Mi alma, mis libros, mis creencias, mi corazón y mis opiniones.
El viaje del alma
El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión. Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y, para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS
Cuando las personas escogen el retirarse del fuego,
el fuego continua dando calor, pero ellos se enfrían.
Cuando las personas escogen alejarse de la luz,
la luz continua siendo brillante, pero ellos están en la oscuridad.
Esto es lo mismo que pasa cuando la gente se aleja de Dios.
San Agustín.
Desde siempre, al menos a mi me
sucede, el camino de retorno, en el regreso a casa, da la sensación de que el
camino sea más corto, más fácil, más agradable. Supongo que debe de ser porque
volvemos a lo conocido, por un camino también más o menos conocido, ya que lo
hemos recorrido en la ida.
Sin embargo,
hay un retorno olvidado, hay un retorno desconocido, y justamente es el retorno
que más veces hemos recorrido, es el retorno a Dios.
Existe una
verdad esencial, que no tiene discusión: Venimos de Dios y volvemos a Dios.
Hemos venido a la vida miles de veces, y otras tantas hemos retornado de la
vida, sin embargo, cuando nos encontramos en la vorágine de la vida en la
materia, no nos acordamos, para nada, de que hemos de volver y de cuál es el
camino, no recordamos que nuestro origen es Dios y a Él hemos de volver.
Ni tan siquiera lo recordamos en
nuestros cursos de crecimiento personal, en nuestras meditaciones, en nuestras
lecturas, y en tantas y tantas actividades que realizamos para ¿encontrar la
paz?
Cuando buscamos la paz, buscamos a
Dios; cuando buscamos la
iluminación, buscamos a Dios; cuando buscamos la expansión de nuestra
conciencia, buscamos a Dios; cuando elevamos los ojos al cielo pidiendo ayuda,
buscamos a Dios; en el hambre y sed de justicia, buscamos a Dios; en nuestra
indignación ante la injusticia, buscamos a Dios; en el consuelo y la ayuda a los
necesitados, buscamos a Dios. Buscamos a Dios de manera inconsciente y
espontánea, y esto es así, porque somos un alma, y el alma no puede vivir sin
Dios.
Hablar de Dios hoy día, casi
está mal visto, porque vivimos en una sociedad en la que hemos alejado a Dios,
vivimos en una sociedad en la que Dios está ausente. Ausente incluso en los que
rezan a Dios, ya que le buscan como el solucionador de problemas o el
conseguidos de sus más íntimos deseos. Dios es para casi toda la sociedad un
medio al servicio del ser humano, le pedimos cuentas, le juzgamos, nos quejamos
si no satisface nuestros caprichos, y aunque oremos o le nombremos, estamos muy
lejos de Él.
Identificamos a Dios cuando hablamos
de moral, de lo que está bien o está mal, sin recordar que Dios no es el
valedor de la moral, que sencillamente Dios Es. Dios Es Todo. Dios es la fuerza
que está detrás absolutamente de todo cuanto existe. Dios es la Inteligencia
que está regulando cada cosa que es y que sigue siendo. Dios es el gozo
infinito, Dios es la fuente de todo placer, de toda satisfacción, de toda
felicidad, de toda alegría. En cada aspecto de la vida está Dios. Dios es
nuestro origen, Dios es nuestro destino.
Bueno es que en nuestras reflexiones
y en nuestras meditaciones, vayamos poniendo a Dios por delante, de manera
consciente, porque toda nuestra vida física está encaminada hacia él, hacia su
encuentro.
Desde que me
hice las peguntas del millón, ¿Quién soy?, ¿De dónde vengo?, ¿Qué hago aquí?,
¿Adónde voy?, hace de esto ya mucho tiempo. Hay un tema que ha llamado mi
atención de una manera especial, es un tema que me apasiona: La muerte. Pero no
la muerte física en sí, no soy lúgubre, ni siniestro, ni macabro. Me apasiona
la muerte por el cambio de conciencia que se genera, me apasiona la muerte por la
curiosidad de saber qué es lo que habrá al otro lado de la vida, ya que es
desde ese otro lado de dónde venimos y adonde volvemos una y otra vez. ¿Cómo
será nuestra estancia allá?, ¿Cómo será nuestra relación con los que han sido
nuestra familia en la presente y en anteriores vidas?, ¿A qué dedicaremos el
tiempo?, ¿Estaremos cerca de otras almas más evolucionadas como Jesús o Buda o
Maria?, podría seguir haciendo miles de preguntas, pero no tendría demasiado
sentido. Es una lástima que no nos quede ni un ápice de memoria de nuestra vida
al otro lado.
Con
regresiones y sobre todo con canalizaciones, he podido ir confeccionando un
mapa de mis idas y venidas, o mejor de mis venidas, ya que de las idas al otro
lado de la vida poca es la información creíble recibida.
El mapa
confeccionado llega a abarcar una extensión de cuatro mil años, con información
y curiosidades sobre vidas constatables. Esa información ha llegado a
desmontarme creencias que permanecían arraigadas en mí, y durante un tiempo me
han tenido un poco descolocado, ¿Cómo podía ser que informaciones que aparecían
en publicaciones que parecían serias no fueran más que palabrería? ¡En fin!, de
todo esto creo haber sacado dos enseñanzas importantes: Que no vale de nada conocer
aspectos de otras vidas, excepto por la curiosidad y para algunas cuestiones terapéuticas,
y una segunda que en vez de buscar información en el exterior, tengo que
buscarla en mí, ya que todos estamos en posesión de todo el conocimiento. Esto
lo sabía, al menos teóricamente, pero no puedo dejar de caer en la tentación de
buscar libros y leer. Hay una tercera enseñanza: Lo que es realmente valido e
importante es la vida actual.
