El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




viernes, 3 de julio de 2015

Pensamientos audibles


            Cuando nuestra mente campa a sus anchas, que es casi siempre, sin la intervención de nuestra voluntad, es como si se volviera loca, es como un caballo desbocado que corre y salta sin control, y vuelve sobre sus pasos para volver a correr y a saltar, y así indefinidamente.
            Nuestra actuación ante la propia mente es muy peculiar y curiosa. La permitimos que repita y repita y repita los mismos pensamientos de manera permanente, como si con una sola vez no fuera suficiente para entenderlo.
Lo que le permite el ser humano a su mente no se lo permite absolutamente a nadie. Si cualquier persona le repitiera a otra en voz alta una y mil veces la misma cosa, de inmediato le tacharía de loca, se alejaría corriendo o le diría a la persona que visitara a un psiquiatra, porque lo más probable es que hubiera enloquecido y necesitara tratamiento.
 
Y, sin embargo, con nosotros mismos no tomamos ninguna acción, cuando nuestra mente nos hace lo mismo, repetir y repetir, y no una vez, sino una tras otra, un día tras otro.
De nada vale que se diga que somos lo que pensamos, que energías iguales se atraen, que la energía va detrás del pensamiento, es igual, el ser humano es incapaz, posiblemente por su falta de voluntad y su debilidad de carácter de trabajar para dominar a su mente. Pero os imagináis que diferente sería si los pensamientos fueran audibles.
Si fueran audibles y los podría escuchar todo el mundo. Con cinco minutos de escucha sería suficiente para que quien lo escucha actuara igual que aquel al que otro le repite siempre la misma cosa, pensaría que ha perdido la razón. Entonces sí que actuaría la persona. Porque lo que es incapaz de hacer para sí mismo, lo hace las veces que haga falta por “el qué dirán”, para evitar que piensen que está loco.
Pues imagínate que cualquiera puede escuchar tus pensamientos y actúa y tomar las riendas de la dirección de tus pensamientos. O mejor, haz que se callen, así tus pensamientos audibles serán silencio.
 
 

lunes, 29 de junio de 2015

Yo no soy ese


            Sería divertido poder observar permanentemente a una persona y comprobar cuál es su comportamiento en cada una de las facetas de su vida: como padre o como madre, como hijo, como pareja, como jefe, como empleado, como amigo intimo, como conocido, como amante, como conductor al que le acaban de dar un golpe por detrás, o como viandante al que le dan un pisotón, y siempre sin que ella supiera que es observada, por supuesto.
             Descubriríamos, sin duda, muchas personas en una. Podríamos observar cómo se va cambiando la máscara en función de la relación. Podríamos comprobar cómo ante una misma situación puede reaccionar de maneras diferentes, en función de la familiaridad que tenga con la persona. Podríamos comprobar las diferentes personalidades de una misma persona.
            Compruébalo por ti mismo. Detén la lectura y piensa como es tu comportamiento en cada una de la interacciones que tienes cada día. Repasa, honestamente, como son tus reacciones con cada una de las diferentes personas que comparten tu vida. Si crees que no hay cambios en ti, ¡enhorabuena!, es posible que te encuentres en el umbral de eso que casi todos llamamos iluminación, aunque no tengamos muy claro, a pasar de la luz, a que se refiere. Lo que sí parece claro es que si crees que nunca cambias la máscara, o que ni tan siquiera usas, estés en una de tus últimas encarnaciones en la Tierra.
            ¿Por qué decimos que si eres siempre la misma persona, sin máscaras, estás en una de tus últimas vidas?, sencillo, porque para ser siempre la misma persona, o eres un malvado, lo cual no parece ser, porque no estarías leyendo esto, o tratas a todo el mundo con amor. Y tratar a todo el mundo con amor es el único aprendizaje real que tenemos los seres humanos en cada encarnación. Si has llegado ahí, ya no necesitarás más encarnaciones.
 
            Pero no parece ser esa la moneda de cambio. Lo normal es que en nuestra mochila llevemos un buen número de máscaras que vamos intercambiando en función de con quién nos tropezamos. Pero si hay personas con las que no usamos máscaras, sino tan solo antifaces, para no tapar la cara al completo, y son las personas con las que tenemos total y absoluta confianza: Normalmente la pareja, y después los hijos. Por eso los mayores maltratos, bien sean físicos, emocionales o mentales, o las mayores faltas al respeto de las personas, se producen en las relaciones de pareja, y después en las relaciones con los hijos. Maltratos que siempre quedan a resguardo en la privacidad del hogar.
            Las máscaras van desapareciendo en función del crecimiento de la persona, o en función del envejecimiento.
La edad hace que a la persona ya no le importe esconder su carácter y exponga sin pudor su mal humor o su falta de respeto en cualquier circunstancia.
Pero lo realmente importante es cuando la persona va dejando las máscaras porque en su crecimiento, o lo que es lo mismo en la maduración de su carácter se acerca a la comprensión de que todos somos la misma cosa, de que todos somos hermanos, y trata a todos como él mismo desea ser tratado, es decir, con amor.
Incluso cercanos a este punto, es posible que aún exista una máscara más: la más cara del pensamiento. La mente, con su casi infinito poder, puede presentar pensamientos que lleguen a ruborizar a la persona, y que la hagan pensar dos veces antes de actuar para no seguir los dictados de la mente, de esa mente malvada cuando la persona está luchando contra sí misma por su propio crecimiento.
En la máscara de pensamiento la persona puede ser consciente cuando muchas personas de su entorno tienen una opinión favorable de la persona, que a esta la cuesta aceptar, por no reconocerse en dichas opiniones. Solo es la máscara del pensamiento, que también se ha de dejar.
No nos queda más remedio que ir sacando máscaras de nuestra mochila. Para ello las herramientas necesarias son amor, respeto, tolerancia, comprensión, bondad, compasión y paciencia.
No hay prisa, tenemos muchas vidas para conseguirlo.

lunes, 22 de junio de 2015

El secreto de la felicidad


Perlas para el alma

 


Creo que ya es momento de que haga público, de una vez por todas, el secreto de la felicidad: “Cambia tu pensamiento. Eres lo que piensas”. Ya está, eso es todo.

sábado, 20 de junio de 2015

Hagase mi voluntad


Si hay algo en nosotros verdaderamente divino, es la voluntad.
Por ella afirmamos la personalidad, templamos el carácter,
desafiamos la adversidad, reconstruimos el cerebro
 y nos superamos diariamente.
Santiago Ramón y Cajal

Señor dame la fuerza para fortalecer mi voluntad,
ya que con ella podré recorrer más fácilmente el camino que me lleva a Ti.
Hari Krishan
            Existe demasiado sufrimiento innecesario en el mundo, y no quiero decir con esto que pueda existir algún tipo de sufrimiento que sea necesario, no. Cualquier clase de sufrimiento es innecesario, ya que, por el momento, no se le ha encontrado ningún beneficio al sufrimiento. Y lo mismo pasa con la ansiedad, con el dolor, con el miedo o con cualquier otra emoción negativa.
            ¿Por qué entonces, si el sufrimiento es innecesario e inútil, tanta y tanta gente vive la infelicidad que les provoca esas sensaciones negativas? Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que nadie les ha explicado lo contraproducente que resulta para su salud emocional, y por extensión para su salud física y mental, mantener ese tipo de emociones en su vida.
            Pero aunque sea verdad que todos, o muchos, de los que sufren nunca han tenido entre sus asignaturas una que les enseñe cual es el camino para conseguir la felicidad, la auténtica felicidad, y no malas imitaciones, no parece suficiente razón para que sufran por una u otra causa, un día tras otro, en largas temporadas de su vida. Tampoco existe la asignatura de “el fuego quema”, pero no parece necesaria, porque la primera vez que se acerca un dedo al fuego y se siente el calor, nunca más, de manera consciente, va a acercar la persona que se ha quemado un dedo al fuego.
            Está claro que cuando los seres humanos se encuentran con “algo” que puede generar un dolor físico, rápidamente encuentran la manera de obviarlo evitando así    que le afecte.
            ¿Cómo podemos ser tan masoquistas los seres humanos? No ponemos el dedo en el fuego para no quemarnos, pero nos abrasamos en las llamas del propio sufrimiento.
No es falta, por tanto, de conocimiento, ya que el desconocimiento puede ser válido para el primer día que se sufre, pero no para el segundo. Una vez que se ha constatado que el sufrimiento, en sí mismo, y por sí mismo, no soluciona el problema por el que se ha generado el sufrimiento, parece lógico que lo que tendría que hacer la persona que sufre es no hacerlo.
            Pero habitualmente, no es así. La persona sabe que está sufriendo, es perfectamente conocedora de que con esa emoción no va a solucionar ningún problema, pero le da igual, sigue sufriendo, y no solo sigue sufriendo, sino que se regodea en su dolor dándole cada vez más importancia, más fuerza y más energía a la emoción, y lo sigue haciendo hasta conseguir enfermar su cuerpo físico.
 
