El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




viernes, 26 de agosto de 2022

Regresión (Recordando otras vidas)



Capítulo III, parte 5. Novela "Ocurrió en Lima" 

El sábado a las nueve y media en punto estaba tocando el timbre en la casa de Indhira.

-    ¿Seguro que eres peruano? –fue la pregunta de Indhira mientras nos saludábamos con un beso en la mejilla.

-    Sí, estoy seguro. Si seguimos mi árbol genealógico creo que podríamos llegar a los incas o, más atrás, a la civilización de Chavín o a la de los Mochicas de Moche.

-    Pues será interesante ver si en la regresión apareces como un inca. ¿Estás hoy más tranquilo?, ¿tienes claro que quieres hacerla? –preguntó Indhira.

-    Creo que estoy totalmente tranquilo y, sí, quiero hacerla. Estoy expectante, como un niño que va al colegio por primera vez –y concluí manifestando una ligera ansiedad- ¿Qué saldrá?

-    No lo sabemos –respondió Indhira- Ten en cuenta que son recuerdos del alma y es ella, el alma, quien decide que vas a recordar. En realidad, el alma va a permitir que recuerdes aquello que sea importante para el momento que estás viviendo en tu vida actual. Esto es como cuando pides algo a Dios o a quien sea santo de tu devoción, nunca te conceden lo que pides, sino aquello que necesitas y, claro, como no es lo que tú querías va a pasar desapercibido y no vas a aprovecharlo. Que no nos pase en esta regresión. Todo será importante.

>>En la primera parte te iré acompañando con mi voz para conseguir que te relajes, cuanto más, mejor. Y después ya te induciré a la regresión. No tengas ningún miedo. Vete contándome todo, sea lo que sea, aunque te encuentres hablando con el pato Donald, porque no sabemos cuáles son los mecanismos del alma para que consigas recordar algún momento importante. 

>>La regresión puede ser a través de sensaciones. Es lo más normal, pero esas sensaciones pueden ser muy nítidas, teniendo la certeza sobre los episodios que se van viviendo. Puede ser pictórica que es como si vieras una película, escenas de la película o, incluso, como si estuvieras viendo fotografías. También puede ser intuitiva que, al principio, sabes cosas de manera intuitiva, pero según avanza la regresión las intuiciones son más definidas. En todos los casos puede ser sinestésica, que es cuando los episodios van acompañados de sensaciones como frío, dolor, calor, tristeza, etc., pero no, necesariamente, siempre.

>> Todas las escenas pueden ser vistas desde dos perspectivas: como si fueras el protagonista o como si el protagonista fuera una tercera persona, pero reconociéndote en alguno de los personajes de la historia.

>> Y te repito, cuéntamelo todo, porque mientras tú estás viviendo tu historia yo estoy aquí, viendo esta sala y no podré acompañarte si no sé qué está pasando.

>> ¿Lo tienes claro?, ¿tienes alguna duda?

-    Antes de contestar hice una respiración profunda- Si, lo tengo claro, no tengo ninguna duda, o las tengo todas, no sé, pero, tampoco sé que preguntar. Empecemos.

-    Mejor vete antes al baño, -me recomendó- que no tengamos que interrumpir la sesión.

A la vuelta del baño, me acosté boca arriba en la camilla. Me tapó mientras comentaba que en la relajación la temperatura del cuerpo baja unos grados y podía quedarme helado.

-    ¿Quieres que grabemos la sesión?, porque la memoria es muy traicionera y puedes olvidar la mitad. Así queda grabado y podrás recordarlo cuando te apetezca.

-    Si, por favor, grábala.

Indhira se sentó en la silla al lado de la cabecera de la camilla y comenzó a hablar muy suave, casi como un susurro. Con el tono justo para que pudiera escucharla sin dificultad.

Me indicó que llevara la atención a mi respiración y respirara por la nariz, de manera lenta y suave, llevando la respiración al abdomen para que, sintiera como subía, en la inhalación, y como bajaba al exhalar. Mientras decía que fuera llevando la atención a cada parte de mi cuerpo sintiendo como con cada exhalación iba llegando la relajación a mi cuerpo.

