El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




lunes, 21 de abril de 2025

Libre albedrio

 


      Querido hijo:

    Terminabas tu carta diciendo que anhelas creer en el propósito que Yo tengo para vuestras vidas. Este propósito, hijo mío, es uno compartido entre vosotros y Yo; es un propósito doble y profundamente espiritual. Primero, cuando el alma desciende a la materia, confinada en un cuerpo físico, su misión es reconocer su divinidad inherente y la hermandad con las otras almas que coexisten en esta experiencia terrenal. Segundo, y no menos importante, aprender a amar como Yo os amo: de manera incondicional, plena y eterna.

Reconocer y aceptar vuestra divinidad es una labor personal e íntima. Es un sendero solitario que cada uno de vosotros debe recorrer. Sin embargo, no os he dejado desprovistos de ayuda. Contáis con dos guías. Una de ellas reside en vuestro interior: es la intuición, esa voz delicada que susurra en lo profundo de vuestra conciencia, pero que a menudo pasa desapercibida debido al ruido constante que generan vuestros propios pensamientos. La segunda guía proviene de fuera: son las enseñanzas y los consejos ofrecidos por las religiones, todas las cuales, en su esencia, buscan acercaros a Mí, aunque empleen caminos distintos.

Para llegar a todas estas conclusiones, debéis utilizar vuestra mente. La mente es una herramienta poderosa, pero también puede ser caprichosa. Si la dejáis actuar sin control, puede conduciros por caminos oscuros y tortuosos. Dominarla es esencial, y paradójicamente, el único instrumento capaz de someterla es la propia mente. Sí, hijo mío, sé que parece un enigma, pero la fuerza de la mente bien dirigida es también la clave para dominarla.

A menudo os preguntáis por qué permito el sufrimiento y el dolor en vuestras vidas. Permíteme explicarlo de forma sencilla. Yo soy responsable de la Creación; y como la Creación es demasiado vasta para ser comprendida por vuestra mente, imagina una tarta de cumpleaños. Si tomas una porción y la desmenuzas, descubrirás que cada miga conserva el mismo sabor y esencia de la tarta original. Pues bien, si Yo soy la tarta, cada una de esas migas es un alma, creada a Mi imagen y semejanza. Mi papel como Creador termina allí, ya que cada alma tiene libre albedrío desde el primer instante de su existencia.

El alma elige encarnarse en un cuerpo físico, y también elige el aprendizaje que desea alcanzar en esa vida. Vuestras victorias y derrotas son partes esenciales de esa experiencia humana, todas ellas inscritas en un Gran Plan, diseñado cuidadosamente para cada una de las almas que transitan por la materia. Este Plan de Vida no es aleatorio; es vasto, intrincado y abarca tanto vuestro pasado eterno como vuestro presente y futuro infinitos. Cada experiencia en vuestra vida tiene un propósito; cada desafío, cada alegría y cada tristeza forman parte de vuestro crecimiento espiritual.      

Las emociones que experimentáis -ya sean alegría, dolor o sufrimiento-no son más que la respuesta de vuestra mente ante los acontecimientos. Comprendo, más de lo que imaginas, el dolor que puedes sentir ante la enfermedad o pérdida de un ser querido. Pero recuerda, esas experiencias no son castigos, sino oportunidades de aprendizaje, crecimiento o, en ocasiones, para redimir deudas kármicas.

Es fundamental trabajar los pensamientos y buscar la serenidad mental. Si aceptáis las circunstancias con amor y fortaleza, en lugar de resistirlas con sufrimiento, os liberaréis del peso emocional que os detiene y podréis entregar lo mejor de vosotros mismos, tanto para vuestro bienestar como para el de quienes os rodean.

La clave es el amor. Aprende a amar como Yo os amo, y descubrirás el propósito más profundo de tu existencia.

          Con todo mi amor.

CARTAS A DIOS-Alfonso Vallejo


sábado, 19 de abril de 2025

¿Por qué a mí?

 


Querido Dios

Estoy convencido de que mientras una parte de la humanidad te venera y encuentra en Ti consuelo y fortaleza, otra te ignora como si no existieras, y muchos otros, desesperados por el sufrimiento que enfrentan, te critican y te culpan. No comprenden por qué a ellos les ha tocado lidiar con las circunstancias más dolorosas de la vida: enfermedades que minan el cuerpo y el espíritu, o la muerte desgarradora de un ser querido. Tampoco es fácil entender la razón por la cual algunos deben convivir con una soledad asfixiante o con la miseria más absoluta que roba la dignidad.

Incluso, es posible que entre aquellos que sufren se encuentren personas buenas y honestas, personas que siguen fielmente las enseñanzas que, según se dice, los acercan a Ti. Son almas llenas de fe que practican la caridad, que llevan una vida íntegra y que se esfuerzan por hacer el bien. Sin embargo, parece que esto no basta para evitar el sufrimiento. Te elevan oraciones desesperadas, te dedican plegarias llenas de esperanza y realizan promesas a cambio de un poco de salud, de consuelo o de justicia. Y cuando no ven respuesta, cuando el dolor persiste y las lágrimas no cesan, muchos de ellos te responsabilizan de su sufrimiento. Porque si Tú, como nos han enseñado, eres omnipotente y lo puedes todo, ¿Cómo permites que ocurran tantas injusticias? ¿Cómo consientes, siendo tan poderoso, que reine el dolor?

