El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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domingo, 10 de mayo de 2015

Ganar y perder


Perlas para el alma



                    En nuestra evolución vamos todos juntos, vamos de la mano aunque no lo parezca. No se trata de “unos ganan y otros pierden”, no, se trata de “ganamos todos o no ganamos ninguno”, se trata de “si yo gano, tu ganas”, se trata de “si yo pierdo, tu pierdes”. No escondas información, no juzgues quien está preparado y quien no lo está. Tú da la información, ayuda, colabora, que cada uno ya recogerá lo que esté preparado para recoger, es decisión de su alma, no tuya. No creas que vas a perder poder, antes al contrario, serás más poderoso porque estarás más cerca de Dios.

miércoles, 14 de enero de 2015

El sentido de la vida (1)


La felicidad es como una mariposa.
Cuanto más la persigues, más huye.
Pero si vuelves la atención hacia otras cosas,
ella viene y suavemente se posa en tu hombro.
Viktor Frankl
La felicidad no consiste en adquirir y gozar,
sino en no desear nada,
pues consiste en ser libre.
Epicteto de Frigia
Volvía caminando a casa cuando escuche en una de las múltiples emisoras o altavoces que se escuchan en la calle una especie de discurso o sermón, que hizo que me detuviera un momento para escuchar de qué iba, porque lo primero que escuché captó mi atención. Decía alguien que parecía ser un guía religioso: “El sentido de la vida solo es hacer felices a los demás. Los que tienen esto claro y lo practican son tan o más felices que aquellos a los que ellos intentan hacer vivir la felicidad”.
Seguí caminando con varias preguntas, relativas a la vida, en mi mente: ¿Cuál es el sentido de la vida?, ¿Cuál es el sentido de mi vida?, ¿Cuántos habrán conseguido crecer a mi lado, y cuantos se habrán sentido desdichados?, ¿Estaré viviendo según lo previsto?, ¿Realmente habrá algo previsto? Si hecho la vista atrás tengo la sensación de haber vivido cuatro o cinco vidas en esta misma vida. Puede servir como ejemplo los veintitrés cambios que he hecho de vivienda, aunque esto, visto así, bien podría únicamente representar que me gusta el cambio. Y si, realmente me encantan los cambios, aunque creo que también han existido mudanzas internas.
 
Son muchas las veces que me he preguntado que hago aquí. La vida siempre me ha parecido tonta y aburrida, a pesar de vivir intensamente, y no solo ahora, sino a lo largo de muchas etapas de mi vida. Pero la vida, por muy intensa, emocionante y llena de contenido, que sea, el saber de ella que no es más que una ilusión y que puede acabar en cualquier instante, hace de ella, según mi parecer, algo dual: Disfruto de ella, pero me gustaría quemar las etapas rápidamente para encontrarme al otro lado. Si, ya sé que la vida es una elección y que es a través de ella como vamos a aprender a amar y a alcanzar la unión con Dios, pero eso no quita que en mi mente aparezca de vez en cuando el pensamiento de ¿Qué hago aquí?
La frase de que el sentido de la vida es intentar hacer felices a los demás, se puede quedar, y de hecho se queda, en eso, en una frase bonita, porque la inmensa mayoría de las personas no piensan en hacer felices a los demás, (con la excepción, lógica, de alguno de sus seres queridos), únicamente buscan ser felices ellos, pero no saben como, y eligen un camino equivocado, que no solo no les acerca a la felicidad, sino que cada vez les separa más de ella.
El mejor sentido que le podemos dar a la vida es precisamente hacer felices a los demás. Es la mejor manera de conseguir la propia felicidad, pero ¿Cómo se hace para que los demás sean felices? Indiscutiblemente se consigue prestando atención a la vida, y aplicando la mejor de las medicinas: No desees para nadie aquello que no deseas para ti. Respeta como a ti te gustaría ser respetado, escucha como a ti te gustaría ser escuchado, agradece como a ti te gustaría que te agradecieran, ayuda como a ti te gustaría ser ayudado, sonríe, se honesto, cumple tu palabra, y sobre todo ama, ama por encima de todo.
Es difícil, lo sé, pero es más fácil alcanzar así la propia felicidad, que esperando que se infle la cuenta corriente. Y una buena manera de comenzar es intentarlo en el propio entorno, en la familia, en el trabajo, con los amigos.
Suerte. ¡Que seas muy feliz, haciendo felices a todos los que te encuentres!

 

