Si como dicen los “maestros” el tiempo no existe, ¿Cómo puede ser que esté ahora sentado en una cafetería haciendo tiempo?
Si diario, ya sé que te hago trabajar sábados y domingos,
pero es cuando dispongo de un poco más de tiempo, y como disfruto más
escribiendo y leyendo que viendo la tele, aquí estoy como un pequeño o gran
dictador ocupando tu fin de semana. Además, creo que hacemos un buen equipo,
como lo pueden hacer las fresas y la nata, las uvas y el queso, el whisky con
hielo o los amantes de Teruel.
Me vas muy bien. Porque, con mi verborrea y mi dispersión,
cuando necesito meditar sobre algún tema, gracias a ti puedo poner sobre el
tapete todas las opciones, y ver así, con una sola mirada, todas las
posibilidades sin quedarme enganchado en la primera parte de la solución, de la
misma manera que se esparcen, boca arriba, las piezas de un puzle para tener
más fácil su resolución.
Son las 10 de la mañana. No hace mucho frío. Estoy en la
terraza, al lado de una de esas estufas de exteriores, de “La Baguette”, que como
dice su publicidad es café, restaurante, panadería, pastelería y mucho más.
Estoy haciendo tiempo hasta las 11:30, hora en la que tengo que recoger a mi
hijo que está haciendo un taller de “legos” a 5 minutos de aquí. Así que
aprovecho esta hora y media para comer un pincho de tortilla y tomar un jugo de
naranja y un chocolate caliente y, por supuesto, para marear a mi diario.
Y si supieran que estoy escribiendo tonterías, aun sería
peor. Claro, ellos no saben que soy un babau.
Esta mañana bajo la ducha pensaba que cada gota de agua
es como un bit de información que penetra, con suavidad, por cada poro de mi
cabeza, hasta depositarse en alguna de las pocas neuronas que todavía se
mantienen activas en mi cerebro. Y es cuando varios bits se depositan en la
misma neurona, que completan una información. Eso ocurre algunas veces y salgo
de la ducha con una o varias ideas en mi cabeza. Unas lógicas, que parecen ser
la respuesta a alguna pregunta que llevaba ya cierto tiempo dando vueltas por
mi cerebro o, la solución de algún problema que, también, se paseaba, con todo
descaro de la cabeza a cualquier punto de mi aura para desequilibrar, con el
miedo, la inseguridad o la duda que genera el problema, mi estado emocional. Y,
otras, no tan lógicas.
Hoy ha sido uno de esos días en los que la idea, más que
solucionar un problema, ha acrecentado aún más mis dudas. Se trata del concepto
“tiempo”. Sali de la ducha con la pregunta: Si no existe el tiempo al otro lado
de la vida y los que están allí nos están viendo de manera permanente, ¿cómo se
computarán nuestros 20, 40, 60 u 80 años? Solo hubo pregunta, no llegó
respuesta.
Pues el tiempo ha pasado volando. Son las 11:15 y tengo
que ir a buscar a mi hijo.
Domingo 21 de agosto 2022
Hoy domingo, sentado, cómodamente, en casa, sigo dándole vueltas
al tiempo.
Una vez hice una canalización con una médium y estuve
hablando con mi padre, que había fallecido hace 40 años y, en la despedida, le
dije “hasta pronto”, a lo que él respondió, “pronto para mí, pero a ti aún te
queda tiempo”.
En 4 ocasiones a lo largo de mi vida he tenido una
experiencia curiosa con el tiempo. Me impresionaron tanto que las recuerdo como
si hubieran ocurrido hace 10 minutos. En ellas estaba haciendo un trabajo, (los
4 eran diferentes), en el que estaba tan concentrado que después de hacer el
trabajo, que yo pensaba que había durado entre 2 y 3 horas, resultó que no
habían pasado ni 15 minutos en el reloj.
Fueron sensaciones extrañas. Cómo si se hubiera detenido
el tiempo. Pero el tiempo no se detuvo. Lo que fue diferente fue el cómputo. Y
pienso que, incluso, el computo podría haber sido más pequeño de los 15
minutos, si la concentración hubiera sido absoluta. Y me pregunto, ¿mi cuerpo,
en ese tiempo, envejeció 3 horas o 15 minutos?
Creo que, con una atención del ciento por ciento, a lo
que va ocurriendo en la vida, el tiempo, en el reloj, sería “0”. ¿Envejeceríamos?
Meditando en el silencio, en la nada, también me ha
pasado, pero no ha sido, para mí, tan llamativo como en esas 4 ocasiones,
porque ellas han sido en la vida de cada día, no haciendo un inciso para sentarme
a meditar.
Yo sé que una atención completa, de manera permanente, es
imposible. Pero sería magnifico conseguirla en el quehacer de cada día. Sería
burlar a la materia. Y sin materia no hay tiempo.
En fin, ya ves, diario, en que ocupo mi pensamiento.
Cosas de ser un babau.
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