Y es
importante la vida actual porque es en ella en la que tenemos que cumplir la o
las misiones programadas. Cada misión está en función del crecimiento de la
conciencia de cada persona. Hay misiones individuales, de aprendizaje y hay
misiones de servicio y ayuda a la humanidad, pero entre estas dos hay infinidad
de matices. Ningún ser tiene programada una misión para la que no esté
preparado, y a ella se ha de llegar como en casi todo en la vida en la materia,
siguiendo las intuiciones, comprobando en que actividad nos encontramos
realmente cómodos, y sobre todo a base de ensayo y error.
Con todo
esto se fortalece mi creencia de que nada es importante, excepto intentar hacer
felices a los que nos rodean. Si lo conseguimos habremos cumplido una parte
importante de nuestro objetivo en la vida. Lo demás, llegará fácilmente sin que
casi seamos conscientes de ello.
Tenemos múltiples semejanzas con los
animales irracionales, pero también tenemos algunas diferencias. La más
importante de las diferencias es la inteligencia, inteligencia que es bandera
de nuestra racionalidad, inteligencia que le permite al ser humano preguntarse
sobre su existencia, o sobre su futuro, inteligencia que le permite reflexionar
sobre la causa del sufrimiento, o en cómo aplicar el aprendizaje recopilado por
sus enseñanzas a lo largo de su vida para solucionar problemas nuevos, inteligencia
que le permite expresarse y comunicarse, etc., etc.
La
inteligencia, por si sola, no es significativa de nada, ni en la vida física,
ni en la vida emocional, ni en la vida espiritual. Porque la inteligencia, en sí
misma, no lleva aparejada ni la felicidad, ni la alegría, ni la riqueza material,
ni la paz interior. Es al servicio de quien está la inteligencia, lo que
determina como es la vida, y la muerte de la persona.
La
inteligencia al servicio del miedo nos llevará a un mundo de dolor, a un mundo
de sufrimiento, a un mundo de ansiedad, a un mundo de amargura. La inteligencia
al servicio de los instintos nos llevará a un mundo de hábitos desbocados, a un
mundo de lujuria, a un mundo de avaricia, a un mundo de miseria, a un mundo de
desigualdades. La inteligencia, sin embargo, al servicio del amor nos llevará a
un mundo de paz, a un mundo de alegría, a un mundo de servicio, a un mundo de
justicia social.
Dejar la
inteligencia al servicio del miedo o de los instintos, es como dejar de usar la
inteligencia, y ¿Qué pasa si un ser humano, es decir, un animal racional, deja
de usar su inteligencia?, ¿Cuál es entonces su diferencia con los animales
irracionales? Ninguna, ya que un ser humano que no utiliza su inteligencia, difícilmente
puede utilizar su voluntad, con lo que todas sus acciones estarán dirigidas por
sus instintos, igual que los animales irracionales.
Una parte
muy importante de nuestra sociedad ha dejado su inteligencia al servicio del miedo
y de los instintos, sin ejercer ningún tipo de control sobre su inteligencia, lo
cual es aprovechado por otra parte, muy pequeña de la sociedad, (políticos,
religiosos, personas influyentes), con la inteligencia al servicio de sus
propias mentes o al servicio de la materia, para controlar a los primeros. Todos,
los unos y los otros, han conseguido una sociedad con el resultado de todos
conocidos: Guerras, dolor, muertes, sufrimiento, enfermedad, tristeza, corrupción,
abusos, hambre, miseria.
Es el uso
razonable de la inteligencia, la inteligencia al servicio del amor, lo que permite
al ser humano hacerse consciente de su origen, de su vida y de su destino, es
lo que permite al ser humano vivir conscientemente en el amor, es lo que permite
al ser humano gozar de una vida plena, sin dolor, sin sufrimiento, sin
amargura, es lo que permite al ser humano vivir en sintonía con su propia
divinidad.
En
una eternidad siempre se puede empezar de nuevo.
Facundo Cabral.
¿Cuántas veces
has pensado, has hecho o has dicho algo, y después de un cierto tiempo,
normalmente muy corto, te has arrepentido? Hasta aquí, normal, creo que a todos nos ha
pasado alguna vez o más, porque los seres humanos somos lentos en nuestro
aprendizaje y siempre tropezamos más de una vez en la misma piedra. ¡Mira si
somos lentos, que solo para aprender a Amar, que es algo que no parece muy difícil,
volvemos a la escuela de la vida una y otra y miles y miles de veces!
Pero
volviendo a nuestro arrepentimiento, ¿Qué hacemos con él?, ¿Lo dejamos dentro,
bien guardado hasta que se pudra, o dejamos que salga al exterior en forma de
disculpa o de perdón, por eso que incluso a nosotros mismos nos ha sentado mal?
No importa
lo que hayas hecho hasta ahora, no importa cuántos arrepentimientos se han
podrido en tu interior, no importa cuantos amigos has perdido o cuantos
familiares se han enojado con tu actitud, ¡Siempre se puede empezar de nuevo! A
partir de este momento, deja a un lado tu orgullo, olvida tus malas experiencias
anteriores, no escuches a la sinrazón de tu razón, y pide perdón, porque eso es
lo que tu corazón más desea.
El perdón es el abridor y despejador
de los caminos de la amistad. El perdón es el vehículo que lleva en línea recta
hacia el amor. El perdón es la mejor medicina para combatir el miedo y la
ansiedad. El perdón es la armadura de los valientes. El perdón es la terapia del
alma. El perdón aleja del pasado dejando el camino expedito para el futuro. Perdonar
es empezar de nuevo, y para eso siempre es tiempo.
Somos muchas
las personas que nos encontramos imbuidos en la búsqueda de la felicidad. Bueno,
en realidad creo que no somos muchos, creo que somos todos. Sin embargo, a
pesar de que somos tantas las personas que estamos buscando lo mismo, la
encuentran muy poquitas, y las que lo consiguen son la excepción.
