El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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martes, 21 de febrero de 2023

Una manera de desperdiciar la vida

 


          ¿Quién ha dicho a nadie que su misión en esta vida sea ejercer de juez, ejercer de crítico, o ejercer de comentarista de la vida del resto del mundo?  Posiblemente, nadie y, sin embargo, existen muy pocas conversaciones en las que no se juzgue a alguien, o no se le critique, o no se opine sobre lo que sería mejor para la vida de esa persona.

          Cualquier juicio, cualquier opinión, cualquier crítica, no es más que un reflejo de la propia persona, no es más que un reflejo de sus pensamientos, no es más que un reflejo de sus creencias.

          Pero, los pensamientos y las creencias de cada uno, ¿por qué han de ser aplicables al resto del mundo? Los pensamientos y las creencias de las personas no son más que una manifestación de su nivel de evolución, no son más que una manifestación de su carácter, y en ningún caso sirven para ninguna otra persona, porque cada persona está en un nivel de evolución determinado, cada persona vive una circunstancia específica en su vida, distinta a cualquier otra.

          Para que se termine el juicio, la opinión y la crítica, sólo hay que aplicar una regla: el respeto. Cuando se respeta se acepta, y ante la aceptación todo está bien. Cualquier cosa que haga cualquier persona, ha de ser aceptado y respetado, porque es algo que pertenece a su vida, a su aprendizaje y su evolución.

          Te propongo un ejercicio sencillo, dedica un día a vivir sin juzgar, sin criticar y sin opinar lo que hagan los demás, a mirar con otros ojos, a respetar y aceptar cualquier cosa que hagan las personas de tu entorno, a colocarte en su lugar.

Ni tan siquiera tienes que comprender, solo respeta y acepta.

          El respeto y la aceptación es entrenamiento y práctica. Si cuando estés inmerso en ese trabajo de aceptación surge la crítica, no te enfades contigo.

      Si la crítica ha sido mental, pide perdón, mentalmente, y comienza de nuevo, observando lo mejor de la persona, focalizando tu atención en sus cualidades. Con la práctica, te acostumbrarás a observar las acciones de los demás como observas un día de sol, o las flores, o el vuelo de los pájaros, sin que te afecte lo más mínimo.

          Cuando consigas incorporar a tu vida el respeto y la aceptación, vas a sentirte libre, ya que el ejercer de juez, permanentemente, es agotador.

Dedica la vida a vivirla, no a vivir la vida de los demás. La vida es plenitud, y cada segundo que intentas vivir la vida de los demás dejas de vivir la tuya, dejas de vivir un segundo de tu tiempo que no volverá a repetirse. Conviertes tu vida en una vida incompleta y la vida es demasiado hermosa y, sobre todo, demasiado corta, para desperdiciarla, aunque sólo sea un segundo. Desperdiciar la vida juzgando, opinando o criticando a otros es, además, un trabajo insulso, ya que ese otro al que estás juzgando, es seguro que va a seguir viviendo su vida tan feliz, sin enterarse de tus críticas o pasando de ellas, porque sencillamente no las necesita; estás desperdiciando tu vida para nada.

Empieza ahora a mirar con otros ojos, empieza ahora a aceptar y a respetar, no esperes a mañana, no desperdicies más tu vida.

viernes, 27 de enero de 2023

¿Una o dos vidas?

 


Capítulo XVI. Parte 2. Novela "Ocurrió en Lima"

Por primera vez estaba a solas con Indhira, sin prisas. Era ese momento, cuando los niños duermen, en el que las parejas consolidan su amor, explicándose, no solo lo obvio de su jornada, sino, también, sus emociones, sus sentimientos, sus dudas, sus expectativas y sus miedos.

-    Iba a explicarle a Indhira mi pérdida de memoria. Lo tenía claro- ¿Sabes para qué hizo su aparición Ángel en Miami?

-    Ya me dijiste, -contestó Indhira- para recordarte lo importante que es vivir con atención.

-    No sé muy bien si esa era la verdadera razón. La verdad es que cuando apareció yo estaba buscando la consulta de algún neurólogo.

-    ¿Un neurólogo?, ¿para qué?, -preguntó Indhira con cara de preocupación.

-    Estoy sin memoria. No me acuerdo de la última parte de mi vida y lo que me dijo Ángel es que estaba bien y lo que me estaba ocurriendo era algo pasajero, parece ser, que programado por “ellos”.

-    ¿Qué te estaba ocurriendo?, ¡no me asustes!, -Indhira seguía preocupada.

-    Escucha cariño y no te asustes.

>> El lunes cuando me levanté lo hice en una cama desconocida, en una habitación que no era la mía, en una casa extraña, durmiendo contigo, yo que creía estar soltero y, con dos hijos, a los que veía por primera vez, siendo, además, el presidente de la empresa de tu papá.

>> El último recuerdo que tengo fue nuestra cena en la pizzería, cuando nos encontramos con Pablo, Diana y el resto de compañeros, que luego comenzaron a trabajar en la empresa en el nuevo departamento de informática.

>> Lo primero que me dijo Ángel fue que no hacía falta que fuera a un neurólogo porque no tenía ningún problema físico.

>> Debe de ser una cuestión espiritual.

-    Y ahora, ¿has recuperado la memoria o sigues igual?, -se interesó Indhira con la misma cara de preocupación.

-    Sigo igual.

-    ¿Cómo lo has hecho en la reunión?, y ¿el regalo de los niños, que ha sido justo lo que querían?, y, ¿estar aquí?, si no llegas a decirme, no había notado nada raro. Estás como siempre.

-    Pablo me ha puesto al corriente, primero de lo más importante para la reunión y, después, para la empresa. Incluso, me explicó como había sido mi vida contigo, de lo que él conocía, en estos años.

>> Los regalos ha sido cosa de Ángel que estuvo conmigo, toda la mañana, y me dijo que querían los niños y estar aquí ha sido fácil, porque te amo con locura y he sentido que a los niños también. Esto es lo que siempre había soñado: Tener una familia como la que tenemos.

>> Me temo que hasta que me vuelva la memoria, que será cosa de días, según me comentó Ángel, vas a tener que hacer uso de toda tu paciencia y no dejarme solo, porque habrá personas que han aparecido en este tiempo que se supone que conozco y no sabré ni su nombre. Por ejemplo, tu familia. Solo conozco a tu papá de dos reuniones, pero a nadie más y me tendrás que ayudar en el trato con ellos.

>> A no ser, que les contemos lo que te estoy contando a ti. ¿Qué te parece todo?

-    Y, desde que te levantaste el lunes, ¿te acuerdas de todo?, -Indhira seguía preocupada.

-    Me acuerdo de todo. Igual que de mi vida anterior. Se ha borrado mi memoria desde la noche en que estuvimos cenando en la pizzería hasta que me desperté el lunes. Eso está en blanco, para mí no existe. Pero, ¿qué hacemos?

-    No lo sé. Pensemos. -Indhira estaba tan confundida, además de preocupada, como lo estaba yo el lunes cuando desperté sin memoria- Al resto de la familia los veremos el domingo en el almuerzo, pero papá seguro que mañana te visita en la oficina. Está como loco con esta ampliación y querrá conocer los detalles.

-    Solo dime como le trato y como le llamo, porque del tema de la ampliación creo que no tendré problemas para ponerle al día. Además, Pablo estará pegado a mí toda la mañana. Ya hemos quedado en eso.

Para no preocupar a la familia decidimos no contarles nada. Si todo iba a ser como había pronosticado Ángel, de que en unos días volvería a recuperar la memoria, no merecía la pena hacerles partícipes de algo que, según Indhira, iba a ser motivo de preocupación.

En las siguientes horas mi esposa me fue poniendo al día de todo lo que, se supone, tenía que saber. Me habló de todos y cada uno de los miembros de la familia. De sus nombres, de su aspecto, de sus gustos, de sus aficiones, del grado de afinidad y complicidad que cada uno de ellos tenía conmigo. Parece ser que la afición de Giuliano, mi cuñado, por la informática había hecho que fuera el más cercano a mí de toda la familia. Con los demás me llevaba muy bien, según Indhira.  Tenía fama de escuchador silencioso, por lo que si hablaba poco y escuchaba mucho estaría en mi papel.

Mientras Indhira hablaba contándome los pormenores de todo lo que, se supone, debía de saber, me daba la sensación de viajar de una persona a otra instalado en la melodía de su voz. Me sentía enamorado. La amaba como no recuerdo haber amado, ni tan siquiera a mis padres, porque el amor que sentía por ella era un amor completo, un amor total. 

miércoles, 18 de enero de 2023

La rueda de la vida

            


            Cualquier causa, sea de pensamiento, de palabra o de acción, lleva implícito un efecto. Y lo mismo da que esa causa sea un buen o un mal pensamiento, una buena o una mala palabra, una buena o una mala acción. En todos los casos genera un efecto.

Si detrás de esa causa existe un deseo, ya sea consciente o inconsciente, ese efecto es el karma.

Mientras exista el karma nos mantendremos atados a la rueda de la vida, (nacer y morir). Cuando ya no exista deseo, se acaba la rueda del karma. 

miércoles, 11 de enero de 2023

Amigos leales

 


Capítulo XV. Parte 13. Novela "Ocurrió en Lima"

>> Y, cambiando de tema, ¿qué tal tu encuentro con Pablo que es amigo tuyo desde hace mucho tiempo? –se interesó Ángel.

-    Uno de los atributos de la amistad es la lealtad y Pablo ayer me pareció de una lealtad inquebrantable. Gracias a él estoy capeando, con bastante dignidad, mi falta de memoria. No sé lo que pasará mañana cuando esté en casa con Indhira y con los niños. Pero no tengo miedo. Si no soy capaz de controlar la situación le contaré a Indhira la verdad sobre mi estado.

-    Si, -reconoció Ángel- es un gran amigo. Y, en cuanto a tu situación en casa, creo que saldrás airoso de la situación. Hablarle a tu esposa de tu falta de memoria solo depende de ti. Haz lo que creas que debes de hacer.

-    Dios te oiga, -y, de inmediato, caí en la cuenta de con quién estaba hablando- ¡uy!, perdón ya sé que te oye.

-    Y a ti también te oye. Dios escucha siempre y escucha a todos.

Por un momento seguimos caminando en silencio hasta que recordando a Pablo y a Diana le comenté a Ángel:

-    Me gustaría poder ayudar a Pablo. Parece que no está pasando por su mejor momento.

-    ¿En su matrimonio?, -no sé por qué preguntaba Ángel, seguro que lo sabía todo.

-    Sí. Creo que los amo a los dos, tanto a él como a Diana y por lo que me ha comentado están pasando por una crisis. Imagínate que él se quiere venir a trabajar a Miami dejando la gerencia de la empresa. En mis condiciones actuales creo que no tengo la información necesaria para poder ayudarles, ¿Qué opinas?

-    Que no necesitas más información que la que tienes. En realidad, se aman, pero les falta diálogo. El diálogo en la pareja es como el agua para las plantas. De la misma manera que la planta necesita el agua para vivir, la pareja necesita el diálogo para mantenerse viva, para mantener la ilusión, para saber uno de las necesidades de otro, para entenderse, para conciliar, para evitar suposiciones, para dialogar sobre sus sentimientos, sus ideas, para visibilizar los desacuerdos y para alcanzar los objetivos compartidos.

>> En esta pareja los dos quieren lo mismo, un hijo, pero no parece que estén dispuestos a trabajar por lo que desean. Esperan que llegue del cielo como llega el agua de la lluvia.

-    Eso es lo triste, que se aman y están dispuestos a echarlo todo por la borda. Cuando Pablo me contaba la historia, le dije que en cuanto llegáramos a Lima despediría a Diana y así se acababa el problema, ¿qué te parece?, -quise saber la opinión de Ángel.

-    No parece una buena idea. Creo que lo mejor sería que hablaras con Diana, que es algo que nadie ha hecho y escuchar que tiene que decir, para saber cuáles son sus sueños, y que espera hacer para conseguirlos. Seguro que así tendrás la información completa. Y a ti te va a hacer mucho caso.

Teniendo en cuenta que había quedado con Pablo para almorzar caminamos de vuelta al hotel. Había sido una mañana agradable en la que pude entender la razón de mi estado.

-    Antes de llegar, Ángel me hizo un recordatorio. ¿Recuerdas que te dije cuando te hablaba de las condiciones para incrementar el amor por uno mismo, el día que nos encontramos en el Malecón, por primera vez, bajo la garúa?

-    Creo que una de las cosas que dijiste fue que tenemos que vivir con atención, ¿te refieres a eso?

-    Correcto. Porque esa es la razón de que estemos ahora aquí, tú sin memoria y yo recordándote sucesos.

>> La vida es atención. Cuando pierdes la atención estás perdiendo la vida. Dios no quiere que seas ingeniero, ni que trabajes mucho. Dios quiere que te diviertas, que trates a todos como si fueran Él. Y si no puedes conseguirlo imagina que eres tú a quien tratas. Permanece atento. De esa manera tendrás muy claro de dónde vienes, para no volver sobre tus pasos. Recuerda que vienes del miedo y le has vencido gracias al amor. No lo olvides.

>> Nos encontraremos en Lima con tu memoria intacta. Feliz viaje de regreso a casa.

martes, 10 de enero de 2023

¡Qué mala suerte!

 


¡Qué mala suerte tienen muchos bebés humanos!, que sus modelos no saben que todos somos seres divinos y que, como seres divinos, todos somos iguales, que no hay diferencia de sexo, ni de raza, ni de color, ni de religión.

              ¡Qué mala suerte tienen muchos bebés humanos!, que sus modelos no saben que no hay líneas divisorias en la Tierra, que las banderas son trapos ideados por los humanos, que la Tierra es de todos, que los recursos son de todos.

¡Qué mala suerte tienen muchos bebés humanos!, que sus modelos no saben que también son seres divinos y no pueden enseñarles a ellos a vivir su divinidad.