martes, 26 de agosto de 2014

La mano de Dios


            Este domingo mi hijo estaba invitado al cumpleaños de un compañero del jardín, y cuando subimos al coche para acercarnos hasta la casa de su compañero, el coche decidió no arrancar. No hacia ningún ruido, era como si la llave de contacto no existiera. Bueno, no nos quedó más remedio que llamar a un taxi para la ida, y la vuelta se solucionó con otra familia que realizaba el mismo recorrido que nosotros.
            Esta no es la historia. La historia comienza ahora. Aunque conocemos mucha gente encantadora en Cusco, ninguno de ellos es mecánico, con lo que no nos quedaba más remedio que iniciar un peregrinaje por los distintos talleres para encontrar algún mecánico que reparara el coche, y además en la casa, ya que este no se movía, y el servicio oficial sabemos que no desplaza a ningún operario a los domicilios. Ya sé que si conseguía otro coche y unas pinzas podríamos nosotros mismos intentar que arrancara, pero no tenemos pinzas y llamar a alguien para que viniera a la casa a primera hora para eso, nos parecía tan molesto que ni tan siquiera pasó por nuestra mente.
            Así que no nos quedó más remedio que llevar al niño en taxi al jardín, y en el momento en que salía el taxi con mi esposa y el niño, llegaba la primera paciente a la terapia, (por cierto, casi con un cuarto de hora de adelanto de lo que es habitual para ella), y al ver que se iban en taxi preguntó: “Y el carro, ¿Está malogrado?,
-          “Si”, contesté yo, “No arranca”. “Y ahora tenemos que empezar a buscar a ver quién viene para repararlo”.
-          “Pues si quieres el teléfono del mecánico donde llevo mi carro. Es bueno, serio, responsable, trabajador, honrado, cobra barato y es posible que si venga”
-          “Sí claro, dámelo si eres tan amable”
Deje a mi esposa una nota en la puerta con el número de teléfono y las bondades de mecánico. Y efectivamente, cuando llegó, llamó y en diez minutos el mecánico estaba en casa. Media hora después el coche estaba reparado.
Alguien puede pensar que fue una casualidad. Y si repasamos la definición de casualidad: “Combinación de circunstancias imprevisibles e inevitables”, podemos aceptar que sí, que fue una casualidad, como tantas y tantas que se dan cada día a millones de personas.
Otros, algo menos pegados a la materia, dirían que fue una causalidad, es decir, una relación entre causa y efecto. Un coche averiado, y la primera persona que llega a la casa, curiosamente conoce a un mecánico, que además es una joya como persona y como trabajador.
Algunos otros, más cercanos a la nueva era, podían decir que eso ha sido sincronicidad, una coincidencia temporal de dos o más sucesos relacionados entre sí de una manera no causal.
Seguro que los más pragmáticos dirían: “Y qué más da, lo importante es que el coche está arreglado”.
 
Estoy muy de acuerdo con los últimos, pero a pesar de estar de acuerdo con ellos, cuando el coche se puso en marcha y mi esposa pudo ir al súper en él, entré un momento dentro de mí y dije en mi interior: “Gracias Señor”. Yo sabía que la Mano de Dios era más que responsable de que nos hubieran puesto en contacto con la persona idónea para solucionar un problema en un tiempo record.
Cuando no le pones barreras a la vida, esta, que no es más que Dios en acción, se encarga de ponerte en bandeja aquello que necesitas. ¿Cómo se pondrían en este caso barreras a la vida? Con el pensamiento.
Desde el momento en que se averió el coche, solo hicimos un comentario: “Mañana habrá que empezar a buscar a alguien que venga a casa para reparar el coche”. Nada más, ni una queja, ni un atisbo de preocupación, sin renegar, sin culpar a la mala suerte de la avería, sin culpabilizar a nadie. Estaba claro que se iba a solucionar, antes o después, ¿Para que dar vueltas a algo que no estaba en nuestras manos?
Dejar de vivir desde los pensamientos le abre las puertas a un buen número de oportunidades que no tenemos cuando le ponemos condiciones a la vida, porque nosotros solos bloqueamos con nuestra mente cualquier oportunidad, ya que queremos que sea lo que nosotros decidimos, lo a nosotros nos gustaría, sin permitir a la vida que se exprese.
Como la vida es Dios en acción. Dejémosle que se exprese y trabaje para nosotros.

martes, 29 de julio de 2014

Y eso que somos hijos de Dios


            De la misma manera que una golondrina no hace verano, una bandera o unos accidentes geográficos no hacen ni pueblo, ni ciudad, ni provincia, ni región, ni país, ni continente, ni por supuesto el mundo.
            Todo eso lo hacen las personas. Un mundo sin personas, no sería nada, aunque el mundo que nos hemos dado no es que sea mucho más que nada. Vivimos en un mundo de desigualdad, desiguales por raza, por creencia, por sexo; vivimos en un mundo en que no todos tienen las mismas oportunidades de acceso a las riquezas del planeta, de acceso a la alimentación, de acceso a la sanidad, de acceso a la cultura, de acceso a la educación, vivimos en un mundo en el que no nos alegramos por la felicidad de otro ser humano, muchos ante esto pueden criticar: ”A saber como lo ha logrado”; vivimos en un mundo de mentiras, un mundo deshonesto, un mundo sin respeto.
            Si alguien cree que exagero, que vea las noticias tres días seguidos. La masacre, el genocidio del pueblo palestino, lo están generando algunos que se denominan  seres humanos, con la anuencia de otros seres humanos; las guerras y/o conflictos de algún tipo, (guerra civil, drogas, inseguridad, dictaduras, religión, separatismo, etc.), en países como Siria, Afganistán, Irak, Venezuela, Méjico, Somalia, Ucrania, Egipto, Corea, Colombia, solo por nombrar los más representativos, las generan los seres humanos; los asesinatos, los robos, las violaciones, los provocan los seres humanos; la hambruna de ochocientos cincuenta millones de personas, siendo aun más dramática en países como Somalia, Etiopia, Yibuti, Kenia o Uganda, son responsabilidad de los seres humanos; la extrema pobreza que convive con la extrema riqueza en países de América Latina, es responsabilidad de los seres humanos. Podría escribir horas y horas sobre la desigualdad en el mundo, pero parecen suficientes ejemplos.
 
            Lo más dramático, es que todo esto es provocado por los hijos de Dios. La esencia de todos los seres humanos, es divina. ¿Para qué nos vale a los seres humanos nuestra divinidad?, ¿Para asesinar en nombre de Dios?, ¿Para mutilar a las niñas en su nombre?, ¿Para discriminar a las mujeres, a los homosexuales, a los divorciados, por mandato de Dios?, ¿Para condenar sin compasión al fuego eterno? Los seres humanos somos más alimañas con nuestros hermanos que los propios animales.
            Es cierto que la vida humana no es más que un tránsito muy cortito, pero en ese tránsito, el sufrimiento que nos provocamos a nosotros mismos, y los unos a los otros es de una dureza extrema.
            ¿No creéis que es momento de actuar y de vivir desde el corazón?, ¿No creéis que es momento de dejar de vivir desde nuestras mentes enfermizas?, ¿No creéis que  es momento de dejar de vivir desde la maquinación y desde el engaño? Es momento de vivir la honestidad, es momento de entregarse, es momento de respetar, es momento de servir, es momento de recibir, es momento de la felicidad.
Si pudiéramos meter la cabeza por un agujerito del cielo, para que pudiéramos ver nuestra verdadera grandeza, nuestra verdadera divinidad, no volveríamos después de esa visión al derroche de vida que llevamos en la actualidad, y empezaríamos a vivir una vida plena y total, sin los condicionamientos que nos ponemos ahora, sin miedo.
Nuestro objetivo sólo debería ser: Transformar el sufrimiento en Amor, transformar la tristeza en alegría, transformar la pobreza en abundancia, transformar el egoísmo en servicio a los demás.
Aunque el mundo es un desastre, es posible mejorarlo. Un mundo más equitativo, un mundo en el que no importe ni el lugar de nacimiento, ni la raza, ni las creencias, ni el sexo. Un mundo en el que todos sus habitantes tengan las mismas oportunidades de acceso a las riquezas del planeta, a la educación, a la sanidad. Un mundo en el que todos sintamos alegría por ver la felicidad de otro ser humano, un mundo en el que sintamos a nuestro prójimo como nuestro hermano.
Podemos, si queremos, crear un mundo lleno de Amor. Cambiando una persona se puede cambiar el mundo, porque conseguirá que cambie su entorno.
 
 
 

sábado, 5 de julio de 2014

Amar, ayudar y perdonar


            Esta entrada es producto de la reflexión del mensaje que el Maestro nos regalaba en la mañana de hoy, en nuestro espacio de meditación y sanación.
Los seres humanos nos pasamos la vida buscando, con más o menos ahínco, una estabilidad emocional, lo más duradera posible, tratando de que nuestros altibajos emocionales sean, no solo suaves, sino también tardíos en el tiempo.
            Es posible que no todas las personas sean conscientes de que es estabilidad emocional lo que buscan, y lo disfrazan de diferentes maneras: Un mejor puesto de trabajo, unas vacaciones en un lugar paradisiaco, una casa de segunda residencia en la playa o en la montaña, tener un nietecito que de continuidad al apellido de la familia, que la niña apruebe las oposiciones, etc.
            Y todo eso, ¿Para qué? Las respuestas pueden ser variadas, pero si se sigue el hilo con porqués hasta el inicio, pueden salir palabras como felicidad, tranquilidad, seguridad, etc., etc.
 
            Está claro que se buscan sucedáneos de los estados emocionales importantes: de paz interior, de felicidad, de alegría o de amor, y si no se buscan sucedáneos, es claro que casi todo el mundo se conforma con pequeñas dosis.
            Eso es así porque nadie, o casi nadie, es capaz de explicar claramente que es posible conseguir una paz interior total, un amor total, una alegría total y una felicidad total. Se trataría de conseguir vivir en la Tierra, dentro de un cuerpo, como cuando no tenemos cuerpo. Es claro y parece fuera de toda duda, que al otro lado de la vida, la paz, el amor, la alegría y la felicidad, son el estado habitual de los que viven ese estado de conciencia. ¿Por qué no vivirlo aquí, en el cuerpo?
            Sólo necesitamos, como dice el mensaje que le precede a esta entrada, “Paz y Felicidad”: Amar sin condiciones, ayudar sin condiciones y perdonar sin condiciones. ¿Qué es difícil?, ¡claro!, nadie ha dicho que sea fácil, pero también es difícil trabajar como locos, olvidándose de vivir, para conseguir algunas de las cosas materiales con las que pensamos que vamos a conseguir la felicidad.
            Casi no es necesario especificar cómo conseguirlo: Se aprende a amar amando, se aprende a ayudar ayudando y se aprende a perdonar perdonando. Lo que si se puede hacer en el camino es mantenerse alerta para impedir que otros pensamientos desvíen la atención hacia el miedo, hacia la crítica, hacia la ira, hacia el rencor o hacia el egoísmo.
            Y medita. Sea el que sea el lugar en el que te encuentres dentro del camino, medita. Te ayudará a mantener la atención en el objetivo, que no es otro que “Amar, ayudar y perdonar”.              

Paz y felicidad


Mensaje canalizado de un Maestro Ascendido (5 de Julio de 2014)        

 
Amar sin condiciones, ayudar sin condiciones, y perdonar sin condiciones es todo lo que necesitamos para tener paz interior y felicidad completa.

jueves, 12 de junio de 2014

Compasión


Las tres cuartas partes de las miserias
y malos entendidos en el mundo terminarían
 si las personas se pusieran en los zapatos de sus adversarios
 y entendieran su punto de vista
Mahatma Ghandi.

Compasión es la capacidad de percibir lo que otro ser humano pueda sentir. Compasión es la capacidad de sentir aprecio por los demás y desear la liberación de su sufrimiento. Compasión es un sentimiento de tristeza que se produce al ver padecer a alguien y que impulsa a aliviar, remediar o evitar su dolor. Compasión es el deseo de que los demás estén libres de sufrimiento.
En la compasión la alegría de los otros es tu alegría, el sufrimiento de los otros es tu sufrimiento, el éxito de los otros es tu propio éxito, y su fracaso el tuyo. En definitiva, la historia de los otros es tu historia. Esto es Unidad, con la compasión se acaba la separación, con la compasión se vive la Unidad, con la compasión vivimos, aceptamos y entendemos que todos somos hermanos, que todos somos la misma cosa, que todos somos Hijos de Dios.
 
La compasión nos libera de la ilusión que nos aprisiona en nuestra propia experiencia individual, ya que se enfoca en descubrir las necesidades y padecimientos de las personas, con una actitud de servicio. La compasión nos lleva a escuchar y a comprender a las personas, nos lleva a ponernos en los zapatos del otro, con lo cual entendemos cada razón, cada causa, lo cual nos va a llevar a dejar atrás los juicios, ya que juzgar y criticar son procesos de la mente, mientras que la comprensión que deriva de la compasión es un proceso del corazón.
La compasión hace aflorar otras virtudes en las personas: Generosidad y servicio, ya que se ayuda sin esperar nada a cambio, y se pone a disposición de la persona que sufre tiempo y recursos personales; sencillez, porque no se hace distinción entre las personas por su condición social, solidaridad, al sentir que los problemas del otro son problemas propios; comprensión, por entender las razones de los demás.
Sin embargo, la compasión no debe crear dependencia hacia la persona que sufre, ni debe generar sufrimiento por el sufrimiento del otro. La compasión nos debe de llevar a ayudar, a acompañar, a servir, pero desde un sentimiento de paz, desde un sentimiento de serenidad. Sólo así podremos ser útil al que sufre, de otra forma nos convertiríamos nosotros mismos en objeto de compasión.
                   

miércoles, 29 de enero de 2014

¿Donde ha quedado la compasión?


            Buscando información sobre las masacres realizadas en Siria, (donde en casi tres años de guerra han muerto 115.000 personas, de los que 11.000 eran niños, y donde seis millones de personas han tenido que huir de sus hogares), he ido un poco más allá, mirando cifras globales:
  • 100.000 personas mueren de hambre al día.
  • Cada 5 segundos un niño menor de 10 años muere por falta de alimento.
  • Más de 1.000 millones de personas viven actualmente en la pobreza extrema (menos de un dólar al día); el 70% son mujeres. El 23% en la Europa desarrollada.
  • Más de 1.800 millones de seres humanos no tienen acceso a agua potable.
  • 840 millones de personas malnutridas, de los que 200 millones son niños menores de 5 años.
  • 2.000 millones de personas padecen anemia por falta de hierro.
  • 880 millones de personas no tienen acceso a servicios básicos de salud.
  • 2.000 millones de personas carecen de acceso a medicamentos esenciales.
  • En la actualidad hay 22 países en guerra, en los que 26 millones de sus ciudadanos han tenido que refugiarse fuera de sus hogares.
Es posible que seamos capaces de leer estas cifras sin que se nos encoja el corazón hasta secarse. Detén un momento la lectura y observa la foto:


             Sólo es una, pero son 200 millones los niños que como este están pasando hambre en el mundo.
Y mientras tanto, las personas que podían arreglarlo, los dirigentes políticos, miran para otro lado, enriqueciéndose y favoreciendo a sus familiares, amigos y comparsas. Pero la culpa no la tienen ellos, la tenemos todos, sobre todo los que vivimos en países democráticos, que dejándonos engañar por canticos de sirenas, les votamos una y otra vez. A veces, cambian el collar, pero siguen siendo los mismos. Incluso en vez de unir, separan. Llevan muy bien a la práctica la frase de divide y vencerás.
La política, por definición, es una rama de la “moral”, que se ocupa de la actividad, en virtud de la cual una sociedad libre, compuesta por hombres libres, resuelve los problemas que le plantea su convivencia colectiva.
Es una pena, es seguro que los políticos que gobiernan el mundo no saben cuál es la definición de su oficio. Si lo supieran, y fueran consecuentes con su oficio, no habría fotos como las anteriores.
¿Dónde se ha quedado la compasión?, ¿Te acuerdas de ese sentimiento humano que se manifiesta a partir del sufrimiento de otro ser? La sociedad ha conseguido que seamos insensibles. Ya no sólo no nos conmueven esas grandes cifras, sino tampoco las pequeñas: la persona que se suicida porque el banco la ha arrebatado su casa, las familias que se quedan en la calle, sin ayuda, porque un incendio ha destruido sus viviendas, las familias en las que ningún miembro trabaja y no entra en casa ningún sueldo, etc., etc.
Y ¿Qué podemos hacer los pobres mortales de a pie, si los que tienen que hacerlo, y podrían hacerlo, son insensibles y desprecian a sus conciudadanos? Podemos hacer mucho:
En primer lugar, los que vivimos en países democráticos, podemos no regalar nuestro voto a los que mienten, a los corruptos, a los que dividen, a los que prevalican, a los que van privando de derechos a sus conciudadanos, y a tantos y a tantos arribistas que no saben cuál es la definición de su trabajo y nos desprecian a todos olímpicamente.
Y en segundo lugar ayudar, la compasión va normalmente combinada con un deseo de aliviar o reducir el sufrimiento del otro. ¿Ya das el 10% de tu sueldo como diezmo para ayudar a los que nada tienen?, ¿Ya dedicas el 10% de tu tiempo libre en servicio?
La compasión no es decir “pobre gente”, es tratar de aliviar ese sufrimiento. En tus manos está que se alivie en algo el sufrimiento de tantos y tantos millones de personas.

jueves, 28 de noviembre de 2013

Buscar a Dios


            El ser humano tiene un anhelo inconsciente: La unión con Dios, la unión con la Conciencia Divina. Sin embargo, para desgracia del ser humano ese anhelo se encuentra en el fondo del pozo de sus deseos, sin aire, sin luz, sin posibilidad de asomarse a la superficie.
            Pero ese anhelo es tan fuerte que desde el fondo de su reclusión va enviando oleadas que van impregnando casi todos los deseos que se encuentran por encima de él. De tal manera, que en cada acción de vida, salvo algunas excepciones, en las que la acción es dirigida por fuerzas de la oscuridad, se busca a Dios, casi con desesperación, aunque el ser humano no es consciente de la búsqueda. Por eso la insatisfacción que producen, al poco tiempo de conseguidos, la gran mayoría de los deseos.
            La satisfacción por los deseos conseguidos tiene fecha de caducidad. Dura mientras no son reemplazados por un nuevo deseo, o cómo máximo, dura hasta que se termina la vida en la materia.
            La unión con Dios, sin embargo, no caduca, porque es eterna.
            Hay excepciones con algunos deseos, en los que no surge la insatisfacción al poco tiempo de conseguido, y son los deseos que llevan una alta impregnación del anhelo de unión con Dios. Son aquellos deseos ¿espirituales?, que aunque satisfechos en la materia llevan aparejado un alto grado de ayuda, de servicio, de compasión y de unión con el prójimo. Porque ayudar, servir y compadecerse del prójimo, es el primer peldaño que acerca al ser humano a la unión con Dios. Hemos de tener presente que cada ser humano es a imagen y semejanza de Dios, por lo tanto unirse al prójimo es acercarse a Dios.
            ¿Qué hacer para que ese anhelo enterrado bajo un sinfín de deseos pueda salir a la luz? El pozo de los deseos es la mente, llena de prejuicios, llena de temor, llena de críticas, llena de deseos. Hay que vaciar el pozo, hay que limpiar la mente, y la aspiradora que puede limpiar la mente de tantas cosas inútiles, de tantos pensamientos inútiles, de tantos recuerdos, de tantos deseos inalcanzables y de tantos sueños ilusorios, es la meditación.
            No se debería dejar pasar un solo día sin dedicar un tiempo a esa limpieza, de la misma manera que cada día limpiamos nuestro cuerpo.
            Empieza ahora, medita cada día, y pronto sentirás los progresos de acercamiento a Dios.  

sábado, 5 de octubre de 2013

Bondad


            La bondad es un estado interior de la persona, es un estado por el que la persona bondadosa siente una inclinación natural a hacer el bien, de la misma manera que siente cuales son las necesidades de las personas, por la comprensión y el acercamiento que siente hacia los sentimientos de todos los seres.
            Cuando pensaba en escribir esta entrada sobre la bondad, llegó a la consulta una señora, con un problema que no se me había presentado nunca: La respuesta que me dio a la pregunta de qué es lo que podía hacer por ella, me dejo un poco descolocado. Su respuesta fue: “Me siento una hipócrita, una farisea, me siento una persona que no es consecuente con sus pensamientos, creo que me paso la vida engañando a los demás, solo soy una fachada”.
            - Explíqueme un poco más por favor, no la entiendo, la dije.
          - Mire, contestó, la gente que me rodea y que me conoce, me tiene por una persona bondadosa y caritativa, y ¿Sabe por qué?, pues porque ayudo a todo el mundo que solicita mi ayuda, y también a algunas personas que no la solicitan, y lo hago utilizando mi propio tiempo o mi dinero, incluso, algunas veces enfrentándome a mi propia familia. Me conmueve la miseria, la tristeza, en una palabra, me conmueve la infelicidad de las personas y, ¡hay tanta infelicidad! Creo que siento de una manera exagerada los sentimientos de las personas, su dolor, su tristeza o su alegría, y como soy de lágrima fácil, lloro con su dolor, y lloro también con su alegría.
            - Aprovechando que realizó una pausa, la dije: Por lo que me está contando, es normal que la tengan por una persona bondadosa y caritativa. No es normal encontrar en la sociedad de hoy personas como usted, que ayuden a quien lo necesita, y además, ayudando porque sí, sin plantearse nada más que la propia ayuda y la felicidad de la persona que recibe esa ayuda.
            - Ya. Espere que le cuente el resto. Esto es lo que las personas ven, pero no pueden ver mis pensamientos. Y mis pensamientos, son terroríficos. Me paso el día criticando y cuestionando, muchas de las acciones de las personas que me rodean. Mis actos no son consecuentes con mis pensamientos, o mis pensamientos con mis actos, y no sé qué hacer.  
            - Este es un trabajo suyo personal, la contesté. Aquí podemos equilibrar su energía, pero la única que tiene poder para cambiar sus pensamientos es usted misma.
- La bondad es la expresión del amor, de la misma manera que lo es el respeto, la tolerancia o la comprensión, sólo por citar algunas. Imagine el amor como una naranja. Pues hablar de bondad es como hablar de uno de los gajos de esa naranja. Y de la misma manera que el amor tiene grados, también los tiene la bondad. Hasta llegar a la bondad absoluta, que es la Bondad Divina, hace falta recorrer mucho camino, pero usted ya tiene bastante de ese camino recorrido.
- Algo que podría hacer, ya que además, es consciente de los pensamientos de crítica e intolerancia que tiene, es estar más pendiente de sus pensamientos para darse cuenta, del momento en que estos aparecen. En ese momento, lleve la atención a otro sitio. Ese otro sitio podrían ser pensamientos elevados del tipo “Yo Soy….”, (se pueden encontrar en la entrada anterior de este blog: “Pensamientos limpiadores”), que además irían limpiando la energía producida por los pensamientos negativos, e irían reduciendo el volumen de energía de las formas de pensamiento habituales.
- Rápidamente, también, pida perdón, de manera interna, a la persona objeto de su crítica, así no va a acumular Karma.
- Y durante todo el día, o mejor durante el tiempo que sea capaz de aguantar, vaya recitando los pensamientos elevados, o cantando, en su interior, un mantra. Hay un mantra precioso que la va a llevar directamente a vivir desde el corazón que es el “Guru Mantra de Guru Ram Das”. Contaba Yogui Bajhan que durante su primer viaje a la India desde EE.UU, en 1971, fueron atracados y le dijo a su familia que cantara este mantra, diciéndoles: “Familia, sigue cantando este mantra y siempre estaremos protegidos”. Siempre será lo mismo si se canta este mantra. Este mantra es el éxtasis de la conciencia.

