Dos
personas se conocen, por cualquiera de los millones de motivos por los que se
pueden conocer dos personas: Un encuentro casual, realizar el mismo curso,
tropezar en la calle, ser presentados por amigos comunes, subir al mismo
autobús, trabajar juntos, coincidir en el mismo banco en la iglesia, pedir el
mismo combinado en la barra de la discoteca, esperar en la cola para pagar en
el súper, asistir al mismo gimnasio en el mismo horario, etc., etc.
Y en ese encuentro
sucede algo especial que hace que cada uno de ellos se quede prendado por algo
del otro: por su mirada, o por su sonrisa, o por el timbre de la voz, o por su
gracia, o por su belleza, o por……, otro millón de razones diferentes por las
que dos personas pueden quedar prendados uno del otro. Es como si se hubiera
detenido el mundo para ellos, o como si una legión de ángeles tocarán sus
trompetas solo para ellos.
Antes de continuar
hemos de tener presente que “todo es energía”, y que “la energía siempre va
detrás del pensamiento”, es decir, que donde se pone el pensamiento allá va la
energía, y lo hace de inmediato, no tarda más o menos tiempo en llegar la
energía desde la persona que piensa hasta el objeto del pensamiento en función
de la distancia, no, es inmediato, ya se esté a un metro o a veinte mil kilómetros
de distancia.
¿Qué sucede a partir
de ese momento? Las dos personas han quedado impactadas y lo normal es que
piensen uno en el otro. Cuando uno piensa en el otro, la energía de ese
pensamiento de desplaza de uno a otro. Si cuando llega la energía, (recordar
que es inmediato), la otra persona está en su proceso de pensamiento normal, es
decir, que su mente es un “tío vivo”, la energía que llega se queda en el aura
de la persona, pero en el momento en que tenga un espacio va a entrar a la
persona. En ese momento la persona a la que le llega la energía del pensamiento
del otro, va a pensar en ella, su energía va a viajar hasta el otro y así van a
estar pensando uno en el otro, e incrementándose la energía, hasta el extremo
de que lo que comienza como un pensamiento normal se convierte en una entidad
de pensamiento, es decir el pensamiento se vuelve permanente, podríamos decir,
sin llegar a equivocarnos, que se vuelve casi obsesivo. Y así van a estar hasta
que vuelvan a encontrarse.
Por supuesto que en
ese nuevo encuentro van a hablar de lo mucho que han pensado uno en el otro, de
la gran cantidad de puntos afines que existen entre ellos, (ya que en estos
primeros encuentros no existen diferencias, todo es perfecto), el tiempo se va
a detener para ellos, van a sentir que hay mucho más que una simple atracción
física, los dos van a entrar en un estado de euforia desbordante en el que para
ellos todo está bien, porque ¡Oh!, se han enamorado.
Sobre el
enamoramiento hay cientos de estudios científicos, todos excepciones, en el que
cuentan con todo lujo de detalles las causas de tal acontecimiento, pero no es
esta entrada para tratar de manera científica porque nos enamoramos y cuáles
son sus consecuencias. La razón de esta entrada es analizar el enamoramiento no
desde la parte física, ni tan siquiera desde la parte emocional, sino desde la
parte espiritual.
Continuará…………….