Tengo que reconocer que me perdí en las indicaciones. Empezó indicándome que comenzara llevando la atención a los pies para seguir subiendo hasta la cabeza. Sin embargo, no había llegado a mis tobillos y ya me había perdido. Sentía su voz como si fuera una dulce melodía, mientras yo permanecía atento a mi respiración y a las sensaciones de mi cuerpo.

Al final de la relajación volví, otra vez, a sus indicaciones. Justo cuando decía que me visualizara o me sintiera paseando por un jardín. En el jardín había un arco de piedra que, después del paseo, me indicó que atravesara.  

-    Pasa al otro lado –me dijo- Sabes que al otro lado del arco te vas a encontrar en un momento de otra vida. En ese momento, de esa otra vida, que tu alma va a permitir que recuerdes. Pasa sin miedo, tranquilamente.

>> ¿Has pasado?, ¿estás en el otro lado?

-    Tardé en contestar porque en un principio lo veía todo, absolutamente, oscuro y, en realidad, no tenía ninguna sensación, hasta que me pareció sentir que estaba caminando por una playa- Si, ya he pasado.

-    ¿Qué sensaciones tienes?

-    Es como…, paz…, tranquilidad…, es una playa.

-    ¿Hay gente en la playa?

-    No

-    Y tú ¿Qué haces?

-    Estoy paseando por la orilla sin zapatos.

-    ¿Cómo vas vestido?

-    Con un pantalón corto y una especie de polo

-    ¿Eres hombre o mujer?

-    Soy mujer.

-    ¿Sabes que haces en esa playa?

-    Solo estoy paseando, nada más.

-    ¿No se ve a nadie en ningún punto?

-    No

-    ¿Cómo está el mar?

-    Tranquilo. Es un día soleado…, es bonito.

-    Voy a contar hasta tres y cuando llegue a la cuenta de tres vas a retroceder un poco en esa sensación, para ver cómo has llegado a la playa y de dónde vienes, para ver qué es lo que has ido a hacer ahí.

>> 1…, 2…, y 3. Ya estás en ese otro momento, que te va a permitir entender por qué estás ahora en esa playa.

>> ¿Qué sensaciones tienes?

-    Es como estar en una casa…, de madera…, sentada en una silla al costado de una mesa.

-    ¿Cómo es la casa?

-    Es de madera…, parece pequeñita.

-    ¿Es como una casa actual?

-    Parece más antigua…, como una casa de campo.

-    ¿Eres la misma mujer?

-    Sí.

-    ¿Cómo vas vestida?

-    Con una falda más larga…, con un gorrito.

-    ¿Tienes conciencia de si vive alguien más en esa casa?

-    No.

-    Voy a contar hasta tres y, cuando llegue a la cuenta de tres, va a ser la hora del almuerzo y, si hay más gente en la casa, vais a estar todos sentados alrededor de la mesa y así podrás ver quien hay contigo.

>> 1…, 2…, y 3. Es la hora del almuerzo, ¿tienes la sensación de estar almorzando?

-    Sí, tengo la sensación de estar con más gente en la mesa…, con un hombre que tiene barba y la barba es como más pelirroja…, parece como si trabajara en el campo…, con algo relacionado a la leña y hay un bebé pequeño o pequeña…, como en una sillita de madera para bebé.

-    Ese hombre de la barba ¿es algo tuyo?

-    Si…, parece ser mi esposo.

-    Y ¿el bebé?

-    Es hijo mío o hija mía…, no sé muy bien si es niño o niña.

-    ¿Te recuerda ese hombre, no por el aspecto físico, sino por la sensación y, si puedes verle los ojos, por la mirada, a alguien de esta vida actual?

-    No.

-    Y ¿el bebé?

-    Siento como que el bebé todavía no viene, pero quiero que venga.

-    Y ¿quién está en la sillita de madera?, o no está todavía.

-    Si está…, si está…, Lucia. Es la bebé. Es una bebé que se llama Lucia

-    ¿Qué sensación tienes de familia?, ¿sois felices?

-    Si, la amo muchísimo.

-    Y ¿a tu esposo?

-    También. A él le amo muchísimo y yo quiero que venga.

-    ¿Quién quieres que venga?

-    El bebé.

-    ¿Estás embarazada?

-    No –la respuesta fue como sorprendida, porque no entendía el porqué de la pregunta.

-    ¿De dónde tiene que venir?

-    No lo sé. –y lo dije con rotundidad.

-    Voy a contar hasta tres, y a la cuenta de tres, el bebé que tiene que venir va a llegar.

>> 1…, 2…, y 3. Ya estás en ese momento. ¿Qué sensaciones tienes?

-    De mucha ternura –y lo dije llorando por la sensación de amor tan infinita que sentía en mi interior.

-    ¿Está el bebé?

-    Sí.

-    ¿Cómo se llama?

-    No lo sé.

-    ¿Te recuerda alguien de esta vida?

-    A mi mamá.

-    Tu esposo ¿Está contento con el bebé?

-    Si…, él como que me acompaña

-    ¿Él hace el trabajo en el campo con la leña y tú te dedicas a los niños y a la casa?

-    Sí.

-    Avanza, avanza un poco en esa vida, hasta que lleguemos a una situación importante, para entender porque tu alma ha elegido, en primer lugar, que vivas ese recuerdo.

>> Voy a contar hasta tres y, a la cuenta de tres, habrás avanzado hasta ese momento que es importante que recuerdes para esta vida actual.

>> 1…, 2…, y 3. Ha pasado el tiempo. ¿Cuánto crees que ha pasado?

-    ¿Diez años?

-    ¿Seguís teniendo dos niños o tenéis más?

-    Hay dos más

-    ¿Cómo son los niños?

-    Traviesos…, juguetones.

-    Los dos nuevos ¿te recuerdan a alguien de esta vida?

-    El segundo es mi abuelo que era sabio.

-    ¿Seguís siendo felices?

-    Sí.

-    ¿Aparece alguien más en la casa? o ¿solo estáis los niños y vosotros?

-    Solamente nosotros.

-    Voy a contar hasta tres y, cuando llegue a la cuenta de tres, vas a seguir en esa vida, más adelante, en algún momento importante, algo que nos indique porque tu alma ha elegido esa vida.

>> 1…, 2…, y 3. Ya ha pasado el tiempo, ¿cuánto ha pasado?, ¿qué sensación tienes?

-    Como tiempo de tribulaciones. Como con la sensación de que las cosas no están bien. Como que la sociedad ya no es tan armoniosa como antes y tengo que protegerlos y defenderlos de la gente que, por alguna razón, están haciéndoles daño y vulnerando sus derechos.

-    ¿A quién?

-    A la gente…, a los más débiles.

-    ¿Quién eres tú, en esa vida, para defender a la genta a la que están vulnerando sus derechos?

-    Soy una mujer común, pero que se ha alzado. No soy de ninguna alta sociedad ni nada, pero que quiere alzar su voz.

-    ¿Ya no vivís en la casa de madera?

-    No. Ya veo más como un centro de ciudad…, con más gente…, más gris…, más piedra.

-    ¿Qué derechos vulneran de la gente?

-    Es como que los más altos, los que tienen más dinero, no sé…,  los fuerzan a trabajar y no les pagan lo justo. Me molesta cuando hacen daño a los más débiles.

-    Tú ¿cómo los defiendes?

-    No confrontando a los más altos, pero como que agrupándolos y diciéndoles que juntos podemos hacer algo.

-    ¿Te escuchan?

-    Sí. Siento que me ven como una líder.

-    Cuando te llaman, ¿cómo lo hacen?, ¿cuál es tu nombre?

-    No sé.

-    ¿Tu esposo interviene en la lucha contigo?

-    No lo veo.

