estés con otras personas aprovecha la oportunidad para escuchar atentamente, para comprenderlas, sin juzgarlas. De esta manera te vas a convertir en el amor que buscas.
Y ama. Empieza por ti. Amaté, respétate, valórate, acéptate. Para aprender a amar utiliza la Regla de Oro: “Da a los demás lo que quieres para ti”. “No desees para los demás lo que no deseas para ti”.
Acuérdate de ser feliz.

jueves, 29 de mayo de 2014

El camino de Dios


Mensaje canalizado de un Maestro Ascendido (28 de Mayo de 2014)        



Hay que tener la certeza de que uno está en el camino que Dios le ha trazado.
Para esto hay que sentir tres cosas:
·         La primera: Paz interior.
·         La segunda: Concordancia entre lo que el corazón siente y lo que uno hace.
·         Y la tercera: El firme convencimiento de que sin importar a donde vayamos, sin importar lo que hagamos, Dios nos protege.

martes, 20 de mayo de 2014

Paz interior


Mensaje canalizado de un Maestro Ascendido (19 de Mayo de 2014)        




Para sentir paz interior hay que desconectar los sentidos del exterior y escuchar al gran sabio que habita en nuestro corazón.
La paz interior es el estado necesario para escuchar a Dios. Cuando Dios quiere manifestarse necesitan esa paz interior.
Cada vez que Dios actúa en sus vidas se manifiesta esa paz interior dentro de ustedes.


sábado, 5 de abril de 2014

Paz interior

                         Mensaje canalizado de un Maestro Ascendido (4 de Abril de 2014)


 
Es una larga búsqueda la de la paz interior si están pensando que es una búsqueda de momentos perfectos, de cosas que están esperando, de circunstancias perfectas.
            La paz interior está en cada momento, en cada circunstancia de la vida. Sólo dejen que la vida fluya y encuentren en ella su propia paz.
 

miércoles, 19 de marzo de 2014

Si, soy un hijo de Dios, ¿Y qué?


            Ya sabemos que somos el alma, ya sabemos que somos seres divinos, ya sabemos que somos a imagen y semejanza de Dios: es normal, somos Sus hijos, ya sabemos que todos nuestros sufrimientos tienen un principio único: nuestro pensamiento, ya conocemos la ley de la atracción, por la que somos conscientes de que atraemos aquello que permanece en nuestra mente: enfermedad, pobreza, dolor, sufrimiento, alegría, salud, etc.; ya sabemos que somos inmortales, ya sabemos que la vida es una escuela a la que asistimos para aprender, para crecer, para evolucionar, para aprender a amar; ya conocemos la ley del karma: sencillamente recibimos aquello que damos; ya sabemos que la alegría, la paz, la felicidad, y el mismo Dios se encuentran buscando en nuestro interior; ya sabemos que es dando como recibimos, ya sabemos que el apego y el deseo son el principio del sufrimiento, ya sabemos que todos somos hermanos, ya conocemos los beneficios de la oración, de la meditación y del silencio; ya sabemos que el amor, el perdón y la bendición son las energías más poderosas del Universo, ya sabemos que somos lo que pensamos, porque la energía siempre sigue al pensamiento; y seguramente sabemos muchas cosas más de las que ahora no recuerdo.
            ¿Y qué?
            ¿De qué nos vale tener todo ese conocimiento?, ¿Acaso somos felices?, ¿Vivimos alegres y en paz?, ¿Sentimos a Dios en nosotros?, ¿Nuestra prioridad es servir a nuestros hermanos?, ¿Amamos a todo y a todos por igual?, ¿Amamos, cuidamos y respetamos el Planeta?, ¿Amamos, cuidamos y respetamos nuestro cuerpo?, ¿Hemos dejado de lado el juicio, la crítica, el egoísmo, el orgullo, la impaciencia, el miedo, el estrés?, ¿Actuamos a sabiendas de que todo está bien, de que todo es correcto, de que todo es como debe ser?, ¿Hemos olvidado las mentiras o las medias verdades?, ¿Hemos incorporado la meditación y la oración a nuestra vida?, ¿Ya trabajamos para controlar el pensamiento?
¿Verdad que no?
Todo ese conocimiento no deja de ser algo mental, no integrado en nosotros, y que para lo único que nos sirve es para hablar sobre ello, a veces, solo para deslumbrar a nuestro interlocutor. Aunque también es cierto, esto es lo bueno, que nos puede servir como acicate para conseguirlo.
Si todo esto nos lo enseñaran de pequeñitos con el mismo empeño que ponen los educadores para enseñarnos, por ejemplo, la tabla de multiplicar, arraigaría en nosotros y viviríamos desde ese conocimiento. Pero no es así. Lo aprendemos solos, de mayores, y la integración es una tarea harto difícil.  
La dificultad en la integración estriba en que hemos de mantener la atención y la concentración en nosotros, en nuestros pensamientos, en nuestras emociones, en nuestros sentimientos, y en la sociedad de hoy, en la que todo está diseñado para la distracción necesitamos para comenzar el trabajo de una cualidad añadida: la voluntad. No olvidemos que la voluntad es la facultad de decidir y ordenar la propia conducta.
Una buena manera de empezar a trabajar para la integración de todo el conocimiento en nosotros, sería intentar mantener a Dios en nuestro pensamiento, no como en la actualidad, que sólo nos acordamos de Él cuando aparece algún problema en nuestra vida, sino haciendo lo contrario: dándole gracias de manera permanente por despertar, gracias por el sol que asoma por la ventana o por la lluvia que moja la calle, gracias por la salud o por la enseñanza que conlleva la enfermedad, gracias, en suma por la vida. Y así, poco a poco iremos desterrando de nuestra mente los pensamientos que nos atan al miedo, al dolor, a la incertidumbre, al deseo, al sufrimiento, a la tristeza, para revertirlos en amor, en alegría, en paz, porque estos son, junto a otros muchos, atributos de la Gracia Divina con la que queremos comenzar a convivir.

