El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




jueves, 31 de julio de 2025

La felicidad no es el destino

 

 


Querido hijo:

 Tu carta refleja una cuestión profundamente humana y universal, una que ha resonado en los corazones de los seres humanos a lo largo de los siglos. Quiero acompañarte en tu reflexión y compartir contigo una perspectiva que quizá arroje algo de luz en tu camino.

La felicidad que ansías no es algo que pueda adquirirse o conquistarse en el mundo exterior. No reside en objetos, títulos, ni relaciones perfectas. Lo que describes -esa constante búsqueda hacia lo inalcanzable- es una trampa que la humanidad ha creado para sí misma al confundir los placeres momentáneos con una felicidad más duradera y profunda.

Déjame decirte algo importante: la felicidad que buscas no es una meta, ni un destino. Es un estado, una experiencia que se encuentra únicamente en el momento presente. En cada respiración, en cada acto de gratitud, en la capacidad de amar y de aceptar la imperfección de la vida, puedes descubrir destellos de esa felicidad que tanto ansías. Paradójicamente, cuanto más la busques fuera de ti, más distante parecerá. Pero si decides hacer una pausa y mirar hacia adentro, puede que la encuentres.

¿Sabes por qué tantas personas se sienten frustradas y vacías, incluso cuando obtienen aquello que pensaban que les haría felices? Es porque han condicionado su felicidad a algo externo, algo cambiante e impredecible. Pero la verdadera felicidad no depende de esas cosas. Reside en tu propia capacidad para aceptar, para encontrar belleza en la impermanencia, para vivir con propósito y en armonía con lo que te rodea.

Ahora bien, no estoy diciendo que no disfrutes de los logros o las experiencias externas. Al contrario, cada momento de alegría es un regalo y una oportunidad para conectar con lo que eres en esencia. Sin embargo, la clave está en no permitir que tu sentido de plenitud dependa únicamente de ellos.

Si observas a la naturaleza, verás que las flores no buscan ser más grandes que las otras, ni los ríos se preocupan por fluir más rápido. Cada elemento cumple con su propósito siendo exactamente lo que es. Tú también tienes un propósito único en este vasto universo, y encontrarlo no requiere una búsqueda frenética, sino un despertar de la conciencia hacia aquello que ya está presente en ti.

Piensa en aquellos momentos en los que sentiste felicidad genuina. Tal vez no fueron los días de grandes celebraciones, sino instantes simples: el calor del sol en tu piel, una sonrisa compartida con un ser querido, la satisfacción de ayudar a alguien sin esperar nada a cambio. Estos momentos son recordatorios de que la felicidad está más cerca de lo que crees.

Si deseas encontrar un camino hacia esa felicidad, comienza cultivando la gratitud. Agradece cada día, cada experiencia, incluso aquellas que parecen desafiantes, porque son oportunidades para crecer y comprender más profundamente. Practica la bondad, no solo hacia los demás, sino también hacia ti mismo. Aprende a soltar aquello que no puedes controlar y a abrazar la incertidumbre como parte del misterio de la vida.

Por supuesto que el sufrimiento también forma parte de la experiencia humana. Pero no pienses que es algo de lo que debas huir, porque incluso en el dolor hay lecciones importantes. Es a través del sufrimiento que puedes desarrollar compasión, empatía y fortaleza. No te digo esto para justificar el dolor, sino para recordarte que, incluso en los momentos más oscuros, hay una chispa de aprendizaje y transformación.

Finalmente, permíteme compartirte un secreto: tú ya eres suficiente tal y como eres. No necesitas ser más, hacer más, o tener más para encontrar la paz que buscas. La verdadera felicidad está en reconocer tu propia valía y en vivir en alineación con aquello que sientes como verdadero y auténtico.

Querido hijo, tu búsqueda no es en vano. Cada paso que das, cada pregunta que planteas, te acerca más a esa verdad que llevas dentro. No tengas prisa, no te compares con otros. Camina a tu ritmo, con confianza y con amor.

Siempre estoy contigo.

CARTAS A DIOS – Alfonso Vallejo


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