¿Y
si actuamos como Dios?
Siempre ha sido fácil para mí relacionarme con
Jesús, María, Buda, Mahoma o Santa Teresa de Jesús, solo por citar alguno de
los grandes hombres o mujeres que nos han precedido en nuestra vida en la
Tierra. Y ha sido fácil porque han tenido vida, han tenido un cuerpo, conocemos
su historia o lo que nos han contado de ellos, pero mi relación con Dios
siempre ha sido un poco más difusa,
Y lo ha sido porque, durante mucho tiempo, no
conseguía ni tan siquiera imaginármelo, y nuestra mente trabaja con imágenes.
No ha tenido un cuerpo, no ha caminado sobre la Tierra, no hay ningún tipo de
imagen, salvo ese señor con barba blanca y un triángulo en la cabeza que
dibujan en algunas ilustraciones. Pero siempre me ha parecido poco serio
imaginármelo así.
Eso me ha generado una cierta frustración,
desasosiego, ansiedad e, incluso, angustia, porque como creo que los objetivos
de la vida son dos, entender que todos somos uno y amar a Dios sobre todas las
cosas, me preguntaba, ¿cómo voy a amar a Dios si no le conozco?
Todo eso fue cambiando mientras entendía e
integraba en cada célula de mi cuerpo que Dios lo era todo y que vivíamos en
él, como el pez vive en el agua. El primer paso para ese entendimiento fue
comprender que en la luz del día podíamos encender una cerilla y ver su
resplandor. Asocié la luz del sol a Dios y la luz de la cerilla a cada uno de
los seres humanos.
¡Aleluya!, ya había entendido una parte, ya no
necesitaba tener una imagen de Dios, porque si Dios es todo, un árbol, un
pájaro, un pez u otro ser humano, son imágenes de Dios.
A partir de ahí comenzaba la segunda parte del
peregrinaje, aprender a amar a Dios.
Mi punto de partida fue el siguiente razonamiento, si
Dios lo es todo, amar a Dios significa amar a todo lo creado. Por lo tanto
cuando ame a todo lo creado estaré amando a Dios.
Prescindí de animales y plantas en el aprendizaje
del amor e intenté centrarme en los seres humanos, pero me pareció que intentar
amar de golpe a casi ocho mil millones de personas me parecía un trabajo
imposible de realizar y pensé, si un ingeniero empieza con cinco años a
aprender los números, y después las sumas, las restas, las multiplicaciones y
así, sucesivamente, hasta el último año de carrera, ¿por qué yo, en lugar de
comenzar a amar a todos los habitantes del planeta no comienzo por lo básico?
Llegué a la conclusión de que tenía que ser así y decidí que lo básico era mi
familia. Necesitaba amar a mi familia, pero no de una manera, que podríamos
considerar normal, como todos, con luces y sombras, no. Tenía que ser como Dios
nos ama. De manera incondicional.
Y en ese trabajo estoy, y mucho me temo que en esta
vida no voy a pasar de nivel. Sí, no os sorprendáis, no es tan fácil amar como
Dios nos ama.
¿Qué significa amar de manera incondicional?
Significa amar de manera absoluta, sin limitaciones y sin condiciones.
¿Es incondicional cuando pierdes la paciencia?, no
lo es.
¿Es incondicional criticar alguna actuación de tu
pareja?, no lo es.
¿Es incondicional elevar el tono de voz?, no lo es.
¿Es incondicional juzgar cualquier actitud?, no lo
es.
¿Es incondicional dar algo a cambio de…?, no lo es.
¿Es incondicional castigar con el silencio?, no lo
es.
¿Es incondicional una mentira, o una media verdad?,
no lo es.
¿Y si actuamos como Dios? Todos sabemos que la
mejor enseñanza es el ejemplo. Pues sigamos el ejemplo de Dios.
Dios nos da total y absoluta libertad, nunca se
ofende, nunca nos grita, para Él todo está bien, acepta todo lo que hacemos sin
juzgarnos ni criticarnos, nunca nos castiga ni pierde la paciencia, no hace
cambalaches con nosotros.
Ya sé, ya sé, estoy escuchando las críticas,
(porque no actuáis como Dios, claro), seguro que estáis pensando ¡si actuamos
así nuestros hijos nos comen! ¿Nos comemos nosotros a Dios?, seamos ejemplo de
amor para nuestros hijos, seamos ejemplo de amor para nuestra pareja. Se puede
enseñar con amor. Se puede reprender con amor. Se puede vivir con amor.
Sé por experiencia personal que es difícil. Yo
llevo tiempo embarcado en esa tarea. Para tenemos que intentarlo porque es la
única razón de la vida.