¿Será porque
no hay mucha cantidad de ella en el mundo? No, no es eso, porque en cuanto a la
cantidad de felicidad que se puede encontrar en la vida no hay problema. Hay
felicidad suficiente para todos. La vida está llena de felicidad, porque la
felicidad es la misma vida. No es cierto que la vida sea sufrimiento. La vida
es alegría, es una fiesta, es felicidad. Los ángeles, que normalmente, salvo
raras excepciones, no encarnan, matarían por venir a la vida, (ya sé que es una
manera un poco tosca de expresarlo). Los que no vienen a la vida no saben lo
que es una caricia, un beso, la risa de un niño, el perfume de las flores o la
inmensidad del océano. Y nada de eso es sufrimiento. El sufrimiento no lo da la
vida, el sufrimiento se lo añadimos nosotros a nuestra vida solamente con una
cosa: nuestro pensamiento.
¿Será entonces que no la encontramos porque
no sabemos exactamente qué es lo que estamos buscando? Esto parece más
probable, porque ¿Sabemos exactamente que es la felicidad?
Algo parece claro, buscamos lo
conocido, buscamos aquello que nos han enseñado, buscamos lo que vemos que
buscan otros, buscamos lo que la sociedad nos va mostrando cada día, buscamos
aquello por lo que tanto han luchado nuestros mayores. Y lo que se encuentra
cuando se busca todo esto, es más de lo mismo, es sufrimiento.
La felicidad está claro que no se
encuentra en nada de eso que buscamos, ya que sino, muchos serían los que la
encontrarían, pero no, no la encuentra “casi” nadie, es una búsqueda
infructuosa. Y es una búsqueda infructuosa porque esperamos que la felicidad
llegue cuando encontremos la pareja ideal, el trabajo ideal, los hijos ideales,
etc., y todo eso, la experiencia de la vida nos dice que no llega a dar la
felicidad, y no llega la felicidad porque todo eso es caduco, es incompleto.
Confundimos los estados de alegría,
de bienestar, de serenidad, de amor humano, con la felicidad, y la felicidad es
algo que dura eternamente porque no se basa en nada caduco, y la pareja, y el
trabajo, y los hijos, y la cuenta en el banco, y las vacaciones, son caducos.
Pueden durar un mes, un año, o incluso una vida, pero acaban desapareciendo y
entonces se nos acaba eso que podíamos denominar como felicidad.
La felicidad es un estado interior,
es algo que se encuentra cuando nos sumergimos en nuestro interior, se
encuentra cuando conectamos con nuestro corazón, se encuentra cuando dejamos a un
lado a los pensamientos y a sus acólitos: los deseos. Y esto, como nadie nos lo
ha enseñado, ni es lo que busca el grueso de la sociedad, no es lo que se busca
habitualmente. Incluso “los profesionales”: profesores de yoga, meditadores y
terapeutas, que parecen estar más cerca de esto, no van, tampoco, mucho más
allá de la teoría.
Pero si que hay que hacer lo que esos
profesionales predican. Podemos recordar al papa Alejandro VI que decía: “Haced
lo que yo os diga, pero no lo que yo haga”.
De cualquier forma, como llegar a ese
estado de felicidad, de alegría y de paz interior, no se consigue en dos días,
sino que es un trabajo que lleva su tiempo, posiblemente incluso más de una
vida. Lo que podemos hacer es aprovechar lo mejor de nuestra vida, aunque sea material,
aunque sea caduco. Es bueno acostumbrarse a estar bien y a ser pseudo-feliz, aunque sea
a temporadas, porque es una manera de romper el sufrimiento que la sociedad nos
inculca a cada instante.
Una
amiga escribió en su muro de una red social: "Aún no entiendo a toda la
gente que juzga sin saber la verdad, y aún así se atreven a hablar y hablar.
Digo yo, si tanto quieren hablar, ¿Por qué no averiguan la verdad?, y después
de eso, hablen lo que quieran. Y a los que les escuchan y les creen, aún peor.
Les diría a toda esa gente que no sabe ni puede ser feliz, y no quiere ver
felices a los demás, que vayan a llevar sus malas energías a otro lado. En mi
casa no son bienvenidos, somos una familia unida, fuerte y feliz, nada nos va a
derrotar, así que no pierdan el tiempo. Gracias”.
Dice
mi amiga que no lo entiende. Es normal, pocos pueden entender que se hable por
hablar, y mucho menos que se hable sin conocimiento de causa, solo por el mero
hecho de hacer daño. Y también es normal que estos charlatanes tengan
auditorio, son personas como ellos, que hoy disfrutan escuchando la crítica, y
mañana serán ellos los abanderados de la crítica.
Criticar
es propio de personas que viven en la periferia de la conciencia, propio de
personas que no se asoman a su interior ni por un momento, propio de personas
que viven por y para la materia, propio de personas con una vida interior muy
pobre.
La crítica es inversamente
proporcional al nivel de atención de la persona. A menos atención, más crítica.
Atención ¿A qué?, atención a los pensamientos. Los pensamientos, para
expresarse, van apareciendo en el cerebro. Estos son como nubecitas de energía
que permanecen alojadas en una de las capas que componen nuestra aura, el cuerpo
mental, y es desde ahí que llegan al cerebro. El trecho que recorren desde el
cuerpo mental al cerebro es como una especie de camino que será mayor cuanto
mayor sea la repetición del mismo pensamiento. Todos tenemos los mismos tipos
de pensamientos, con los matices característicos de nuestras propias creencias.
Por ejemplo: cuando un budista piense en una divinidad lo hará en Buda, un
hinduista en Krishna y un cristiano en Jesús, pero la idea de Divinidad es la
misma para los tres. De la misma manera que existen pensamientos elevados, los
relativos a la Divinidad, a la Unidad, al Servicio, existen pensamientos
negativos que son los relativos al miedo, a la envidia, al orgullo, a la ira,
etc., etc. Y todos, los elevados y los negativos permanecen en el cuerpo mental
de la persona. Dependerá de que pensamientos tienen camino y cuáles no, y como
de ancho sea ese camino, para que al cerebro lleguen unos u otros pensamientos.