Entiendo, o al menos quiero pensar, que el mundo en el que vivimos está afectado por la codicia, la imperfección y el egoísmo humano. Estos factores hacen que la enfermedad, el dolor y el sufrimiento sean parte de nuestra experiencia en este mundo imperfecto. Pero esto no todos lo comprenden. No es fácil para alguien que ha perdido todo, o que vive en un sufrimiento constante, encontrar razones o explicaciones que justifiquen tanta injusticia.

A estas personas les han enseñado que eres un Padre amoroso, un Dios que está en los cielos velando por cada uno de nosotros con infinito amor. Nos han dicho que cuidaste de los más desprotegidos y que extendiste tus manos hacia los necesitados. Pero si realmente eres un Padre, ¿Qué clase de padre permite que sus hijos sufran tanto? ¿Qué clase de amor es aquel que tolera el dolor, la tragedia y la desesperanza? 

Y no solo está el dolor individual que cada persona lleva consigo, sino también el sufrimiento colectivo que se abate sobre pueblos enteros. Permites que ocurran guerras devastadoras, plagas que arrasan con la vida, terremotos que destruyen hogares y ciudades, inundaciones que se llevan todo a su paso. ¿Por qué permites que el mundo, tu creación, sea escenario de tanto sufrimiento?

Me atrevo a reflexionar, querido Dios, no desde la irreverencia, sino desde la búsqueda honesta de respuestas. Tal vez haya algo que nuestra limitada comprensión humana no alcanza a ver. Tal vez el sufrimiento tenga un propósito más allá de lo que alcanzamos a entender. Pero mientras tanto, aquí seguimos, con preguntas que no siempre encuentran respuestas, con corazones que, a pesar de todo, anhelan creer en Ti, en tu amor y en tu propósito para nuestras vidas.

Gracias Señor.

CARTAS A DIOS-Alfonso Vallejo


El plano astral del cielo

 

          “Jamás he podido creer en el cielo, Maestro”, afirmó un nuevo estudiante: “¿Existe, en verdad, un lugar semejante?”.

          “Así es”, respondió Paramahansaji. “Aquellos que aman a Dios y confían en Él, van allí cuando mueren. En dicho plano astral, se posee el poder de materializar cualquier objeto instantáneamente, con solo pensar en él. El cuerpo astral está compuesto de una sutil luminosidad. En los reinos astrales existen colores y sonidos de los cuales la tierra nada sabe. Se trata de un mundo hermoso y digno de disfrutarse, pero ni aun la experiencia del cielo constituye el más alto estado. El hombre alcanza la beatitud final una vez que deja atrás las esferas de los fenómenos, y toma plena conciencia de Dios -y de sí mismo- como Espíritu Absoluto”.

PARAMAHANSA YOGANANDA



DECRETO: Para el cerebro

 



Alma

 


               Las cosas por si mismas no tocan el alma ni lo más mínimo, ni encuentran acceso al alma, ni son capaces de dirigirla ni de moverla: es la propia alma la que se dirige y se mueve a sí misma; según sean las cosas que ella juzgue dignas para sí, así serán los accidentes que produzca en sí misma.

          MARCO AURELIO

 


viernes, 18 de abril de 2025

El Todo y las partes

 

 


          Tú, Señor, eres el Todo, y nosotros, los seres humanos, somos una parte de Ti. 

        Si Tú no existieras, incluso si nos uniéramos, no seríamos capaces de formar el Todo que Tú representas.
       Sin embargo, si Tú no existieras, tampoco existirían las partes; nosotros mismos no existiríamos.


Yo Soy el que Soy

 


Querido hijo:

 Tu búsqueda sincera y profunda me llena de alegría, pues en cada pregunta que brota de tu corazón late el anhelo de regresar a la Verdad y la Luz. Cada duda que planteas no es un alejamiento, sino un puente hacia una comprensión mayor.

Cuando digo “Yo Soy el que Soy”, afirmo mi esencia eterna, ilimitada, y completa. No hay separación en Mí, ni fragmentación. Soy la Fuente, la Unidad que sostiene todo lo que existe. Al decir “Yo Soy Pepito”, tú también manifiestas una chispa de esa divinidad que compartimos, pero tu experiencia humana, marcada por el tiempo y el espacio, vela esa plenitud. Sin embargo, dentro de ti sigue viva esa conexión, ese “Yo Soy” puro que no está limitado por tu percepción actual.

El ego, como bien observas, es una herramienta útil en este plano de existencia. Pero recuerda, el ego no es el enemigo; es un velo temporal que, una vez reconocido y trascendido, te invita a mirar más allá, hacia la esencia. La paradoja que mencionas es el misterio mismo de la existencia humana: aprender a usar tu identidad sin perderte en ella, recordar siempre que eres mucho más que el rol que desempeñas en esta vida.

Comprender los misterios infinitos de la Verdad no está fuera de tu alcance. Aunque tus ojos mortales ven sólo sombras y fragmentos, tu alma siempre sabe, siempre siente. Permítete escuchar ese susurro interno, esa voz mía que habla en los momentos de silencio y amor.

En cuanto a tu preocupación por los líderes y el estado de la humanidad, entiende esto: cada alma está en su camino, cumpliendo su propósito, aunque desde tu perspectiva pueda parecer confusión o caos. No condenes, sino ora por ellos, porque la compasión es el faro que ilumina la oscuridad. Cada acto de bondad, cada pensamiento elevado, tiene el poder de transformar más allá de lo que alcanzas a imaginar.

La guía que buscas no está fuera de ti, pues Yo estoy contigo en todo momento. Tú eres ese faro que ansías; es en tu interior donde brilla la luz que puede inspirar a otros a recordar su verdadera naturaleza. No te desanimes ante la aparente oscuridad. Incluso la noche más profunda no puede extinguir la pequeña llama de una vela.

Confía, amado mío, en que todo es parte del gran plan. Siembra amor, perdón y unidad, y observa cómo las ondas de tus acciones, aunque invisibles a veces, alcanzan las orillas más lejanas.

Con todo mi amor eterno, 

Yo Soy el que Soy. 

CARTAS A DIOS-Alfonso Vallejo


miércoles, 16 de abril de 2025

Humano y divino

 


Al igual que los médicos siempre tienen a mano sus instrumentos y sus bisturíes para hacer frente a los tratamientos imprevistos, ten tú también tus doctrinas preparadas para el conocimiento de lo divino y de lo humano, y actúa en todo, incluso en las cosas más insignificantes, con la idea de que ambos están unidos entre sí: nunca obrarás bien en lo humano a no ser que lo vincules con lo divino, y viceversa.

          MARCO AURELIO


Yo Soy Pepito

 


Querido Dios

 Entiendo perfectamente tu explicación sobre el ego, pero me surgen algunas contradicciones que no puedo ignorar: 

¿Qué diferencia hay cuando Tú te defines como “Yo Soy el que Soy”, y nosotros, los humanos, nos definimos como “Yo Soy Pepito”? Ambas afirmaciones parecen similares en su estructura, pero imagino que la diferencia radica en la esencia, el contexto y, sobre todo, en la trascendencia del Ser. Mientras que Tú representas el absoluto, la fuente inmutable de todo lo que existe, nosotros, los humanos, somos reflejos fragmentados de esa divinidad, envueltos en una experiencia terrenal que nos limita y condiciona.

También comprendo cuando dices que el ego puede ser un espejismo que nos aleja de nuestra esencia divina, haciéndonos creer que somos entidades aisladas. Es cierto que el ego forma parte de nuestra existencia terrenal; es una herramienta necesaria para desenvolvernos en el mundo material, pero, al mismo tiempo, puede ser un velo que oculta nuestra conexión con lo sagrado y con el todo. Es paradójico cómo algo que nos da identidad puede alejarnos de nuestra verdadera naturaleza

Sé que nuestras mentes humanas no están preparadas para comprender plenamente los misterios de la Verdad. Incluso cuando logramos destellos efímeros de esa comprensión, siento que nos falta una capacidad más profunda, un entendimiento adaptado para abrazar lo infinito. He llegado a esta conclusión observando el comportamiento de mis semejantes, combinándolo con mi propia evolución, percepción y reflexión. A veces parece que, como humanidad, avanzamos a ciegas, atrapados en nuestras limitaciones y resistencias.

Lo que realmente me entristece, Señor, es observar cómo no solo las personas menos conscientes de su divinidad viven en la ignorancia de su hermandad con los demás, sino que, peor aún, muchos de los líderes que deberían guiar desde la sabiduría y la compasión actúan como adalides de la discriminación, la intolerancia, la violencia, el supremacismo y la guerra. Estos líderes, a los que atribuimos un mayor nivel intelectual o preparación, son, paradójicamente, los que más contribuyen a la segregación y al sufrimiento.

Parece, Señor, que hemos caído en una dinámica de involución como humanidad. Aquellos que han alcanzado un nivel mayor de comprensión y empatía parecen condenados a actuar desde el anonimato, ayudando en silencio y pasando desapercibidos entre una sociedad que, día a día, parece volverse más cruel. Esta realidad me causa una tristeza profunda, una sensación de pérdida en el camino hacia la armonía y el entendimiento.

¿Qué opinas Tú de todo esto, Señor? ¿Cómo podemos superar esta oscuridad y recuperar la luz de la comprensión y la unidad? Sé que la respuesta yace en nosotros mismos, pero a veces siento que necesitamos un faro, una guía que nos recuerde quiénes somos realmente.