            ¿Cuál es entonces la causa por la que las personas se van autodestruyendo lentamente?
Es la falta de voluntad.
            La voluntad que es esa capacidad que tienen los seres humanos para hacer las cosas de manera intencionada, para gobernar sus actos, para decidir con libertad el tipo de conducta con el que se van a conducir en la vida, no existe en la inmensa mayoría de los seres humanos. O mejor, no existe para todo lo relacionado con sus emociones, sus hábitos o sus instintos.
            Los seres humanos son marionetas de sí mismos movidos por los hilos de sus deseos, de sus emociones, de sus hábitos y de sus instintos.
            Los seres humanos parecen tener una voluntad de hierro para levantarse antes que el sol para realizar un trabajo, que en muchas ocasiones, no les agrada en absoluto, y por el que además reciben un sueldo de miseria. Es decir, tienen voluntad para ser esclavos, pero son absolutamente indolentes para ser amos. Por eso siguen siendo esclavos de sus emociones, sin fuerza y sin poder para liberarse y liderar su vida emocional, de la misma manera que son incapaces de liberarse de vicios, de hábitos y de instintos, que al igual que las emociones les va destruyendo su cuerpo físico lentamente.
            ¿Qué hacer entonces? Pues poca cosa se puede hacer. No se puede sanar a quien no quiere ser sanado, no se puede incrementar la voluntad de una persona como si fuera la memoria de una computadora, así que solo queda esperar a que la persona abra los ojos, sea consciente de su autodestrucción y pida ayuda. En ese momento hay que volcarse en ayudar. 
 

Sufrimiento


Perlas para el alma

 

                      ¿Cómo podemos ser tan masoquistas los seres humanos? No ponemos el dedo en el fuego para no quemarnos, pero nos abrasamos en las llamas del propio sufrimiento.

viernes, 12 de junio de 2015

¿Sanación? no gracias


            ¿Qué pensar de una persona que acude a un terapeuta, posiblemente porque no ha encontrado alivio a sus problemas con la medicina tradicional, y ante la  indicación del plan de trabajo a realizar presentado por este, contesta que no tiene tiempo?
            Parece lógico pensar que la persona no quiere solucionar los problemas que, en un principio, parece que quería solucionar con su visita.
Así es el ser humano. La inmensa mayoría, en realidad, no busca la sanación, lo que busca es un milagro. Y si, los milagros existen, pero sólo se dan cuando se piensa, se habla y se actúa desde el alma, es decir, cuando se vive en sintonía con el alma, cuando se vive en sintonía con el Universo, en definitiva, cuando se vive en sintonía con Dios.
            No son conscientes los seres humanos de que su ritmo de vida, el nulo control que tienen sobre sus pensamientos, sus emociones desbocadas, la voracidad de sus deseos, y la falta de amor y de respeto hacia sí mismos, y por añadidura hacia los demás, son las causas responsables de sus múltiples enfermedades, tanto físicas como emocionales.
            La vida de la inmensa mayoría de las personas es un caos en sí misma, centrada en unos objetivos ficticios y pocas veces alcanzados, porque no saben cómo hacerlo, lo que genera una infinidad de emociones, que más que negativas, son negras, oscuras, espeluznantes. Todos desean ser amados, pero no aman; desean que llegue a ellos la riqueza, pero no dan; desean ser comprendidos, pero critican sin conocimiento a todo lo que se mueve; desean ser respetados, pero pisotean los más elementales derechos de los demás; desean ser felices y buscan la felicidad en la consecución de sus deseos y en los estercoleros emocionales, que es lo que conocen por ser donde habitualmente moran.
            La energía que reina en los campos energéticos de esa inmensa mayoría es la soledad, la ansiedad, el estrés, la rabia, la desilusión y el miedo.
            Es con esa energía con la que están alimentando, no solo sus cuerpos emocional y mental, sino también su cuerpo físico. Es difícil por lo tanto pretender que unas pastillas sanen la soledad o la ansiedad, o la  desesperación o el miedo. Si acaso, lo que pueden conseguir es esconder los efectos, pero la causa, que es el caos en que se encuentra inmersa la persona seguirá machacándola de manera despiadada.
            A la vista de esto, parece claro donde se encuentra la sanación. La sanación se encuentra en un cambio de vida, en un control del pensamiento, en no desear compulsivamente.
            El cambio de vida, o de ciertos aspectos de la vida parece imprescindible. De todos es sabido que si siempre se hacen las mismas cosas, el resultado siempre será el mismo. Si se quiere cambiar el resultado, algo habrá que cambiar por el camino. Pero aun así, conociendo esto, la gente no está dispuesta a cambiar, por un sinfín de razones en las que no merece la pena entrar, aunque la primera y principal parece ser el miedo. Pues bien, aun tienen otra alternativa, ya que no aman esa vida que no quieren cambiar, lo que les queda es aceptarla.  
   