Mantener la atención en los
pensamientos hará que la persona sea consciente de que tipo de pensamiento es
el que le llega, y prohíba el paso de los pensamientos negativos. De esta
manera se irá estrechando el camino de los pensamientos negativos para que
estos aparezcan con menos frecuencia, y empezará a ensancharse el camino de los
pensamientos elevados, y sean este tipo de pensamientos los habituales en la
persona.
Pero, ¿Qué es lo que sucede
habitualmente?, pues sucede que las personas al no permanecer atentas a los
pensamientos que llegan a su cerebro, los permiten todos, siendo habituales los
pensamientos negativos, (miedo, rabia, ira, envidia, orgullo, avaricia, etc.),
que cada vez serán más frecuentes y más potentes, siendo esta la causa de tanta
infelicidad y por supuesto de la crítica.
Si alguien quiere realmente
crecer, evolucionar, vivir hacia su interior para llegar a la Luz, lo primero
que ha de hacer es prestar atención a sus pensamientos, y cuando sea consciente
de un pensamiento inútil o negativo, no debe regodearse con ese pensamiento,
dándole vueltas y más vueltas, que es lo mismo que alimentarle, que darle
energía, lo que debe hacer es permitir que se vaya, y para hacerlo, la única
manera que existe para que desaparezca el pensamiento es llevar la atención a
otro sitio, por ejemplo a la respiración, así el pensamiento no tendrá energía
que le alimente, y volverá a su origen, el cuerpo mental.
Así, cuando el pensamiento desaparezca,
no existirá la palabra, no existirá la crítica, ni de palabra, ni de
pensamiento.
Dejar
que se vaya el pensamiento, llevando la atención a la respiración, es abrir la
puerta que comunica directamente con nuestro interior, es abrir la puerta que
comunica directamente con Dios.
La
crítica también es inversamente proporcional a la madurez de carácter. Pero
antes, es bueno saber que es realmente el carácter.
El carácter de una persona lo constituyen las
peculiaridades, cualidades y defectos que la distinguen de los demás.
Como la constitución de todos
nosotros, los seres humanos, es igual para todas las personas, sería natural
esperar que las personas fueran parecidas en todo, o en casi todo.
Pero esto no es cierto. Vemos
por todas partes grandes diferencias de carácter entre las personas,
diferencias en disposición, temperamento, conceptos de vida, en dones, talentos,
aptitudes naturales, etc.
Y aunque la educación y el
medioambiente influyen en el carácter, Esas cualidades aparentes ya se muestran
antes de que la educación o el medioambiente puedan haber tenido cualquier
influencia, porque ya están dentro de la persona y empiezan a desarrollarse antes
de los implantes externos.
Podemos verlo claramente entre
hermanos, uno de ellos puede tener una disposición alegre y feliz; otro, una
más seria, o quizá una malhumorada; uno de ellos puede ser pulcro y ordenado,
mientras otro es descuidado; uno de ellos puede ser generoso; y otro, egoísta;
uno de ellos puede ser temerario e informal, mientras otro es cauteloso y digno
de confianza.
Esto es así, porque una parte
de nuestro carácter ya viene impregnado desde vidas anteriores. Después del
nacimiento se sigue construyendo, o debilitando el carácter, al repetir pensamientos, al repetir emociones y
sentimientos, y por los hechos que resultan de ellos.
Si pensamos en algo muy a menudo y durante suficiente
tiempo, ese pensamiento, como decía anteriormente, tendrá tanta fuerza como la
palabra o la acción. Si repetimos un hechofrecuentemente se convertirá en un hábito.
Es también nuestro carácter lo que determina lo que
nuestra manera de pensar hará cuando nuestros pensamientos no están dirigidos
por nuestra voluntad. Somos entonces como una pluma movida por el viento,
dispuestos, entre otras cosas, a la crítica, de una manera feroz.
Como el carácter de una persona está profundamente
arraigado y no cambia de un día para otro, no podemos cambiarlo como lo hacemos
con nuestra disposición de ánimo, pero si podemos cambiarlo y remodelarlo con
el mismo método que utilizamos al construirlo. Es decir, repetir buenos
pensamientos, buenas palabras, buenas acciones. Si un edificio no es lo que
debería de ser, y queremos remodelarlo o reconstruirlo, eso sólo puede lograrse
al reemplazar partes defectuosas por unas nuevas y mejor diseñadas, y esto debe
hacerse poco a poco.
No puede lograrse con un impulso sencillo, sino mediante
un proceso lento y laborioso. Esta es la razón por la cual deberíamos ser muy
cuidadosos con nuestra manera de pensar y con nuestros hechos cuando ocurren
por primera vez.
No existen atajos para remodelar el carácter. Se requiere
un esfuerzo que debe ser constantemente renovado y continuado, con voluntad, a
lo largo del año, mes a mes, día a día.
Está claro, por lo tanto, que
alguien que crítica está lejos de tener una madurez de carácter, madurez que no
se gana con los años por el mero hecho de envejecer, al contrario, con los
años, si no se trabaja el carácter, en vez de madurar y fortalecerse, este se
irá debilitando cada vez más, y la persona, ya que estamos tratando la crítica,
será más criticona.
Y los criticados, ¿Qué pueden
hacer?, pues no pueden hacer nada más que oídos sordos a la crítica, bendecir
al que critica, darse la vuelta, marchar y frecuentar poco al crítico.
Hubo un
tiempo en el tiempo en el que todos los seres humanos vivían en la Luz. Bien
podríamos llamar a ese tiempo “el tiempo sin tiempo”, porque nadie tenía miedo
a la muerte, sabían que no existía, sabían que eran eternos, sabrán que eran
inmortales, no había por tanto lugar para el miedo al dolor, ni para el miedo a
la enfermedad. No existía la mentira, ni el egoísmo, ni la manipulación de un
ser por parte de otro, no había esclavitud, ni hambre, ni sufrimiento. Todo era
paz, todo era amor, todo era alegría. Existía una total conexión entre todos
los seres humanos, por lo que el bien de uno era el bien del otro, era el bien
común.
Sin embargo,
con el paso del tiempo comenzaron a hacerse presentes los egos individuales,
comenzó la separación, comenzó el dolor, comenzó el sufrimiento y con todo eso,
comenzó el miedo, desconectándose cada ser, poco a poco, y cada vez más, de la
Luz. Ayudando a todo esto que los ignorantes, los mafiosos, los inútiles,
comenzaron a ocupar cada vez más altos cargos políticos, sociales y religiosos,
hasta coparlos todos, manipulándolo todo, sirviéndose de la televisión para
adormecer a las conciencias, con deportes, programas de entretenimiento basura,
insensibilizando a la sociedad con las noticias diarias de guerras, desastres,
enfermedades, caos y muertes, generando en las poblaciones deseos inalcanzables
con los programas sobre las vidas de los ricos y famosos, utilizando a las
religiones para cercenar el crecimiento moral, ético y espiritual, con sus
discursos sobre el pecado, el castigo y el subsiguiente miedo.
¡Basta ya!,
tenemos que hacer que el caos y la confusión dejen de impregnar el mundo.
¡Basta ya!, tenemos que acabar con la dictadura de dolor y de maldad que
prevalece sobre el ser humano. ¡Basta ya!, tenemos que acabar con el miedo que
paraliza a la mayoría de la gente, acabar con el egoísmo, acabar con el
separatismo. ¡Basta ya!, tenemos que volver a imponer el respeto por la vida,
el respeto por el planeta, el respeto por el ser humano. ¡Basta ya!, tenemos
que acabar con el consumismo y el materialismo. ¡Basta ya!, de iconos de moda
que sólo son muñecos de paja. ¡Basta ya!, tenemos que hacer que prevalezca el
lado positivo. ¡Basta ya!, de gobernantes inútiles
Tenemos que
volver a ser libres, que no se tache de loco al que quiere salirse del sistema,
de este sistema materialista, enfermo y caduco que nos mantiene separados de
Dios.
Es momento
de elegir, a los que tenemos la posibilidad de votar por nuestros gobernantes,
a los íntegros, a los sabios, a los que aun mantienen cierta conexión con la
Luz, a los que sin abandonar el progreso material nos guíen en el progreso
espiritual, en el progreso ético, en el progreso moral. Es momento de dejar a
un lado la soledad. Es momento de comenzar a caminar hacia Dios.
Que nuestros
primeros pasos sean ver a los demás como si fuéramos nosotros mismos, no desear
para nadie lo que no queremos para nosotros, evitando la crítica mental,
eliminando las palabras ofensivas, sirviendo y ayudando a todos. Y sobre todo
empezando a educar a nuestros pequeños, son nuestros dirigentes del futuro,
enseñándoles con nuestro ejemplo, desterrar el miedo de la enseñanza,
enseñarles en el Amor, hacia el prójimo, hacia sí mismos, hacia Dios.
Es posible
que haya seres irrecuperables, soy consciente de eso, pero que al menos, ellos
también vean nuestras acciones de Amor, al menos algo irán aprendiendo, aunque
sea para próximas vidas. Que no nos haga desfallecer su posible rechazo, que
seguro va a existir. Son ellos los que necesitan más ayuda, recordar las
parábolas de Jesús: “el hijo pródigo”, o “la oveja perdida”.
La
recuperación de la Luz está en manos de los que creemos que existe, de los que
creemos que se puede volver a Ella. Recuerda que el cambio de una persona puede
afectar al mundo, al menos va a afectar al propio entorno, y así, poco a poco,
podemos conseguir reencontrarnos con Dios, utilizando menos generaciones de las
que los manipuladores han necesitado para separarnos de Él.
Es mucho lo
que la humanidad ha sufrido por la pérdida del contacto directo con el Origen,
por la pérdida del contacto directo con Dios.
Civilizaciones
desaparecidas hace miles de años tenían ese contacto, pero por causas
desconocidas para la humanidad actual, de la noche a la mañana se perdieron sus
enseñanzas, su sabiduría y su manera de vivir con su destrucción.
A lo largo
de la historia de la humanidad ha habido Grandes Seres, (Buda, Zaratustra,
Jesús, Mahoma, Abraham), que de manera independiente mantuvieron ese contacto
Divino, es decir, vivían permanentemente en un estado de conciencia expandida.
Sin embargo
la enseñanza de esos Grandes Hombres no fue del todo entendida, e incluso, en
la mayoría de los casos, su enseñanza fue malinterpretada y tergiversada por los
que se proclamaron y se siguen proclamando, como sus sucesores, por lo que su
mensaje, que no era otro que el despertar de las conciencias, no llegó al
corazón de las gentes, quedando en la superficie de las conciencias, casi como una
anécdota más, o como una fecha en el calendario, que podemos rememorar y
celebrar cada año, habiéndose convertido en un vodevil consumista.
En la
actualidad existen también seres independientes, escritores, investigadores de
antiguas civilizaciones, expertos en filosofía oriental, expertos en
religiones, maestros de yoga, guías de meditación, entre otros, que también lo
intentan, pero la sociedad actual los engulle dentro de su acervado capitalismo,
para convertirlo, más o menos disfrazado en un nuevo negocio, “el negocio
espiritual”.
La teoría
para volver a conectarnos con el Origen, para volver a conectarnos con Dios, es
sencilla, e incluso la práctica para conseguirlo, no parece excesivamente difícil.
SOLO ES CUESTIÓN DE CREENCIA, solo es cuestión de creer que todo es Dios, y de
manera inmediata, nos veremos imbuidos por la Energía Divina.