-    Y ¿tus hijos?

-    Yo los trato de proteger…, no involucrarlos tanto.

-    ¿Son mayores ya?

-    Sí. Jóvenes, pero ya adultos.

-    Avanza un poco más en esa vida a ver como se soluciona esa confrontación que hay con los poderosos y si os lleva a algún sitio práctico o no. Puedes avanzar tu sola. Avanza en esa lucha.

-    Siento que de alguna manera me anulan pero dejo algún legado.

-    ¿Te anulan los poderosos?

-    Sí. Como que no vivo para ver lo que pasó, pero dejo algún legado para ellos.

-    Vamos a ir al momento de tu muerte, a ver como se produce. Voy a contar hasta tres y, cuando llegue a la cuenta de tres, estarás en ese momento.

>> 1…, 2…, y 3. Te estás muriendo. ¿Qué sensaciones tienes?

-    No ha sido una muerte natural.

-    ¿Cómo ha sido?

-    Veo que me están enterrando, es como si me hubieran golpeado o torturado antes, y ahora quieren enterrarme.

-    Y tú ¿cómo lo ves si estás muerta?, ¿estás viendo tu cuerpo?

-     Si, lo estoy viendo.

-    ¿Desde dónde?

-    Desde un poco más arriba.

-    ¿Quién está contigo allá arriba?

-    Mi esposo.

-    ¿Ha muerto antes?

-    Si porque está conmigo

-    Tus hijos ¿siguen abajo?

-    Sí, me da pena.

-    Sigue subiendo en el sitio donde estés, hasta que te encuentres con alguien.

>> Voy a contar hasta tres. Cuando llegue a la cuenta de tres estarás en el punto adónde vas después de haber dejado tu cuerpo.

>> 1…, 2…, y 3. Estás al otro lado de la vida ¿cómo te sientes?

-    Muy feliz –me siento eufórico- me estoy reencontrando con varias almas compañeras.

-    ¿Compañeras de esa vida que acabas de abandonar?

-    De vidas pasadas, de varias. Las estoy viendo…, me están recibiendo…, me abrazan, como que me dan la bienvenida. Me felicitan porque he hecho algo bueno en esa vida. Porque aprendí es esa vida y es lindo volver a reencontrarme con ellos conscientemente.

-    ¿Entre esas almas hay alguien que destaque, que tú conozcas más por ser familia, que tengas más afinidad?

-    Veo nuevamente a mi esposo…, mi papá es un alma sabia también.

-    ¿Está en ese momento contigo allá arriba?

-    Sí. Mi mama también.

-    ¿Los de esta vida actual como Antay?

-    Sí.

-    ¿Qué te dicen?

-    Que lo he hecho bien..., Que estamos creciendo juntos..., Que nos estamos acercando cada vez más arriba. Y que están felices de estar juntos.

-    ¿Piensas ahora, que estás ahí, en los hijos que has dejado abajo?

-    Después de una larga pausa- Los amo…, Quiero protegerlos, pero estoy tranquila en el sitio en que estoy..., De alguna manera, confío en que los puedo bendecir, desde arriba, y que ellos cumplirán su misión.

>> Tengo la sensación de un dolor físico en el lado derecho del pecho.

-    ¿Ahora mismo?

-    Sí.

-    Es posible que sea de cuando te dieron los golpes.

-    Sí, creo que sí.

-    Ahora quiero que pidas hablar con tu Maestro. Pide verle. Pide hablar con él. Maestro o Maestra.

-    Sí.

-    ¿Está?

-    Sí.

-    Pregúntale quien es.

-    No dice quién es, pero se parece a Jesús. Tiene muchísima luz y me extiende sus brazos. Muchísima luz.

-    Pregúntale cuál es tu misión, pregúntale que es lo que has venido a hacer como Antay, ahora que estás allá arriba.

-    He venido a ayudar a los demás.

-    Pregúntale como.

