Todos los
seres humanos, en mayor o en menor medida, hemos tenido la osadía de juzgar y
de criticar a nuestros semejantes. Y todo ello, debido, posiblemente, a que
cada uno de nosotros nos creemos en posesión de la verdad, de una verdad única,
perfecta e inmutable, y eso hace que ante cualquier circunstancia, distinta de
las propias creencias, nos permitamos el atrevimiento de juzgar aquello que no
es coincidente con nuestra propia verdad.
Una crítica
es una opinión, un examen o un juicio que se formula en relación a una
situación, servicio, propuesta, persona u objeto. Se juzga y se critica todo:
el vestir, las maneras de hacer, o de no hacer, el hablar, el callar; por
criticar, se critica hasta el tamaño de la nariz.
Pero en realidad, alguien se ha preguntado
cuál es el objetivo real de la crítica. Podría ser un objetivo constructivo, como
por ejemplo, que la persona criticada cambiara alguna de sus actitudes, o
cambiara su carácter. Pero ¿Que sabe el crítico de las condiciones de vida, del
pensamiento o de los sentimientos de la persona criticada? Es posible también
que la crítica no tenga ningún objetivo definido, y que solo sea una manera de
liberar la propia frustración del crítico, o asomarse a su propia impotencia,
siendo incapaz inconscientemente de soportarla, o no soportar tampoco el
reflejo de sus propios errores.
De cualquier forma, sea por la razón
que fuere, la crítica no lleva a buen puerto. El criticado, si tiene
conocimiento, es posible que se sienta mal. Pero la peor parte, se la lleva, desde
luego, el crítico: Por el Karma que se autogenera, por el que tendrá que pagar, tarde o temprano, y de manera
inmediata por la energía que se produce por el pensamiento o la palabra de
crítica.
¿Qué pasaría si elimináramos la
crítica?, ¿Qué pasaría si actuáramos siempre con total comprensión ante
cualquier situación? La comprensión que está relacionada con el verbo
comprender, se relaciona con la actitud de entender o de justificar como
naturales las acciones o las emociones de los otros.
Comprensión es la aptitud para
alcanzar el entendimiento de cualquier acontecimiento, es tolerancia, es
paciencia, es confianza en los demás.
Hemos de ser conscientes de nuestra
propia fragilidad, y de que podemos caer en la misma situación y en los mismos
errores.
La comprensión es un acto de
generosidad, ya que con ella aprendemos a perdonar a los demás y a tener
confianza en ellos.
Ante cualquier situación, en la que
estemos propensos a la crítica, sería bueno preguntase como actuaríamos
nosotros. Para lo cual tendríamos que conocer todos los aspectos que afectan a
dicha situación.
En esta época del año, con los
sentimientos un poco más a flor de piel que en cualquier otra época, podríamos
empezar a ser conscientes de nuestras críticas y empezar a comprender a los
otros.
¡Seguro que siempre existe una razón,
desconocida para nosotros, por la que la otra persona actúa como lo hace!
Entendámosla y aceptémosla.