El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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domingo, 18 de mayo de 2014

División del tiempo

   
Cuatro cosas hay que nunca vuelven más:
una bala disparada,
 una palabra hablada,
un tiempo pasado
y una ocasión desaprovechada.
Proverbio árabe.           
Además de dividir el tiempo y su movimiento en segundos, minutos, horas, días, meses y años, utilizamos los conceptos de pasado, presente y futuro.
Pero pasado, presente y futuro no son más que conceptos intelectuales para expresar el movimiento del tiempo. El pasado es lo que ya pasó, el presente es la actualidad, y el futuro está por llegar. Estas tres palabras tienen un poder magnético para los seres humanos, sobre todo el pasado y el futuro, ya que se aferran a ellas, sin soltarse como si fueran bebés agarrando su chupete, y sin embargo, solo son eso, conceptos intelectuales. Y mientras las personas se aferran al pasado y al futuro, al concepto del presente se le olvida, no viviéndole, puesto que la persona está ocupada en el proceso de pensamiento que le lleva a revivir el pasado y a planificar una y otra vez, de manera reiterada, el futuro.
 

El tiempo es algo relativo, y lo único que realmente existe de él, es un continuo de vida, un continuo, que como indica la palabra, nunca se detiene, un continuo siempre en movimiento, siempre fluyendo. Ese fluir es como un corcho flotando en la corriente de un rio, nunca se detiene, siempre va con la corriente. Por lo tanto el presente, lo que entendemos como presente, es tan efímero, que cuando decimos la palabra “presente”, al decir “te”, el “presen” ya es pasado.
            Y ese pasado al que los seres humanos se atan, recordando la ofensa del vecino, la enfermedad del familiar, el engaño de la pareja o la traición del amigo,  ¿Dónde queda?, ¡No queda!, ¡No existe!, ¡Se va! Imaginar que encendéis un fosforo. Cuando se enciende sale de él una columna de humo, observa el tiempo que dura, y observa que pasa con ella, es tan efímera que se desvanece en el ambiente incluso antes de que el fosforo esté completamente encendido. ¿Dónde quedó el humo?, pues quedó en el mismo lugar que el pasado, no existe, se desvaneció en el aire, de la misma manera que se desvanece el continuo presente con el fluir de la vida.
            Pero los seres humanos, “erre que erre”, siguen dándole vueltas a eso que solo existe como un recuerdo en su mente. Torturándose, amargándose, sufriendo, enfermándose. En cualquier situación, por muy dramática que sea, se ha de considerar que torturarse no soluciona ningún problema, ya sé que es muy fácil decirlo, pero es la realidad. Si te ha ofendido el vecino no sirve de nada darle vueltas porque es como si el vecino estuviera realizando la ofensa un minuto tras otro, y no es así, la ofensa se hizo una vez y duró un momento, ¿Por qué mortificarse? Lo que se ha de hacer es no volver a frecuentarle, después de haberle perdonado para que no se acumule energía de odio o de ira. En el caso de enfermedad de un familiar, ocurre lo mismo. ¿Se sana al enfermo con el sufrimiento?, por supuesto que no, y con el sufrimiento no se le puede atender al cien por cien, ya que la energía del sufrimiento desgasta mucho y además añade dolor al enfermo porque recibe de manera inconsciente esa energía de sufrimiento incrementándose el propio dolor. Incluso en el caso más dramático como es la muerte de un ser querido, si realmente amamos al ser que nos ha dejado debemos estar felices porque sigue viviendo en un lugar de paz, felicidad, alegría y amor, a no ser que el propio egoísmo por no poder verle físicamente nos ciegue y nos impida ver la realidad, e incluso, es posible que se prefiriera que viviera la persona, aunque estuviera postrada en la cama con dolor. La muerte solo es la desaparición de la vestimenta, solo es un cambio de conciencia, y además para mejor, ya que al lugar al que se va no existe el miedo, ni el rencor, ni el dolor, ni la enfermedad. 
            Podríamos seguir así analizando caso por caso, pero no merece la pena. Sólo recordar que el perdón o la serenidad que se consiga no cancela el mal realizado. Lo único que hace es permitir a la persona seguir su camino sin rencor. Después de perdonar se han de llevar a cabo las acciones legales necesarias. Somos seres humanos y han de cumplirse las leyes de los hombres.
            Y ¿El futuro?, ¿Merece la pena hablar del futuro?, ¿Para qué perder el tiempo hablando del futuro si no existe? Si no existe el pasado, el futuro aun existe menos porque aun no ha llegado. El futuro ata a las personas por las frustraciones que genera al no cumplirse las expectativas generadas. Eso no quiere decir que no debamos organizar y planificar, si, hay que hacerlo, pero sin atarnos a los resultados que son los generadores de sufrimiento. Son nuestras acciones de hoy las que van a determinar cómo será nuestro mañana, y si nuestro mañana no sale como a nosotros nos gustaría que saliera, ¡Qué le vamos a hacer!, por algo será, algo habremos hecho para conseguir los resultados obtenidos, solo queda aceptarlos.
El tiempo, la vida, es un fluir permanente, lo único que hemos de hacer es tratar de vivir y ser conscientes de ese fluir, sin luchar por modificar la vida, cansa mucho y se desperdicia mucha energía que vamos a necesitar para el siguiente escalón de la vida, escalón que no podremos subir si permanecemos lamentándonos de lo que pasó en el escalón anterior. La vida que tenemos es la que hemos decidido vivir. Somos nosotros los que decidimos vivir la tristeza o la alegría, somos nosotros los que decidimos vivir el sufrimiento o la felicidad, somos nosotros los que decidimos vivir la vida o vivir de recuerdos. 
¿Qué hacer para vivir el ahora?, es fácil, solo hay que mantener la mente en la vida, sin permitir que la mente desvaríe yéndose a las acciones pasadas o fantaseando sobre el futuro. Lo mejor meditar.
 

jueves, 13 de febrero de 2014

El tiempo sin tiempo


El arte de vivir (IV)
            Hubo un tiempo en el tiempo en el que todos los seres humanos vivían en la Luz. Bien podríamos llamar a ese tiempo “el tiempo sin tiempo”, porque nadie tenía miedo a la muerte, sabían que no existía, sabían que eran eternos, sabrán que eran inmortales, no había por tanto lugar para el miedo al dolor, ni para el miedo a la enfermedad. No existía la mentira, ni el egoísmo, ni la manipulación de un ser por parte de otro, no había esclavitud, ni hambre, ni sufrimiento. Todo era paz, todo era amor, todo era alegría. Existía una total conexión entre todos los seres humanos, por lo que el bien de uno era el bien del otro, era el bien común.
            Sin embargo, con el paso del tiempo comenzaron a hacerse presentes los egos individuales, comenzó la separación, comenzó el dolor, comenzó el sufrimiento y con todo eso, comenzó el miedo, desconectándose cada ser, poco a poco, y cada vez más, de la Luz. Ayudando a todo esto que los ignorantes, los mafiosos, los inútiles, comenzaron a ocupar cada vez más altos cargos políticos, sociales y religiosos, hasta coparlos todos, manipulándolo todo, sirviéndose de la televisión para adormecer a las conciencias, con deportes, programas de entretenimiento basura, insensibilizando a la sociedad con las noticias diarias de guerras, desastres, enfermedades, caos y muertes, generando en las poblaciones deseos inalcanzables con los programas sobre las vidas de los ricos y famosos, utilizando a las religiones para cercenar el crecimiento moral, ético y espiritual, con sus discursos sobre el pecado, el castigo y el subsiguiente miedo.

            ¡Basta ya!, tenemos que hacer que el caos y la confusión dejen de impregnar el mundo. ¡Basta ya!, tenemos que acabar con la dictadura de dolor y de maldad que prevalece sobre el ser humano. ¡Basta ya!, tenemos que acabar con el miedo que paraliza a la mayoría de la gente, acabar con el egoísmo, acabar con el separatismo. ¡Basta ya!, tenemos que volver a imponer el respeto por la vida, el respeto por el planeta, el respeto por el ser humano. ¡Basta ya!, tenemos que acabar con el consumismo y el materialismo. ¡Basta ya!, de iconos de moda que sólo son muñecos de paja. ¡Basta ya!, tenemos que hacer que prevalezca el lado positivo. ¡Basta ya!, de gobernantes inútiles
            Tenemos que volver a ser libres, que no se tache de loco al que quiere salirse del sistema, de este sistema materialista, enfermo y caduco que nos mantiene separados de Dios.

            Es momento de elegir, a los que tenemos la posibilidad de votar por nuestros gobernantes, a los íntegros, a los sabios, a los que aun mantienen cierta conexión con la Luz, a los que sin abandonar el progreso material nos guíen en el progreso espiritual, en el progreso ético, en el progreso moral. Es momento de dejar a un lado la soledad. Es momento de comenzar a caminar hacia Dios.
            Que nuestros primeros pasos sean ver a los demás como si fuéramos nosotros mismos, no desear para nadie lo que no queremos para nosotros, evitando la crítica mental, eliminando las palabras ofensivas, sirviendo y ayudando a todos. Y sobre todo empezando a educar a nuestros pequeños, son nuestros dirigentes del futuro, enseñándoles con nuestro ejemplo, desterrar el miedo de la enseñanza, enseñarles en el Amor, hacia el prójimo, hacia sí mismos, hacia Dios.

            Es posible que haya seres irrecuperables, soy consciente de eso, pero que al menos, ellos también vean nuestras acciones de Amor, al menos algo irán aprendiendo, aunque sea para próximas vidas. Que no nos haga desfallecer su posible rechazo, que seguro va a existir. Son ellos los que necesitan más ayuda, recordar las parábolas de Jesús: “el hijo pródigo”, o “la oveja perdida”.
            La recuperación de la Luz está en manos de los que creemos que existe, de los que creemos que se puede volver a Ella. Recuerda que el cambio de una persona puede afectar al mundo, al menos va a afectar al propio entorno, y así, poco a poco, podemos conseguir reencontrarnos con Dios, utilizando menos generaciones de las que los manipuladores han necesitado para separarnos de Él.

miércoles, 7 de agosto de 2013

Honestidad


El diccionario define la honestidad como el valor de ser decente, recatado, razonable, justo u honrado.
En su sentido más evidente, la honestidad puede entenderse como el simple respeto a la verdad en relación con el mundo, los hechos y las personas; en otros sentidos, la honestidad también implica la relación entre uno mismo y los demás, y la relación de la persona consigo misma.
            La honestidad según Confucio se basa en la empatía y la comprensión de los demás, lo que requiere una autocomprensión previa, de la que nacen las normas morales. La versión confucionista de la honestidad consiste en tratar a los inferiores como te gustaría que tus superiores te tratasen a ti.
La honestidad consiste por lo tanto en ponerse en el lugar hipotético del otro, y elegir no hacer o decir nada que pueda mancillar el honor o la reputación de otras personas, y no hacer o decir nada que pueda hacer sentirse mal a otros.
Pero la honestidad es más, es signo de crecimiento, de evolución, de carácter. En nuestro aprendizaje a través de todas las vidas, se aprende a ser honesto trabajando prácticamente cualquier otra faceta. Aprender a no robar es aprender a ser honesto,  aprender a tratar con bondad a los demás es aprender a ser honesto, aprender a cumplir la palabra dada es aprender a ser honesto, aprender a no mentir es aprender a ser honesto, etc., etc., etc.
Los que mienten, los que corrompen, los que se dejan corromper, los que roban, los que no cumplen la palabra dada, los que hieren con la palabra o con sus acciones, los que no cumplen con sus obligaciones laborales, los que no cumplen sus promesas, están lejos de la honestidad, están lejos de alcanzar un mínimo grado de evolución como seres humanos, están lejos del alma, están lejos de Dios.
Lo peor de esto, es que los deshonestos no engañan a los demás, están engañándose ellos mismos, porque no sólo tendrán que volver a la materia hasta que aprendan a ser honestos, tendrán que volver para limpiar todo el Karma que están generándose con su deshonestidad.
No esperes más para empezar a tratar a los demás como si fueras tú mismo, es la mejor manera de ser honesto, es la mejor manera de ser feliz, (aunque te cueste creerlo), es la mejor manera de expandirte hacia la Divinidad. 

viernes, 12 de abril de 2013

Las pequeñas cosas de cada día


            Todos sabemos que no somos el cuerpo, que somos un alma; de la misma manera que tenemos un conocimiento bastante aproximado de que el Amor con mayúscula, el Amor incondicional, el auténtico y verdadero Amor, es una energía que se siente en el interior y que nadie nos va a hacer sentir nunca, ni tan siquiera la tan cacareada como inexistente alma gemela; al igual que tampoco vamos a conseguir la tan ansiada felicidad con nada ni nadie procedente del exterior, ya que la felicidad, como el Amor, es un estado interior.
            Pero ¡qué difícil es vivir desde el alma!, o sentir el Amor, o la felicidad, (hablamos del Amor incondicional y de la felicidad permanente). Y no será porque no lo intentemos, aunque sin mucha convicción, por supuesto, ya que esto supone un trabajo adicional, y como tampoco conocemos a muchas personas normales que lo hayan conseguido, creemos que las posibilidades de conseguirlo son una entre un trillón.
            Es cierto, que algunas personas parece que lo han logrado, pero no parecen estar a nuestra altura, parecen muy elevados, y enseguida se les cataloga de Maestros, Santos o Gurús.  Pero también es posible, que no se nos ocurra pensar que esas personas, que parecen extraordinarias, no nacieron así, y que lo conseguido por ellos, sólo es fruto de su propio trabajo. ¿Por qué no vamos a poder conseguirlo nosotros? Sólo se necesita una pequeña dosis de trabajo interior. Pero si, ya sé que cualquier trabajo interior, por pequeño que se nos anuncie, nos parece una montaña insalvable. Preferimos, por ejemplo, leer, creyendo que con ese conocimiento vamos a conseguir alguna cosa. Lo cierto es que sólo adquiriremos un cierto conocimiento, bastante raquítico, comparado con el conocimiento que llega por sí solo, cuando abrimos las puertas de nuestro interior.
            Si cualquier cosa que se defina como “estado interior”, es difícil de conseguir para los que nos podemos considerar seres normales, (nada de maestros, ni de gurús), podemos intentar acercarnos a ese estado interior con las pequeñas cosas de la vida. Es también una manera de conseguirlo: No gritar a la pareja por cualquier nimiedad, dedicar un ratito cada día para jugar con los hijos, dar una limosna al pobre que encontramos cada día en la esquina de casa, comprender los gritos (inútiles) de nuestro jefe y no caer en su provocación, etc., etc.
La propuesta es bien sencilla: Es prestar atención y agradecer todo lo bueno que nos sucede cada día, dejando a un lado lo que calificamos como malo, y ayudar a todos en todo lo que podamos. Es buscar lo bueno de las personas, en vez de resaltar lo que parecen sus fallos. Es vivir con atención cada segundo de vida, en vez de lamentarnos permanentemente por todas aquellas cosas de las que creemos que carecemos. Es vivir sin atarnos a ningún deseo ya que cuando estos se cumplen, no suele ser en el momento que nosotros deseamos, ni suele ser exactamente como deseamos. Es cierto que no recibimos lo que queremos cuando lo queremos, sino que recibimos lo que necesitamos, en el momento en que eso es necesario.
Está en nuestras manos, en nuestra cabeza y en nuestro corazón evolucionar, crecer y madurar en dignidad, y no es nada difícil, solo hemos de prestar atención a las pequeñas cosas de cada día.
¡Que tengas un feliz día!

lunes, 21 de enero de 2013

Adjetivos


            Nada es bueno, nada es malo, nada es bonito o feo, nada es agradable o desagradable. Todo eso, no es más que una palabra, un adjetivo, con el que vamos calificando desde nuestra mente, a cada suceso y acontecimiento que ocurre en nuestra vida, y lo vamos haciendo en función de las propias creencias y deseos.
             Casi todos sabemos que la causa del sufrimiento es la no consecución de nuestras expectativas hacia algo, es la no consecución de los deseos, en los que hemos depositado nuestras esperanzas y expectativas. Los deseos, que son imprescindibles en su inicio, por ser la espoleta necesaria para poner en marcha cualquier proyecto, una vez iniciado el camino, han de quedar debidamente aparcados.
            Esta es la teoría conocida, pero nunca aplicada, ya que su aplicación supondría que la persona ha completado un aprendizaje importante, posiblemente uno de los más importantes a realizar en este estado de la materia: “no apegarse a los deseos”. El desapego es una prueba evidente de crecimiento, de ese crecimiento en el que todos, casi todos más que menos, estamos implicados.
            Pero en la medida en que vamos ascendiendo los peldaños de la escalera de nuestra evolución, seremos más conscientes de los deseos y de sus consecuencias: de la euforia que nos invade con su realización o de la tristeza que nos inunda ante el fracaso, así como de las etiquetas que le vamos colocando a la vida.
            Pero la vida “es”, “sólo es”, “sin más”, sin calificativos. Lo que es bueno para uno, no resulta tanto para otro, lo que a uno le causa alegría a otro le puede causar tristeza. Esto, también es conocido por casi todos, pero no somos capaces de dejar de colocar la etiqueta de bueno, malo, agradable, alegre o triste, a cada acontecimiento, según va transcurriendo la vida, y lo que es peor, regodearnos y revolcarnos en la energía que esos adjetivos generan en todos nosotros.
            Ya que somos incapaces de dejar de etiquetar, lo que si podríamos hacer, sería no refugiarnos en la emoción que la palabra provoca. Sería “no hacer leña del árbol caído”, es decir, no centrar el pensamiento en aquello a lo que hemos otorgado el calificativo de “malo”, ya que va a ser entonces, cuando la energía de ese pensamiento de dolor o frustración, sirva de alimento para nuestros cuerpos, físico, mental o emocional.
            Hemos de tratar de aceptar, sin más, cualquier acontecimiento. Lo hemos etiquetado, es cierto, pero a partir de ese momento, sea cual sea la calificación, sólo nos queda aceptarlo, para evitar las consecuencias que el adjetivo colocado nos afecte. No hemos de olvidar que cualquier suceso sólo es una lección en la asignatura del curso de la vida, y de la misma manera que en la universidad cuando no se aprueba una asignatura, de nada sirve darle vueltas y más vueltas a la causa del suspenso, ya que lo único que hay que hacer es estudiar un poco más, para que en la próxima evaluación no volvamos a cometer los mismos errores. Ocurre lo mismo en la vida.
            Por lo tanto, mientras no seamos capaces de aparcar los deseos, sólo nos queda agregar una etiqueta más a las muchas que llenan nuestro cajón de la mente, la etiqueta de la aceptación. ¡Vale!, si hemos etiquetado el suceso como “malo”, hemos de añadir a continuación una segunda etiqueta, “lo acepto”, así será más liviano el dolor.
 

domingo, 9 de diciembre de 2012

Vivir desde el corazón es más facil (Prólogo)


Este es el prólogo de un nuevo libro, (Vivir desde el corazón es más fácil), que editará la Fundación Elial, pero que comienza su andadura en el blog.
            Según estén preparados los capítulos, o partes de estos, iremos colgándolos.
            En una de las páginas laterales, (Libro: Vivir desde el corazón es más fácil), se irá añadiendo cada capítulo, con lo que el libro aparecerá en su totalidad.
          Trabajar en un centro de sanación, donde todas las terapias se realizan de manera gratuita, hace que acudan al centro un gran número de personas, lo cual abre un abanico de posibilidades increíble, para conocer realmente el estado emocional de las personas, para conocer como condiciona la sociedad en la salud de sus miembros, y sobre todo, para conocer la escasa voluntad de los seres humanos para trabajar en su propia recuperación.
            Estamos acostumbrados a intentar curarlo todo con pastillas, pero aun no se han inventado las píldoras que sanen el miedo, o la rabia, o la falta de amor, que son los verdaderos orígenes de muchas de las enfermedades que se intentan sanar con pastillas. Pero la auténtica causa del problema, no se va a sanar con ningún método que no suponga la introspección en nuestro propio interior, para encontrar, de manera honesta, la verdadera razón del mal que nos aqueja, y trabajar después, con voluntad, en nuestra propia sanación.

            Cada persona que acude por la consulta viene con los  mismos síntomas que traía consigo la persona de la visita anterior, y son los mismos que traerá la siguiente persona: Infelicidad, ansiedad, miedo, estrés, tristeza, sensación de soledad.  En casos más extremos, todas esas emociones desbocadas ya han hecho mella en el cuerpo físico, siempre atacando en las partes más débiles de este.
            Cuando el mal ya se ha apoderado del cuerpo, cuando existe un dolor o una molestia física, la persona es más consciente y más constante, y es capaz de seguir con más interés las indicaciones del terapeuta, siempre, tanto más, cuanto mayor es el mal en el cuerpo. Pero, si de momento, el problema solamente es emocional, tienen más tendencia a no seguir con la terapia, y mucho menos a seguir las indicaciones para que el problema remita.
            No les parece importante la infelicidad o la ansiedad, y con un poco de suerte, a lo mejor, pasa algo a mitad de semana, que hace que el ánimo se eleve un poquito, y ya está bien, para que perder el tiempo en meditar, en observarse o en ser honesto con uno mismo, para ver qué es lo que realmente existe en el interior. Pueden estar  meses y hasta años, lamentándose del sufrimiento, arrojando sobre los demás su dolor, siendo incapaces de bucear, un cuarto de hora cada día en su interior, para descubrir la causa de su verdadero sufrimiento y poder así ponerle remedio.
            Siempre he pensado, que sería fabuloso si se pudiera abrir el cerebro de las personas, y se pudiera introducir en su interior una especie de memoria que indicara a la persona que pensamientos son los que la hacen sufrir y ser infeliz, y cuales la pueden ayudar a alcanzar eso que busca desesperadamente, la felicidad. Pero, de momento, eso no es posible.
            Se que leer no sirve de mucho, porque son muchas las personas que leen con avidez un libro tras otro, sin que jamás pongan en práctica nada de lo leído, pero siento la necesidad de intentarlo. Por un libro más, tampoco pasa nada.
            En las redes sociales corren pensamientos deliciosos, y leía uno que decía: “Tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro, es fácil. Lo difícil es criar al hijo, regar el árbol y que alguien lea el libro”. En el caso del libro, no es tan fácil escribirlo, aunque si se consigue, una vez editado, si una sola persona puede sacar algún provecho, en mi caso, me doy por satisfecho. Y si nadie obtuviera de él ni un solo beneficio, bueno, también está bien, ya que en el proceso de escribirlo, entro en contacto con la parte más íntima que hay en mí, y yo, al menos, si estoy sacando un beneficio. El beneficio de recordar que no soy el cuerpo que está delante de la computadora, que soy algo mucho más grande y con mucho más poder de lo que el conjunto de la sociedad está haciéndome creer desde que tengo uso de razón.
            Ya he pasado por las fases, en las que he tenido que escuchar que soy raro, que soy un loco o que me han sorbido el seso. Ya hace bastante tiempo que no me importa, en absoluto, lo que los demás puedan pensar de mí. Hace mucho tiempo también, que no existen para mí los compromisos sociales. Hace mucho tiempo, que mi único trabajo es la búsqueda de la felicidad, de mi felicidad.
No hace mucho escribía en el blog, donde irán apareciendo los capítulos de este libro: “Soy feliz en mi trabajo, pero no por mi trabajo. Soy feliz con mi esposa, pero no por mi esposa. Soy feliz con mi vida, pero no por mi vida”. Sencillamente soy feliz. Felicidad que ya he encontrado dentro de mí, no sé en qué medida, porque supongo que en la felicidad como casi todo en la vida, debe de haber grados. Supongo que una vez conseguida la felicidad plena, ya no será necesario seguir dentro de un cuerpo, porque la felicidad plena supone vivir el Amor, supone sentir la conexión con todo lo creado, supone haber integrado en el cuerpo físico la grandeza de nuestra divinidad.
Voy a dejar dentro de este libro los pensamientos, las sensaciones, los sentimientos y las reflexiones que van llegando a mí en cada meditación, y las enseñanzas que en cada circunstancia de la vida voy asumiendo. En suma, mi desaprendizaje de aquello que me enseñó la sociedad y el aprendizaje asumido durante la vida. Todo aderezado con algún ejercicio y meditaciones, que pueden servir para el desanclaje de la sociedad y la unión con la propia alma. 

miércoles, 21 de noviembre de 2012

No tema la soledad


No tema la soledad.
El alma que no puede sostenerse sola,
nada tiene que dar.
Alice A. Bailey 

            Solamente hablamos de una muerte, sólo conocemos una muerte, solo tememos una muerte: La muerte del cuerpo. Sin embargo, la muerte es un proceso en tres etapas. Tres etapas en las que nos vamos desprendiendo, una tras otra de tres de nuestras vestimentas: el cuerpo físico, el cuerpo emocional y el cuerpo mental inferior.
            Este proceso, tiene una duración indeterminada, en función de la evolución de la persona. Si la persona tiene un estado de evolución medio, en la que se la supone familiarizada con los distintos cuerpos de que está formada, además del cuerpo físico, el proceso puede ser relativamente corto. Podrían ser horas después de dejar el cuerpo físico. El proceso, sin embargo, podría alargarse años, (en la medida del tiempo terrestre), si la persona no tiene ningún conocimiento de su cuerpo astral y de los factores que intervienen en la descomposición de ese cuerpo astral, como puede ser el elemental de vida.
            Pero se tarden horas o años, el final siempre es el mismo. Cuando el ser humano se ha desprendido de sus cuerpos físico, astral y mental, se recoge “en soledad” en el plano causal, para descansar de la vida recién abandonada, y prepararse para la siguiente encarnación.
            Ese tiempo de descanso en el plano causal, se realiza en solitario, recogido el ser en sí mismo.
            No es esta una reflexión sobre la muerte, sino sobre la soledad, pero no de la soledad del mundo de la materia, esa soledad que deriva del rechazo a los demás debido a la inmadurez del carácter, o la soledad del ser retraído.  No, la reflexión de esta soledad, es una especie de entrenamiento para la soledad que adviene con el abandono del mundo físico, es la soledad espiritual.
            No se trata de abandonar a la familia, ni a los amigos. No se trata de recluirse en una gruta, o en un monasterio, apartado del mundo. Se trata de abandonar la vida de concentración en el plano físico, se trata de empezar a identificarse con la propia esencia, se trata de comenzar a vivir desde el alma, se trata de vivir el mundo interior, se trata del desapego, se trata de cambiar los “valores” y las “responsabilidades”, se trata de vivir fuera del paraguas del condicionamiento social y masivo que nos cubre a todos.
Es posible vivir de esa manera, a pesar de las limitaciones físicas, del ruido y de los compromisos sociales. Sólo hay que dejar de pensar en uno mismo, y pensar y actuar para los demás, sólo hay que sentirse libre de deseos, sólo hay que sentir la conexión con todo lo creado, sólo hay que amar.
Una buena manera de actuar, hasta que esa soledad espiritual haya arraigado en nosotros en actuar “como si….”, es decir, hacer ese trabajo de manera consciente, hasta que sea un hábito integrado y surja de manera espontánea.