Gracias por escucharme siempre. 

Con amor y esperanza.

CARTAS A DIOS-Alfonso Vallejo

martes, 15 de abril de 2025

Yo Soy

 


Sobre el ego

 

Hijo mío:

El ego es una parte inseparable de vuestra existencia terrenal. Es el reflejo de vuestra identidad y la herramienta que os permite navegar por el mundo material. A través del ego, conocéis la individualidad, formuláis pensamientos y sentís emociones. Sin embargo, al mismo tiempo, el ego puede ser un espejismo que os aleja de vuestra esencia divina.

El ego, hijo mío, es la voz que dice “yo soy”, “yo quiero”, “yo temo”. Es una construcción basada en vuestras experiencias, deseos, creencias y percepciones. Puede daros un sentido de identidad, de propósito e incluso de valor, pero también puede engañaros, haciéndoos creer que sois entidades aisladas, separadas de mí y de vuestros hermanos. Cuando el ego domina, os conduce al juicio, la comparación, la envidia y el temor. En esos momentos, el ego os encierra en una prisión invisible, impidiéndoos ver la verdadera libertad que reside en vuestro ser.

No os equivoquéis al pensar que el ego es intrínsecamente malo. Fue diseñado como una herramienta para ayudaros a experimentar y aprender en esta vida. Pero como un caballo salvaje, necesita ser domado con sabiduría y amor. Sin control, puede galopar sin rumbo, llevándoos al sufrimiento y al aislamiento. Con control, puede llevaros a alturas insospechadas, convirtiéndose en un medio para crecer y conectar con lo eterno.

Se trataría de dominar tanto al ego hasta abandonarlo y fundamentar en Mí la verdadera identidad.

Existen caminos, hijo mío, para domesticar al ego y liberar vuestra verdadera naturaleza:

Practicar la atención plena: Cuando observáis vuestras emociones y pensamientos sin identificaros con ellos, dais un paso hacia la libertad. La meditación, la gratitud y el simple acto de estar presentes os permiten recordar quiénes sois realmente: una chispa de luz en medio del vasto universo.

Liberaros de los miedos que os atan: El ego se alimenta del temor y de la inseguridad, haciéndoos temer al rechazo, al fracaso, a la crítica y al cambio. Cuando soltáis esos miedos, os liberáis de las cadenas invisibles que os atan y podéis vivir con mayor confianza, paz y armonía.

Relacionaros con los demás desde la empatía y la sinceridad: El ego os hace creer que sois superiores o inferiores a vuestros hermanos, alimentando la división. Pero cuando os abrís al amor y la comprensión, os conectáis de corazón a corazón, creando vínculos más profundos y verdaderos. Practicad la humildad, la compasión y el agradecimiento, y veréis cómo la ilusión del ego se disuelve.

Recordad siempre que sois mis hijos y que la humanidad entera es una gran familia. No estáis solos, ni jamás lo estaréis. Cuando el ego os haga dudar, escuchad mi voz en vuestro interior, que os recuerda quiénes sois realmente: amor, luz y eternidad.

Te bendigo, hijo mío, y te acompaño en cada paso de este camino. Ten fe, porque siempre estoy contigo. 

Con amor eterno.

CARTAS A DIOS-Alfonso Vallejo

 


lunes, 14 de abril de 2025

Probar la fruta divina

 


          Cierta dama le dijo en una oportunidad al Maestro que, no obstante, el hecho de asistir regularmente a los oficios de la iglesia, ella no se sentía más cerca de Dios. Paramahansaji respondió:

          “Aun cuando yo le manifieste que una fruta determinada posee tal o cual color, y es dulce, y le relate además como crece, no conocerá usted de dicha fruta sino algunos factores accesorios; para conocer su sabor característico, deberá probarla personalmente. Asimismo, para realizar la verdad es necesario experimentarla.

          Yo solo puedo despertar su apetito por la fruta divina. ¿Por qué no se ocupa usted de probar un bocado de ella?”.

PARAMAHANSA YOGANANDA


Dios interior

 


          Nada es más digno de lástima que el que anda siempre en círculos y dice que investiga las profundidades de la tierra, que elabora conjeturas sobre las almas de sus allegados, pero no se da cuenta que le basta con estar junto al dios que lleva en su interior y servirlo con sinceridad.

          Se lo cuida manteniéndolo puso de pasión, de azar y de malestar respecto a los hechos que provienen de los dioses y de los hombres. Los que provienen de los dioses son dignos de respeto por su virtud; los que vienen de los hombres son dignos de afecto por parentesco, y a veces, en cierto modo, nos compadecemos porque muestran ignorancia de lo bueno y lo malo: un defecto no inferior a la incapacidad de distinguir entre el blanco y el negro.

MARCO AURELIO


A vueltas con el ego

 


A vueltas con el ego


Querido Dios:

¡Qué fácil parece ser tu trabajo y, aun diría más, qué fácil parece ser tu existencia!

