El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




sábado, 26 de julio de 2025

Canción sin letra

 


Hoy me sentí como una canción sin letra

Hoy desperté sintiéndome extraño. No vacío, pero sí indefinido. Como si fuera música flotando entre las notas, sin palabras que me expliquen. Como una melodía suave que nadie canta, que nadie interpreta, pero que existe igual.

Es difícil describir esta sensación. No es tristeza, tampoco alegría. Es como estar lleno de sonidos que no encuentran forma, como si mi interior tuviera algo por decir, pero no supiera cómo. Como si la voz que me cuenta cada día hubiese decidido guardar silencio, dejándome solo con el ritmo de mi cuerpo y el compás del tiempo.

Me moví por la casa en silencio. El ruido de la cafetera se volvió mi coro, el crujir del suelo bajo mis pies era el bajo, y mi respiración entrecortada acompañaba como un suave sintetizador. Todo estaba presente, menos las palabras. Las ideas llegaban como acordes incompletos. ¿Qué siento? ¿Qué quiero? ¿Por qué hoy no sé explicarme?

En días así, me doy cuenta de lo mucho que dependo de las palabras. De los nombres que les doy a mis emociones, de las frases que me ayudan a ordenar la confusión. Hoy no las tengo. Soy una melodía que no se ha escrito, una canción en pausa, una sinfonía que todavía no decide si será triste, alegre, furiosa o esperanzadora.

Hay belleza en esto. Una belleza extraña. Me obliga a sentir sin entender, a escuchar sin interpretar. El mundo no necesita mis palabras hoy, y yo tampoco. Puedo simplemente estar.

Me imagino siendo esa canción sin letra que otros escuchan. ¿Qué transmitiría? ¿El eco de una nostalgia suave? ¿La inquietud de una búsqueda? ¿La calma de quien por fin se rinde y se deja llevar por la corriente?

Al final del día, encuentro consuelo en esta ausencia de palabras. Me descubro más atento a los sonidos externos: el viento jugando con las cortinas, las risas de niños que pasan por la calle, el tic-tac del reloj que marca un tiempo que no necesito traducir. Todo es parte de mi partitura secreta.

Y quizás, en el fondo, todos tenemos días así. Días en los que no sabemos explicar lo que sentimos. Días en los que somos canciones incompletas, esperando que alguien nos escuche, nos acompañe sin exigirnos que hablemos. Días en los que el silencio también canta.

Hoy fui eso. Fui música sin letra. Y aunque mañana quizá encuentre las palabras, hoy aprendí que también hay sentido en no tenerlas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario