El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




viernes, 10 de octubre de 2025

Sobre el ego 4

 




El ego es a la persona como el mapa al territorio: útil para orientarse, pero no es la realidad.

El ego es una construcción mental, una representación de quién creemos ser. Como un mapa, nos ayuda a navegar el mundo: nos da coordenadas, nos sitúa, nos permite tomar decisiones. Nos dice “esto soy yo”, “esto me gusta”, “esto me duele”. Sin él, sería difícil movernos con coherencia, establecer límites, construir una identidad. Pero al igual que un mapa, el ego es una simplificación. No es el terreno que pisamos, ni las emociones que sentimos, ni la profundidad de nuestra conciencia.

Confundir el ego con la realidad es como creer que el dibujo de una montaña es la montaña misma. El mapa puede guiarnos, pero no nos muestra los matices: el olor del bosque, el sonido del río, la textura del suelo. El ego nos da una imagen, pero no revela la totalidad de lo que somos. Nos limita a etiquetas, a roles, a narrativas que muchas veces repetimos sin cuestionar.

La persona auténtica se atreve a mirar más allá del mapa. Se adentra en el territorio, con sus curvas inesperadas, sus paisajes ocultos, sus sorpresas. Reconoce que el ego puede ser útil, pero no definitivo. Que hay una dimensión más profunda, más libre, más viva.

Vivir desde el ego es recorrer la vida con los ojos en el papel. Vivir desde la conciencia es levantar la mirada y caminar el terreno, sintiendo cada paso. El mapa puede acompañarnos, pero no debe gobernarnos. Porque lo real no está en lo que creemos ser, sino en lo que somos cuando dejamos de pensar en quién deberíamos ser.

Y ahí, en ese territorio sin trazos ni fronteras, empieza la verdadera exploración.


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