El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




martes, 14 de octubre de 2025

Los caminos del alma: 15 años de viaje y blog

 



       Hoy hace 15 años nació este blog. Lo creé con la intención de mantener vivo el nexo con quienes habían sido mis alumnos, mis pacientes, mis compañeros de meditación… en suma, mis amigos. Era una forma de seguir conectando, de compartir pensamientos, vivencias y aprendizajes, incluso a la distancia.

En aquel momento, dejaba atrás el Centro de Yoga que había sido mi hogar durante una década. Cerraba una etapa intensa y luminosa para iniciar una nueva andadura lejos de casa. Nada menos que en Perú.

Hoy, 15 años después, ya de regreso, no puedo sino reconocer que los caminos del Señor son verdaderamente inescrutables. En realidad, no había una razón de peso para cambiar de residencia ni para comenzar una nueva vida. No había urgencia, ni necesidad. Pero yo creía —con una convicción casi épica— que iba a la conquista. No de un nuevo mundo, como hizo Cristóbal Colón, sino a la conquista de mi espiritualidad.

Ahora, con la perspectiva que da el tiempo, creo que no la conquisté. Es más, me atrevería a decir que la fui dejando en jirones a lo largo de los años. Cada experiencia, cada desafío, cada pérdida, fue deshilachando esa búsqueda inicial.

Mi estancia en Perú me recuerda inevitablemente la historia bíblica del faraón y los sueños que interpretó José (Génesis 41): siete vacas gordas devoradas por siete vacas flacas, siete espigas llenas consumidas por siete espigas marchitas. José, entonces prisionero, explicó que Dios revelaba un ciclo: siete años de abundancia seguidos por siete años de hambruna.

Así fue también para mí. Los primeros siete años en Perú fueron de abundancia: de descubrimientos, de expansión, de luz. Los siete siguientes, de carencia: de pruebas, de silencios, de noches largas.

Desde fuera, alguien podría preguntarse: “¿Para qué fuiste? No conquistaste la espiritualidad, viviste momentos muy duros, y has vuelto sin haber domado tu orgullo. ¿Ha merecido la pena?”

Y yo respondo, sin dudar: ¡Claro que ha merecido la pena! 

Porque de Perú nos trajimos algo que ni mi esposa ni yo habíamos imaginado: un hijo. 

Nos fuimos sin saber por qué, pero ahora que hemos vuelto, sabemos que teníamos que ir a recogerlo. Él era el verdadero propósito oculto en aquel viaje.

Hoy estoy en un nuevo inicio. Creo que es la quinta vida que vivo dentro de esta misma vida. Seguimos habitando la carencia que trajimos de Perú, pero tengo la esperanza de que en algún momento podamos recuperarnos. Y entonces… no sé muy bien qué me deparará la vida. Ya soy un poco mayor. Los 75 años comienzan a pesar.

Por eso decía al principio que los caminos del Señor son inescrutables. Estoy cumpliendo un Plan de Vida que no conozco, pero que mi alma sí conoce. Y ese plan se va materializando, quizás a una velocidad que a mí me parece lenta, pero que sin duda está contemplada en el Proyecto.

En fin, quería recordar estos 15 años del blog. 

Un blog que, contra todo pronóstico, está más vivo que nunca.

Gracias.

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario