El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




viernes, 28 de octubre de 2022

Sanación Espiritual

 




Voy a prorrogar la oferta un mes más, hasta el 30 de noviembre. 


Sanación Espiritual

La Sanación Espiritual es la práctica de canalizar la Energía Divina para que interactúe sobre todas las dimensiones existenciales del ser humano. Las personas que son tratadas con la Sanación Espiritual reciben una transmisión de energía que reestructura y reordena las energías alteradas y reactiva sus recursos naturales, su sistema inmunitario y sus fuerzas internas para ayudarles a enfrentarse a la enfermedad y, sobre todo, a la causa, que no es más que sus malos hábitos, sus perniciosas rutinas, sus emociones destructivas, sus pensamientos negativos y la carencia de amor hacia sí mismos y por extensión hacia los demás. 

Que en un mismo párrafo se pueda leer “sanación”, “espiritual”, “energía” y “divina”, puede asustar a más de uno, y hacerle pensar que ese tipo de sanación se encuentra muy lejos para él, por un sinfín de razones, y seguro que cada persona que piense que este tipo de sanación no está a su alcance puede dar una razón diferente que, por supuesto, puede sonar convincente.

Sin embargo, no es así. Todos los seres humanos somos canales de energía, por lo tanto, todos los seres humanos podemos canalizar energía de sanación. Y, por supuesto, todos podemos recibir esa energía para nuestra sanación.

Existen diferentes grados de calidad de energía. Y fijaos que no digo diferentes tipos de energía, sino diferentes grados de calidad. En lo que si estamos totalmente de acuerdo es que existen multitud de técnicas de sanación energética.

Pero la energía a la que se accede en cualquier tipo de sanación es siempre la misma. La diferencia estriba en el sanador y en su capacidad para acceder a energía de mayor gradación. Serán los sanadores más cercanos al Amor los que canalizarán energía de más alta calidad.

Imaginar una cañería de conducción de agua de 1 milímetro de espesor, y pensar en la cantidad de agua que puede discurrir por esa cañería. La cantidad que pasa por ella es muy poca si la comparamos con una tubería de conducción de agua de 1 metro de diámetro.

Sucede lo mismo con los seres humanos. En función de su desarrollo espiritual, unos dejaran pasar más cantidad de energía que otros. Pero por todos circula una cierta cantidad de energía.

Ni tan siquiera son necesarios cursos para canalizar energía. Si acaso, los cursos pueden ser necesarios para aprender diferentes técnicas. No sucede lo mismo con la sanación espiritual, no es necesario aprender nada especial, solo hay que “ser”.

Todas las técnicas de sanación energéticas que se publicitan son auténticas, son correctas, son actuales y todas funcionan. Sin embargo, afirmar que solo una técnica es la correcta, es anunciar la carencia del otro ingrediente necesario para la sanción, que es el que Jesús utilizaba en mayor medida: el Amor.

Hemos hablado de 2 ingredientes: la energía y el Amor. Pero existe un tercer ingrediente que es fundamental, la propia persona. Una frase que se atribuye a Albert Einstein dice: “Si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo”.

Imaginaos una bañera con el tapón cerrando el desagüe y el grifo abierto. Se llenará y rebosará el agua por el borde. Se puede llamar a un aguador para que vaya vaciando la bañera, pero no conseguirá dejarla sin agua a no ser que se cierre el grifo.

Pues bien, la bañera es el cuerpo del paciente, el grifo abierto es su mente, siempre dando vueltas como un tiovivo, el agua es la energía sucia que inunda el cuerpo energético de la persona y el aguador es el sanador que está utilizando la Energía Divina para limpiar la bañera con mucho Amor. Pero por mucho Amor que se ponga y muy divina que sea la energía, si no se cierra el grifo, la bañera nunca se va a vaciar completamente.

Es imprescindible que la persona realice algún cambio en su vida, para que los resultados finales sean diferentes. Esos cambios que tiene que realizar la persona son los que aparecen en el primer párrafo como origen de la enfermedad: sus malos hábitos, sus perniciosas rutinas, sus emociones destructivas, sus pensamientos negativos y la carencia de amor hacia sí mismos y por extensión hacia los demás.   

Aun podríamos añadir un cuarto ingrediente, que es el Plan de Vida de la persona. Si en ese Plan de Vida aparece contemplado que su muerte se va a producir por una determinada enfermedad, ni el Amor, ni la Energía, ni los cambios que realice la persona serán suficientes para sanar de esa enfermedad. Sin embargo, la sanación espiritual le ayudará a aceptar, con serenidad, la enfermedad y sus consecuencias. 

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