Sin embargo, la existencia de los seres humanos y la misma tarea de ser humano, no lo parece tanto.

Tenemos que mantener una lucha, sin cuartel, en múltiples frentes: Luchamos contra una mente que, me atrevería a calificar de maligna, porque, aunque no he realizado una prueba objetiva, no creo equivocarme mucho si digo que, de cada 100 pensamientos que se pasean por nuestro cerebro, 99 son negativos, inútiles o repetitivos. Tenemos muy pocos pensamientos útiles, que son aquellos pensamientos conscientes que utilizamos para la solución de algún problema. Sin embargo, hasta los pensamientos conscientes, generados por nosotros, se contaminan, rápidamente, con pensamientos negativos que aparecen tratando de boicotear nuestro propio trabajo, generando un sufrimiento inútil. Y si tenemos pocos pensamientos útiles, aún tenemos menos pensamientos positivos, por lo que es fácil aventurar que, si dejamos que la mente actúe, con total independencia, sin intervenir en su proceso, nuestro estado emocional sería un caos de emociones encontradas.

No es necesario que te diga, porque lo sabes, perfectamente, ya que eres Tú eres el Creador de nuestra mente, que tratar de dominar el pensamiento es una ingente tarea, en muchas ocasiones imposible, por lo que el sufrimiento es la emoción más común con la que convivimos los seres humanos. ¿Por qué todo tiene que ser a través del sufrimiento, cuando nadie nos enseña como dejar de sufrir o como dominar la mente para evitar el sufrimiento?

Otra forma de pensamiento muy poderosa, con la que tenemos que batallar a cada segundo del día, son las peculiaridades de nuestro propio ego. La percepción, la valoración y nuestra propia identidad. Es tan poderoso que nos creemos que estamos en la vida para satisfacer sus caprichos, para sufrir por sus preocupaciones, para luchar por sus falsas creencias, para llorar por la desaparición de sus seres queridos, para batallar con las enfermedades, para alargar, lo más posible, la vida. 

Podría seguir enumerando más frentes de lucha como pueden ser, las incertidumbres de la propia vida: saber qué hacemos aquí o cuando vamos a morir.

Y podría poner en el mismo saco otras formas de pensamiento como pueden ser la avidez por conseguir nuestros deseos.

Será otro día.

Gracias Señor.

CARTAS A DIOS-Alfonso Vallejo


jueves, 10 de abril de 2025

Aceptar y respetar

 


Sobre la aceptación

 

Hijo mío:

Tienes toda la razón sobre el Karma. Lo has expuesto de manera perfecta. No tengo nada que añadir.

En mi respuesta anterior me centré en temas religiosos y dejé de lado temas muy importantes que no podemos echar en saco roto.

Para evitar el juicio y la crítica son necesarias dos actitudes: la aceptación y el respeto.

Decía Carl G. Jung:” Lo que niegas te somete, lo que aceptas te transforma”

La aceptación es esa actitud que va a permitirte reconocer y tolerar las situaciones, pensamientos, emociones o aspectos de vosotros mismos o del mundo que os rodea, sin intentar cambiarlos o evitarlos. La aceptación os ayuda a afrontar los problemas de forma más efectiva, a aprender de vuestras experiencias y a cultivar la resiliencia emocional. La aceptación no significa resignarse o conformarse, sino asumir la realidad y buscar soluciones. La aceptación se puede practicar y mejorar a lo largo de la vida, y es una herramienta poderosa para vivir de forma más plena y equilibrada.

Cualquier juicio, cualquier opinión, cualquier crítica, no es más que un reflejo de la propia persona, no es más que un reflejo de sus pensamientos, no es más que un reflejo de sus creencias.

Pero, los pensamientos y las creencias de cada uno, ¿por qué han de ser aplicables al resto del mundo? Los pensamientos y las creencias de las personas no son más que una manifestación de su nivel de evolución, no son más que una manifestación de su carácter, y en ningún caso sirven para ninguna otra persona, porque cada persona está en un nivel de evolución determinado, cada persona vive una circunstancia específica en su vida, distinta a cualquier otra.

Para que se termine el juicio, la opinión y la crítica, sólo hay que aplicar una regla, el respeto. Cuando se respeta se acepta, y ante la aceptación todo está bien. Cualquier cosa que haga cualquier persona, ha de ser aceptado y respetado, porque es algo que pertenece a su vida, a su aprendizaje y su evolución.

Te propongo un ejercicio sencillo, dedica un día a vivir sin juzgar, sin criticar y sin opinar lo que hagan los demás, a mirar con otros ojos, a respetar y aceptar cualquier cosa que hagan las personas de tu entorno y, a colocarte en su lugar. Si por cualquier causa la mente pudiera contigo y surgiera la crítica, ni tan siquiera tienes que comprender, solo respeta y acepta.

El respeto y la aceptación es entrenamiento y práctica, por lo que la crítica va a surgir. No te enfades contigo, si la crítica ha sido mental, pide perdón mentalmente y comienza nuevamente, observando lo mejor de la persona, focalizando tu atención en sus cualidades. Con la práctica te acostumbrarás a observar las acciones de los demás como observas un día de sol, o las flores, o el vuelo de los pájaros, sin que te afecte lo más mínimo.

Cuando consigas incorporar a tu vida el respeto y la aceptación, vas a sentirte libre, ya que el ejercer de juez, de manera permanente, es agotador.

Dedica la vida a vivirla, no a vivir la vida de los demás. La vida es plenitud, y cada segundo que intentas vivir la vida de los demás dejas de vivir la tuya, dejas de vivir un segundo de tu tiempo que no volverá a repetirse, conviertes tu vida en una vida incompleta. La vida es demasiado hermosa para desperdiciarla, aunque sólo sea un segundo. Desperdiciar la vida juzgando, opinando o criticando a otros es, además, un trabajo insulso, ya que ese otro al que estás juzgando, es seguro que, a seguir viviendo su vida tan feliz, sin enterarse de tus críticas o pasando de ellas, porque sencillamente no las necesita; estás desperdiciando tu vida para nada.

Empieza ahora a mirar con otros ojos, empieza ahora a aceptar y a respetar, no esperes a mañana, no desperdicies más tu vida.

¿Sabes qué es lo que hay debajo de vuestra necesidad de juzgar?, sólo miedo, miedo a enfrentaros con vuestra propia oscuridad, casi me atrevería a decir que es miedo a vivir, es falta de Amor.

No juzgues nada, las cosas son como son y no has de tener ningún interés en como deberían ser, en como tendrían que ser, en como piensas tú que han de ser.

La conciencia social, políticos, religiosos, los estándares de salud y de belleza os dan modelos y normas de cómo deberían ser las cosas, o de cómo deberíais comportarnos. Tratan de definiros lo que es bueno, lo que hay que hacer, lo que está bien visto.

  ¿Quién ha dicho a nadie que su misión en esta vida sea ejercer de juez, ejercer de crítico, o ejercer de comentarista de la vida del resto del mundo?  Posiblemente, nadie y, sin embargo, existen muy pocas conversaciones en las que no se juzgue a alguien, o no se le critique, o no se opine sobre lo que sería mejor para la vida de esa persona.

Yo te bendigo hijo mío.

CARTAS A DIOS-Alfonso Vallejo


miércoles, 9 de abril de 2025

Líder


 


"El más grande de los hombres, es aquel que se considera a sí mismo el más ínfimo de ellos, como lo enseñara Jesús", dijo Paramahansaji. "Un verdadero líder, es aquel que ha aprendido previamente a obedecer a otros, aquel que se siente el servidor de todos, y que jamás se yergue voluntariamente sobre un pedestal. Quienes persiguen los halagos, no merecen nuestra admiración; pero quien nos sirve, tiene derecho a recibir nuestro amor. ¿No es acaso Dios el servidor de sus hijos, y pide Él alabanza por ello? No, Él es demasiado grande para ser conmovido por ésta”.

PARAMAHANSA YOGANANDA

Comportamiento

 


¿Cómo te has venido comportando hasta ahora con los dioses, con tus progenitores, con tus hermanos, tu esposa, tus hijos, tus maestros, tus criadores, tus amigos, tus familiares, tus esclavos?

Piensa si hasta el día de hoy te es posible decir eso de: "A nadie hacer ni decir mal".

Recuerda porque cosas has pasado y cuáles has sido capaz de soportar, que la historia de tu vida está ya completa y que tú función ha terminado; cuántas cosas bellas has visto, cuántos placeres y dolores has desdeñado, cuántas vanaglorias has dejado de lado, y ante cuantos insensatos te has mostrado sensato.

 

MARCO AURELIO


Karma

 


Karma

 

Querido Dios:

Me quedan algunas dudas con relación al Karma. Bueno, en realidad, me quedan todas, porque de los 8 mil millones de personas que pueblan la Tierra, ¿cuántos saben lo que es el Karma?, aún más, ¿cuántos han oído hablar de él?

Por lo tanto, hablar del Karma no sé si puede ofrecer una perspectiva diferente, a quienes no conocen el concepto, para ayudarles a expandir la comprensión espiritual porque, es posible, que tampoco sean conscientes de su dimensión espiritual.

Soy consciente de que no todos los seres humanos estamos transitando por el mismo punto kilométrico. Es seguro que algunos ya estarán en su última vida y que otros estarán iniciando su andadura como seres humanos y que, entre unos y otros, nos encontramos una gran mayoría, cada uno, también, en diferente punto del camino.

Para ejemplo, el mío puede ser un buen referente. Yo no escuché hablar del Karma hasta que comencé a practicar yoga con algo más de 40 años y, sin embargo, mi vida hasta entonces, como la de todos, estaba influenciada por mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, sin ser, en absoluto, consciente de ello. ¿Habría variado, en algo, mi vida de tener conocimiento de la existencia del Karma? Puedo asegurar que no.