lunes, 10 de marzo de 2014

Felicidad, ¿Qué felicidad?


            Somos muchas las personas que nos encontramos imbuidos en la búsqueda de la felicidad. Bueno, en realidad creo que no somos muchos, creo que somos todos. Sin embargo, a pesar de que somos tantas las personas que estamos buscando lo mismo, la encuentran muy poquitas, y las que lo consiguen son la excepción.
            ¿Será porque no hay mucha cantidad de ella en el mundo? No, no es eso, porque en cuanto a la cantidad de felicidad que se puede encontrar en la vida no hay problema. Hay felicidad suficiente para todos. La vida está llena de felicidad, porque la felicidad es la misma vida. No es cierto que la vida sea sufrimiento. La vida es alegría, es una fiesta, es felicidad. Los ángeles, que normalmente, salvo raras excepciones, no encarnan, matarían por venir a la vida, (ya sé que es una manera un poco tosca de expresarlo). Los que no vienen a la vida no saben lo que es una caricia, un beso, la risa de un niño, el perfume de las flores o la inmensidad del océano. Y nada de eso es sufrimiento. El sufrimiento no lo da la vida, el sufrimiento se lo añadimos nosotros a nuestra vida solamente con una cosa: nuestro pensamiento.
¿Será entonces que no la encontramos porque no sabemos exactamente qué es lo que estamos buscando? Esto parece más probable, porque ¿Sabemos exactamente que es la felicidad?
Algo parece claro, buscamos lo conocido, buscamos aquello que nos han enseñado, buscamos lo que vemos que buscan otros, buscamos lo que la sociedad nos va mostrando cada día, buscamos aquello por lo que tanto han luchado nuestros mayores. Y lo que se encuentra cuando se busca todo esto, es más de lo mismo, es sufrimiento.
La felicidad está claro que no se encuentra en nada de eso que buscamos, ya que sino, muchos serían los que la encontrarían, pero no, no la encuentra “casi” nadie, es una búsqueda infructuosa. Y es una búsqueda infructuosa porque esperamos que la felicidad llegue cuando encontremos la pareja ideal, el trabajo ideal, los hijos ideales, etc., y todo eso, la experiencia de la vida nos dice que no llega a dar la felicidad, y no llega la felicidad porque todo eso es caduco, es incompleto.
Confundimos los estados de alegría, de bienestar, de serenidad, de amor humano, con la felicidad, y la felicidad es algo que dura eternamente porque no se basa en nada caduco, y la pareja, y el trabajo, y los hijos, y la cuenta en el banco, y las vacaciones, son caducos. Pueden durar un mes, un año, o incluso una vida, pero acaban desapareciendo y entonces se nos acaba eso que podíamos denominar como felicidad.
La felicidad es un estado interior, es algo que se encuentra cuando nos sumergimos en nuestro interior, se encuentra cuando conectamos con nuestro corazón, se encuentra cuando dejamos a un lado a los pensamientos y a sus acólitos: los deseos. Y esto, como nadie nos lo ha enseñado, ni es lo que busca el grueso de la sociedad, no es lo que se busca habitualmente. Incluso “los profesionales”: profesores de yoga, meditadores y terapeutas, que parecen estar más cerca de esto, no van, tampoco, mucho más allá de la teoría.
Pero si que hay que hacer lo que esos profesionales predican. Podemos recordar al papa Alejandro VI que decía: “Haced lo que yo os diga, pero no lo que yo haga”.
De cualquier forma, como llegar a ese estado de felicidad, de alegría y de paz interior, no se consigue en dos días, sino que es un trabajo que lleva su tiempo, posiblemente incluso más de una vida. Lo que podemos hacer es aprovechar lo mejor de nuestra vida, aunque sea material, aunque sea caduco. Es bueno acostumbrarse  a estar bien y a ser pseudo-feliz, aunque sea a temporadas, porque es una manera de romper el sufrimiento que la sociedad nos inculca a cada instante.

domingo, 5 de enero de 2014

Siempre hay una salida, ¡No te preocupes!


Comienza a manifestarse la madurez
cuando sentimos que nuestra preocupación
es mayor por los demás que por nosotros mismos.
                                                                           Albert Einstein
Una preocupación es un proceso mental, proceso en el que la mente permanece, casi de manera constante, dando vueltas a un mismo tema, con ínfimas variaciones, y sin querer encontrar una solución.
Es claro que la mente no quiere encontrar ninguna solución, porque si la encontrara, en ese momento, se acabaría la preocupación, y la mente dejaría de tener el control.
En los momentos de preocupación, la persona no tiene ningún poder sobre sí misma, ya que todo el poder lo ostenta, en ese momento, la mente.
La preocupación se alimenta por sucesos acaecidos en el pasado, por problemas presentados en el presente, o por la incertidumbre sobre deseos del futuro.
En cualquiera de los tres casos, la preocupación consume una gran cantidad de energía, afecta de manera negativa al sistema nervioso, mantiene a la persona irritable y malhumorada, y a la mente ocupada hasta el extremo de nublarse completamente, y perder la capacidad de raciocinio, encontrándose fuera de la realidad.
No es necesario decir que darle vueltas y más vueltas a un suceso pasado, no cambia en absoluto dicho suceso, no hay vuelta atrás, no tenemos poder para retroceder en el tiempo. Lo hecho, hecho está. En este caso solo queda la aceptación, asumir el hecho, e integrar la enseñanza.  De la misma manera, obsesionarse con lo que pueda pasar en un futuro, no va a llevar a la persona a buen puerto, y posiblemente afecte negativamente en la consecución del deseo, sobre todo si el pensamiento va encaminado en una dirección negativa. Recordar que energías iguales se atraen.
Para la preocupación generada por problemas del presente, se ha de tener en cuenta que siempre hay una salida para los problemas, por lo que no hay que preocuparse. Mientras dure la preocupación va a ser imposible encontrar esa salida. Es imprescindible que se limpie y se aclare la mente para que pueda dedicarse a la búsqueda de la solución.
No se trata de hacer caso omiso a los problemas. Así es claro que no se van a resolver, de la misma manera que tampoco se van a resolver con la preocupación.
Lo que se ha de hacer es buscar la calma y la serenidad interior para analizar las distintas posibles soluciones y aplicar la mejor para solucionar el problema.
¿Cómo encontrar la calma? La calma se puede conseguir mediante la meditación y mediante la oración, entregando el problema a Dios y pidiéndole iluminación en la búsqueda de la solución. Siempre llega, aunque no lo parezca, o que la solución que llegue no nos agrade. Mientras la persona no se encuentre en meditación o en oración, la mente va a seguir con su proceso de preocupación, por lo que es bueno ocuparla, cuanto más tiempo mejor, en pensamientos conscientes de “alta frecuencia”. Estos pensamientos tienen una doble función: Por un lado ocupan a la mente impidiendo el proceso de la preocupación, y por otro incrementa el nivel de energía en la persona y limpia las energías negativas generadas por los pensamientos de “baja frecuencia” de la preocupación.
Estos pensamientos de “alta frecuencia” son del tipo: “Yo Soy el alma”, “Yo Soy paz”, “Yo Soy amor”, Yo Soy…….. con todo lo bueno que deseas para ti.
Con la mente en calma, va a ser muy fácil encontrar la mejor solución.

