El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




lunes, 14 de julio de 2025

Libertad: Realidad o ficción

 



La libertad es uno de los pilares fundamentales del pensamiento humano. Es el motor que impulsa la autonomía, el sentido de la dignidad y la capacidad de autodeterminación. A nivel filosófico, social y psicológico, el concepto de libertad se refiere a la posibilidad que tienen los seres humanos de actuar, pensar y tomar decisiones sin estar sujetos a coacciones externas o internas que limiten sus opciones.

Sin embargo, aunque a nivel teórico todos los individuos nacen libres, la libertad absoluta es más una aspiración que una condición concreta. La vida humana está inevitablemente cruzada por circunstancias que merman o condicionan esa libertad. Por lo tanto, la pregunta fundamental que se impone es: ¿somos realmente libres?

Creo que sería bueno distinguir entre “libertad externa (aquella que depende de las condiciones políticas, económicas o sociales) y “libertad interna” (aquella que depende de nuestro estado emocional, psicológico o espiritual). Muchos sistemas democráticos aseguran libertades formales: de expresión, movimiento, religión, asociación. Pero que alguien tenga el derecho de hablar, moverse o creer no implica necesariamente que tenga la capacidad real de hacerlo.

Por eso conviene examinar los factores que limitan esa libertad, y preguntarnos si podemos combatirlos desde el interior o si requieren transformaciones externas.

¿Es libre la persona que sufre problemas económicos?

Una persona que vive en pobreza extrema o en constante inseguridad económica tiene restringida su libertad de decisión. Por ejemplo, no puede elegir qué educación recibir, qué alimentos consumir o qué servicios médicos recibir. No puede aspirar fácilmente a una vida plena, y muchas veces sus decisiones están guiadas por la urgencia, no por el deseo.

No se me ocurre una solución sobre como un “pobre” podría considerarse libre. La libertad aquí pasaría por la justicia social y la equidad. Pero eso en la sociedad actual es una quimera. O es que ¿algún político actual es capaz de organizar programas que garanticen el acceso a servicios básicos, educación de calidad y empleos dignos que empoderen al individuo y amplíen su margen de decisión? Pero también y, esto aún es más quimera, pasa por la “educación financiera”, el emprendimiento ético y el fortalecimiento comunitario como herramientas para superar, desde lo local, las barreras económicas.

El resumen es que un “pobre”, a no ser que tenga una fortaleza mental impresionante nunca va a sentirse libre.

¿Es libre quien tiene una enfermedad o discapacidad?

Una condición física o mental puede limitar la autonomía del individuo. Quien depende de otros para movilizarse, quien padece dolor crónico o tiene que vivir bajo tratamiento constante, ve restringidas sus opciones. Sin embargo, esto no implica necesariamente que no pueda ejercer formas de libertad.

En este caso antes de reformular su capacidad de decidir, sería fundamental que la persona aceptara su estado físico y, a partir de ahí se puede considerar la idea de libertad como capacidad de decidir dentro de los márgenes personales. Aquí entra el respeto por la diversidad funcional, la accesibilidad universal, el derecho a tener asistencia y la inclusión plena en la vida social. Un enfermo o persona con discapacidad puede ser libre si se le garantiza voz, participación, dignidad y cuidado.

Aunque, mentalmente, puede sentirse libre si es capaz de desarrollar una fuerza de voluntad admirable a partir de sus limitaciones. La resiliencia, el desarrollo espiritual y el sentido de propósito son formas potentes de libertad interior.

¿Es libre alguien con miedo?

El miedo es una prisión invisible. Puede bloquear decisiones, inmovilizar proyectos, impedir relaciones. Es uno de los enemigos silenciosos de la libertad, porque opera desde adentro.

La libertad frente al miedo implica una revolución interior. Requiere autoconocimiento, herramientas emocionales, apoyo psicológico y sobre todo, entornos seguros. Si una persona vive bajo amenazas, violencia o humillación, difícilmente puede sentirse libre. Pero si aprende a gestionar el miedo, a mirarlo de frente y a tomar decisiones pese a él, empieza a construir libertad auténtica.

Los valientes no son quienes no sienten miedo, sino quienes no permiten que ese miedo los gobierne.

¿Es libre aquel que tiene ambición?

La ambición tiene un doble filo. En su justa medida, impulsa a mejorar, innovar, crecer. Pero desbordada, se convierte en una forma de esclavitud. El individuo vive obsesionado por el éxito, la riqueza, el reconocimiento, y pierde de vista el sentido, el descanso, el equilibrio.

La libertad frente a la ambición requiere redefinir las metas personales. ¿Para qué quiero lo que quiero? ¿Qué precio estoy pagando por ello? ¿A quién sirvo en mi búsqueda de poder o éxito?

La práctica del desapego, del agradecimiento y de la reflexión sobre los valores puede devolver al individuo su centro. A veces, el acto más libre es renunciar a una meta para abrazar un bienestar más profundo.

¿Es libre un pusilánime?

La persona pusilánime es aquella que carece de valor o determinación. Vive dominada por la indecisión, la inseguridad y la falta de coraje. A menudo, deja que otros decidan por él, que las circunstancias lo arrastren. En apariencia tiene libertad, pero en la práctica no la ejerce.

La clave está en el empoderamiento. El pusilánime necesita descubrir sus talentos, fortalecer su autoestima y ser acompañado en su crecimiento. A través del desarrollo personal, de experiencias que generen confianza y del refuerzo positivo, puede ir tomando decisiones que lo acerquen a su autonomía. Nadie nace valiente: el coraje se entrena.

Entonces, ¿somos libres los seres humanos? No completamente. Pero sí somos seres con la “potencialidad de la libertad”. La libertad no es un estado absoluto ni un privilegio garantizado: es un camino. Se construye desde adentro y desde afuera, en relación con los otros y con uno mismo.

Y eso significa que cada persona tiene una misión profunda: identificar aquello que lo condiciona y buscar las herramientas para liberarse. La sociedad debe poner en marcha mecanismos que faciliten ese proceso, (justicia, inclusión, equidad, educación), pero el individuo también debe encender su propia chispa: cultivar coraje, pensamiento crítico y voluntad.

Porque, aunque no todos seamos libres en plenitud, “todos podemos aspirar a serlo un poco más cada día. Y esa aspiración, ese movimiento interior hacia una vida más auténtica y elegida, ya es en sí una forma de libertad.


Despertar

 


“La vida es un gran sueño de Dios”, dijo el Maestro. “

“Si solo es un sueño, ¿a qué se debe que el dolor sea tan real?”, preguntó un discípulo.

“Una cabeza onírica azotada contra un muro onírico, causa un dolor onírico”, respondió Paramahansaji. “Quien sueña, no es consciente de la calidad engañosa de sus sueños, mientras no se despierta. Asimismo, el hombre no comprende la naturaleza engañosa del sueño cósmico de la Creación, mientras no se despierta en Dios”.

PARAMAHANSA YOGANANDA


sábado, 12 de julio de 2025

Volcán interior

 


Querido Dios:

        Hoy me atrevo a escribirte con el corazón en la mano y el alma expuesta. Siento que necesito tu ayuda, tu guía, tu luz, porque hay algo dentro de mí que no puedo controlar, algo que me transforma en una versión de mí mismo que no quiero ser. Es como si un volcán dormido en mi interior despertara de repente, y toda la lava acumulada explotara sin advertencia, sin lógica. Y entonces, esa persona amable, educada y paciente, que trato de ser, se desmorona para dar paso a un ogro que ni yo mismo reconozco. Es un ciclo que me duele profundamente y que afecta a las personas que más quiero. Por eso estoy aquí, buscando respuestas y consuelo.

A lo largo de mi vida, he tratado de mantenerme en equilibrio, de ser alguien que construye, que ama, que comprende. Pero hay momentos en los que algo se quiebra dentro de mí y, sin darme cuenta, me dejo llevar por esa fuerza arrolladora que parece superar mi voluntad. Es como si la ira, la frustración o el desánimo tomaran el control, y mis acciones y palabras se convirtieran en algo que jamás quisiera ofrecer a los demás. Cada vez que ocurre, me invade el remordimiento, la tristeza y una sensación de fracaso. Es un dolor doble: por el daño que puedo causar y por el hecho de sentirme incapaz de ser mejor.

He reflexionado mucho sobre este problema, tratando de entenderlo. ¿Por qué ocurre? ¿Es mi impaciencia, mis miedos, mis inseguridades? ¿Hay algo en mi pasado que pesa demasiado en mi presente? Lo cierto es que, a veces, las respuestas parecen esquivas, y eso me lleva a un lugar de desamparo. Me pregunto si esta batalla interna es una prueba, algo que debo superar para crecer. Pero entonces surge la duda: ¿tengo la fuerza para cambiar? Por eso recurro a Ti, porque sé que tu sabiduría y tu amor son infinitos, y que en Ti puedo encontrar lo que yo mismo no logro hallar.

Quiero pedirte, Padre, que me ayudes a encontrar paz dentro de mí. Esa paz que calma tormentas, que aquieta volcanes, que sana heridas. Ayúdame a ser más consciente de mis emociones, a reconocerlas antes de que se apoderen de mí. Dame la capacidad de respirar, de detenerme, de escuchar esa voz interior que me recuerda quién soy realmente. Enséñame a ser más paciente, a ver las situaciones con perspectiva, y a elegir siempre el camino del amor y la comprensión. Sé que no será fácil, pero creo que Contigo puedo encontrar esa fuerza que parece tan lejana.

Además, te pido que me des humildad. La humildad para reconocer mis errores, para disculparme sinceramente y para aprender de cada experiencia. Muchas veces, el orgullo puede ser un obstáculo para el cambio, y no quiero que sea así en mi caso. Quiero ser alguien que construye puentes, no muros; alguien que deja huellas positivas en los demás, y no cicatrices. Y sé que para lograrlo debo empezar por mirar dentro de mí, por aceptar mis propias imperfecciones y trabajar en ellas con dedicación y amor.

También te pido que ilumines mi relación con los demás. Cuando mi temperamento me lleva a reaccionar de manera negativa, el daño no solo recae en mí, sino en quienes me rodean. Ayúdame a ser más comprensivo, más abierto, más empático. Dame las palabras correctas cuando las necesite y el silencio cuando sea mejor callar. Dame la sabiduría para construir relaciones basadas en el respeto, el apoyo mutuo y el amor genuino. Porque sé que, al final, lo que realmente importa son las conexiones que creamos y el impacto que dejamos en la vida de los demás.