Sentir el
canto de Dios en el trinar de los pájaros, sentir el Soplo Divino cuando las
rachas de viento golpean en la cara, creer que nos sentimos en el Útero Divino
cuando entramos en la inmensidad del océano, sentir los Latidos de Dios cuando
nuestro corazón se acelera se la cima de una montaña, ver la Mano Creadora de
Dios en la apabullante hermosura de la Naturaleza, comprender la perfección de
Dios en el Orden del Universo, son sólo algunas de las maneras para
impregnarnos, poco a poco, en la Energía Creadora.
Nuestra
esencia tiene el mismo origen que el Poder Creador de las montañas, de los océanos,
de la naturaleza. La vida, en todas y cada una de sus múltiples formas, procede
de Dios.
La vida no
es un accidente fortuito y aislado para cada ser. La vida no comienza con la
concepción de un cuerpo, ni finaliza con la destrucción de este. La vida es una
experiencia continua de una forma de energía, que denominamos conciencia. La
conciencia no es más que el conocimiento que cada tiene de lo que es. Sin
embargo, la conciencia puede encontrarse en diferentes estados, desde el aletargamiento
más absoluto, en el que el ser humano se cree que es un ser independiente,
separado de todo, en el que tiene que defender su espacio, hasta la expansión
total, en el que el ser vive y actúa, desde el conocimiento de su conexión con
todo lo creado, desde su conexión con Dios. En uno y otro estado, podemos
encontrar un sinfín de variantes que determinan el acercamiento o la lejanía
que cada ser tiene con el Origen.
Existen organizaciones
desconocidas para el mundo, independientes de los gobiernos del mundo,
independientes de países y religiones, que son los que realmente mueven los
hilos de las conciencias, son los que realmente mueven los hilos de la sociedad,
manteniendo a esta bajo un régimen dictatorial, bajo el régimen del miedo, que
es el extremo más alejado del Creador, es el opuesto a la Verdad, es el opuesto
al Amor, que es la esencia de cualquier forma de creación. Pero como lo único
que persiguen es mantener subyugada a la sociedad, no hay mejor método para la
subyugación que el miedo, y a su través van moviendo a las masas hacia el lugar
que les interesa para conseguir sus objetivos, que no son otros que la
dominación de la sociedad para llenar sus bolsillos, como si fueran “materia
eterna”, ya que sus mentes es posible que sean privilegiadas, pero sus
conciencias se encuentran en la oscuridad más absoluta.
Estas
organizaciones en la sombra, envuelven el miedo en papel de regalo, y con eso
que parece un regalo pueden conseguir de la sociedad cualquier cosa, porque
esta no piensa, porque la sociedad vive aletargada, y es muy fácil dirigir al
durmiente. Con el mismo papel de regalo envuelven a la sociedad, diciéndoles lo
que está bien y lo que está mal, y que para conseguir el bien deben seguir sus
directrices, y el pueblo las sigue, llegando a comer arena del desierto, si eso
es lo que les venden.
En su
pseudoventa, explican que ha de hacer la sociedad para conseguir la felicidad,
que es lo que todo ser humano busca desesperadamente, y eso que enseñan es
justamente lo contrario de lo que se debería hacer para ser feliz, pero la
sociedad dormida, será capaz de ir al desierto para beber la arena que les
venden, sin llegar, tan siquiera, a dudar de si es correcto o va en contra de
sus propios intereses.
La
espiritualidad se ha mercantilizado, y la espiritualidad, que no es más que ser
conscientes, no es un asunto de mercadeo. Es un asunto de creencia.
Y la
creencia tiene un primer peaje: Para unirse al Origen, primero ha de conocerse cuál
es ese Origen. Difícilmente se puede ir del punto A, al punto B, si el punto B
no se conoce. Primero ha de conocerse, después creer que es posible llegar,
integrarlo, es decir aprender el camino para comenzar el viaje.
El avance,
es entonces seguro, caminando bajo la premisa de actuar sobrelo que ya somos. Somos hijos de Dios, y cada
paso que demos en ese convencimiento, es un paso seguro. ¿Cómo caminan los
hijos de Dios?, caminan amando, respetando, sirviendo, viéndose a sí mismos, a
cada paso, reflejados en el otro. Casi toda la ayuda que nos venden, incluso
gentes de buena voluntad, ayuda, pero no es imprescindible, y si tan siquiera
necesario, porque el croquis del camino ya está integrado en nosotros, no
necesitamos comprarlo. Porque el hábito no hace al monje, al monje le hacen sus
acciones.
¡Por sus
acciones les conoceréis!, dijo Jesús. No es necesario vestirse de blanco, ni de
amarillo, ni de morado. No es necesario
asistir a las mejores escuelas de yoga, ni a los oficios religiosos, no es
necesario aislarse en una gruta, ni asistir a cursos y conferencias. El
movimiento, como decía Zenón de Elea, se demuestra caminando.
Cree, ama y actúa
desde el Amor. Todo lo demás llegará por añadidura.
Quien no tiene que esperar, de nada
debe desesperarse.
Séneca
¿Por qué aguardas con impaciencia las
cosas?
Si son inútiles para tu vida, inútil es
también aguardarlas.
Si son necesarias, ellas vendrán y
vendrán a tiempo.
Amado Nervo.
Esperar……. Esperar……. ¿Quiénes de los
que estáis leyendo esto no estáis en este momento esperando algo?: ¿La pareja
ideal?, ¿Separarte de tu pareja?, ¿El viaje de vacaciones?, ¿Qué llegue el
verano, o el invierno?, ¿Qué te toque la lotería?, ¿La contestación a la
petición de trabajo?, ¿Alcanzar la iluminación en tu próxima meditación?,
¿Esperando un hijo?, ¿Qué llegue el fin de semana?, ¿Qué llegue la noche para
cenar?, ¿Esperando la cita con tu medico?, etc., etc., etc. Todos estamos
esperando algo, y casi todos estamos esperando de manera permanente.
Y ¿Cuánto
tiempo de tu vida has pasado sin esperar nada?, no mucho ¿Verdad?