viernes, 12 de abril de 2013

Las pequeñas cosas de cada día


            Todos sabemos que no somos el cuerpo, que somos un alma; de la misma manera que tenemos un conocimiento bastante aproximado de que el Amor con mayúscula, el Amor incondicional, el auténtico y verdadero Amor, es una energía que se siente en el interior y que nadie nos va a hacer sentir nunca, ni tan siquiera la tan cacareada como inexistente alma gemela; al igual que tampoco vamos a conseguir la tan ansiada felicidad con nada ni nadie procedente del exterior, ya que la felicidad, como el Amor, es un estado interior.
            Pero ¡qué difícil es vivir desde el alma!, o sentir el Amor, o la felicidad, (hablamos del Amor incondicional y de la felicidad permanente). Y no será porque no lo intentemos, aunque sin mucha convicción, por supuesto, ya que esto supone un trabajo adicional, y como tampoco conocemos a muchas personas normales que lo hayan conseguido, creemos que las posibilidades de conseguirlo son una entre un trillón.
            Es cierto, que algunas personas parece que lo han logrado, pero no parecen estar a nuestra altura, parecen muy elevados, y enseguida se les cataloga de Maestros, Santos o Gurús.  Pero también es posible, que no se nos ocurra pensar que esas personas, que parecen extraordinarias, no nacieron así, y que lo conseguido por ellos, sólo es fruto de su propio trabajo. ¿Por qué no vamos a poder conseguirlo nosotros? Sólo se necesita una pequeña dosis de trabajo interior. Pero si, ya sé que cualquier trabajo interior, por pequeño que se nos anuncie, nos parece una montaña insalvable. Preferimos, por ejemplo, leer, creyendo que con ese conocimiento vamos a conseguir alguna cosa. Lo cierto es que sólo adquiriremos un cierto conocimiento, bastante raquítico, comparado con el conocimiento que llega por sí solo, cuando abrimos las puertas de nuestro interior.
            Si cualquier cosa que se defina como “estado interior”, es difícil de conseguir para los que nos podemos considerar seres normales, (nada de maestros, ni de gurús), podemos intentar acercarnos a ese estado interior con las pequeñas cosas de la vida. Es también una manera de conseguirlo: No gritar a la pareja por cualquier nimiedad, dedicar un ratito cada día para jugar con los hijos, dar una limosna al pobre que encontramos cada día en la esquina de casa, comprender los gritos (inútiles) de nuestro jefe y no caer en su provocación, etc., etc.
La propuesta es bien sencilla: Es prestar atención y agradecer todo lo bueno que nos sucede cada día, dejando a un lado lo que calificamos como malo, y ayudar a todos en todo lo que podamos. Es buscar lo bueno de las personas, en vez de resaltar lo que parecen sus fallos. Es vivir con atención cada segundo de vida, en vez de lamentarnos permanentemente por todas aquellas cosas de las que creemos que carecemos. Es vivir sin atarnos a ningún deseo ya que cuando estos se cumplen, no suele ser en el momento que nosotros deseamos, ni suele ser exactamente como deseamos. Es cierto que no recibimos lo que queremos cuando lo queremos, sino que recibimos lo que necesitamos, en el momento en que eso es necesario.
Está en nuestras manos, en nuestra cabeza y en nuestro corazón evolucionar, crecer y madurar en dignidad, y no es nada difícil, solo hemos de prestar atención a las pequeñas cosas de cada día.
¡Que tengas un feliz día!

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Intercambio de energía.