Finalmente, quiero agradecerte. A pesar de mis luchas internas, sé que me has dado muchas bendiciones. Tengo personas que me quieren, oportunidades para crecer y, sobre todo, tu presencia constante en mi vida. Aunque a veces me siento perdido, sé que nunca estoy realmente solo, porque tú siempre estás ahí, dispuesto a escuchar, a guiar, a sostener. Gracias por tu paciencia infinita, por tu amor sin condiciones y por creer en mí incluso cuando yo mismo dudo de mis capacidades.

Prometo esforzarme Señor. Prometo trabajar en mí mismo, en mis emociones, en mi forma de relacionarme con los demás. Pero también sé que necesito tu ayuda, tu luz, tu guía. Juntos, creo que podemos transformar ese volcán en un jardín, esa lava en algo constructivo y esa lucha interna en una fuente de aprendizaje y crecimiento. Porque, al final, lo que más deseo es ser alguien que honra la vida y que refleja tu amor en cada acción y palabra.

Gracias Señor.

CARTAS A DIOS – Alfonso Vallejo


Para obtener seguridad

 



Todo el que se abandona a los caprichos de la suerte, se prepara innumerables motivos de desasosiego; no hay más que un solo medio de llegar a la seguridad: despreciar las cosas externas y aparatosas, ateniéndose a lo honrado.

LUCIO ANNEO SÉNECA

DECRETO: Para sugestiones negativas de otros

 



miércoles, 9 de julio de 2025

Todo está unido entre sí

 


Todo está trenzado entre sí y esa ligadura es sagrada, hay muy pocas cosas que sean ajenas entre sí.

Todas las cosas están dispuestas en conjunto y ordenan el mismo universo.

Un mismo universo a partir de todas las cosas, un dios a través de todas las cosas, una única ley, común la razón para todos los seres inteligentes, una sola verdad, si en verdad es una la consumación de todos los seres que tienen el mismo género y que participan de la misma razón.

MARCO AURELIO

Vive hoy

 


Querido hijo:

      Entiendo tus anhelos. La idea de una máquina del tiempo para corregir errores y desvelar el futuro es tentadora, pero déjame explicarte por qué no la necesitas.

No hace falta que viajes al pasado, hijo mío. Todo lo que has vivido, tanto lo que tú consideras bueno como lo que consideras malo, forma parte de lo que eres hoy. Tus errores no te definen, pero te enseñan. Cada paso en falso, cada decisión que desearías cambiar, ha sido una oportunidad para aprender, para crecer y para volverte más sabio. En lugar de querer borrar esas experiencias, te invito a aceptarlas, a aprender de ellas y a usarlas como guía para que no se repitan en el futuro.

Recuerda que incluso en los momentos en que sientes que fallaste, yo estaba contigo. Vi tus intenciones, tu humanidad, y sé que muchas veces actuaste de la mejor forma que sabías en ese momento. El perdón es un regalo que te ofrezco, y también es un regalo que puedes darte a ti mismo. Perdonarte por tus errores es una forma de liberarte del peso del pasado y de avanzar con un corazón más ligero.

Ahora, respecto al futuro, quiero que sepas que no necesitas verlo para confiar en él. Lo que está por venir no está grabado en piedra; está siendo moldeado por cada una de tus acciones y decisiones en el presente. Tus palabras, tus actos, tus pensamientos de hoy son las semillas que plantan el jardín de tu mañana. Confía en que, al vivir con amor, integridad y fe, estás construyendo un futuro lleno de bendiciones.

Si tuvieras acceso al futuro, perderías el regalo del presente. Vivirías adelantándote a los días, perdiendo la belleza de los momentos que están sucediendo ahora. La vida no se trata de saber lo que viene, sino de caminar con fe, enfrentando cada día con valentía y gratitud. Al confiar en mí, en el plan que tú mismo has planificado, puedes estar seguro de que siempre estaré guiándote, incluso en los momentos de incertidumbre.

Entiendo que el futuro puede parecer incierto y a veces aterrador, pero quiero que sepas que no hay nada en él que tú y yo no podamos enfrentar juntos. Estoy contigo en cada paso, y mi amor por ti es eterno e incondicional. Incluso en los desafíos, encontrarás oportunidades para crecer y para descubrir la fortaleza y el amor que he puesto dentro de ti.

Hijo, te animo a mirar tu vida no como una serie de errores o incógnitas, sino como una historia que estás escribiendo cada día. Tienes el poder de elegir cómo reaccionar, cómo aprender y cómo amar. No te preocupes por corregir el pasado ni por predecir el futuro; enfócate en vivir el presente con propósito y corazón abierto.

Cada día es una nueva oportunidad para empezar de nuevo, para ser mejor, para amar más. Vive con gratitud por lo que tienes ahora, y confía en que el futuro será el reflejo de tu esfuerzo, tu fe y tu amor. Recuerda que no estás solo en este camino; siempre estoy contigo, guiándote, amándote y apoyándote en cada paso.

Confía en mí, hijo mío. No necesitas una máquina del tiempo, porque ya tienes todo lo que necesitas dentro de ti: el poder de aprender, de cambiar y de construir un futuro lleno de luz.

Con todo mi amor.

CARTAS A DIOS – Alfonso Vallejo


El sendero correcto

 


“Para el devoto que se encuentra en el sendero correcto, el desarrollo espiritual de su propio ser le es tan natural y poco llamativo como su respiración”, dijo el Maestro. “Una vez que el hombre le ha entregado su corazón a Dios, llega a absorberse tan profundamente en Él, que apenas si se percata de que ha resuelto todos los problemas de la vida. Mientras los demás comienzan a llamarle Gurú, él piensa sombrado: ¡Cómo! ¿Es que este pecador se ha convertido en un santo? ¡Señor, pueda la imagen tuya iluminar mi faz hasta tal punto, que nadie me vea a mí, sino solo a Ti”

PARAMAHANSA YOGANANDA


domingo, 6 de julio de 2025

Apariencias



Recuerda que no insulta aquél que injuria o golpea; lo que insulta es el criterio que establece estas acciones como ofensivas. Por lo tanto, si alguien te provoca, ten presente que es tu propia opinión la que te está provocando. En primer lugar, pues, trata de no dejarte llevar por las apariencias. Porque una vez que hayas ganado tiempo y te has dado un respiro, te controlarás con mayor facilidad.

                                                                                                             EPICTETO 

La maquina del tiempo

 


Querido Dios:

        A veces, me imagino lo increíble que sería tener una máquina del tiempo, algo mágico que me permita moverme hacia atrás y hacia adelante en esta vida que tantas veces parece incierta. No pido esto con frivolidad ni egoísmo, sino porque mi mente y mi alma están llenas de recuerdos del pasado y preguntas sobre el futuro, ambos alimentados por una mezcla de nostalgia, arrepentimiento y curiosidad.

Si pudiera viajar al pasado, hay tantas cosas que me gustaría cambiar. Tantas palabras dichas que desearía haber guardado, tantos silencios que ahora sé que debieron romperse, tantos momentos en los que actué sin pensar o con demasiada dureza. En mi corazón, hay recuerdos que aún me persiguen. Decisiones que tomé por impulsividad, falta de conocimiento o miedo, y que sé que lastimaron a las personas que amo o incluso a mí mismo. Si tuviera la oportunidad de revivir esos instantes, volvería con la sabiduría que tengo hoy y le hablaría a mi yo más joven. Le diría que reflexione, que actúe desde el amor, que sea paciente y compasivo. Le recordaría que las pequeñas cosas que a menudo desestimamos son las que más importan: un abrazo, una palabra amable, un momento de silencio compartido.

Hay cosas que duelen especialmente porque sé que dejaron cicatrices en otros, cicatrices que quizás aún no han sanado por completo. Me pesa pensar que algunos de mis errores marcaron la vida de las personas que estuvieron cerca de mí. Si pudiera volver, haría todo lo posible por borrar esas heridas. Abrazaría más, pediría perdón con más prontitud y pondría más cuidado en las palabras que pronuncié sin pensar. Haría todo lo posible por asegurarme de que mi presencia en sus vidas les trajera alegría, y no dolor.

Por otro lado, si tuviera la oportunidad de mirar hacia el futuro, también lo haría. No porque quiera apresurar el tiempo, sino porque muchas veces el futuro me llena de incertidumbre y dudas. Me gustaría saber qué me espera, si las decisiones de hoy me llevarán al lugar correcto. ¿Estaré en paz? ¿Habré encontrado la felicidad que tanto anhelo? ¿Habré hecho lo suficiente para proteger y cuidar de las personas que amo? Estas preguntas me asaltan a menudo, especialmente en momentos de debilidad o confusión.

El futuro también me intriga porque me gustaría prepararme mejor. Si supiera con certeza lo que viene, quizá podría evitar errores que aún no he cometido o protegerme de sufrimientos que podrían estar esperándome. Me pregunto si, al conocer mi destino, podría actuar con más confianza y serenidad, sabiendo que estoy en el camino correcto. También me reconforta la idea de poder proteger a mis seres queridos de las adversidades que el tiempo pudiera traerles.

Sin embargo, aquí estoy, sin esa máquina del tiempo que tanto imagino. Aquí estoy, enfrentándome al pasado con recuerdos que a veces me reconfortan y otras veces me hieren, y mirando hacia el futuro con una mezcla de esperanza y temor. Por eso recurro a ti, Dios. Porque no tengo la capacidad de cambiar lo que ya fue ni de predecir lo que será. Solo tengo este presente, este momento, y sé que necesito tu guía para aceptarlo plenamente.

Sé que mi deseo de cambiar el pasado y conocer el futuro proviene de mi humanidad. Tiendo a buscar certezas, a querer saber más de lo que me es dado comprender, pero en mi interior sé que tú tienes un propósito para todo. Incluso para esos errores que tanto me pesan, incluso para esa incertidumbre que a veces me paraliza. Por eso te pido, Dios mío, que me ayudes a reconciliarme con mi pasado. Enséñame a mirar hacia atrás con gratitud por las lecciones aprendidas, en lugar de con arrepentimiento. Ayúdame a reconocer que todo, incluso los momentos más oscuros, ha tenido un propósito en mi vida. No quiero vivir atado a lo que ya no puedo cambiar; quiero aprender de ello y usarlo para ser mejor.

Asimismo, te pido que me des la valentía para enfrentar el futuro sin miedo. Ayúdame a confiar en tu plan, incluso cuando no lo entiendo por completo. Dame la fe necesaria para caminar con esperanza, sabiendo que nunca estoy solo, que tú estás conmigo en cada paso. Enséñame a construir mi futuro a través de las acciones que realizo hoy, conscientes y llenas de amor. Recuérdame que cada decisión, cada palabra, cada gesto tiene el poder de influir en lo que viene. Que mis días no se llenen de dudas, sino de confianza en que, si vivo con fe y amor, estaré construyendo un futuro lleno de significado.