Existen
esperas de todos los tipos, materiales, emocionales y espirituales. Da igual el
tipo de espera, porque la espera genera sentimientos de todo tipo: Miedo,
estrés, angustia, alegría, ansiedad, dudas, emoción, y un sinfín de
sentimientos más, que, normalmente, salvo contadas ocasiones, nos afectan
negativamente.
Y ¿Qué
hacer?, porque ya sabemos que para no esperar, hay que eliminar los deseos,
pero entiendo que es muy difícil, o por lo menos es muy difícil eliminarlos
todos. ¿Qué hacemos entonces?
Podemos
intentar dos cosas: Por un lado lo conocido, ¡Paciencia!, porque la paciencia
nos puede dar la fuerza para soportar cualquier espera, cualquier contratiempo,
cualquier contrariedad.
Y por otro lado, analizar serenamente
aquello que se espera: ¿Para qué es necesario?, si hasta este momento he vivido
sin “eso”, podré seguir viviendo igual. Este pensamiento nos sirve para la generalidad
de un deseo material, pero existen esperas más conflictivas, como ejemplo,
puede servirnos un problema de salud: Ante esperas de este tipo, nos queda la
“aceptación”. Si somos creyentes, nos puede servir el pensamiento: “Es la
voluntad de Dos”. Si no lo somos, o en cualquier otra situación: ¿Para qué
sufrir si no está en mis manos la solución? ¡Será lo que tenga que ser!, ya que
cualquier sentimiento negativo aun afectará más negativamente a la salud.
De cualquier forma hemos de pensar
que “todo está bien”, “que siempre es lo que tiene que ser”. Y para llegar a
integrar esa creencia en nosotros, hemos de realizar un viaje a nuestro
interior. De hecho, la única espera
importante es la cita que tenemos con nosotros mismos desde el momento de
nuestro nacimiento. Todas las esperas sólo son producto de la insatisfacción
producida por el desencuentro con nosotros mismos.
Los
caminos de Señor son inescrutables. Pretendía escribir sobre Dios, pero creo
que Dios decidió hoy el tema, y me hizo llegar de manera inopinada hasta estos
dos cuentos que vienen a continuación, que por supuesto no son míos, pero
tampoco se de quien son. Que me perdonen los autores.
En cierta ocasión una profesora, al explicar
el origen de las especies, preguntó: “¿De dónde procede el hombre?”. Y un niño
respondió: “El hombre ha sido creado por Dios”. A lo que la profesora
respondió: “Eso lo dice la fe, pero no la ciencia, porque la ciencia nos dice
que Dios no existe. Te lo voy a demostrar con un experimento. A ver, Tommy, ¿Ves
ese árbol de ahí fuera?”. Respondió el niño: “Sí”. “Y el césped, ¿Lo ves?”.
“Sí”, contestó el niño. “Ahora sal fuera y mira al cielo, ¿Lo puedes ver?”.
Tommy respondió: “Sí, lo puedo ver”. “¿Ves a Dios?”, preguntó la profesora.
“No”, dijo el niño. “No podemos ver a Dios, porque no existe”, concluyó la
profesora.
Entonces otra niña de clase preguntó
a su compañero: “Tommy, ¿Ves ese árbol de ahí fuera?”. “Sí”, respondió otra vez
el niño. “Y ¿Ves el césped”. “Síiiiiiiiiiiiii...”, respondió cansado de todas
esas preguntas. “¿Puedes ver a la maestra?”. “Sí”. “Y ¿Ves su cerebro?”. “No”,
respondió Tommy. “Entonces la maestra no tiene cerebro”, concluyó la niña.
ENTREVISTA A DIOS
Soñaba que estaba
haciendo una entrevista a Dios.
-¿Así
que quieres entrevistarme?
-Bueno,
le contesté, si tienes tiempo...
Se sonríe y dice:
-Mi
tiempo se llama Eternidad y alcanza para todo; ¿Qué preguntas quieres hacerme?
-¿Qué
es lo que más te sorprende de los hombres?
oQue
se aburren de ser niños, apurados por crecer, y luego suspiran por regresar a
ser niños.
oQue
primero pierden la salud para tener dinero y después pierden el dinero para
recuperar la salud.
oQue
por pensar ansiosamente en el futuro, descuidan su hora actual, con lo que no
viven el presente ni el futuro.
oQue
viven como si no fueran a morirse, y se mueren como si no hubieran vivido.
Sus manos toman
fuertemente las mías y seguimos en silencio.
Después de un largo
tiempo, le dije:
-¿Me
dejas hacerte otra pregunta?
No me respondió con
palabras, sino sólo con la ternura de su mirada.
-Como
Padre, ¿Qué es lo que le pedirías a tus hijos?
oQue
aprendan que no pueden hacer que alguien los ame. Lo que sí pueden hacer es
dejarse amar.
oQue
aprendan que lleva años construir una confianza y sólo segundos destruirla.
oQue
aprendan que no es bueno compararse con los demás.
oQue
el rico no es el que más tiene, sino el que menos necesita.
oQue
aprendan que deben controlar sus actitudes, o sus actitudes los controlarán.
oQue
bastan unos pocos segundos para construir heridas profundas en las personas que
amamos, y que pueden tardar muchos años en ser sanadas.
oQue
aprendan que perdonar se aprende practicando.
oQue
hay gente que los quiere mucho, pero que simplemente no sabe cómo demostrarlo.
oQue
los amigos de verdad son tan escasos, que quien ha encontrado uno, ha
encontrado un verdadero tesoro.
oQue
no siempre es suficiente ser perdonado por otros; algunas veces deben
perdonarse a sí mismos.
oQue
aprendan que son dueños de lo que callan y esclavos de lo que dicen.
Que de lo que siembran, cosechan. Si siembran chismes, cosecharán intrigas; si
siembran amor, cosecharán felicidad.
oQue aprendan que la distancia más
lejos que pueden estar de Mí es la distancia de una simple oración..., y que
sepan que estoy con ellos siempre.
