Capítulo XIV. Parte 6. Novela "Ocurrió en Lima"
Antay,
que se puso en pie, esperando su llegada, pensó que iba a tener que agarrarse a
la mesa para no caerse por el estado de nervios que se apoderó de él nada más
verla entrar en el local.
- Se
dieron un beso de bienvenida y mientras se sentaban Indhira inició la
conversación- Te veo muy bien, te sienta bien el nuevo trabajo.
- A Antay
le costaba trabajo articular palabra, se había quedado como la primera vez que
se encontró frente a ella. Después de unos segundos, que a él le parecieron
siglos pudo decir, -Gracias. Sí que me sienta bien, pero tú no has cambiado de
trabajo y sigues tan estupenda.
- Seguro
que son tus ojos, -y fijándose que desde la mesa de la entrada solo hacían que mirarlos
siguió- aunque tendríamos que preguntar a tus compañeros que no nos quitan
ojo.
- Han
estado esta tarde en mi casa. Van a entrevistarse con el director de recursos
humanos, y si no hay nada en contra serán los integrantes del nuevo equipo de
informática.
- Pues
entonces les iré conociendo poco a poco.
- Antay
pensó que ya era momento de iniciar una nueva conversación que parecía
necesaria- Indhira, tengo que pedirte disculpas por mi grotesca despedida del
sábado.
- No
tienes que pedir disculpas, nunca sabemos cuáles son las razones de los demás
por las que llegan a tomar determinadas decisiones. Si que fue un poco extraña,
sobre todo después del día tan agradable que pasamos, pero seguro que tenías
tus razones. No me sentí ofendida, solo extrañada.
- Sí que
tenía mis razones, -lo mejor sería contar la realidad de mis emociones- estaba
aterrado.
- Indhira
puso cara de no entender- ¿Por qué estabas aterrado?
- Porque
me gustas Indhira. Cuando te vi la primera vez me quedé tan impresionado que no
me salían las palabras, ¿supongo que fuiste consciente?, -Indhira hizo un gesto
afirmativo con la cabeza, pero sin intentar decir nada, lo que permitió que
Antay pudiera seguir con su discurso.
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Desde ese día hasta el sábado que hicimos la regresión, tenía emociones
encontradas, una que no quería hacer la regresión porque me daba miedo, ya que
era algo desconocido para mí y no sabía que me podía encontrar. Siempre me ha
gustado saber cómo es el terreno que piso, me gusta no perder el control.
- Supongo
que eres consciente de que es imposible tenerlo todo controlado, -interrumpió
Indhira.
- Lo soy
y he podido comprobarlo en mí mismo. He tenido un mes de locura y, en este
tiempo, no he controlado nada, he sido como una hoja movida por el viento.
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Déjame seguir, -dijo Antay haciendo una señal con la mano, viendo que Indhira
tenía intención de seguir con el tema del control- y la otra emoción era la
ilusión que me hacía volver a verte.
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La regresión fue algo increíble y el resto del día, de lo mejor que recuerdo en
los últimos años.
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Tuve la impresión de que tu día, también, fue bastante bueno, -Indhira volvió a
afirmar con la cabeza, sin intentar interrumpir a Antay, que siguió-. Eso me llevo a pensar que si te pedía una
segunda cita ibas a aceptar y, después, una tercera y una cuarta. Podía ser muy
fácil para mí enamorarme de ti y, ahí, empezó el problema. ¿Qué pasaba si me
enamoraba de ti y yo te era indiferente? o ¿qué pasaba si iniciábamos una
relación y un día decides terminarla? No lo resistiría. Ante eso, para no
sufrir porque se acabe una relación algún día, lo mejor es no iniciarla.
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Esa fue mi razón. Mi tonta razón. Hoy han podido más las sensaciones que tengo
hacia ti que el miedo, -Indhira iba a decir algo, pero Antay volvió a hacer una
seña con la mano para que esperara- Déjame decirte algo más, para que entiendas
como se mueven mis emociones. Cuando tu papá me ofreció el trabajo, el día que
tú me viste en la empresa, estuve un día entero enfermo de miedo. Estuve a
punto de declinar la oferta porque tenía miedo de no cumplir las expectativas.
- Antay, me
alegro de que hoy hayas vencido al miedo. Yo también quedé impresionada por ti
y llevas quince días en mi mente. ¿Tú sabes lo que te puedes perder en la vida
por el miedo?
- Sí, soy
consciente. Sé que puedo perder la vida, no la vida física, pero si tener una
vida emocional anodina. ¿Te crees que me gusta tener miedo?, no me gusta y
trato de combatirlo. De momento llevo dos victorias. Una aceptar el trabajo,
del que estoy encantado y, la otra victoria, estar aquí contigo.
- Aunque
es el mismo miedo, -dijo Indhira- uno es de corto recorrido y el otro de larga
duración.
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Me explico, el miedo a aceptar el trabajo se tenía que ir en un día y lo
conseguiste mientras que el miedo a iniciar una relación para no sufrir porque
se acabe algún día tiene mucho más recorrido.
>>
Pero imagínate que la relación dura diez años. Tendrías 10 años de felicidad y
unos días o, pueden ser meses, de sufrimiento. Pero si no vences al miedo, es
posible que no sufras ni un solo día, pero te privarás de 10 años de felicidad.
Es tu elección.
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