sábado, 10 de noviembre de 2012

La carrera de la vida


            En un momento del tiempo, el alma decide su vuelta a la materia para retomar su aprendizaje, en el mismo punto en que quedó al finalizar su encarnación anterior, y se reúne con los Señores del Karma para terminar de organizar la que será la nueva vida: El lugar de nacimiento, la familia, los amigos, los diferentes encuentros, el Karma a liberar, el aprendizaje a recibir o la enseñanza a realizar.
            Y para eso, de la misma manera, que una vez en la Tierra el cuerpo elige el vestido adecuado para salir a la calle, el alma elige la vestimenta adecuada para el trabajo a realizar, y se reviste de materia, con forma de hombre o de mujer.
            Durante mucho tiempo he pensado que era una pérdida de tiempo inútil todo el tiempo que tardábamos en crecer, desde nuestro nacimiento hasta la edad adecuada en la que comenzamos a poder ser conscientes de la vida, pero ahora sé, que ese es también un tiempo de experiencia para el alma, un tiempo de aprendizaje total, un tiempo en el que permitimos a otros, casi siempre nuestros padres, para que liberen parte de su Karma, un tiempo para liberar Karma propio.
            La vida es como una carrera de obstáculos que vamos corriendo por diferentes pistas a la vez. Es como si en una carrera fuéramos el mismo corredor por las diferentes calles, y en cada una de ellas, vamos avanzando en todas las experiencias que el alma ha decidido vivir en la presente vida.
            Cada calle podría tener un nombre, aunque siempre distinto para cada persona: En una calle avanzamos para trabajar la voluntad, en otra la paciencia, en otra el orgullo, en otra……., etc., etc. Y es claro que en todas las pistas no vamos a llegar a la par, podemos avanzar rápidamente en unas y más lentamente en otras, podemos finalizar la carrera en unas y casi no comenzar en otras.
            La carrera finalizada, perdurará por siempre, será un aprendizaje aprendido para toda la eternidad; y aquellas otras que queden pendientes volverán en nuestra mochila en la próxima encarnación. Ninguna va a quedar en el olvido.
            Todos vamos a completar todas las asignaturas, unos antes, otros después. Y teniendo en cuenta los obstáculos con los que nos encontramos, ¿Por qué tratamos de pasarlos todos cuanto antes? 

domingo, 2 de septiembre de 2012

Ruegos


              En una tabla de piedra en la iglesia de Saint Paul de Irlanda del Sur se encuentra un texto encabezado por la palabra DESIDERATE, que podríamos traducir por ruegos.
            Ve tranquilo y sereno ante el ruido y las prisas, sé la representación de la paz que cobija el silencio.
Siempre que puedas sé amable con los demás sin que ello te resulte una carga.
Expresa tu verdad tranquila y clara, y escucha a los otros, incluso al necio e ignorante, ellos también tiene su historia.
Evita a las personas ruidosas y agresivas, son una tormenta para el espíritu.
No te compares, si te comparas con los demás, te amargarías y te sentirías nulo, porque siempre habrá alguien que sea más grande o pequeño que tú.
Alégrate de tus propios resultados y de tus proyectos.
Permanece interesado en tu propia carrera por modesta que sea.
En tus ocupaciones profesionales, deja que rija la cautela, porque el mundo está lleno de engaño. Pero esto no debe hacerte ciego a la honradez que también existe. Muchas personas luchan por altos ideales y en todas partes la vida está llena de heroicidades.
¡Sé tú mismo! Sobre todo no finjas simpatías. No seas cínico respecto al amor, porque siempre está permanente, igual que en la faz de toda sequía y deserción está la hierba.
Soporta amable y sereno los consejos de la edad y encomienda con benevolencia las tareas a la juventud.
Fortalece la energía de tu espíritu para que te proteja del mal repentino.
No te intranquilices con vanas esperanzas.
Sé bueno contigo mismo, con una saludable medida de autodisciplina.
Eres un hijo del Universo, no menos que los árboles y las estrellas. Tienes derecho a estar aquí y, sin duda, el universo seguirá su curso como está previsto, seas consciente de ello o no.
Por lo tanto, vive en paz con Dios, sea cual sea el concepto que tengas de Él y sean cuales sean tus anhelos y esfuerzos.
Conserva la paz en tu alma en el ruidoso laberinto de la vida, ya que a pesar de la apariencia, de las fatigas y de los sueños rotos, LA VIDA ES BELLA. SÉ PRUDENTE. ASPIRA A LA FELICIDAD.
 

jueves, 30 de agosto de 2012

Super humanos

            Desde antes de nacer, el corazón del ser humano empieza a latir en el útero materno, y no lo deja de hacer hasta que el alma decide abandonar el mundo de la materia; de la misma manera que la respiración, que comienza en el mismo instante en que nos asomamos a la vida, y no termina hasta el momento del regreso a la Energía Divina.

