El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




miércoles, 2 de noviembre de 2022

Todo sobre ruedas

 


Capítulo XIII. Parte 6. Novela "Ocurrió en Lima"

El viernes, a las ocho de la mañana, estaba entrando en la oficina “Uno de San Isidro”. María, la persona responsable de la oficina, ya estaba al corriente de mi visita porque en la tarde anterior la señora Claudia, la asistente del señor Moretti, la había informado de mis intenciones de comenzar mi “tournée” en su oficina.

María es, una mujer menuda y vivaracha, de unos cincuenta años, que parecía tener en su cabeza todas las propiedades que habían captado sus agentes.

Me puso al corriente, de manera clara y detallada, del funcionamiento de la oficina y, por ende, de todas las oficinas, puesto que todas funcionaban igual salvo los pequeños matices que podrían tener al ser dirigidas por personas diferentes. Fue de una ayuda inestimable ya que la operativa de toda la empresa se gestó en esa oficina en un solo día. Eso sí, un día largo, porque María y yo salíamos de la oficina a las diez de la noche, después de un pequeño descanso a media tarde, descanso que María aprovechó para dar instrucciones a su esposo para la cena de este y de sus dos hijos adolescentes.

María no solo tenía las propiedades de sus agentes en la cabeza, también me dio la impresión de manejar, además de la oficina, su casa con una diligencia digna de encomio. En ese momento supe que iba a ser una magnifica y estrecha colaboradora.

De los siete terminales con que contaba la oficina convinimos, María y yo, que podía retirar cuatro, con la promesa, por mi parte, de comenzar el miércoles, de la próxima semana, a introducir y dar de baja las propiedades que generaran los agentes de la oficina.

Establecimos como sería la comunicación con el departamento de informática y nos emplazamos para un nuevo encuentro 10 días después con el objetivo de realizar un seguimiento de la gestión.

Con el ingente trabajo que tenía por delante no pude permanecer en casa, sin ir a trabajar el sábado, a pesar de ser un día feriado.

Cuando llegué, a primera hora de la mañana, instalé las cuatro computadoras retiradas de la agencia “Uno de San Isidro”.

Instalé la mía, la que utilizaría mi asistente y las otras dos para Pablo y Belén, los dos técnicos. Dejándolas operativas para todas las aplicaciones y dejando escritas, en la tapa, sus claves de acceso. Solo tendrían que encenderlas y comenzar a trabajar.

Acababa de sentarme en mi despacho, para preparar el plan de acción de la próxima semana, cuando una voz desde la entrada hizo que pegara un bote que casi toco en el techo, con el corazón saliéndose por mi boca.

-    Buenos días, Antay, ¿qué hace trabajando en feriado?, a este ritmo, de los dos meses, le va a sobrar mes y medio para estar a pleno rendimiento, -era el señor Moretti asomado a la puerta de mi despacho.

-    Buenos días señor. Me ha dado un susto de muerte. No esperaba a nadie, -dije una vez recuperado del susto.

-    Disculpe, no era mi intención asustarle. ¿Qué tal le fue con María?, -se interesó el señor Moretti.

-    Muy bien. Es una mujer, además, de muy eficiente, encantadora, -le expliqué como se había desarrollado la reunión de trabajo y le hice un resumen de nuestros planes- Ya hemos establecido el método de trabajo y hemos quedado en reunirnos en 10 días para hacer seguimiento. Introduciremos las variaciones que consideremos necesarias para implantarlas en toda la empresa. Me traje cuatro computadoras, que ya he dejado instaladas.

-    Estupendo. Creo que vamos a tener que poner a la venta las computadoras que sobren, que me imagino que serán unas cuantas, ¿Qué le parece?

-    Si ya había pensado en comentarle. Una vez recogidas todas, limpiaremos la información, podemos dejar unas cuantas de reserva y el resto podremos venderlas. Por cierto, le comenté al señor Ramírez la posibilidad de adelantar la contratación de parte del personal ya que el próximo miércoles, quedé con María que, empezaríamos a trabajar nosotros desde aquí. Lo ideal sería que comenzaran, lo antes posible, la persona que sea mi asistente y, al menos, uno de los técnicos. Me dijo que no había ningún problema.

-    Por supuesto que no lo hay. Tiene toda la confianza.

-    Gracias. Espero no defraudarle.

-    Póngase de acuerdo con el señor Ramírez. Tiene instrucciones para facilitarle el trabajo. Y si no quiere más, me retiro y le dejo trabajar.

-    No señor, nada más.

-    Hasta el lunes. Acuérdese que a las 10 tenemos comité de dirección.

-    Hasta el lunes señor.

Una vez solo, seguí con mi trabajo de organización de visitas para la siguiente semana y, yo mismo, por mail, informé al señor Arana, director de operaciones, al jefe de operaciones de Lima Centro y a los responsables de las oficinas que pensaba visitar.

Hice un receso para almorzar en casa, teniendo en cuenta la cercanía de la oficina a mi domicilio y, volví en la tarde para adelantar el trabajo de la siguiente semana. Quería visitar las 30 oficinas de Lima y Callao en dos semanas y, en tres semanas más las oficinas de provincias, con lo que a principios de noviembre estaríamos funcionando a pleno rendimiento. Para el viaje a Bogotá tendría que hablar con el señor Moretti.

Cuando llegué a casa, en la noche, estaba más que satisfecho por el trabajo realizado y con una cierta ansiedad esperando la reunión del domingo con mis ex compañeros y la reunión del lunes para mi presentación en las oficinas. 

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