Quiero, Dios, aprender a vivir en el presente. No quiero que mi vida pase sin que me detenga a valorar los pequeños regalos que me das cada día. Ayúdame a ver la belleza en las cosas simples: en la risa de un ser querido, en un amanecer, en una conversación sincera. Enséñame a ser agradecido por lo que tengo ahora, en lugar de preocuparme por lo que perdí o lo que aún no tengo.

Gracias por estar siempre a mi lado, incluso cuando mis pensamientos están llenos de dudas y deseos imposibles. Gracias por tu amor infinito y tu paciencia inagotable. Sé que, aunque no tenga una máquina del tiempo, tengo algo mucho más valioso: tu guía y tu amor. Con ellos, sé que puedo reconciliarme con mi pasado, abrazar mi presente y construir un futuro lleno de esperanza.

           Con fe, gratitud y amor.

CARTAS A DIOS - Alfonso Vallejo


Aprender enseñando

 


Recógete en tu interior cuanto te sea posible; trata con los que han de hacerte mejor; acoge a aquellos que tú puedes mejorar.

Tales acciones se realizan a un tiempo y los hombres, enseñando, aprenden.

LUCIO ANNEO SÉNECA


miércoles, 2 de julio de 2025

No desesperes en la espera



Querido hijo:

        He recibido tu carta con amor y atención, como hago con cada pensamiento, pregunta y oración que surge de tus labios o tu corazón. Primero, permíteme decirte que comprendo tus inquietudes. La espera, tal como la experimentas, es parte de la experiencia humana, y sí, tiene un propósito profundo, aunque a veces parezca confuso.

La vida, mi querido hijo, es como un río. Fluye constantemente y nunca se detiene, pero en ese flujo, hay pausas: momentos en los que debes detenerte, reflexionar y observar. Es en esas pausas donde nace lo que llamas "espera". La espera no es un vacío; es un espacio que yo creé para que encuentres algo valioso. No es solo un lapso entre el presente y el futuro; es el presente mismo, que a menudo pasa desapercibido mientras tus ojos están fijos en lo que está por venir.

Entender el propósito de la espera requiere paciencia, atención y fe. La espera te enseña paciencia, sí, pero también te enseña gratitud y humildad. Cuando esperas algo, tu corazón se abre al deseo, y el deseo es una manifestación del amor. Sin espera, no habría anhelo, y sin anhelo, no habría propósito. ¿Qué es la vida sin propósito? Cada paso que das en la espera te aproxima a comprender que lo que buscas no siempre es tangible; a veces es un aprendizaje, una emoción, un despertar espiritual que necesitas más que cualquier otra cosa.

Entiendo que la espera puede ser difícil. En tu humanidad, a veces se siente como un castigo, como si estuvieras atrapado en una rueda que no deja de girar. Puede ser agotadora, frustrante, e incluso desalentadora. Pero quiero que sepas que nunca estás solo en tus esperas. Estoy contigo en cada paso, escucho cada oración y comprendo cada lágrima. Incluso en los momentos de silencio, cuando parece que no hay respuesta, mi presencia está contigo, aunque no la percibas.

La espera también tiene la capacidad de transformar. En ella, encuentras fuerza que no sabías que tenías y descubres belleza en los lugares más inesperados. Hijo mío, te invito a mirar la espera desde otra perspectiva. En lugar de verla como un obstáculo, mírala como un regalo, un tiempo para crecer, para aprender, para explorar el presente. A menudo, en la espera, encuentras las cosas más hermosas: una conexión inesperada, una lección vital, un instante de paz. La espera te da tiempo para prepararte, para recibir con plenitud lo que está por llegar.

Cuando esperas con el corazón abierto, comienzas a ver que la espera en sí misma no está vacía; está llena de vida, de oportunidades. De hecho, no todo lo que esperas llegará como lo imaginas. A veces, como bien dices, lo que deseas no es lo que necesitas, y yo, en mi amor por ti, siempre priorizo lo que es mejor para tu alma. Confía en mi plan, aunque no lo comprendas por completo. La espera, aunque a veces parezca interminable, siempre tiene un propósito.

Hay veces en las que lo que esperas se convierte en algo diferente, algo que incluso supera tus expectativas. Hay otras ocasiones en las que no recibes lo que deseabas, pero te das cuenta de que era lo mejor para ti. La espera te ayuda a discernir, a valorar lo que realmente importa y a dejar ir aquello que ya no tiene lugar en tu vida. Todo esto forma parte de tu plan de vida, un plan que está diseñado para llevarte hacia el amor, la paz y la plenitud.

Te animo a vivir en el presente mientras esperas. Celebra los momentos que tienes ahora, encuentra la belleza en las pequeñas cosas que te rodean. La vida no es una sucesión de metas; es un viaje lleno de descubrimientos. A menudo, la espera te permite ver el valor de lo que ya tienes, porque el presente está lleno de regalos que a veces pasan desapercibidos mientras tus ojos están fijos en el futuro.

Recuerda siempre, mi querido hijo: no estás esperando solo por cosas terrenales; estás esperando por mí, por mi amor, por mi guía, por mi paz. Y aunque el mundo te diga que la espera es algo negativo, yo te digo que es un tiempo sagrado, un regalo para tu crecimiento espiritual. En la espera, hay un espacio para que profundices en tu fe, en tu confianza en mí y en tu conexión con aquellos que te rodean.

