A cada paso
que vamos dando en la vida, nos encontramos delante de nosotros con una
encrucijada de caminos, de los que forzosamente hemos de elegir uno para seguir
caminando; y justo después de elegir el nuevo rumbo y de dar algunos pasos, nos
volvemos a encontrar con una nueva encrucijada, con una nueva elección, con un
nuevo primer paso en el nuevo camino, que nos lleva a otra nueva encrucijada, y
así una y otra vez, porque eso es la vida.
Hay veces,
que parece que vamos eligiendo rutas que vuelven sobre sí mismas, porque la
sensación de las situaciones con que nos encontramos, es de repetición, es de
haberlas vivido en un tiempo anterior, en un espacio distinto, con personas
distintas, pero idéntica situación, idénticas sensaciones, idénticas emociones,
siempre las mismas. Y estas rutas que vuelven sobre sí mismas, se repiten, y se
repiten, y se vuelven a repetir.
Esto no es grave, sólo es producto de
nuestra inconsistencia e inmadurez de carácter, ya que la primera vez que
vivimos la experiencia, no obtuvimos el aprendizaje que la situación nos
presentaba, y como el alma necesita todos los aprendizajes, se ha de repetir y
repetir, de la misma manera que los estudiantes que no aprueban han de repetir
los cursos.
Otras veces,
aunque está claro que no de manera consciente, parece que elegimos las peores
rutas, las más difíciles de transitar, porque en cada encrucijada el camino se
estrecha más y más.
Pero…. lo angosto del camino no es
representativo de mala elección, sólo es otro aprendizaje, el alma necesitaba
pasar por esos parajes, y la estrechez o la incomodidad, son calificativos que
nuestra mente le adjudica al camino.
A veces, nos
vamos encontrando en caminos paralelos a los nuestros, a otras personas, que
seguro que tienen más suerte que nosotros, o son mejores que nosotros, o que
reciben algún tipo de ayuda, porque siempre se les ve transitar por caminos
anchos, y casi siempre con la sonrisa en la cara.
Esta sensación es una de las más
peligrosas: Por un lado no somos capaces de disfrutar nuestro propio recorrido,
y por otro deseamos, posiblemente con envidia, lo que otros hacen o tienen.
Cada persona está en el camino que ha elegido voluntariamente, porque sabe,
aunque sea de manera inconsciente, que ese es el lugar que le corresponde en
determinado momento. Vigilar lo que hacen otros en no mantener la atención en
nuestra propia tarea, con lo que en una próxima encrucijada de caminos,
volveremos sobre nuestros pasos para recuperar la enseñanza.
Todo en la
vida es elección, y nuestra es la elección de los caminos repetidos, nuestra es
la elección de los caminos angostos, así como la de los caminos anchos. Pero
todos ellos es necesario que los recorramos, porque cada uno de ellos encierra
determinada enseñanza, imprescindible para nuestra evolución. Es lo que hemos
venido a hacer dentro del cuerpo, no podemos saltarnos ninguna lección. Hemos
de vivirlas todas, hemos de experimentarlas y hemos de aceptarlas.
Las
decisiones que vamos tomando en cada momento, son las que determinan cual será
nuestra vida en la continuación. Tenemos delante de nosotros un buen número de
posibilidades, que harán que nuestra vida tome determinado rumbo, sin embargo,
que el camino sea un paseo feliz o un tormentoso recorrido, es una apreciación
de nuestra mente. El camino, sólo es camino. La vida es aprendizaje, y no hay
nada que pueda condicionarnos para no ser felices. Bueno, nada no, si hay algo
que nos condiciona, siempre estamos condicionados por nuestros pensamientos Por
eso, ante cualquier situación y circunstancia de la vida, sólo hemos de detener
ese pensamiento, y vivir la circunstancia desde el corazón, ya que por muy
desagradable que parezca, sólo es una apreciación del pensamiento, ya que nada
es ni bueno, ni malo, solo ES, como la misma vida.