Capítulo XIV. Parte 1. Novela "Ocurrió en Lima"
Desde que
el martes Indhira hablara con su padre, Antay era el pensamiento recurrente que
daba vueltas y vueltas en su mente, sin hacer ningún amago de desaparecer. ¿Habría
aceptado la oferta? No había querido llamar a su padre para preguntarle, ya
que, si nunca se había interesado por ningún empleado de su padre, no quería
dar demasiadas pistas de lo interesada que estaba en Antay.
Aunque
pensaba que lo mejor que podía hacer era sacar a Antay de la cabeza, porque, a
pesar del encuentro que tuvieron en las oficinas de la empresa de su padre,
seguía sin llamarla.
Contaba
los días que faltaban para la comida familiar del domingo. Los cinco días le
parecieron una eternidad, pero por fin había llegado.
Indhira
se encontró con su hermana Naihara unos metros antes de la casa de sus padres.
- ¿Vienes
sola?, -preguntó Indhira a su hermana al ver que no la acompañaba Giuliano, su
esposo.
- Si,
Giuliano está en Arequipa, por cuestiones de trabajo hasta el martes, -le informó
su hermana- y tu ¿qué?, ¿cómo vas de amores?
- Voy
igual. Pero no te lo pierdas, va a trabajar en la empresa de papá.
- ¡Qué me
dices!
- El
martes fui a ver a papá a su oficina y me encontré con Antay. Fue un encuentro
fugaz y le dije que me llamara, pero nada, ni así. Por la noche llamé a papá y
me contó que le había ofrecido ser el director de un nuevo departamento de
informática que quiere poner en marcha en la empresa. Supongo que hoy nos dirá
algo. Quiere ampliar el negocio.
- ¡Este
hombre!, -contestó Naihara a su hermana- tendría que estar jubilado y, en lugar
de eso, amplia el negocio. Se morirá sentado en su despacho. Y tú, ¿por qué no
llamas a Antay?, con la excusa de que papá te ha contado que le había ofrecido
trabajo.
- Quería
esperar a ver que nos cuenta papá hoy. ¿Entramos?
El
padre de Indhira beso a sus hijas, interesándose por cómo les había ido la
semana y extrañado por la ausencia de su yerno preguntó por él a Naihara. Pero
no decía nada de lo que a Indhira le interesaba. No le quedaba otra que armarse
de paciencia hasta que su padre decidiera hablar de lo que estaba haciendo en
la empresa. Lo contaría después de la comida, pensó Indhira, porque siempre
informaba a la familia de las cosas importantes de la empresa a la hora del
café.
Estuvo
jugando con sus sobrinos en el jardín hasta la hora del almuerzo. Y fue,
después del almuerzo, cuando su padre decidió, por fin, explicar las novedades
de la empresa.
- Escucharme
que quiero contaros algo de la empresa. -¡ya era hora, pensó Indhira!- Vuestra
madre me ha dado el consentimiento para que haga una ligera ampliación del
negocio.
>> Vamos a expandirnos en Colombia
abriendo oficinas en tres ciudades, y he pensado que, para descargar a los
comerciales de tareas administrativas y tengan más tiempo para dedicarse a los
clientes, sería bueno un apoyo administrativo e informatizado desde la oficina
de Lima. Para eso estamos implementando una sección de informática con 8
personas. Por cierto Indhira, el director del nuevo departamento es tu amigo.
- No es
mi amigo papá, solo es conocido. Le vi un día y nada más, -se justificó
Indhira.
- Pues
para ser solo conocido te interesaste mucho el otro día. Y él, cuando le dije
que te interesaste y que le hiciste mucha publicidad, se puso rojo como un
tomate. ¿Seguro que solo es conocido?
- Anda
Chiqui, no sabía que tenías un amigo especial. Cuenta, cuenta, -dijo María, su
mamá.
- Que no
es especial mamá, que no es ni amigo, -cuando dijo eso Indhira sintió que algo
en su interior se retorcía. Para ella estaba claro que era más que un conocido.
- Pues no
estaría mal que fuera algo más. Es joven, es atractivo, es educado, responsable
y trabajador. Así tendría alguien de la familia dirigiendo la empresa, -terció
el papá.
- Papá,
por favor, -rogó Indhira.
- Ya está
hija, disculpa. Pero tengo que reconocer que hemos hecho un gran fichaje. Firmó
el contrato el jueves y ya se quedó a trabajar. El viernes visitó una oficina y
estuvo en ella desde las 8 de la mañana hasta las 10 de la noche y, ayer
sábado, a pesar de ser feriado estuvo todo el día en la oficina. Y esta mañana
me ha llamado Arana, el director de operaciones, y me ha comentado que le ha
enviado un correo con el cronograma de visitas de la próxima semana. Vamos, una
joya.
Al
final Indhira, ante la insistencia de la familia, tuvo que contar parte de su
corta historia con Antay, aunque pasando por alto la bochornosa despedida.
A media
tarde los hijos de Rafael y María comenzaron a despedirse. Naihara e Indhira se
fueron juntas y en la despedida Naihara le dijo a su hermana:
- Chiqui,
no esperes que te llame. Llámale tú con la disculpa de lo que nos ha contado
papá. Y le das la enhorabuena por el nuevo trabajo. No dejes que se escape, por
lo menos prueba a ver qué pasa.
- No sé
lo que haré. Ya te diré.