            Hace días asistí a un taller, en el que el precio ya estaba estipulado, sin embargo, justo después de la presentación, la persona que impartía el taller dijo que esperaba de nosotros que fuéramos generosos, y que aunque el precio ya estaba pactado, el valor del taller era muy superior, por lo que esperaba nuestra generosidad. Además habíamos de tener en cuenta que era imprescindible un intercambio de energía, ya que sin ese intercambio, la energía no funcionaba. Él impartía el taller y nosotros para poder aprovechar la enseñanza, correspondíamos generosamente.
Son muchas, las personas que creen que es necesario un intercambio de energía en cualquier situación de la vida. El pensamiento es: ¡Yo te doy, tú me das!, y muchos opinan, supongo que sinceramente, que si no existe ese intercambio de vuelta, la energía que se entrega en origen, no funciona, es como si ella misma se anulara. Y curiosamente, “casi” todo el mundo interpreta que ese intercambio ha de ser dinerario.
            La Ley Divina dice: “Es dando que se recibe” o “Para recibir hay que dar”. Creo que es conveniente meditar en la frase. “Para recibir hay que dar”,…….. pero no dice, que “si das, tienes que recibir”. Si fuera así, ¿Dónde quedaría el servicio?, ¿Dónde quedaría la ayuda?, ¿Dónde la misericordia?, ¿Dónde la compasión?
            Es justo que se pague por un trabajo o por una enseñanza, porque se dedica tiempo, porque se entrega conocimiento, porque, incluso al que enseña o trabaja le ha costado su esfuerzo y su dinero su propia formación. Pero insinuar abierta o veladamente, que si no se paga no funciona, porque no hay intercambio de energía es, perdón por la expresión, una falacia.
            Hay muchas personas, que dedican su tiempo, su conocimiento o su dinero para ayudar a los demás, y funciona. Existen clínicas gratuitas, en la que los pacientes se curan; existen centros de acogida gratuitos, donde las personas recogidas duermen, comen y se asean sin problemas; se realizan infinidad de cursos de forma gratuita, y el saber llega a los alumnos, y lo aprovechan; hay cientos de voluntarios ayudando por el mundo gastando su propio dinero, y su labor es increíble y agradecida por todos; ahora, próxima la Navidad, se realizan campañas de recogida de alimentos y juguetes, y los que reciben los alimentos sacian su hambre, y los niños que reciben los juguetes, juegan. Es decir, la energía funciona sin que se de nada a cambio.
            Jesús enseñaba y sanaba gratis, y ya conocemos sus resultados.   

jueves, 22 de noviembre de 2012

Huellas en la arena.


Es a través de este cuento como surge la reflexión sobre Dios:
Una noche en sueños vi que caminaba con Jesús junto a la orilla del mar, bajo una luna plateada.
Soñé que veía en los cielos mi vida representada en una seria de escenas que en silencio contemplaba.
Dos pares de firmes huellas en la arena iban quedando mientras andaba con Jesús conversando como amigos.
Miraba atento esas huellas reflejadas en el cielo pero observé algo extraño y sentí gran desconsuelo.
Observé que algunas veces al reparar en las huellas, en vez de ver los dos pares, veía sólo un par de ellas.
Y observaba también, que sólo aquel par de huellas se advertían mayormente en mis noches sin estrellas, en las horas de mi vida llenas de angustia y tristeza, cuando el alma necesita más consuelo y fortaleza.
Pregunte triste a Jesús: “¡Señor!, ¿Tú no has prometido que en mis horas de aflicción siempre andarías conmigo…? Pero noto con tristeza que en medio de mis querellas, cuando más siento el sufrir, veo sólo un par de huellas.
¿Dónde están las otras dos que indican Tu compañía, cuando la tormenta azota sin piedad mi vida?
Y, Jesús me contestó: con ternura y comprensión; "Escucha bien, hijo mío, comprendo tu confusión. Siempre te amé y te amaré, y en tus horas de dolor siempre a tu lado estaré para mostrarte Mi Amor”.
Más, si ves sólo dos huellas en la arena al caminar, y no ves las otras dos que se debieran notar, es que en tu hora afligida, cuando flaquean tus pasos, no hay huellas de tus pisadas porque te llevo en Mis brazos". 

Siempre recuerdo este cuento cuando alguien me comenta que a pesar de ser una buena persona, y de pedir ayuda a Dios en los momentos duros que se le presentan en la vida, Dios no contesta, ni se resuelve el problema, ni siente ningún alivio; lo cual le hace pensar que Dios, o no escucha, o sencillamente es que no está.
Entonces, le relato este cuento y trato de explicarle que Dios Es……., sólo eso, que Dios Es el aire y el agua, que Dios Es la tierra y el fuego, que Dios Es cada montaña, cada planta, cada criatura, que Dios Es tú, que Dios Es yo, que Dios Es Amor, Es comprensión, Es compasión, Es misericordia.
Y es tal Su Grandeza que nos permite hacer y deshacer a nuestro antojo, que respeta nuestro libre albedrío y no interfiere en nuestros asuntos terrenales.
La vida puede ser una fiesta o un calvario. Es la persona la única que decide que desea vivir, y como desea vivirlo. Nuestro contrato con Dios, por expresarlo de alguna manera, es aprender a vivir en la Tierra, confinados en un cuerpo, como si estuviéramos en el Reino, al otro lado de la vida. Si Él interfiriera, sería como realizar un examen con la información del profesor, y en las asignaturas de la vida no valen engaños.
Antes de suplicar la ayuda de Dios, sería bueno descubrir quién es Dios. Para eso, hemos de escuchar la voz del corazón, ya que Dios vive en lo más hondo de nuestro ser, y a cada uno se nos presenta de una forma única e intima, por lo que solamente cada uno puede descubrir a Dios.
Una vez descubierto, comprenderemos que no es necesario solicitar su ayuda, porque siempre la tenemos, Él siempre está con nosotros, mora en nuestro interior.

