Sanación
Espiritual
La
Sanación Espiritual es la práctica de canalizar la Energía Divina para que
interactúe sobre todas las dimensiones existenciales del ser humano. Las
personas que son tratadas con la Sanación Espiritual reciben una transmisión de
energía que reestructura y reordena las energías alteradas y reactiva sus
recursos naturales, su sistema inmunitario y sus fuerzas internas para
ayudarles a enfrentarse a la enfermedad y, sobre todo, a la causa, que no es
más que sus malos hábitos, sus perniciosas rutinas, sus emociones destructivas,
sus pensamientos negativos y la carencia de amor hacia sí mismos y por
extensión hacia los demás.
Que en un mismo párrafo se pueda leer “sanación”, “espiritual”,
“energía” y “divina”, puede asustar a más de uno, y hacerle pensar que ese tipo
de sanación se encuentra muy lejos para él, por un sinfín de razones, y seguro
que cada persona que piense que este tipo de sanación no está a su alcance
puede dar una razón diferente que, por supuesto, puede sonar convincente.
Sin
embargo, no es así. Todos los seres humanos somos canales de energía, por lo
tanto, todos los seres humanos podemos canalizar energía de sanación. Y, por
supuesto, todos podemos recibir esa energía para nuestra sanación.
Existen
diferentes grados de calidad de energía. Y fijaos que no digo diferentes tipos
de energía, sino diferentes grados de calidad. En lo que si estamos totalmente
de acuerdo es que existen multitud de técnicas de sanación energética.
Pero
la energía a la que se accede en cualquier tipo de sanación es siempre la
misma. La diferencia estriba en el sanador y en su capacidad para acceder a
energía de mayor gradación. Serán los sanadores más cercanos al Amor los que
canalizarán energía de más alta calidad.
Imaginar
una cañería de conducción de agua de 1 milímetro de espesor, y pensar en la
cantidad de agua que puede discurrir por esa cañería. La cantidad que pasa por
ella es muy poca si la comparamos con una tubería de conducción de agua de 1
metro de diámetro.
Sucede
lo mismo con los seres humanos. En función de su desarrollo espiritual, unos
dejaran pasar más cantidad de energía que otros. Pero por todos circula una
cierta cantidad de energía.
Ni
tan siquiera son necesarios cursos para canalizar energía. Si acaso, los cursos
pueden ser necesarios para aprender diferentes técnicas. No sucede lo mismo con
la sanación espiritual, no es necesario aprender nada especial, solo hay que
“ser”.
Todas
las técnicas de sanación energéticas que se publicitan son auténticas, son
correctas, son actuales y todas funcionan. Sin embargo, afirmar que solo una
técnica es la correcta, es anunciar la carencia del otro ingrediente necesario
para la sanción, que es el que Jesús utilizaba en mayor medida: el Amor.
Hemos
hablado de 2 ingredientes: la energía y el Amor. Pero existe un tercer
ingrediente que es fundamental, la propia persona. Una frase que se atribuye a Albert
Einstein dice: “Si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo”.
Imaginaos
una bañera con el tapón cerrando el desagüe y el grifo abierto. Se llenará y
rebosará el agua por el borde. Se puede llamar a un aguador para que vaya
vaciando la bañera, pero no conseguirá dejarla sin agua a no ser que se cierre
el grifo.
Pues
bien, la bañera es el cuerpo del paciente, el grifo abierto es su mente,
siempre dando vueltas como un tiovivo, el agua es la energía sucia que inunda
el cuerpo energético de la persona y el aguador es el sanador que está
utilizando la Energía Divina para limpiar la bañera con mucho Amor. Pero por
mucho Amor que se ponga y muy divina que sea la energía, si no se cierra el
grifo, la bañera nunca se va a vaciar completamente.
Es
imprescindible que la persona realice algún cambio en su vida, para que los
resultados finales sean diferentes. Esos cambios que tiene
que realizar la persona son los que aparecen en el primer párrafo como origen
de la enfermedad: sus malos hábitos, sus perniciosas rutinas, sus emociones
destructivas, sus pensamientos negativos y la carencia de amor hacia sí mismos
y por extensión hacia los demás.
Aun
podríamos añadir un cuarto ingrediente, que es el Plan de Vida de la persona.
Si en ese Plan de Vida aparece contemplado que su muerte se va a producir por
una determinada enfermedad, ni el Amor, ni la Energía, ni los cambios que
realice la persona serán suficientes para sanar de esa enfermedad. Sin embargo,
la sanación espiritual le ayudará a aceptar, con serenidad, la enfermedad y sus
consecuencias.
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