Además, quiero que sepas que yo también espero. Espero por ti, espero verte crecer, espero verte sonreír y sentir paz. Espero que encuentres plenitud en mí, que tu espíritu se llene de mi amor y que comprendas que no estás solo en esta jornada de vida. La espera es una danza entre tú y yo, entre el tiempo y la eternidad, entre el anhelo y la realización.

Querido hijo, cada momento de espera tiene un propósito, y en cada espera estoy contigo. Mi amor por ti es infinito y mi plan para ti es perfecto, aunque a veces sea difícil de entender desde tu perspectiva humana. Confía en que todo lo que ocurre, incluso la espera, tiene un propósito divino.

Vive con confianza, mi querido hijo. Aprecia cada instante, cada pausa, cada espera. En ellas, encontrarás no solo respuestas, sino también mi presencia y mi amor eterno.

Con todo mi amor.

CARTAS A DIOS – Alfonso Vallejo 

  

Esclavos de la incertidumbre



         El Maestro solía pintar inolvidables “cuadros verbales”, con el objeto de ilustrar un determinado hecho espiritual. “La vida es así”, dijo en cierta ocasión, “han preparado una merienda campestre y, repentinamente, aparece un oso que vuelca su mesa, y se ven forzados a huir.

         Los hombres conducen sus vidas en esta forma: luchan por obtener un poco de dicha y de seguridad, pero súbitamente aparece el oso de la enfermedad, sus corazones se detienen, y se ven obligados a partir.

        ¿Por qué vivir en semejante estado de incertidumbre? Objetivos carentes de importancia han asumido el papel primordial en sus vidas. Permiten que diversas actividades se apoderen de su tiempo esclavizándoles. ¿Cuántos años se han deslizado ya en esta forma? ¿por qué permitir que se escurra el resto de sus vidas en ausencia de todo progreso espiritual? Si se deciden hoy a no aceptar que los obstáculos les desanimen, les será dado todo el poder de superarlos”.

 PARAMAHANSA YOGANANDA


La propia opinión

 


No son las cosas las que atormenta a los hombres sino los principios y las opiniones que los hombres se forman acerca de ellas. La muerte, por ejemplo, no es terrible; si lo fuera, así le habría parecido a Sócrates.

Lo que hace horrible a la muerte es el terror que sentimos por la opinión que de ella nos hemos formado. En consecuencia, si nos hallamos impedidos, turbados o apenados, nunca culpemos de ello a los demás sino a nuestras propias opiniones. Un ignorante le echará la culpa a los demás por su propia miseria. Alguien que empieza a ser instruido se echará la culpa a sí mismo. Alguien perfectamente instruido ni se reprochará a sí mismo, ni tampoco a los demás.

EPICTETO


martes, 1 de julio de 2025

Espera

 


Querido Dios:

       Hoy escribo estas palabras con una mezcla de esperanza y dudas en mi corazón. Me pregunto, ¿por qué nuestra existencia parece estar marcada por la espera? Nos pasamos los días, los meses, los años aguardando algo: un momento especial, una respuesta, un milagro. Parece como si la espera fuese la esencia misma de la vida.

Desde pequeños, aprendemos a esperar. Esperamos que llegue el verano, que se haga el pastel en el horno, que mamá nos lea un cuento antes de dormir. Y mientras crecemos, esas esperas se transforman: esperamos encontrar el amor, alcanzar nuestras metas, recibir el reconocimiento por nuestro esfuerzo. Y cuando logramos algo, no tardamos mucho en comenzar a esperar lo siguiente, como si el acto de esperar nunca tuviera fin.

Sin embargo, no puedo evitar preguntarme: ¿es esto lo que tú planeaste para nosotros? ¿Esta constante sensación de que estamos incompletos, de que lo que buscamos siempre está un paso más allá? A veces, la espera se siente como un peso, como un vacío que nunca se llena. Nos prometemos que seremos felices cuando ocurra "eso" que estamos esperando, pero ¿y si nunca llega? ¿Y si al final de todo descubrimos que nuestras vidas no eran más que una sucesión de esperas?

Nos enseñan que la paciencia es una virtud, y sé que tú nos has bendecido con ella. Pero reconozco que, en mi humanidad, a veces me falta. En la espera, he sentido frustración, desilusión y cansancio. Incluso he cuestionado si tú estás escuchando, si mi espera es en vano. ¿Por qué nos haces esperar tanto? ¿Es la espera una lección, una forma de hacernos valorar el presente, o simplemente parte del misterio de tu plan?

En muchas ocasiones, la espera está cargada de incertidumbre. Aguardamos con la esperanza de que lo que estamos esperando traiga alegría, paz o claridad. Pero esa esperanza, aunque poderosa, puede tambalearse cuando la espera se alarga. En esos momentos de duda, me pregunto si estoy entendiendo mal tu mensaje, si lo que espero es algo que tú consideras innecesario o irrelevante para mi vida. Y así, me encuentro buscando respuestas que parecen no llegar nunca.

La espera también nos confronta con nuestra propia vulnerabilidad. Al esperar, nos damos cuenta de que no tenemos control absoluto sobre nuestras vidas. Podemos planear, trabajar y esforzarnos, pero hay cosas que simplemente no están en nuestras manos. Ese reconocimiento puede ser desconcertante, pero también liberador. En la espera, somos invitados a soltar nuestras ansias de control y confiar en ti, en tu tiempo, en tu sabiduría.

Te pido que ilumines mi corazón, Dios, porque en medio de mi incertidumbre, sigo confiando en ti. Sé que la vida tiene un propósito y que cada espera, por dura que sea, tiene un significado. Pero aun así, necesito tus palabras, tu guía. Por favor, ayúdame a entender el sentido de esta espera interminable que define nuestra existencia.