 

martes, 18 de septiembre de 2012

Verdades que conoce el alma y desconoce la mente (2)

(………………Continuación)

1)      Amar la soledad.
Esta soledad no supone que hemos de retirarnos a un lugar aislado, ni separarnos de nuestros hermanos.
No supone rechazar a nuestros semejantes, ni vivir una vida retraída. Esta soledad supone vivir con desapego y sin temor. Supone no volver al pasado, aunque no se conozca el futuro. Es despegarse del mundo de la materia y reemplazarlo por el mundo de los auténticos valores, los valores del Alma, las verdades que el Alma conoce, pero desconoce la mente.
Cuando el ser humano se desprende de sus envolturas física, astral y mental, se retira en soledad al plano causal, allí donde se encuentra su Alma Superior, para descansar en soledad, y prepararse para su próxima reencarnación.
Pocos seres humanos en la actualidad, son capaces de resistir ningún tipo de soledad, porque son pocos los que pueden vivir una vida plena desde su interior, y necesitan la algarabía del exterior, para sentirse vivos.
En las últimas vidas en la materia, el ser humano será capaz de acercarse a la soledad y al silencio interior, casi como una práctica para su vida en otras dimensiones.
La soledad es el precio de la grandeza.
            9) Dios Es.
                                   Dios está en todas partes, porque todo es Dios.
            Existen infinidad de religiones, que se arrogan ser portadores de la única verdad. Hemos de permanecer neutrales, hemos de permanecer indiferentes a todo aquello que no sea una auténtica realidad espiritual.
            Hemos de adoptar la posición de “todo está bien”, de “no me importa”. Esta indiferencia, es uno de los caminos más rápidos para liberar al “ego” de los pedidos de la mente. Lo cual no quiere decir que afecte a la disposición de la persona hacia otras personas. Recuerda….., todos son nuestros hermanos, crean lo que crean, piensen lo que piensen, sean lo que sean.
            10) Yo no soy el cuerpo.
Identificarse con el cuerpo, supone creer en la separatividad, lo que implica tener que defender permanentemente nuestro espacio, pero no hay que defender nada, porque nada está en peligro.
El cuerpo es caduco, es pasajero, es una ilusión. A veces pienso, que es ahora, cuando vivimos en el cuerpo, cuando estamos realmente muertos; y no viviremos hasta que dejemos acá esta envoltura.
Sin embargo, aunque no seamos el cuerpo, vivimos en él, y necesita, y debe recibir el correspondiente cuidado, ya que todo el trabajo, todo el aprendizaje y todas las experiencias que hemos venido a realizar, las vamos a realizar desde el cuerpo.
Por lo tanto, no hemos de vivir para el cuerpo, pero hemos de mimarlo, porque es el hogar del alma.
11) Vivir para el espíritu y no para el ego.
Cuando los seres humanos empecemos a vivir como almas y nuestra  conciencia haya trascendido el mundo de la ilusión, entonces estaremos más cerca de casa, de la casa del Padre, y podremos ser útiles a nuestros hermanos. La primera lección que debemos aprender es el sentido de los valores en tiempo y espacio, y saber que trabajamos con almas y no alimentamos las personalidades. Hemos de ser impersonales.
Para esto, la primera etapa es ser conscientes, y la siguiente el comienzo de la colaboración y el servicio a los demás. Hasta que no lleguemos a ese punto hemos de trabajar para que todos nuestros pensamientos, palabras y acciones sean realmente impersonales y constructivas, sin alimentar las emociones y los deseos del propio ego.
12) Desapego.
Es imprescindible adquirir el interno y divino desapego de quien ve la vida en su verdadera perspectiva.
Es entonces cuando el ser humano adquiere la libertad, sin que le afecte nada de lo que pueda ocurrir. La actitud ideal es la del observador que de ninguna alguna se identifica con lo que ocurre en los planos físico y emocional, y cuya mente solo es un reflejo de la verdad, verdad que se percibe de manera intuitiva.
Desgraciadamente, no nos están diciendo al oído: “esto es verdad”, “esto no lo es”. Hemos de llegar a esa verdad a través de nuestra intuición interior. Al llegar a ese punto, no habrá reacciones mentales violentas o respuestas emotivas; los vehículos de percepción están pasivos y por lo tanto nada se contrapone a la correcta actitud.
Una de las primeras lecciones que hemos de aprender es el desarrollo de ese desapego interno que nos permitirá unirnos con la concien­cia del hermano y conocer y asegurarnos del mejor modo de ayudarle. Debemos también cultivar esa verdadera humildad que nos obligará a dar todo lo que tenemos para servir de manera altruista y luego olvidar lo que dimos de nosotros mismos.
Mantengamos siempre la actitud de observador en la cabeza. De esta manera el desapego del alma aumentará, mientras se acrecentará y multipli­cará el apego del alma a las almas.
(Continuará………)