            El corazón latiendo, siempre latiendo y la respiración siempre con su vaivén, nos atan a la vida, de manera autónoma, de manera automática, sin que seamos conscientes de que es esa respiración y ese latir, los que nos mantienen con vida. Creo que vivimos a pesar de nosotros mismos, a pesar de lo mal que tratamos a nuestro cuerpo y de rebote a nuestro corazón, a pesar de olvidarnos de como se respira, utilizando músculos que nada tienen que ver con la respiración.
            Y, a pesar de la importancia, de la importancia vital de nuestra respiración y del latir de nuestro corazón, pocas son las personas que dedican un momento en su día para comprobar cómo es esa respiración, o como late su corazón.
            Al igual que los seres humanos, los animales también respiran y también tienen un corazón que bombea de manera permanente, y como muchos seres humanos, ninguno de ellos es consciente de la maravilla que está ocurriendo en su cuerpo. Sin embargo, los animales, en su nivel dentro de la evolución, no saben que ellos también son más que ese cuerpo que sólo se puede dirigir por los instintos. No tienen una mente que razona, una mente que les puede llevar a preguntarse qué hacen en la vida, o qué diferencia hay entre la vida y la no vida.
            Los seres humanos, casi todos, en algún rincón de su mente, tienen la conciencia de que son algo más que el cuerpo, muchos creen que tienen, o que son, algo que se denomina alma, aunque como no se ve, no saben ubicarla, y no se identifican, en absoluto con ella.
            Todo eso, en cuestiones de vida, hace que esos seres humanos se diferencien en poco de los animales, ya que rigen el cuerpo por los mismos instintos con los que se rigen los animales, comen cuando tienen hambre, aunque muchos, al contrario que los animales siguen comiendo después de saciada la necesidad de comer; beben incluso cuando no tienen sed, y en ocasiones bebidas dañinas para el cuerpo; y satisfacen, como los animales, sus necesidades fisiológicas de manera instintiva.
            En casi todas las cuestiones referentes al cuerpo, la diferencia entre el animal que se rige por los instintos, y el ser humano que tiene una mente racional, es mínima.
            ¿Cómo ser más humanos racionales y menos animales instintivos? Aunque resulte paradójico, lo podemos conseguir siendo conscientes del cuerpo. Y se es consciente del cuerpo sintiéndole, sintiendo sus sensaciones, sintiendo su respiración, sintiendo sus latidos. Es en esos momentos en que estamos sintiendo el cuerpo, cuando podemos despegarnos de él, cuando podemos, aunque sea por un instante, conectarnos con eso otro que realmente somos, con el alma. Es a partir de ahí, cuando no sólo nos despegamos del animal, sino que también nos despegamos del ser humano normal, para atisbar nuestra propia divinidad, convirtiéndonos, aquí en la Tierra en superhumanos, con todos nuestros poderes divinos desarrollados.
            No somos el cuerpo. El cuerpo sólo es, aunque de vital importancia, el vehículo del alma; el instrumento desde el cual tenemos que realizar nuestro trabajo de acercamiento a nuestra Divinidad, el instrumento para nuestro aprendizaje, el instrumento desde el que hemos de vivir todas las experiencias humanas, sin apegarnos a ellas. ¡Sientelo!

martes, 21 de agosto de 2012

Yo confieso (VI)

            Recuerdo epítetos que con más frecuencia me han ido dedicando, y me siguen dedicando: “descastado”, “pasota”, “despegado”, “indiferente”, “raro”, “babau”, y un sinfín de ellos más. Todo porque no expreso, como se supone que debería hacerlo, según la conciencia social, sentimientos o expresiones de dolor, de euforia, de tristeza, de ira, etc.

            A veces, yo mismo me pregunto porque no me alegran o me entristecen las situaciones que alegran o entristecen a los demás, y mi propia respuesta, es que no es exactamente así, ya que sí siento la alegría, y el dolor, y la rabia, y el miedo, pero, afortunadamente, no me dura mucho. Dura tan poco, que no tengo tiempo de exteriorizarlo, y cuando dura un poco más en el tiempo, me siento absorbido hacia dentro de mí, como si me recogiera en mi interior, analizando la causa de dicha emoción y de las circunstancias por las que se ha producido.
            Lo que sí siento, siempre, es el estado de las personas que se supone son responsables de alterar mis emociones, o las de otro, llegando a un estado de comprensión del porqué de tal actitud. Llegado a este punto, siempre encuentro una justificación a tantas y tantas conductas irracionales, sintiendo, en la mayoría de los casos, una tristeza infinita, al comprobar, que todo el dolor y todo el sufrimiento con el que cargan a otros, se podría evitar si dejaran de conducirse por los instintos, alimentados por la irracionalidad de sus mentes; se podría evitar si las personas vivieran desde el corazón, dejando descansar sus mentes malévolas, y actuaran sintiendo que el otro es uno mismo.
            Me alegro infinito desde ese lugar de mi interior, de ser descastado, pasota, o el sinfín de calificativos que me dedican, y sobre todo, me alegro, porque no siempre ha sido así. Creo que ha sido más una evolución desde antiguos ataques de rabia, o de ira, o de tristeza o incluso de euforia, hasta los actuales momentos de serenidad, de paz interior, o de pasotismo, y por ende, de felicidad.
            Soy feliz con mi esposa, pero no por mi esposa; soy feliz con mi trabajo, pero no por mi trabajo; soy feliz con mi vida, pero no por mi vida. ¡Soy feliz conmigo! No hay nada fuera de mí que me haga feliz o desdichado, todo me da igual, es cierto. Creo que todo está donde debe de estar, y además se ha colocado, o yo he ayudado a colocarlo, para ser feliz de la mañana a la noche, un día tras otro.
            En el recorrido que he hecho por mi vida para escribir esta entrada, soy consciente de que tampoco ha sido tan duro, y ni tan siquiera trabajoso. Supongo que todo empezó un día en el que debí de sentirme el más desdichado de los mortales, por alguna perdida, o por alguna decepción importante, y buscando la fórmula para que no se volviera a repetir, llegué a la conclusión de que no había nada, ni había nadie, que me llenara completamente, por lo que yo sólo debía encontrar la fórmula para sentirme lleno, a pesar de….., y la formula es:”Todo está bien”.
            Todos somos iguales, y allí donde llega una persona, puede llegar cualquiera otra. Tú también puedes conseguirlo. Está en tus manos. Eso sí, te van a llamar desapegado, babau, raro, pasota, etc., etc., pero a ti te va a dar igual.

