El arte
de gobernarse a sí mismo
La
condición y característica de una persona vulgar es que nunca espera ni
beneficio ni perjuicio por causas propias sino siempre por causas externas.
La
condición y la característica del filósofo es que espera todo beneficio y todo
perjuicio tan sólo de sí mismo.
Al
hombre culto se lo reconoce por no censurar a nadie, no alabar a nadie y no acusar
a nadie. Es alguien que no habla de sí mismo haciéndose el importante o pretendiendo
saber algo. Si en cualquier situación tiene dificultades o fracasos, sólo se acusa
a sí mismo, Si es alabado, secretamente se ríe de la persona que lo alaba y, si
es criticado, no se defiende; pero se mueve con la precaución de los
convalecientes, temiendo mover algo antes de que esté perfectamente curado.
El sabio
suprime dentro de sí todo deseo, transfiere su aversión sólo a las cosas que
menoscaban el empleo adecuado de su libre albedrío. Cuando ejerce un poder
activo sobre cualquier cosa lo hace siempre de un modo muy moderado. No le
importa parecer estúpido o ignorante y, en una palabra, se considera a sí mismo
como un adversario emboscado.
EPICTETO
No hay comentarios:
Publicar un comentario