También he llegado a darme cuenta de que la espera no siempre es negativa. Hay belleza en la espera, aunque a veces sea difícil de ver. En esos momentos de pausa, podemos descubrir cosas que, de otro modo, habrían pasado desapercibidas. La espera nos da tiempo para reflexionar, para aprender, para crecer. Nos da la oportunidad de conectar con otros, de fortalecer nuestra fe y de encontrar alegría en las pequeñas cosas de la vida.

Sin embargo, soy consciente de que no siempre aprovecho ese tiempo como debería. En mi impaciencia, a menudo me encuentro ansioso y preocupado, mirando hacia el futuro en lugar de vivir en el presente. Por eso, te pido que me ayudes a cambiar mi perspectiva. Enséñame a ver la espera como un regalo, como una oportunidad para estar más cerca de ti y de los demás.

La espera también nos enseña humildad. Nos recuerda que no somos el centro del universo, que nuestras vidas están interconectadas con las de los demás y con tu gran plan. Nos invita a reconocer que no siempre sabemos lo que es mejor para nosotros y a confiar en tu sabiduría y amor. En ese sentido, la espera es un acto de fe, una expresión de confianza en ti.

A lo largo de mi vida, he visto cómo algunas de mis esperas han dado fruto. He experimentado la alegría de ver sueños cumplidos, metas alcanzadas y deseos realizados. En esos momentos, he sentido una profunda gratitud hacia ti. Pero también sé que no todas las esperas tienen el final que esperamos. Hay veces en las que lo que llega no es lo que deseábamos, pero con el tiempo, nos damos cuenta de que era justo lo que necesitábamos. En esos casos, tu amor y tu cuidado se hacen evidentes de formas que no siempre entendemos al principio.

Querido Dios, gracias por escucharme, incluso cuando mis palabras están llenas de dudas y preguntas. Sé que tú comprendes mi corazón mejor que yo mismo. Confío en que cada espera tiene un propósito, aunque no siempre pueda verlo claramente. Ayúdame a vivir en el presente, a encontrar alegría en el ahora y a confiar en tu plan, incluso cuando la espera parezca interminable.

En última instancia, espero en ti, Dios. Más allá de las cosas materiales o los logros terrenales, mi mayor anhelo es estar cerca de ti, sentir tu amor, tu paz y tu guía. Y sé que tú nunca me fallarás. En la espera, te encuentro, y en ti, encuentro todo lo que necesito.

Con esperanza y gratitud.

CARTAS A DIOS – Alfonso Vallejo

 

 

 

 


sábado, 28 de junio de 2025

Que controla el ser humano

 


Hay cosas que están bajo nuestro control y otras que no lo están.

Bajo nuestro control se hallan las opiniones, las preferencias, los deseos, las aversiones y, en una palabra, todo lo que es inherente a nuestras acciones. Fuera de nuestro control está el cuerpo, las riquezas, la reputación, las autoridades y, en una palabra, todo lo que no es inherente a nuestras acciones.

Lo que controlamos es libre por naturaleza y no puede ser impedido ni impuesto a ningún hombre; pero lo que no controlamos es débil, servil, limitado, y sujeto a un poder ajeno.

Recuerda, pues, que te perjudicarás si consideras libre y tuyo lo que por naturaleza es servil y ajeno. Te lamentarás, te confundirás, y terminarás culpando a los dioses y a los hombres de tu desgracia.

Por el contrario, nadie podrá impedirte ni imponerte algo si consideras tuyo sólo lo que en verdad te pertenece y ajeno lo que en efecto es de otros. De esa forma, no criticarás a nadie ni acusarás a nadie; no harás nada en contra de tu voluntad, no tendrás enemigos y no sufrirás ningún perjuicio.

EPICTETO


El poder de la oración

 


“Maestro, indíqueme qué plegaria debería emplear para atraer más rápidamente al Divino Amado”, pidió un devoto hindú.

Paramahansaji respondió: “Ofrécele al Señor las gemas de oración que yacen en las profundidades de la mina de tu propio corazón”.

PARAMAHANSA YOGANANDA


DECRETO: Para un propósito determinado

 



viernes, 27 de junio de 2025

Hablemos de política

 


Creo que ninguna de las 1.624 entradas de este blog, desde que lo empecé en octubre de 2010, se ha centrado exclusivamente en la política. Supongo que tampoco tiene demasiada importancia, porque dudo que alguien lea realmente las entradas que publico. Es cierto que las estadísticas muestran muchas visitas, pero tengo claro que buena parte son bots que se conectan automáticamente, así que no creo que haya mucha lectura real.

Pero, oye, si por casualidad estás leyendo esto… ¡hazme un favor! Déjame un comentario. Solo con poner la fecha y la hora me basta. Así sabré que no escribo solo para fantasmas digitales.

Ahora sí, volvamos al tema. 

Esta entrada va sobre lo que pienso de la política.

Para empezar, creo que un político debería ser, por definición, alguien que representa a la ciudadanía y trabaja por el bien común. Es decir, debería:

- Servir al interés público, no a sus intereses personales ni a los de su partido. 

- Escuchar y representar a quienes lo han elegido. 

- Promover leyes y políticas que mejoren la calidad de vida y resuelvan los problemas reales de la sociedad.

Una duda que me persigue desde siempre es: ¿por qué hay opiniones tan distintas sobre lo que significa “bien común”?

Para entender mejor esta reflexión, conviene aclarar desde qué punto de vista hablo: yo me considero “progresista”. ¿Qué significa eso para mí?

- Significa respetar a las personas por encima de todo. 

- Creer en la evolución constante de la sociedad. 

- Apoyar reformas que promuevan la justicia social, la igualdad y los derechos humanos. 

- Cuestionar las tradiciones cuando frenan el progreso. 

- Defender la igualdad de género, los derechos del colectivo LGTBIQ+ y el fin de cualquier forma de discriminación. 

- Apostar por una educación y sanidad públicas, universales y gratuitas. 

- Cuidar el medioambiente con políticas sostenibles y valientes. 

- Y favorecer una economía más justa mediante políticas redistributivas que reduzcan la desigualdad.

Con esta forma de pensar, es comprensible que me identifique con la izquierda política. Y, sinceramente, nunca he entendido por qué muchas personas —especialmente las que se definen como de derechas, conservadoras o incluso de extrema derecha— no defienden estos principios. Menos aun comprendo cómo un obrero, alguien que vive del trabajo diario, puede apoyar con su voto opciones políticas que no parecen pensar en él.

Hoy en España vivimos tiempos políticos especialmente convulsos. Es posible que el presidente del Gobierno se vea forzado a convocar elecciones. De ser así, la derecha y la extrema derecha probablemente celebrarán con entusiasmo lo que consideran su gran oportunidad para alcanzar el poder.

Es cierto que últimamente han salido a la luz escándalos de corrupción que afectan al partido de gobierno. Tal vez eso justifique unas nuevas elecciones. Pero lo realmente preocupante —y profundamente triste— es que desde el principio de esta legislatura se ha llevado a cabo una campaña de acoso y derribo por parte de los partidos de derecha, con el apoyo de ciertos medios de comunicación, grandes fortunas y una parte nada despreciable de la judicatura.

Sí, el dicho dice que “el pueblo unido jamás será vencido”. Pero también es verdad que quienes buscan debilitar ese pueblo cuentan con muchos recursos, estrategias y poder. Y mientras tanto, logran mantenernos divididos.

En fin, si hay elecciones... yo tengo claro que seguiré votando a la izquierda.


Camino espiritual

 


La forma en que una persona reacciona ante la adversidad —o frente a lo que percibe como una amenaza a sus intereses o creencias— dice mucho sobre el punto en el que se encuentra en su proceso de evolución interior, lo que suelo llamar su “camino espiritual”.

Antes de seguir, me parece importante aclarar qué entiendo por “camino espiritual”. No se trata de acumular conocimientos místicos ni alcanzar niveles elevados en alguna escala esotérica. Hablo de algo más cotidiano, más íntimo y a la vez universal: el recorrido que hacemos desde el nacimiento hasta la muerte, un viaje repleto de estaciones, desafíos y aprendizajes cuyo único objetivo es nuestro crecimiento como seres humanos.

Ahora bien, crecer no significa volverse más fuerte, más influyente o más sabio en términos externos. No. Hablo de un crecimiento mucho más sutil y poderoso: aquel que se mide por la cantidad de amor que vamos integrando en nuestro interior. Porque, al final de cuentas, la vida es una escuela del alma, y su única lección esencial es aprender a amar.

Por eso llamo a esta travesía entre el nacimiento y la muerte “camino espiritual”. Es una búsqueda profunda que trasciende cualquier dogma religioso. Un viaje interior que cada uno recorre de forma única, movido por el anhelo de encontrar propósito, paz, conexión y comprensión de uno mismo con el mundo.

Aunque cada alma tiene su propio ritmo y modo, muchos comparten ciertas etapas en este camino:

- Despertar: Suele llegar a través de una crisis o un profundo malestar. Algo dentro de nosotros susurra: “¿De verdad esto es la vida? Tiene que haber algo más…” Es el momento en que comenzamos a mirar más allá de lo material.

- Búsqueda: Se abre entonces una etapa de exploración. Nos acercamos a diferentes filosofías, prácticas, culturas o enseñanzas que resuenan con algo profundo en nuestro interior.

- Transformación interior: La práctica de la meditación, la contemplación, la oración o el arte introspectivo empieza a cambiar la manera en que percibimos la vida. Poco a poco, la persona se transforma desde dentro, liberándose de viejos patrones.

- Conexión: Surge una sensación más profunda de pertenencia. Nos sentimos parte del universo, conectados con la naturaleza, lo divino o los demás seres humanos desde una nueva sensibilidad.

- Servicio y compasión: Como consecuencia natural de la transformación y la conexión, aparece el deseo genuino de contribuir al bienestar de otros. Es el amor que ha madurado en nosotros y ahora quiere expandirse.

Por eso decía al principio que nuestras reacciones ante la vida —sobre todo ante las dificultades— son el mejor termómetro de nuestra evolución espiritual. Cuanto mayor es nuestra capacidad de responder con amor, comprensión y ecuanimidad ante lo que nos hiere o incomoda, más cerca estamos de ese aprendizaje esencial: amar sin condiciones.

Reaccionar con amor: el termómetro del alma


jueves, 26 de junio de 2025

Amigos

 


El verdadero calificativo de amigo lo merece aquel a quien, después de haberle juzgado digno de tal nombre, le confiamos los secretos como a nosotros mismos.

LUCIO ANNEO SÉNECA