-    No tengo que hacer grandes cosas. Elegir a los más desprotegidos, a los más vulnerables y tratar de cubrir sus necesidades, en lo que pueda, con mucho amor, con mucha entrega

-    Pregúntale si eso es algo que estás haciendo en tus últimas vidas.

-    Sí…, sí, trato de hacerlo

-    Pregúntale si hay algo que pueda decirte que sea bueno para ti saber que no sepas.

>> Es tu Maestro, está al lado de Dios, y lo sabe todo. Lo que pueda decirte te lo va a decir, pregunta. Y si quieres que quede grabado dilo en voz alta.

-    Que no importa que me equivoque, igual me ama y sabe que voy a estar luchando siempre. Que no sea tan duro que igual me ama y que una parte del aprendizaje es equivocarse. Y, sobre todo, que no tenga miedo, porque el miedo solo es falta de amor.

-    Cuando creas que no quieres preguntarle más, dale las gracias.

-    Hay algún familiar o algún amigo de esta vida que ya no esté y que te gustaría saludar.

-    A mi mamá.

-    Habla con ella. Si hay algo que no le dijiste aquí, díselo ahora.

-    Que siempre fue mi mejor amiga. Le doy gracias por el corto tiempo que disfrutamos acá, que fue mi valioso. Sé que siempre está conmigo, que siempre me guía. Siento como me abraza ahorita.

-    ¿Hay algo que quiera decirte para ayudarte en el camino de esta vida?

-    Me dice que sea feliz. Que viva feliz. Ella quiere eso para mí. Y me dice que para conseguir esa felicidad me ayudará volver a creer, firmemente, en Dios.

-    ¿Hay algo más que quieras hacer ahí arriba?

-    ¿Quiero preguntarle al que fue mi esposo si nos vamos a volver a encontrar y de qué manera?

-    Pregúntale. Y pregúntale, también, cuantas veces os habéis encontrado.

-    Me viene a la mente el número cuatro.

-    Estas en un sitio donde te pueden explicar que tiene que ver ese número cuatro. Vuelve a pedir a tu maestro, a tu mama o a tus guías, porque aparece el número cuatro en tu mente.

-    Nadie dice nada

-    Pide otra vez hablar con Jesús, con tu Maestro, para preguntarle si has coincidido con Él en la tierra como hombre

-    Si

-    ¿Quién eras?, pregúntaselo.

-    Era un hombre. Vestido con túnica marrón en un lugar como desértico, con tierra, con mucho sol. No me dice quién era y se va…, desapareció.

-    ¿Quieres permanecer ahí más rato o bajamos a ver otra vida en la Tierra?

-    Quiero seguir aquí. Se está muy bien. Se acerca alguien…, también con mucha luz.

-    ¿Puedes ver quién es?

-    Sí. ¡Oh!, es Ángel.

-    ¿Te dice alguna cosa?

-    Bendito seas hijo.

>> Te amo, te protejo…, tienes que dejar pasar las luchas internas entre hacer lo que crees que se espera de ti y lo que te hace feliz…, haz siempre lo que te hace feliz, porque si haces eso, eso es lo correcto…, Dios te ama tanto que no te imaginas todo lo que tiene para ti..., la experiencia humana es para aprender, pero no tienes que perder de vista tu esencia espiritual.

>> ¿Cómo tengo que ayudar a los demás?

>> Ya lo estás haciendo. Recuerda no hacer a los demás lo que no quieres para ti. Te amo y te bendigo.

>> Se ha ido. Me he quedado solo.

-    Es momento de volver Antay.

>> Vuelve a sentir que estás pasando por el arco de piedra que atravesaste al principio, pero ahora haciendo el camino de vuelta, para volver al jardín. Paséate por él y piensa que todo lo que ha pasado solo es un recuerdo. Tu vida es esta que estás viviendo.

>> Haz tres respiraciones profundas alargando la inhalación…, comienza a mover suavemente las manos y los pies y cuando te apetezca puedes abrir los ojos. 

En la página NOVELA: Ocurrió en Lima, puedes leer completos los capítulos I, II y III

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