jueves, 9 de agosto de 2012

De hijos y de padres


            Los hijos a los que se refiere esta entrada no son, básicamente, hijos pequeños, preadolescentes, adolescentes o menores de edad. Sólo es referida a los mayores de edad.
            Es curioso. Las personas que vienen a terapia, parece que se van llegando por grupos y por temporadas. En esta última temporada, está llegando un grupo de personas jóvenes, con problemas de relación con sus padres, problemas relacionados, de manera primordial, con la vida que a los hijos les gustaría vivir. Y esa vida que los hijos anhelan vivir, se encuentra totalmente enfrentada a la vida que los padres desean que vivan sus hijos.
            Son muchos los padres que ponen sus esperanzas, sus aspiraciones, sus ilusiones e incluso sus frustraciones, en sus hijos. Quieren para sus hijos, lo que ellos desde su educación, desde su evolución, desde su carácter, desde su cultura y desde sus creencias, creen que es lo mejor para ellos; y los hijos, que tienen su propio carácter y sus propias creencias, necesitan para su  propia evolución, vivir su propia experiencia y su propia vida, y no vivir lo que otros, aunque sean sus padres decidan para ellos.
            Si se da esta situación, es claro que la evolución no parece ir más allá de la materia, y eso supone un doble sufrimiento: Sufrimiento de los padres que ven truncadas las esperanzas que tenían depositadas en sus hijos, como una continuación de ellos mismos, y sufrimiento de los hijos, que no pueden vivir su propia vida, y si lo hacen es a costa del sufrimiento de sus padres.
            Es necesario, en este punto una reflexión por parte de los padres: ¿Qué es lo que realmente desean para sus hijos?, ¿Qué sea millonario triste o deprimido, o pobre pero totalmente feliz y libre de sufrimiento? Ya sé que entre estos extremos hay miles de matices intermedios, pero nos vale el ejemplo. Cada caso es un universo en sí mismo.
            Se supone que lo que desean los padres para sus hijos es su felicidad. Es a partir de esta premisa que los padres han de reflexionar en lo que su hijo cree que necesita para ser feliz, y aceptarlo, y respetarlo. El amor, es respeto, es libertad, es ayuda y servicio. Y si los padres creen que su hijo se equivoca, han de seguir prestándole su apoyo, en todo cuanto necesite, cuando el hijo solicite su ayuda.
            Pero tienen que saber que el hijo, aunque parezca que haya fracasado en su elección, no es tal. Sólo es su propio aprendizaje, su propia experiencia.
            Los padres han de permitir que los hijos se equivoquen, han de permitir que vivan sus vidas, no la vida que ellos decidan.
            Los hijos también tienen su punto de reflexión. Han de escuchar y valorar aquello que le presentan sus padres, hablarlo con ellos, y exponer, con amor, cual es su plan de vida y porqué. Si no fuera aceptado y decide llevarlo a cabo, que lo haga perdonando y bendiciendo a sus padres, ya que en la evolución de sus progenitores, han de vivir esa experiencia, que una vez aprendida, les lleve a todos a aceptar y respetar la decisión de unos y otros.
            Nunca es tarde. El tiempo no existe.

jueves, 2 de agosto de 2012

Secretismo


            Existen un sinfín de enseñanzas que no pueden salir a la luz, porque así lo indican los maestros que enseñan estas técnicas, y que podrían acercar al ser humano a algunos de los miles de caminos, que existen para su despertar, y poder así, separarse paulatinamente del cuerpo para acercarse al alma.
            La razón del secretismo, no es otra, de que podría caer en manos de personas que no están preparadas para tales técnicas, y además, podría desvirtuarse la enseñanza.
            Yo mismo, tengo firmados documentos de confidencialidad de técnicas, que más tarde he visto recogidas en libros, que se encuentran al alcance de todo el mundo, previo pago, por supuesto. Y sigo manteniendo la confidencialidad, por cuestión de palabra. Siempre he creído que la palabra de una persona es una de las cosas más hermosas y valiosas que existen, y no cumplir esa palabra, sería como retozar en un lodazal.
            Antes pensaba y ahora sigo pensando con más fuerza, si cabe, que si las técnicas salieran a la luz, es muy posible que las personas que no están preparadas para recibirlas, no las hagan caso, o se les olvide, (hay muchas experiencias sobre esto), o en el peor de los casos si tuvieran algún problema, siempre hay otros que podrían ayudarles a solucionar ese problema. Pero si podría haber otras personas que si las aprovecharían sin ningún problema, y sin embargo, les estamos privando de ellas, por si acaso…..
            Creo, (sólo es un pensamiento), que en la encrucijada actual en que se encuentra la humanidad, es imprescindible sacar a la luz el mayor número de enseñanzas posibles para ayudar a la persona a despertar. Todos no tienen el suficiente dinero para la realización de cursos en los que se explican estas técnicas, cursos, que además son lo suficientemente caros como para privar de ellos a muchas personas. ¿Quién puede decir que las personas carentes de recursos no están preparadas para recibir tales enseñanzas?
Así como la Naturaleza, obra de Dios, no esconde su belleza, ni discrimina por el coeficiente intelectual de las personas, ni por la raza, ni por el sexo, pienso que nosotros, los seres humanos, que aunque a imagen y semejanza de Dios, somos algo menos que Él, tampoco deberíamos de discriminar a nadie.

martes, 31 de julio de 2012

Conocer el futuro


            El ser humano tiene una sed insaciable por conocer cómo será su futuro, y acude a clarividentes, tarotistas, quiromantes, leedores de hoja de coca o de los posos del café, sólo por citar unos cuantos.
            La información que ofrecen estas personas, puede ser correcta o no, pero si tiene un efecto sobre la persona, en muchos casos positivo: Condiciona, de alguna manera su vida, ya que se generan nuevas formas de pensamiento, es decir nuevas energías, capaces de atraer a su vida, las bondades pronosticadas por el psíquico.
            Es la “Ley de la Atracción”. Al recibir la noticia de posibles buenos acontecimientos en su vida, (menos mal que no se suele informar de los malos augurios), deja de lado las viejas formas de pensamientos, que  mantenían a la persona en la ciénaga de su pensamiento circular, basado en su desgracia, en su mala suerte, en su sufrimiento, en su dolor, en su incertidumbre; para adquirir nuevas formas de pensamiento que catapultan a la persona a una nueva esperanza.
            No olvidemos que energías de la misma calidad se atraen, con lo que sin ser conscientes de ello, empiezan a trabajar a favor de las predicciones del psíquico.
            Pero ocurriría exactamente lo mismo si se cambia el pensamiento sin haber pasado por la consulta del futurólogo.
            Sin embargo, nada de esto sería necesario, si fuéramos conscientes de que es el propio ser humano el que está planificando, de manera permanente, su futuro con sus acciones, sus emociones y sus pensamientos de hoy. Cada persona es total y absolutamente responsable única de su vida, y la cosecha que cada uno va a recoger en el huerto de su vida, es sólo aquello que sembró, regó, abono y cuidó con mimo con anterioridad a la cosecha.
            Solamente hay que ser conscientes. Conscientes de los pensamientos y de las emociones con las que convive la persona, para saber cuál será su fruto, ya que son esos pensamientos y emociones, la semilla que va germinando con el paso del tiempo.
Para cambiar el fruto, sólo hay que sustituir la semilla.
          Todos somos psíquicos. Todos tenemos los mismos poderes, poderes que estarán más o menos desarrollados, en función  de nuestra propia evolución y de nuestro propio crecimiento. Evolución y crecimiento que es un continuo desde nuestra primera visita a la materia, por lo que no es fruto de la casualidad “los poderes” de cualquier persona. Sólo es un efecto de su evolución en vidas anteriores.
            Mucho mejor que consultar el mañana, es planificarlo y trabajar, para que esa planificación llegue a buen puerto. Trabajar para crecer y evolucionar, es conocer de antemano el futuro. Futuro, que de hecho, no interesa en absoluto a esas personas que han alcanzado un cierto grado de madurez.

domingo, 24 de junio de 2012

Nuestra misión


El tiempo transcurre, la vida va pasando. Vemos como van desapareciendo nuestros seres queridos: primero los abuelos, después los padres y, sin darnos cuenta, nos encontramos en primera línea para dejar la vida.
Hemos visto pasar los inviernos, uno tras otro, hemos visto caer las hojas de los árboles. En nuestros primeros inviernos, siendo niños, corríamos por las rutas de la vida ansiosos por crecer, y después, ya crecidos, nuestros hijos nos tomaros el relevo.
Pero según vamos creciendo, hasta envejecer un día, hay cosas que permanecen inmutables: el Sol que nos alumbra cada día, la Naturaleza inmutable en su mismo cambio según las estaciones y, nuestro trabajo sagrado y grandioso en la Tierra.
Lo triste, es que muchos de los que crecen, envejecen y mueren, lo hacen sin tan siquiera plantearse, ni una sola vez en su vida, que es lo que están haciendo aquí. De la misma manera que no se cuestionan que el Sol salga cada día.
Pero se lo planteen o no, la vida es una escuela en donde cada uno de nosotros aprende y practica las lecciones correspondientes a su nivel de estudio, a su nivel de evolución. Y en nuestro libre albedrío podemos hacer la vida que queramos, Dios nos lo permite, nos permite adecuar nuestro aprendizaje. Somos libres para vivir nuestra vida, somos libres para practicar las lecciones o darle satisfacción al cuerpo físico, somos libres para ser felices o para sufrir, somos libres para sentirnos culpables o para amar, somos libres para perdonar o para odiar.
Es posible que no tengamos la capacidad de plantearnos de dónde venimos, que es lo que hacemos en la Tierra, o donde vamos cuando dejamos el cuerpo. Es posible que no sepamos que estamos aquí para hacer un trabajo, y no nos planteemos ni una sola vez cual será nuestra misión. Pero lo que si tenemos, es la voz de la conciencia, y esa vocecita interior la tenemos todos, y además, no se calla, y nos va diciendo lo que está bien y lo que está mal. Es cierto que algunos consiguen acallarla, pero hasta que lo consiguen tienen que sentir su martilleo incesante dentro de ellos.
No es necesario saber nada de chakras, ni de energía, ni de Maestros, ni de espiritualidad, ni de meditación, ni de cosas parecidas, para aprobar el curso de la vida, para evolucionar a un nivel superior de conciencia, para crecer o para acercarse a Dios.
 Lo único que es necesario es escuchar la voz de la conciencia. Ella nos va a guiar por los vericuetos de la vida, siempre orientándonos hacia el Amor y hacia la Bondad. Porque el Amor y la Bondad es la meta a la que tenemos que llegar todos al finalizar nuestro tiempo en la materia.
Podemos no sabemos cuál es nuestra misión, de hecho no la sabemos “casi” ninguno, pero si actuamos con Amor y Bondad estamos tomando un atajo seguro, un atajo que nos va a ayudar a convalidar el resto de asignaturas desconocidas para la mayoría de nosotros.
Dios es Amor, por lo tanto actuar con Amor, es actuar con Dios, es hacerse su aliado para transitar por la vida. ¿Existe un aliado mejor?

jueves, 7 de junio de 2012

Basta de busqueda


Siempre nos han enseñado a ser alguien, y si puede ser más que los demás, ¡mejor! Nos han enseñado a ser un macho, a ser femenina, a ser ingeniero, a ser….., a ser…., a ser…. Desde siempre, desde pequeñitos.
Siempre nos han enseñado a compararnos con algún modelo, en los estudios, en el trabajo, en la vida, en la relación. Por lo tanto, si tenemos que compararnos con alguien, es claro que siempre hay alguien mejor que nosotros, siempre hay alguien a quien imitar, siempre hay alguien a quien admirar, siempre hay alguien a quien idolatrar, SIEMPRE QUEREMOS SER COMO ALGUIEN, PORQUE ESO ES LO QUE NOS HAN ENSEÑADO. Y cuando no somos como ese alguien somos infelices, tristes, reprimidos.
Nadie nos ha enseñado lo que es el amor, ese amor que no se extingue y como conseguirlo, nadie nos ha enseñado lo que es la paz mental y como conseguirla, nadie nos ha enseñado lo que es felicidad duradera y como conseguirla. Nadie nos ha hablado nunca de la mente, de su poder, de su capacidad magnética, de su capacidad de atracción. Nadie nos ha dicho que podemos conseguirlo todo y, claro, como no estamos entrenados nunca conseguimos nada. Y como no estamos entrenados para conseguir las cosas de manera fácil, nos pasamos la vida persiguiendo, persiguiendo ideales, persiguiendo imposibles, persiguiendo deseos. Nos pasamos la vida imitando a los modelos de vida, sin saber que esos modelos de vida también persiguen a otros modelos, porque tampoco nadie les ha dicho que ya son perfectos, que no necesitan “maestros”, ni “guías”, ni “gurús”.
Nadie nos ha dicho que estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, y si nos lo han dicho, no lo hemos entendido porque lo han hecho con la boca pequeña. Estar hechos a imagen y semejanza de Dios quiere decir que no necesitamos crear nuestra propia imagen, que no necesitamos máscaras, que no necesitamos engañar ni fingir, porque ya tenemos una imagen, nuestra imagen, la de siempre, la imagen de la divinidad porque somos seres divinos. Estar hechos a imagen y semejanza de Dios quiere decir que no tenemos que agradar a nadie, que sólo tenemos que amarlos. Estar hechos a imagen y semejanza de Dios quiere decir que no tenemos que juzgar a nadie, que sólo tenemos que ayudarlos. Estar hechos a imagen y semejanza de Dios quiere decir que todos somos hermanos porque todos somos sus hijos.
Está claro que nos han enseñado mal. Pero nunca es tarde para darse cuenta y después rectificar. Ahora tenemos que desaprender lo aprendido. Es momento de dejar de perseguir maestros, es momento de dejar de imitar, es momento de convertirnos en nuestro propio maestro, es momento de convertirnos en nuestro propio Dios.
Es momento de apreciar y disfrutar de esa soledad de la que huimos como la peste. Necesitamos gente a nuestro alrededor, necesitamos a nuestros aduladores y a nuestros adulados, necesitamos ruido. Sin embargo, lo importante, lo realmente importante, lo hacemos solos. Nacemos solos, morimos solos, y nuestros sufrimientos y alegrías las sentimos en la soledad de nuestro cuerpo, aunque podamos explicarlo y compartirlo, nunca podrán sentirlo. No nos han enseñado que la soledad es uno de nuestros mayores poderes, de nuestros dones, porque es el camino de acceso a nuestra paz interior, a nuestra fortaleza interior, es el camino de acceso a nuestra alma.
¿Cómo desaprender lo aprendido?, ¿Cómo encontrar en ti a tu maestro?, ¿Cómo vivir a Dios en tu interior? Solamente hay una manera: Meditando