sábado, 24 de agosto de 2013

Es la Voluntad de Dios


            Es posible que pise un terreno resbaladizo con esta entrada, pero hace tiempo que ronda por mi cabeza, lo cual es señal de que debía dejar que transitara desde la cabeza hasta el blog. Si no lo hiciera estaría ocupando un espacio en mi mente, sin dejar que otras ideas ocuparan el lugar correspondiente. Así que le pido a Dios toda la iluminación que decida concederme para explicar lo más claro y sencillo posible el batiburrillo de ideas que aparecen en mi mente sobre Su Voluntad, sobre la Voluntad de Dios.
            Estamos cansados de escuchar y de decir “Es la Voluntad de Dios”, sobre todo cuando algo malo sucede, una enfermedad, un accidente, una muerte, etc. Siempre es la Voluntad de Dios. Sin embargo, cuando lo que sucede es bueno, porque toca la lotería, porque se asciende en el trabajo, entonces es cuestión de valía personal o de suerte.
            Y, sin embargo, tanto los sucesos que calificamos como malos, como los que calificamos como buenos, son idénticos, ya que la calificación sólo proviene de nuestra propia apreciación, de nuestra mente, ambos son Voluntad de Dios, porque todo es Voluntad de Dios.
            Llegados a este punto se me ocurre pensar, y seguro que a vosotros también: “Si todo es Voluntad de Dios, ¿Cómo puede ser su Voluntad tantos asesinatos, tantas enfermedades, tantas guerras, tanta miseria, tanta hambre, tanto dolor?
            Con nuestra mente, potentísima, pero infinitamente diminuta comparada con la Mente de Dios, no podemos llegar a entender ninguno de los Aspectos Divinos, y entre estos aspectos se encuentra la Voluntad de Dios. Aunque nos lo explicaran de la manera más clara posible, no lo entenderíamos, porque es como si lo hicieran en un idioma totalmente desconocido para nosotros, o como si explicaran la fuerza de la gravedad a un bebé de dos meses. Es imposible llegar a entender una millonésima parte de la Grandeza de Dios.
            Los seres humanos solo podemos entender desde nuestra mente, e intentamos entender la Voluntad Divina desde el conocimiento que tenemos de nuestra propia voluntad. La voluntad humana es la facultad de decidir y de ordenar la propia conducta, y esta voluntad interviene para tener la fuerza necesaria para realizar una serie de acciones, y conseguir así una meta.
            Pues bien, lo que los seres humanos entendemos por voluntad, no es, para nada, comparable con la Voluntad Divina. La Voluntad Divina, es lo mismo que el Poder Divino, o el Plan Divino, o la Verdad. La Voluntad de Dios es que todos los seres humanos seamos felices, que todos alcancemos la Verdad cuanto antes mejor, pero en contra de lo que es la voluntad humana, en la que se tiene la fuerza para poner todos los medios al alcance de la persona para conseguirlo, Él no va a mover ni un solo dedo, (permitirme que lo exprese de esta manera), para que así sea, porque Su Voluntad es, el respeto por nuestra libertad o por nuestro libre albedrío.
Y, cuando ante hechos que para nosotros pueden ser trágicos y dolorosos, levantamos los ojos cielo y preguntamos ¿Por qué Dios mío?, ¿Por qué a mí?, ¿Por qué ahora?, lo que debemos hacer es conectar con nuestro corazón, aceptar la situación, (que no quiere decir que no pongamos todos los medios a nuestro alcance para que se solucione lo que parece un problema), y decir “hágase Tu Voluntad”, porque la Voluntad de Dios no es más que el reflejo de nuestro propio “plan de vida”.
Tengo que confesar, que esto que tengo tan claro y que me cuesta tan poco explicar, no está integrado al cien por cien en mi, y a veces, también cuestiono las Maneras de Dios, olvidándome que son las mías propias. Afortunadamente, en algún momento del mismo día llega a mí la verdad, y vuelvo a mi centro.
Cuanto sientas lo mismo, cuando creas que Dios te ha abandonado a tu suerte o que es injusto contigo, respira, lleva la atención a tu corazón, y en poco tiempo sentirás la presencia de Dios y como su mano te acaricia dulcemente, dándote a entender de que comprende tu desesperación y de que está a tu lado, esperando que tu dolor se trueque en paz y en serenidad, sabiendo que cuando llegue ese momento te vas a olvidar de Él y de darle las gracias por su compañía.  

 

domingo, 14 de julio de 2013

Ser espiritual


            Escuchaba días pasados en la combi, (transporte urbano en el Cusco), una conversación entre dos mujeres. No es que entrara en sus vidas, es que hablaban lo suficientemente alto, como para que todos los pasajeros escucháramos su conversación. Habría que ser muy sordo para no escucharla. Era una conversación intrascendente, como tantas en los medios de transporte, hasta que un comentario llamó mi atención. Decía una de las mujeres a su amiga: “Pues mi esposo dice que es más espiritual que yo, porque lee muchos libros de autoayuda”.
            Pensé que eso era parecido a decir: “Yo me considero ingeniero porque cada día paso por un puente colgante”, o “Entiendo mucho de arquitectura porque veo libros con imágenes de grandes edificios”.
            Leer libros de autoayuda, lo único que puede dar al lector es más conocimiento sobre la autoayuda, pero nada más. Existiría alguna diferencia si el lector además de leer, pusiera en práctica alguna de las técnicas que esos libros explican.
            Pero esa práctica, no significaría, en absoluto, ser “más espiritual”.
            Todos somos seres espirituales, todos somos hijos de Dios, todos somos una Chispa Divina, todos somos un alma; y no existe una vara de medir, para ver quién es más o menos alma, más o menos hijo de Dios, más o menos Chispa Divina, más o menos espiritual.
            Tan “ser espiritual” es una persona santa, como un asesino. La diferencia estriba en que la persona santa vive desde el alma, a eso se denomina vivir la espiritualidad, y el asesino, y muchísimos más, viven desde la materia, desconectados totalmente del alma.
            Vivir desde el alma, vivir la espiritualidad, es acercarse a las cualidades del alma: Libertad, generosidad, servicio, felicidad, esperanza, amor, humildad, introversión, aceptación, compasión, soledad.
            Cuando nuestra vida es un calco de esas cualidades, podemos decir que vivimos la espiritualidad. Mientras tanto parece más correcto decir que la persona está creciendo, está evolucionando, está expandiendo su conciencia o madurando su carácter.  

domingo, 2 de diciembre de 2012

La mente dual


            La mente es dual. Por un lado se encuentra la Verdad del Alma, y por otro, la creencia del ego. Pero ¿Dónde y cómo están esa Verdad y esa creencia?
            El ser humano está compuesto de una parte física, que se ve, ya que es el cuerpo que conocemos, y una parte energética, que no puede ser vista nada más que por los clarividentes, formada por una serie de capas, que es lo que denominamos el aura.
            La tercera de esas capas que no podemos ver, es el cuerpo mental. Es en el cuerpo mental donde se encuentran la totalidad de nuestros pensamientos. Esos pensamientos, que son como nubecitas de energía, van pasando al cerebro, que es donde se expresa cada pensamiento. Pero en el cuerpo mental no hay un pensamiento, ni dos, hay miles, de todo tipo, y podrían pasar al cerebro para expresarse cualquiera de ellos; sin embargo, casi siempre pasan los mismos pensamientos, ¿Cuáles?, pues aquellos que estamos habituados a tener, ya que hemos establecido el camino por el que circulan.
            Es aquí donde existe esa dualidad. Entre esos pensamientos están los que se engloban en la Verdad del Alma, y los que podemos denominar las creencias del ego.
            La Verdad del Alma está compuesta por aquellos pensamientos que expresan la Unidad con el Todo, la Unidad con Dios, están los pensamientos de Amor, de Paz, de Alegría, de Felicidad, justo todo eso que la humanidad busca desesperadamente. Pero para desgracia de esa humanidad, esos pensamientos son difíciles de expresar porque los pensamientos de la creencia del ego, al ser una creación del mismo ego, tienen muchísima más fuerza que los primeros, llegando al cerebro una y otra vez, consiguiendo que la persona viva obsesionada por todos esos pensamientos que desfilan por su cerebro sin ningún tipo de control. ¡El ser humano es tan débil!
            Ya sabemos que el ser humano es justo aquello que piensa, somos un producto de nuestros pensamientos. ¿Qué pasaría si en vez de mantener en nuestra mente los pensamientos habituales, de dolor, de división, de separación, de tristeza, de desgracia, de envidias, de críticas, de pobreza, de carencia, de deseos, etc., que son la creencia del ego, tuviéramos pensamientos de alegría, de paz y felicidad, que son las verdades del alma? Pues, sencillamente, que el ser humano aparcaría su dolor, para vivir una vida plena de amor y felicidad, pero no durante algún momento de su día, viviría esa vida plena de manera permanente.
            Conseguir cambiar esos pensamientos, es fácil y difícil a la vez. Es fácil, porque solamente se trata de cambiar el pensamiento, es difícil porque tenemos que establecer un nuevo camino entre el cuerpo mental y el cerebro, y para eso es imprescindible la voluntad. Es difícil, también, porque significa circular en sentido contrario al que circula toda la sociedad, mientras la sociedad circula en un sentido, aquel que quiera cambiar el pensamiento, va a circular en sentido contrario, con el peligro que eso conlleva. La persona que empieza a trabajarse ella misma y comienza a cambiar el pensamiento, equivale para el rebaño social, a un loco, a militar en una secta, a ser raro, a un sinfín de cosas más. Pero, ¡Qué importa!, que se queden criticando mientras viven su infelicidad, y vivamos nosotros la felicidad.
Establecer ese nuevo camino supone “ser consciente” de todo aquello que va llegando al cerebro para sustituir de manera consciente cada pensamiento del ego, por los pensamientos que nos acercan al alma: Yo Soy el Alma, Yo Soy uno con todos, Yo Soy felicidad, Yo Soy abundancia, Yo Soy salud, etc. Mantener la conciencia en esto, es un trabajo arduo, que puede ir decreciendo con el paso de los días.
Una buena manera de recordarlo, es ir colocando pegatinas por la casa, en la que aparezca un recordatorio, por ejemplo: “estoy tratando de conectar con mi Alma”. 

domingo, 18 de noviembre de 2012

Si quieres dominar algo, enséñalo.


Si quieres conocer algo, léelo.
Si quieres aprender algo, practícalo.
Si quieres dominar algo, enséñalo.
Yogui Bhajan. 

            No enseñamos, únicamente, cuando nos colocamos delante de un grupo de personas para dictar una lección o para explicar algún tema. Estamos enseñando, y aprendiendo constantemente, cada segundo de nuestra vida. Todos somos a la vez maestros y alumnos, con cada palabra y con cada acción, con las que vamos interactuando en nuestro vivir diario.
            Cada vez que expresamos miedo, enseñamos el miedo; cada vez que criticamos, enseñamos la crítica; cada vez que atacamos, enseñamos el ataque: cada vez que amamos, enseñamos a amar; cuando vivimos en paz, enseñamos la paz; cuando servimos a otros, enseñamos la caridad.
            Enseñamos con cada acción de la vida, pero a la vez que enseñamos, estamos afianzando y dominando dicha acción en nosotros mismos. Cada vez que se actúa con ira, la ira se hace más fuerte en nuestro interior; cada vez que se actúa con temor, el miedo se fortalece.
            Todos en conjunto, formamos nuestra sociedad, por lo tanto, ¿Qué es lo que puede enseñar la sociedad?, es muy claro, la sociedad enseña el compendio de las enseñanzas de cada uno de sus miembros: separación, lucha, ataque, que dirán, etc., etc. Pocos son los maestros que enseñan amor, serenidad, caridad, benevolencia, paz; y son tan pocos, que la sociedad ni se inmuta. Incluso muchos de sus miembros les tachan de locos, de sectáreos y peligrosos para la propia sociedad.
            Y curiosamente, son esos mismos miembros de cada sociedad, los que se escandalizan y se rasgan las vestiduras cuando conocen, por los medios de comunicación, (que son la representación más genuina de los valores más paupérrimos de la sociedad), las acciones de la guerra emprendida por dirigentes enfermos,  o conocen feminicidios y maltratos; pero no se escandalizan, en cambio, cuando permiten ver, y por lo tanto aprender, a sus hijos, en esos mismos medios de comunicación,  como se encumbra el despilfarro, como se ensalza a los analfabetos, como se idolatra a falsos ídolos, como tienen de ejemplo a gentes que su único mérito es la ignorancia, la avaricia, el engaño, o la promiscuidad.
            Por lo tanto, ya que no podemos dejar de enseñar, porque es una faceta inseparable de nuestra vida, y tampoco podemos dejar de aprender y fortalecer nuestras propias enseñanzas, ¿Por qué no somos un poco más selectivos, y elegimos nuevas enseñanzas?, por ejemplo, aquellas que nos lleven a descubrir cómo se vive en paz, cómo se vive la felicidad, y cómo se vive el amor. Podemos escuchar a esos “locos”, que otros tratan de sectáreos, y poner en práctica sus enseñanzas. ¡A lo mejor tienen razón!
 

domingo, 11 de noviembre de 2012

Santa Bárbara bendita.


Nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena, de la misma manera que levantamos la vista al cielo suplicando, casi exigiendo, ayuda a Dios cuando tenemos algún problema, y casi nunca parece que obtenemos respuesta o ayuda. Aunque realmente, sólo lo parece, ya que Dios sabe de nuestro problema, incluso antes de que aparezca, y siempre nos va guiando, aconsejando, recordando. Lo que pasa es que la Voz de Dios es siempre débil en nosotros. Es tan fuerte la voz del ego que no nos permite escuchar ninguna otra voz, y mucho menos la Voz de Dios que es como un débil susurro en medio del fragor de la batalla de la mente.
¿Qué hacer, entonces, para encontrar ayuda a nuestros problemas? Con tanto ruido en nuestra mente, es claro, que levantar la vista al cielo y suplicar a Dios no es suficiente, hablar o escuchar no es suficiente, asistir a cursos o talleres no es suficiente, leer no es suficiente, incluso meditar tampoco lo es. ¿Qué hacer?
Desde pequeños vamos desarrollando una mente dual. Por un lado anida en ella la Voz de Dios, o la Voz del Alma y, por otro lado, va creciendo y haciéndose cada día más fuerte, la creencia del ego. Tan fuerte llega a ser la creencia del ego, que arrincona, cada vez más, a pasos agigantados, a la Voz del Alma.
En esas condiciones, es normal que todo lo que escuchemos en nuestro interior sea nuestra propia voz, ya que es nuestra propia creación, fruto de nuestras creencias y de los condicionamientos sociales enseñados por nuestros educadores, que determinan, la madurez o inmadurez de nuestro propio carácter, que es el guía de nuestro pensamiento, de nuestra palabra y de nuestras acciones.
Para no tener que levantar la vista al cielo cada vez que nos acosa algún problema, lo mejor sería no permitir que  se presentara el problema, pero como eso, parece una misión imposible, sólo nos queda encontrar la fórmula para sobrevivir al problema, la fórmula para sobrevivir a la vida. Aunque si encontramos la fórmula para sobrevivir al problema, podríamos ir más allá, y utilizar la fórmula para conseguir, de una vez y para siempre, la paz interior, la serenidad y la felicidad.
La fórmula que nos va a permitir todo eso, es simple. Sólo tenemos que ser conscientes de la dualidad de la mente: Queremos sentir a Dios, pero nos falta voluntad y coraje para separarnos de nuestra propia creación, el ego.
Si conseguimos ser conscientes de la dualidad de la mente, sin dejarnos arrastrar por nuestra arrogancia y nuestras propias contradicciones, habremos dado un gran paso, el primero. En ese paso, el ego comienza a debilitarse, abandona la lucha, que es justamente lo que le hace fuerte, y así estaremos en condiciones de dar el siguiente paso. El segundo paso es “elegir” la otra Voz que aparece en la mente, la Voz de Dios. Únicamente con la elección, la Voz comienza a fortalecerse, a la par que se debilita la voz del ego.
Después de esto sólo es necesaria la voluntad para no ceder al chantaje que, de buen seguro, va a presentar el ego. De aquí, a escuchar la Voz del Alma, será “coser y cantar”.

sábado, 10 de noviembre de 2012

La carrera de la vida


            En un momento del tiempo, el alma decide su vuelta a la materia para retomar su aprendizaje, en el mismo punto en que quedó al finalizar su encarnación anterior, y se reúne con los Señores del Karma para terminar de organizar la que será la nueva vida: El lugar de nacimiento, la familia, los amigos, los diferentes encuentros, el Karma a liberar, el aprendizaje a recibir o la enseñanza a realizar.
            Y para eso, de la misma manera, que una vez en la Tierra el cuerpo elige el vestido adecuado para salir a la calle, el alma elige la vestimenta adecuada para el trabajo a realizar, y se reviste de materia, con forma de hombre o de mujer.
            Durante mucho tiempo he pensado que era una pérdida de tiempo inútil todo el tiempo que tardábamos en crecer, desde nuestro nacimiento hasta la edad adecuada en la que comenzamos a poder ser conscientes de la vida, pero ahora sé, que ese es también un tiempo de experiencia para el alma, un tiempo de aprendizaje total, un tiempo en el que permitimos a otros, casi siempre nuestros padres, para que liberen parte de su Karma, un tiempo para liberar Karma propio.
            La vida es como una carrera de obstáculos que vamos corriendo por diferentes pistas a la vez. Es como si en una carrera fuéramos el mismo corredor por las diferentes calles, y en cada una de ellas, vamos avanzando en todas las experiencias que el alma ha decidido vivir en la presente vida.
            Cada calle podría tener un nombre, aunque siempre distinto para cada persona: En una calle avanzamos para trabajar la voluntad, en otra la paciencia, en otra el orgullo, en otra……., etc., etc. Y es claro que en todas las pistas no vamos a llegar a la par, podemos avanzar rápidamente en unas y más lentamente en otras, podemos finalizar la carrera en unas y casi no comenzar en otras.
            La carrera finalizada, perdurará por siempre, será un aprendizaje aprendido para toda la eternidad; y aquellas otras que queden pendientes volverán en nuestra mochila en la próxima encarnación. Ninguna va a quedar en el olvido.
            Todos vamos a completar todas las asignaturas, unos antes, otros después. Y teniendo en cuenta los obstáculos con los que nos encontramos, ¿Por qué tratamos de pasarlos todos cuanto antes? 

jueves, 7 de junio de 2012

Basta de busqueda


Siempre nos han enseñado a ser alguien, y si puede ser más que los demás, ¡mejor! Nos han enseñado a ser un macho, a ser femenina, a ser ingeniero, a ser….., a ser…., a ser…. Desde siempre, desde pequeñitos.
Siempre nos han enseñado a compararnos con algún modelo, en los estudios, en el trabajo, en la vida, en la relación. Por lo tanto, si tenemos que compararnos con alguien, es claro que siempre hay alguien mejor que nosotros, siempre hay alguien a quien imitar, siempre hay alguien a quien admirar, siempre hay alguien a quien idolatrar, SIEMPRE QUEREMOS SER COMO ALGUIEN, PORQUE ESO ES LO QUE NOS HAN ENSEÑADO. Y cuando no somos como ese alguien somos infelices, tristes, reprimidos.
Nadie nos ha enseñado lo que es el amor, ese amor que no se extingue y como conseguirlo, nadie nos ha enseñado lo que es la paz mental y como conseguirla, nadie nos ha enseñado lo que es felicidad duradera y como conseguirla. Nadie nos ha hablado nunca de la mente, de su poder, de su capacidad magnética, de su capacidad de atracción. Nadie nos ha dicho que podemos conseguirlo todo y, claro, como no estamos entrenados nunca conseguimos nada. Y como no estamos entrenados para conseguir las cosas de manera fácil, nos pasamos la vida persiguiendo, persiguiendo ideales, persiguiendo imposibles, persiguiendo deseos. Nos pasamos la vida imitando a los modelos de vida, sin saber que esos modelos de vida también persiguen a otros modelos, porque tampoco nadie les ha dicho que ya son perfectos, que no necesitan “maestros”, ni “guías”, ni “gurús”.
Nadie nos ha dicho que estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, y si nos lo han dicho, no lo hemos entendido porque lo han hecho con la boca pequeña. Estar hechos a imagen y semejanza de Dios quiere decir que no necesitamos crear nuestra propia imagen, que no necesitamos máscaras, que no necesitamos engañar ni fingir, porque ya tenemos una imagen, nuestra imagen, la de siempre, la imagen de la divinidad porque somos seres divinos. Estar hechos a imagen y semejanza de Dios quiere decir que no tenemos que agradar a nadie, que sólo tenemos que amarlos. Estar hechos a imagen y semejanza de Dios quiere decir que no tenemos que juzgar a nadie, que sólo tenemos que ayudarlos. Estar hechos a imagen y semejanza de Dios quiere decir que todos somos hermanos porque todos somos sus hijos.
Está claro que nos han enseñado mal. Pero nunca es tarde para darse cuenta y después rectificar. Ahora tenemos que desaprender lo aprendido. Es momento de dejar de perseguir maestros, es momento de dejar de imitar, es momento de convertirnos en nuestro propio maestro, es momento de convertirnos en nuestro propio Dios.
Es momento de apreciar y disfrutar de esa soledad de la que huimos como la peste. Necesitamos gente a nuestro alrededor, necesitamos a nuestros aduladores y a nuestros adulados, necesitamos ruido. Sin embargo, lo importante, lo realmente importante, lo hacemos solos. Nacemos solos, morimos solos, y nuestros sufrimientos y alegrías las sentimos en la soledad de nuestro cuerpo, aunque podamos explicarlo y compartirlo, nunca podrán sentirlo. No nos han enseñado que la soledad es uno de nuestros mayores poderes, de nuestros dones, porque es el camino de acceso a nuestra paz interior, a nuestra fortaleza interior, es el camino de acceso a nuestra alma.
¿Cómo desaprender lo aprendido?, ¿Cómo encontrar en ti a tu maestro?, ¿Cómo vivir a Dios en tu interior? Solamente hay una manera: Meditando