Y así, en un encuentro
profundo, continuamos en silencio.
Tú, hipócrita, saca primero la viga de tu propio
ojo,
y entonces
verás mejor para sacar la mota del ojo de tu hermano.
Mateo 7:1
Los seres humanos tenemos una
habilidad especial que no suele ser mencionada en ningún tratado de fisiología:
Es una especie de “visión a ciegas”. Somos capaces de ver una motita en el ojo
de nuestro hermano con una visión completamente obstaculizada por una viga de
enormes dimensiones en nuestro propio ojo.
Y con esa visión especial, encontrar
una aguja en un pajar no suele ser ningún problema, siempre y cuando la aguja
sea un defecto y la paja un buen número de virtudes. Somos capaces de reconocer
un defecto entre mil virtudes, y además ser ciegos para las virtudes, haciendo
una auténtica disección del defecto, analizando las causas, y después de haber
masacrado con la palabra al portador del defecto, le podemos ofrecer, con la
mejor de nuestra falsa sonrisa los remedios para curar su mal.
Más que seres humanos tendríamos que
llamarnos seres hipócritas, porque somos capaces de fingir creencias,
sentimientos, cualidades, opiniones y virtudes que no tenemos, y hablar de
ellas como si fuéramos expertos, cuando ni tan siquiera las practicamos. Somos
capaces de cambiar una cara que juzga con dureza a una dulce sonrisa en un instante,
solo por el mero hecho de ver aparecer “nuestro reo”. Somos capaces de enseñar
un pan con una mano, mientras arrojamos piedras con la otra.
Criticando a los demás, lo único que hacemos es
esconder nuestros auténticos sentimientos, nuestras verdaderas limitaciones,
simular virtudes que no tenemos, y ocultar defectos reconocidos por nosotros mismos.
¿No sería mejor sacar primero la viga de nuestro
ojo, para ver con mayor claridad la paja en ojo ajeno?, ¿Qué pasaría si nos dedicáramos
a alabar las virtudes de los que nos rodean, en lugar de resaltar los
defectos?, ¿Qué pasaría si primero limpiáramos nuestra casa, antes de criticar
la suciedad en casa de los otros?
Para limpiar primero tu casa, te propongo un
juego. Diles a tu familia y a tus amigos que te escriban en un papel, aquello
que menos les agrada de ti, (por supuesto ruégales que sean honestos). Recíbelo
sin juicios, sin críticas y sin justificaciones. Analízalo, y comienza a
trabajar para cambiarlo, porque si eso es lo que opinan de ti, eso lo que eres,
con independencia de lo que tú opines sobre ti mismo.
El vídeo d’avui està dedicat, amt tot el meu cor
als sabadellencs.
Un ciclo es
un espacio de vida, sin duración definida en el tiempo, en el que la persona
desarrolla ciertas actividades, rodeada de un determinado grupo de personas. Así
mismo, dentro de cada ciclo pueden establecerse una especie de miniciclos que
son situaciones que se repiten, y se repiten, y se repiten hasta el
aburrimiento en la vida de la persona, casi como si de un mal sueño se tratara.
Estos miniciclos sólo son lecciones no aprendidas, y podemos tener claro que se
van a repetir una y otra vez, sin ningún tipo de misericordia.
El mayor de
los ciclos, es el tiempo que comprende una vida, y de la misma manera que no
permanecemos eternamente en la vida de la materia, no hemos de intentar
permanecer tampoco en ninguno de los ciclos o etapas que comprende la vida.
Intentar permanecer más tiempo del necesario hace que empiecen a no funcionar
las cosas, hace que perdamos la alegría y la ilusión.
No tenemos
normalmente mucha conciencia de la finalización de las etapas, salvo casos
excepcionales, en los que se siente que el ciclo en el que nos encontramos ha
finalizado. Tenemos, por tanto, que permanecer atentos a las señales, que
pueden ser de diferentes tipos, en función del tipo de etapa finalizada. Dichas
señales, como pueden ser aburrimiento, desgaste excesivo en relación con
personas, trabajo o cualquier otra actividad, son los síntomas de que debemos
cerrar una puerta y encararnos hacia la siguiente.
La
finalización de cada etapa lleva consigo el inicio de un nuevo ciclo, y para
eso, en función del tipo de cambio, no está preparada la sociedad, ni por
supuesto nosotros, que somos una parte de esa sociedad. A la sociedad le gusta
vernos revolcarnos en la miseria del presente, antes de aceptar cualquier tipo
de cambio. Así, mientras nos revolcamos, la sociedad puede sentirse útil
culpabilizándonos, compadeciéndonos y dándonos consejos. Sin embargo, si
encaramos nuestra vida y realizamos los cambios que demanda nuestro corazón, ya
tienen la frase preparada: “Estás loco”.
No aceptar
la finalización del ciclo y cerrar bajo llave la puerta de la etapa anterior,
supone un desgaste de energía enorme, que hace que físicamente la persona deje
de vivir para empezar a vegetar. Caminar dejando puertas abiertas, “por si
acaso”, impide una vida plena.
La vida es
un continuo, y aferrarse a una etapa acabada es tratar de detener la vida, y la
vida no se detiene. Aferrarse a una etapa finalizada puede hacer que la propia
vida se pudra y huela tan mal como el agua estancada.
No se puede
vivir añorando situaciones del pasado. Hay que soltar las amarras, hay que
cerrar los círculos, hay que cerrar las puertas. Es importante deshacerse de
recuerdos, cambiar de casa, de ciudad, de país si la situación lo requiere, hay
que romper documentos, romper fotos y regalar libros.
Hay que
tener en cuenta que negar los cambios es negar el propio crecimiento interior,
porque los cambios externos pueden ser sinónimo de procesos internos de
crecimiento.
Recuerda
que nada ni nadie es imprescindible, y quien siente eso, solo son apegos. Deja
que fluya la vida, suelta, despréndete de lo innecesario, cierra puertas,
clausura, oxigénate, vive.