miércoles, 3 de junio de 2015

Gracias, gracias, gracias Señor


Gracias le doy a la Virgen
gracias le doy al Señor
porque entre tanto rigor
y habiendo perdido tanto
no perdí mi amor al canto
ni mi voz como cantor.
José Hernández
                    Ayer mi mente perversa comenzó a darle vueltas y vueltas a algo que parecía un problema. Y que con el paso del tiempo, dejo de parecer un problema para convertirse en un problema Como afortunadamente conozco la técnica para permitir que se desvanezcan los pensamientos, comencé a trabajar, llevando la atención a la respiración, inhalando, exhalando, sintiendo como entraba y salía el aire, en definitiva medité y medité en mi respiración, me hice terapia a mí mismo, volvía a meditar, pero no, el pensamiento se iba un momento y volvía al siguiente con más fuerza. Sabía que seguir en esa rueda de pensamiento iba a atraer eso que me estaba asustando, pero no podía con el pensamiento.
                    Me acosté meditando y conseguí dormir, más fácilmente de lo que hubiera podido predecirse. Lo último que recuerdo antes de dormir fue mi oración: “Señor, ya sé que la solución está en mí, pero ayúdame a encontrarla”. Desperté a las tres y media de la mañana con una opresión en el pecho y el mismo pensamiento. Me asusté, no por lo que pensaba, no por la opresión, sino por estar inmerso en una vorágine de pensamiento que yo creía haber superado hacia tiempo. Decidí levantarme para meditar, no para eliminar el pensamiento, sino para encontrar la solución.
                    ¡Y llegó! En diez minutos, (no exagero nada), supe exactamente lo que tenía que hacer, y lo hice, con la sensación de que habían oído mi plegaria y habían hecho llegar a mi mente el pensamiento adecuado para solucionar el problema.
                    Desde ese momento hasta ahora, doce horas después, me siento embriagado por una energía de amor y agradecimiento hacia Todo, que me esta haciendo repetir dentro de mí, de manera casi permanente “Gracias Señor”.
                    Y sentado delante de la computadora para hacer otras cosas, me encontré con la entrada sobre la gratitud que viene a continuación. Me sentí tan identificado que me he permitido volver a colgarla.
                    Gracias.
 