Sé que no existe la suerte, que es una elección, pero se lo haríamos más fácil si los que somos sus modelos, y sabemos de nuestra divinidad, defendiéramos la divinidad y la igualdad en cualquier foro, sin rubor y sin vergüenza.

 

Claves para cambiar la sintonía de la propia energía


 

Claves para cambiar la sintonía de la propia energía:

Ser sinceros y honestos: En la sinceridad y la honestidad se igualan los pensamientos, las palabras y las acciones. Ya no hay inconsistencia, ya no hay falsedad.

Evitar el auto-engaño: Hay que permanecer alerta de manera permanente. La mente utiliza millones de estrategias para convencerte de que lo estás haciendo bien.

Discernir lo verdadero de lo falso: Casi todo lo que presenta la sociedad, es ilusión, es falso, es un sueño, porque sólo es un reflejo de las propias mentes que conforman esa sociedad y, en esas mentes, solo hay cabida para la desigualdad, para el egoísmo, para la desunión. Políticos y religiosos se encargan de fomentar la desigualdad y la desunión, inculcando falsos valores sobre la patria o la religión. Los verdaderos valores son la unión, la hermandad, la solidaridad o el amor. Nuestra patria es el Universo, nuestro idioma es el Amor, nuestro Dios es el mismo para todos, y se encuentra tanto en la catedral, en la pagoda, en el castillo y en la choza, como en el corazón de todas las personas.

Abandonar la pereza: El crecimiento interior y el fortalecimiento del carácter, no lo va a dar nadie más que uno mismo con su propio trabajo interno. Ni libros, ni gurús, van a hacer que se avance ni un ápice en el propio crecimiento. Hay una cita que dice: “El maestro abre la puerta, pero es el alumno el que ha de traspasar el umbral”.

Aceptar la vida tal cual es: Aceptar los obstáculos, aceptar las crisis, aceptar los desafíos, porque son, gracias a ellos, como vamos a avanzar y a crecer, son ellos los que fomentan la conexión con nosotros mismos y con Dios. 

Selecciona a las personas con las que te relacionas: Hay mucho fariseo, hay mucho charlatán, que por mucho que se anuncien, están muy lejos de la Luz. Recuerda: ¡Por sus hechos los conoceréis!, mucho más que por sus palabras. Para evolucionar es bueno encontrar a personas que estén vibrando en un nivel alto de evolución, no que ellos digan que están vibrando en tal o cual sintonía. Obsérvalos, observa sus acciones, observa su amor, observa su caridad, observa su falta de juicios, observa su honestidad, observa su solidaridad. 

Practica la humildad: En nuestro nivel, ninguno de nosotros está exento de vanidad. Posiblemente sea una de las mayores batallas que todos tenemos que librar, en mayor o menor medida

No explotar a nadie, no manipular, no especular: Respeta a cada persona como te gustaría que te respetaran a ti. Respeta su proceso. Ni tan siquiera les ayudes, si no desean la ayuda. Ten en cuenta una máxima: Trata a todos como te gusta ser tratado.

 

martes, 27 de diciembre de 2022

La aventura de la vida

 


         La vida nos va enviando mensajes para poder seguir, con la menor dificultad posible, la ruta idónea por la que transitar en esta apasionante aventura que es la de encontrarse dentro de  un  cuerpo.

          Es bien cierto que sería, muchísimo, más fácil si el cuerpo dispusiera de un manual de instrucciones como el que acompaña a cualquier artefacto que se precie, aunque también es posible, que de existir el manual no lo leyéramos como hacemos con tantos y tantos manuales de instrucciones que pasan por nuestras manos.

Pero no, hemos llegado sin manual, y todo el aprendizaje ha de hacerse en base a imitar, como los monitos, el hacer de otros que llevan tiempo viviendo la aventura o, utilizando el conocido método de la prueba y el error o, y esto es lo novedoso, novedoso porque nadie nos lo enseña, el escuchar los mensajes que va enviando la misma vida y tratar de seguir esas instrucciones, no escritas, pero si sentidas.

Es muy didáctico sentarse en la puerta de la vida y ver cómo van desfilando el resto de vidas que te acompañan en esta aventura por delante de ti. Es entonces cuando se es consciente de la gran disparidad de vidas que pueden coexistir. Tantas como seres, tantas como almas encarnadas. Y es sorprendente comprobar como ante idénticos acontecimientos cada vida reacciona de diferente manera, ya que cada persona lo percibe, lo piensa y lo siente de diferente manera, en función de su evolución y de su madurez. En definitiva, lo vive en función del punto en el que se encuentra en su camino hacia Dios y, por lo tanto, es más que probable que no sirva la misma solución para problemas que parecen similares.

Aunque se puede recetar o aconsejar la misma receta para solucionar problemas idénticos, está claro, y la experiencia nos da infinidad de pruebas, de que la misma solución no sirve para solucionar lo que parece un mismo problema, por la sencilla razón de que el problema varía en múltiples formas cuando se vive por una u otra persona.

Pero hay una receta que no falla, es el mensaje que el alma hace llegar al cuerpo que la alberga. El alma sabe la razón por la que la persona está viviendo uno u otro acontecimiento, sabe cuando liberarse de él y cómo hacerlo. Solo hay que escuchar esos mensajes del alma, sin embargo, por múltiples razones, esos mensajes parece que no llegan a su destino.

O, puede ser que sí lleguen, pero que no se escuchen, porque no se está acostumbrado a escuchar el “siseo” del alma. ¡Habla tan bajito! que cuesta escuchar. Y si, por casualidad, escuchamos, podemos no hacer ningún caso porque parece que una nueva locura ha atravesado por nuestro cerebro. Porque el “siseo” del alma suele ser eso que denominamos intuición y no estamos acostumbrados a seguir las intuiciones, que no son otra cosa que los dictados del corazón, que es quien traduce los “siseos” del alma.

Lo mejor es sentarse en silencio, sin hacer, sin pensar, solo respirar, solo ser, solo estar. Y así parecerá que los siseos se acrecientan hasta parecer gritos, y a la persona no le va a quedar más remedio que seguir la ruta que los gritos van marcando.   

domingo, 25 de diciembre de 2022

Navidad 22: Es dando que se recibe

 


Domingo 25 de diciembre 2022

 

Hoy es Navidad y el Niño Jesús, en su infinita magnanimidad, me ha concedido un maravilloso presente: ¡no tengo que cocinar! Por lo tanto, tengo la mañana libre. Y va a ser una larga mañana que comenzó a las cinco, cuando apenas comenzaba a despuntar el día.

Normalmente es la hora en que me levanto cada día, pero, teniendo en cuenta que se alargó la Nochebuena, entre la cena, sencilla pero larga, lavar los trastes de cocina y envolver los regalos que el Señor Noel iba a dejar al pie del árbol, me acosté un poco tarde. Contaba con que nuestro hijo que, también, se acostó tarde, para lo que suele hacer cada día, se despertara a inspeccionar los regalos sobre las siete.

Pero no. A las cinco sentí algo en mi mejilla. Era Eduardo que me despertaba con un beso muy suave, mientras me decía, ¿papá, tú crees que ya podremos asomarnos a la sala a ver si Santa nos ha dejado algún presente? Y, ¿qué podía hacer?, teniendo en cuenta que es uno de sus mejores días en el año, y que espera, con ilusión, desde hace 364 días. Pues complacerle y levantarme, no sin antes decirle que despertara con suavidad a su mamá, para de esta manera, los tres, poder disfrutar de la sorpresa.

Una mañana tan larga, hay que aprovecharla, y así, después de muchos días he podido sentarme, delante de la computadora, a escribir las cosas que suelo escribir en mi diario que, además, como saben los amigos que se asoman por aquí, suelen ser bajanades.

Mientras me limpiaba las babas que me iban cayendo o me secaba las lágrimas que, también, asomaban a mis ojos, viendo saltar de alegría a mi hijo con su nuevo juego de Nintendo o disfrutar hojeando uno de los libros que se ha encontrado bajo el árbol, he pensado que solo por momentos como estos merece la pena vivir la vida.

Aunque parezca una tontería eso que digo de que merece la pena vivir la vida, no lo es tanto, teniendo en cuenta que mi pensamiento, desde hace ya muchos años, es que la vida me parece muy monótona e, incluso, injusta, por lo que pienso, con mucha frecuencia, el alivio que debe suponer morir para irse al otro lado de la vida.

Sin embargo, sentir el amor y el mimo con que me ha despertado mi hijo para ir a ver los regalos, cuando él mismo podía haberlo hecho, sin contar con nosotros que dormíamos a pierna suelta, sentir su emoción y disfrutar su alegría, han hecho que dé gracias por estar vivo.

He sido, entonces, consciente, de que para que todo eso se haya dado han sido necesarias dos cosas: Una estar vivo, y la otra “dar”, “comprender” y, sobre todo, “amar”.

Si a las cinco de la mañana, sin apreciar su amor y su cuidado al despertarme y sin entender su ansiedad, le hubiera dicho que no, que aún era muy temprano, el ambiente del día habría sido diferente, y no habría disfrutado como lo he hecho.  