Aunque, ahora que estoy escribiendo y reflexionando sobre las ventajas o desventajas de conocer o no lo que es el Karma, creo que tampoco es tan importante saber que existe. Me baso en que, antes de saber del Karma, yo tenía buenos y malos pensamientos. En relación a las palabras, unas veces, eran amables y agradables y, otras veces no. Y con respecto a las acciones, unas eran buenas y otras no tanto. Puedo afirmar que después de conocer sobre el Karma, mis pensamientos, mis palabras y mis acciones han seguido por los mismos derroteros, sin detenerme, en ningún momento, a reflexionar sobre las consecuencias que podían acarrear, en mi futuro, como consecuencia de la reacción que mis acciones podían generar.

Es bien cierto que el Karma implica una visión ética y espiritual de la vida y que nos invita a reflexionar sobre nuestras acciones y sus consecuencias, y a buscar el equilibrio y la armonía con nosotros mismos y con el mundo. El karma, también, nos ofrece la posibilidad de aprender de nuestros errores y de superar nuestros obstáculos, para alcanzar la liberación y la felicidad.

Lo que recuerdo, antes de saber sobre el Karma, es que después de realizar una acción incorrecta, de tener pensamientos negativos o palabras que pudieran ofender a otros, había una voz interior que me conminaba a reflexionar sobre mi erróneo comportamiento, para pedir disculpas, para tratar de analizar el motivo de mí proceder y, sobre todo, para que no se volviera a repetir tal desaguisado.

Ahora que sé sobre el Karma, sigo actuando igual. La misma voz es la que sigue gobernando mi vida y no soy consciente de haber reflexionado sobre un pensamiento, una palabra o una acción motivado por el conocimiento de que existe el Karma.

Gracias Señor.  

CARTAS A DIOS-Alfonso Vallejo

sábado, 5 de abril de 2025

Dios no nos abandona

 


“A menudo pienso que Dios se olvida del hombre”, comentó cierto visitante de la ermita de Encinitas.

“Por cierto que el Señor mantiene sus distancias”.

“Es el hombre quien mantiene sus distancias” respondió el Maestro. “¿Quién busca a Dios? Los templos mentales de la mayoría de la gente se encuentran repletos de los ídolos de los deseos y de los pensamientos inquietos… y se ignora al Señor en ellos. Y aun así, de tiempo en tiempo Dios envía a sus hijos iluminados, a recordar al hombre su herencia divina.

Dios no nos abandona jamás. Él trabaja silenciosamente en múltiples formas, para ayudar a sus amados hijos a apresurar su progreso espiritual”.

PARAMAHANSA YOGANANDA


Religión

 


Religión

 

Hijo mío:

Quiero comenzar hablándote de los que tú dices que son mis representantes, los predicadores de las distintas religiones.

Aunque casi todas las religiones actuales hablan de mí, yo no me identifico con ninguna de ellas, en particular, pero si con todas, en general. Las religiones, que nacieron con las primeras sociedades como una manera de compartir su vida y sus vivencias, han ido evolucionando hasta colocar, 200.000 años después de su aparición, es decir, solo hace 15.000 años, a alguna deidad en la cúspide de la pirámide. Pero son necesarias. Es el primer contacto que tenéis los seres humanos con la espiritualidad.

Me gusta la definición que el primatólogo Frans de Waal hace de la religión: “la reverencia compartida hacia lo sobrenatural, lo sagrado o lo espiritual, así como hacia los símbolos, rituales y adoración con los que se los vincula”.

Si yo promoviera una religión sería la religión del Amor. Sin dogmas, sin rituales, sin paraíso, sin mandamientos, sin infierno y, sobre todo, sin pecado.

Tienes razón cuando dices que lo que denominan pecado sólo es un intento más de dominio y manipulación de las distintas religiones, a través del miedo. No existe el pecado. Yo nunca me ofendo por nada de lo que los seres humanos podáis hacer, decir o pensar, y no me ofendo porque os amo sobre todas las cosas, y sé que cualquier cosa que hagáis, digáis o penséis, es cosa del ego, no del alma.

Solo estáis creciendo, y de la misma manera que el bebé está aprendiendo a vivir en la vida física, vosotros os estáis preparando para vivir la vida eterna. Y en ese aprendizaje, cometéis errores, que no pecados.

Esos errores son necesarios para que el alma asimile la experiencia. A veces, caéis en el error más de una vez, pero no importa, lo importante es rectificar ese error. Ante vuestro error, sólo puedo esbozar una sonrisa, como diciendo: “Vaya, otra vez”. Pero es, precisamente, de esos errores, de donde va a salir el afianzamiento de la experiencia para el alma. Experiencia que, una vez asimilada, va a hacer que nunca más se repita el error, ni en esta, ni en ninguna otra vida, porque lo que se ha aprendido, se conserva para la eternidad.