Mi enseñanza para esta Navidad ha sido ser consciente de una frase que todos conocemos: “Es dando que se recibe”. La vida no es esperar “recibir”. La vida es “dar”. Dar a manos llenas, dar con el corazón, vivir desde el alma. Y ese dar, no se refiere, solo, a cosas materiales. Es tan o más importante dar comprensión, dar alegría, colocarse en el lugar del otro. En definitiva, amar.

Está siendo una gran Navidad. ¡Gracias por la vida!

jueves, 24 de noviembre de 2022

¡Si!, ¡si!, ¡ya sé que la vida es ilusión!, pero....

 


          Si, ya sé que la vida es ilusión, que es un sueño, que es una escuela para aprender o una especie de mercadillo para pagar deudas. Si, ya sé que la auténtica y verdadera vida es la que está al otro lado de la vida, donde todo es paz y amor, pero……

Cuando mi hijo se enferma yo sufro, a sabiendas de que el sufrimiento no le va a sanar, pero sufro. Y cuando el sueldo no me llega a final de mes y tengo que mendigar para dar de comer a mis hijos, además de sufrir me muero de vergüenza, a sabiendas de que esa vergüenza no va a convertirse en dinero, pero siento vergüenza, que le voy a hacer. Y cuando cometen conmigo una injusticia, me indigno, sabedor de que la indignación no va a reparar la mentira, pero me indigno a pesar de todo. Y cuando cierran la empresa y me quedo sin trabajo me deprimo, a sabiendas de que la depresión no va a devolverme el trabajo, pero la depresión me puede. Y cuando veo como envejecen mis familiares queridos y no pueden valerse por sí mismos, me entra una pena infinita, y si, ya sé que es la ley de la vida, pero me da pena. Puedo contar mil historias más, pero ¿para qué?, coloca aquí la tuya.

Sé que la vida es ilusión, que es sueño, que es fantasía, pero vivir esa ilusión, vivir ese sueño, vivir esa fantasía me emociona y me hace llorar, y me alegra y me hace reír, y me apena, y siento tristeza, y siento decepción, y siento euforia, y me deprimo, y sufro, sufro mucho.

Sigo las instrucciones de los maestros: oro, medito, acepto y lo dejo todo en manos de Dios. Él sabe mejor que yo como fue el contrato que firmé. Y sé que no sirve de nada, pero sigo sufriendo, sigo riendo y llorando.

Señor. ¡Hágase tu voluntad!

miércoles, 5 de octubre de 2022

La lucha del guerrero

 Lunes 3 de octubre 2022

 

¡Caray!, cuánto tiempo ha transcurrido desde la última vez que pasé por aquí.

Y es que el día, cada vez, se me hace más corto, porque entre las tareas, que me tocan, de la casa, y las terapias, se va una buena parte del día. El resto lo paso escribiendo, pero como lo hago en varias ventanas a la vez, asomarme al diario es, casi, la última opción.

Pero hoy mientras me duchaba ha pasado una idea por mi cabeza, (que no es nueva), y que merece archivarse, con honores, en la intimidad de un babau, es decir, aquí.

Se trata de la muerte.

Decía que no es nueva la idea, porque desde que tengo memoria espiritual, es un tema recurrente.

Por memoria espiritual me refiero desde el momento que empecé a hacerme preguntas sobre la vida, hace ya un buen puñado de años. Aunque parece que fue ayer, porque ha pasado tan rápido, que es como si me hubiera comido la vida de un tirón, sin sentarme a hacer una buena digestión.

Las preguntas eran las habituales que aparecen en todos los manuales: ¿qué hago aquí?, ¿estaría antes de nacer en algún lugar?, la muerte, tengo claro, que es un final, pero ¿será, a la vez, un principio o una continuación de algo?, ¿por qué parece la vida tan injusta, solo en función del lugar y la familia de nacimiento?

Buscando la respuesta a esas preguntas leí infinidad de tonterías, y otras, que no lo parecían tanto. Al final, me organicé una creencia a mi medida, porque no creo que ninguno de los que deambulamos por la vida podamos afirmar a ciencia cierta, sin temor a equivocarnos, donde estábamos antes de nacer, como estábamos, si volveremos al mismo lugar a no, cual fue la razón por la que nacemos y porqué unos nacen en un palacio y otros debajo de un puente.

Por supuesto, al ser mi creencia, la he organizado con una especie de protección, (que no es de mi invención, ya que, también, aparece en todos los manuales), para evitar el sufrimiento, en todo lo que pueda, porque algún sufrimiento resulta casi inevitable. Lo que si consigo con mi salvaguarda es que el sufrimiento sea leve y de corta duración.

La protección tiene un nombre, se llama aceptación. El secreto para vivir una vida feliz es aceptar todos y cada uno de los acontecimientos que se van sucediendo en nuestra vida. Y mi frase fetiche o de culto es “todo está bien”.

Pues con mi frase de culto, “todo está bien”, la muerte, que es, en realidad, el motivo de este escrito, también está bien.

Vuelvo así al tema de la muerte que es la idea que resbalaba por mi cuerpo con el agua de la ducha esta mañana.

Pero es un tema que voy a terminar mañana, porque son las once y media de la noche. Para mi tardísimo, teniendo en cuenta que a las cinco ya estoy en marcha con la primera terapia.

 

Martes 4 de octubre 2022

 

La idea que ayer me inundaba a la par que el agua era: ¿por qué las personas le tendrán miedo a la muerte y no quieren que les llegue con lo liberadora que es?

Entiendo que la muerte, en muchas ocasiones, viene precedida por la enfermedad y, posiblemente, el dolor, pero la culminación de esa enfermedad con la muerte es, sin lugar a dudas, la remisión de cualquier dolor, de cualquier sufrimiento, de cualquier preocupación.

La muerte solo es un proceso más de la vida, en realidad, es el único suceso seguro por el que tiene que pasar todo aquello que tiene vida.

No estamos preparados para morir, pero no debe de extrañarnos, porque tampoco estamos preparados para vivir y, sin embargo, anunciamos a voz en grito que estamos viviendo.

Según Elisabeth Kübler-Ross, que es una pionera en los estudios sobre la muerte. Las personas en fase terminal suelen pasar por los siguientes cinco estadios emocionales: Negación, ira, negociación, depresión y aceptación.

Si nos vamos, directamente, a la última etapa, la aceptación, utilizando mi frase favorita “todo está bien”, nos ahorraremos un estado emocional que no es el más alentador cuando aquello que tenemos frente a nosotros es la muerte.

En mi creencia, la muerte es el más fabuloso suceso que nos ocurre a los que tenemos vida, porque nos devuelve al estado del que partimos

El problema estriba en el desconocimiento de la divinidad del hombre. Este es, sin ningún género de duda, la primera y principal razón, no solo de la infelicidad, del sufrimiento, y de la insatisfacción del ser humano, sino, también del miedo a la muerte.

Pero, es más, ese desconocimiento es la única causa de nuestras repetidas encarnaciones y de nuestros viajes de la esencia a la materia. Porque la razón de tanta sinrazón, la razón de tantas reencarnaciones, la razón de tanta vida “que parece inútil” y de tanta muerte, sólo es para activar el recuerdo de nuestra divinidad y vivir en la materia como vivimos cuando nos encontramos al otro lado de la vida física.

El origen del hombre es Dios, y ese será su destino. Y a pesar de tantas vidas absurdas, a pesar de todos los intentos del ser humano por permanecer dormido, todos llegarán a Dios, más pronto o más tarde, pero todos llegarán. Sin embardo, para llegar a Dios, hay que encontrarle. Y hay que hacerlo en la vida física. Es aquí, en la materia, donde el hombre ha de realizar su trabajo de exploración y de reencuentro con Dios.

Es aquí donde el ser humano tiene que luchar, en soledad, y mantener una lucha sin cuartel “con su mente contra su mente”. En la batalla para encontrar a Dios, tiene el guerrero que luchar consigo mismo y vencerse, sin sentirse derrotado.

El hombre sin Dios es nada, es como una hoja movida por el huracán de su mente que va posándose, de manera despiadada, sobre los deseos incumplidos, sobre los amores rotos, sobre las enfermedades del cuerpo y las soledades del alma.

Es tan profundo el sueño del hombre, que incluso los que sueñan con el despertar, cuando entreabren los ojos, exclaman en su fuero interno “Ah, ya entiendo de que se trata”, pero todo se queda en eso, en el entendimiento. Intelectualizan el concepto de Dios, sin integrar en cada célula de su cuerpo el concepto de que no sólo él es Uno con Dios, sino que también lo son todos los que le acompañan en su viaje por la vida, lo son los que le acompañaron en anteriores viajes, y los que le acompañarán en los siguientes.

Eso quiere decir que todos somos lo mismo, que todos somos Hijos de Dios, que todos somos Uno con Dios, es decir, que todos somos hermanos.

Para el hombre que integra el concepto de Dios en cada célula se han acabado las religiones, se han acabado las políticas, las razas, los nacionalismos, las diferencias de clases, se han acabado los juicios y las críticas a sus hermanos, se han acabado los miedos. Porque integrar el concepto de Dios en cada célula significa abrirse al Amor Universal, significa abrirse a la compasión, a la misericordia, significa olvidarse del perdón porque nunca se va a sentir ofendido, significa vivir como si Dios estuviera frente a él, en cada ser humano, en cada animal, en cada planta. Significa que se ha liberado del miedo a morir.

La mayoría de los seres humanos, tienen terror a la muerte. Sin embargo, la venida a la vida es muchísimo más aterrador, porque el alma libre, el alma que recuerda, el alma que vive en el Amor, se ve constreñida en un cuerpo, a merced de un ego amnésico y de una mente enfermiza, rodeada de una energía oscura y pesada. Todo lo contrario de la vida al otro lado de la materia, que es al lugar al que volvemos cuando se acaba la vida.

miércoles, 28 de septiembre de 2022

La aventura de vivir

 


Capítulo IX. Parte 8. NOVELA "Ocurrió en Lima"

-    ¿Qué pasaba cuando en la carrera no aprobabas una asignatura? –a veces las preguntas de Ángel eran de Perogrullo.

-    Pues que repites la asignatura –no era difícil la respuesta.

-    La vida, querido Antay, es una sucesión de asignaturas y aprendizajes. Cuando has aprendido pasas al aprendizaje siguiente, mientras tanto tienes que repetirlo, hasta que lo aprendes. Por eso hay situaciones que se repiten, las veces que sean necesarias, o que parece que no tienen fin. Y si en esta vida no terminas de aprender una lección, la vas a repetir en el curso siguiente, es decir, en una próxima vida.

-    ¿De qué sirve la planificación de la vida? –estaba empezando a entender que pocas planificaciones debían de cumplirse.

-    La planificación es una guía, es un mapa de ruta. Pero una vez en la vida física, como el ser humano no es consciente de que es lo que ha venido a hacer, comienza a seguir los designios de su mente y, se vuelca por completo en la vida de la materia. Para él no existe otra cosa que la mente.

-    ¿Cómo seguir algo, como la planificación de la vida, si no se conoce? –me parecía tan obvio- en realidad, no es que no conozcamos nuestra planificación, es que ni tan siquiera sabemos que existe un Plan de Vida.

-    Si, tienes razón. Pero en lugar de escuchar la voz de la mente solo tienes que escuchar la voz de la conciencia, que es la voz de Dios. Supongo que alguna vez has hecho algo, en tu vida, que te ha hecho sentir remordimiento y que has estado dando vueltas buscando en tu interior una especie de arrepentimiento.

-    Sí, más de una vez. 

-    Cada vez que te ocurre eso, no estas siguiendo tu planificación de vida. Actúas en contra de la vida, en contra de tu programación, en contra de tu alma y en contra de Dios.

-    Y ¿qué se tiene que hacer?

-    Todas las programaciones tienen una base: el amor. Por lo tanto, solo tienes que respetar al otro. Amarle. Imaginar que estás tratando contigo mismo y que tienes delante a Dios.

-    ¿Por qué imaginar que es Dios?, ¿por qué me va a castigar por mi mala acción?

-    No hay malas acciones. Solo hay pensamientos erróneos que te llevan a realizar acciones equivocadas. Por eso hay que salir de la mente y enfocarse en Dios. 

>> Y cuando pienses en Dios, no creas que es ese Ser que está vigilándote, desde arriba, para premiarte con el cielo, cuando haces bien, o para enviarte al infierno, cuando haces mal.

>> Dios ni premia, ni castiga, ni vigila. Lo único que hace Dios es amarte por encima de cualquier cosa.

>> El ser humano viene a la vida, por propia decisión, para encontrarse con Dios. Pero una vez en la vida eso lo olvida y, en lugar de encontrarse con Dios, trata de esconderse de Él.

-    Ángel, es normal que eso ocurra. Las religiones nos presentan a Dios como un Ser que nos ama, sí, pero nos ama para perdonarnos los pecados, cuando nos arrepentimos, porque si no lo hacemos nos envía al infierno –al menos, esa es la enseñanza que yo he recibido.

-    No existe el pecado, ni el cielo ni el infierno y Dios ya te he dicho que “Es”. Eso quiere decir que todo Es Dios.

>> El pecado no existe, existen pensamientos erróneos. El pecado solo es el instrumento que utilizan algunas religiones para manipular a sus seguidores y conseguir que sus adeptos sigan fieles a sus enseñanzas atenazados por el miedo que les provoca el castigo eterno. El cielo tampoco existe, tal como hacen creer las religiones. Cuando se deja el cuerpo se está en otro estado vibracional, pero no se está en un lugar concreto, que se denomine cielo. Y el infierno tampoco es ese lugar de fuego donde se queman las almas sin llegar a consumirse. Ya te dije el día que nos conocimos que el infierno, el auténtico y verdadero infierno, no está después de la muerte, está ahora, en la vida, es la mente de la persona la única que le hace sufrir sin necesidad de fuego.

>> Sal de la mente para alejarte de tu infierno particular y escucha el silencio. Ahí está Dios.