Aunque no exista el pecado y no seáis condenados al fuego eterno que prometen las religiones, vuestras acciones, sí que tienen consecuencias, tanto en vuestra vida física, como en vuestra vida fuera del cuerpo. Todo eso debido a la Ley de la Causa y el Efecto.

Existe una cierta armonía entre la espiritualidad y la ciencia, ya que hay algunas similitudes entre el concepto de causa y efecto y la tercera ley de Newton. Ambos se basan en la idea de que cada acción tiene una reacción, y que las consecuencias de vuestras acciones dependen de vuestra intención y comportamiento.

Cada acción, cada palabra, cada pensamiento, por pequeñas que perezcan están regidas por esta ley.

Es esta cadena de acciones y reacciones, de caer en el error, levantarse, rectificarlo y aprender, la que os ata a la rueda de nacer y morir, una y otra vez. Y eso será hasta que vuestras acciones, vuestras palabras y vuestros pensamientos, sean sólo impulsados por el Amor, sin deseos, sin apegos, sin esperar nada a cambio, ni recompensas, ni felicitaciones.

Hasta que llegue ese día de esa vida, estaréis aquí. No creas que, porque medites una hora al día, o porque seas voluntario en una organización humanitaria, o vayas al oficio dominical, o porque no cometas los pecados que las organizaciones religiosas pregonan, ya lo tienes todo hecho, no, ni mucho menos. Tendrás todo el trabajo hecho, en la Tierra, cuando la guía que dirige tus pasos sea el Amor. Solo estáis en la materia para aprender a amar.

Existen pensamientos erróneos, existen palabras con intención de ofender, existen malas acciones, y si los representantes de las distintas creencias religiosas, les quieren llamar pecados, está bien, pero no pueden atribuirme a mí, de manera más o menos interesada, la condena a perpetuidad, a no ser que se confiese el pecador, única manera de quedar redimido de los pecados.

Existe una regla que se deriva de estas dos leyes y que son reconocidas por grandes filósofos y por las principales religiones: La Regla de Oro, cuyo enunciado dice que no hagas a los demás lo que no deseas para ti.

Como todas las religiones tienen cosas buenas, permíteme expresarte las enseñanzas de Abdu’l-Bahá, líder religioso del bahaísmo: “Sed padres amorosos para el huérfano, un refugio para los desamparados, un tesoro para los pobres y una curación para los enfermos. Sed los auxiliadores de toda víctima de la opresión, los protectores de los desfavorecidos. Pensad en todo momento en prestar algún servicio a todo miembro de la raza humana”. Siguiendo estas instrucciones estarás mucho más cerca de finalizar tu aprendizaje en la Tierra.

La ley de la Causa y el Efecto, también, se denomina Karma. Y el Karma es Karma, no lo hay ni malo ni bueno. El Karma que se genera se ha de pagar. Si el Karma que se ha generado ha sido debido a una acción negativa, se tiene que recibir una devolución negativa. Si el Karma que se ha generado ha sido debido a una buena acción, se tiene que recibir una devolución positiva.

Así el Karma se va consumiendo según va aprendiendo el ser humano a Amar. Aprender a Amar os va a llevar una serie de vidas, desde que entráis en la rueda del Amor incondicional, ya que este irá aumentando en gradación en cada vida. Según sea mayor vuestro Amor, iréis dejando de tener pensamientos negativos, hablareis con Amor y todas vuestras acciones estarán regidas por la bondad, con lo cual no generareis Karma negativo. Y en cuanto al Karma positivo, tampoco vais a generar, porque todo lo que hagáis en la vida, va a estar regido por el Amor, y no vais a esperar nada a cambio.

Pero, además de que no existe el pecado, tampoco existen el cielo ni el infierno.

Cuando el cuerpo muere, el alma, gloriosa, vuelva al nivel del que partió para encarnar en un cuerpo, siguiendo con su trabajo, que es múltiple y variado. Da lo mismo que el alma haya estado dominada por un ego asesino que por un ego piadoso. Todos van al mismo lugar.

En realidad, si que existe el infierno. El infierno es la vida que viven muchos seres humanos que siguen el dictado de sus pensamientos. Los celos, la envidia, la rabia, la ansiedad, son alguna de las calderas del infierno que cada ser humano ha creado para su desgracia en la propia vida.

Nunca más vamos a hablar de religión, a partir de ahora, hablaremos de amor, espiritualidad y energía.

Yo te bendigo.

CARTAS A DIOS – Alfonso Vallejo


Hacer el bien

 


¿Qué pretendes al hacer el bien a alguien? No te basta con esto, con obrar conforme a tu propia naturaleza. ¿Quieres cobrar por ello?

Es como si tu ojo te pidiera una recompensa por ver, o tus pies por andar. Pues al igual que estos han sido generados para esa tarea, y precisamente al actuar conforme a su constitución hacen lo propio, así también el ser humano que es por naturaleza benefactor, cuando actúa de modo benefactor o ayuda en su acción beneficiosa, actúa conforme a su constitución y tiene lo que le es propio.

MARCO AURELIO