                    La gratitud es el arte de saborear la vida con dulzura, es aceptar, es disfrutar, es trabajarse uno mismo. 
                    Un alma recién llegada al cielo se encontró con San Pedro que salió a recibirle. El santo llevó al alma a realizar un  recorrido por el cielo. Ambos caminaron paso a paso por unos grandes espacios llenos de Ángeles. San Pedro se detuvo frente a la primera sección y dijo: “Esta es la sección de recepción. Aquí son recibidas todas las peticiones hechas a Dios mediante la oración”. El alma miró la sección en la que muchos Ángeles estaban muy ocupados clasificando peticiones escritas en voluminosas hojas de papel, solicitadas por personas de todo el mundo.
                    Siguieron caminando hasta que llegaron a la siguiente sección y San Pedro le dijo: “Esta es la sección de embalaje y entrega. Aquí las bendiciones que la gente pide, son embaladas y enviadas a las personas que lo solicitaron”. El alma vio como estaban de ocupados en la sección. Había tantos Ángeles trabajando en ella como tantas bendiciones estaban siendo embaladas y enviadas a la Tierra. Finalmente, se detuvieron en la última sección, en la que un solo Ángel permanecía ocioso haciendo muy poca cosa. “Esta es la sección del agradecimiento” dijo San Pedro. “Pero ¿cómo es que hay tan poco trabajo aquí”, preguntó el alma. “Esto es lo peor”, contestó San Pedro, “después de que las personas reciben los dones y las bendiciones que pidieron, muy pocas envían su agradecimiento”. “¿cómo se agradecen las bendiciones de Dios?”, “simple” contestó San Pedro, “Sólo tienes que decir: Gracias Señor”.
                    Dar las gracias a Dios, decir como decía San Pedro: “Gracias Señor”, se convierte en una oración increíble por su fuerza y en un regalo de amor. Quien pronuncia las "gracias" de esta manera, comprende que nada en esta tierra le pertenece, y que todo es un regalo de los seres que velan por nosotros.
                    La gratitud es necesaria para entrar en una auténtica relación con Dios o con la persona que nos haya agraciado. "Gracias" es una palabra que une al cielo y la tierra. Cuando el agradecimiento es sincero,  está lleno de fuerza vital, y hace que se activen el chakra del poder personal, (el chakra solar) y el chakra del amor, (el chakra cardiaco).
                    El valor de la gratitud se ejerce cuando una persona experimenta aprecio y reconocimiento por otra que le prestó ayuda. No consiste, necesariamente, en “pagar” ese favor con otro igual, sino en mostrar afecto y guardar en la memoria ese acto de generosidad. 
                    Hay que aprender a agradecer. El agradecimiento siempre es interior, y después se puede expresar con palabras y con acciones. Recuerdas la historia de los diez leprosos. Solo uno regresó a darle gracias a Jesús por su curación milagrosa. Jesús lo puso por ejemplo y se entristeció por los otros nueve.
Recuerda: “Somos lo que pensamos”, “dar y recibiréis”. Dar las gracias por todas las bendiciones que estás recibiendo de manera permanente, te pone en condiciones de recibirlas a manos llenas.
El descontento estrecha la vida, mientras que la gratitud la expande, la aumenta, incrementa la alegría, y abre las puertas del infinito, abre las puertas del amor. Aquellos que reciben amor con gratitud lo reciben doblemente, mientras que quienes están descontentos lo pierden. La gratitud es el arte de saborear la vida con agrado; es también una aceptación inteligente y trabajo sobre uno mismo. 
 Aprende a usar una fórmula infalible. “Por favor” para pedir, “Gracias” al recibir. Piensa y reconoce todo aquello que recibes de los demás. Exprésalo a tu estilo: con palabras, con un abrazo, como te apetezca, pero exprésalo.
Ejercicio Esenio de purificación y  salud, agradeciendo:
Habría que hacerlo en el exterior, pero puedes intentarlo en tu espacio de meditación.
Empieza sintiendo la Tierra bajo tus piernas y tus nalgas y tus pies, sintiendo que te llena de energía, que te sostiene la Tierra.
Sintiendo la Tierra piensa en el origen de tu alma encarnada.
Siente el cielo infinito sobre ti, siente como te inspira, como te eleva.
Sintiendo la energía del cielo, piensa que eres eterno, que eres un alma.
Siéntete como una unión viviente entre las fuerzas del cielo y la Tierra. Coloca las manos juntas delante del pecho en el mudra de oración.
En esa postura permite que una hermosa luz que procede del cielo fluya a través de ti, llegando a la Tierra.
Repite en silencio dentro de ti:
“Madre Tierra, yo te ofrezco mi agradecimiento con todo mi corazón, y a través del corazón de todos los hombres y mujeres.
Que todos los seres que llevas en tu seno, protejan, alimenten y bendigan todo lo que crece”.
Permanece un momento en silencio, respirando lentamente, sintiendo como se expande tu corazón por esa expresión de agradecimiento.
Sigue diciendo en tu interior:”Madre Tierra, elimina mis enfermedades y mis faltas según tu voluntad para recibir la bendición del espíritu divino y transmitirla a todos los seres vivientes según tu voluntad”.
Mantente en silencio, mientras dejas que la Tierra te purifique.
Piensa en tu alma, siente tu conexión con ella, y repite dentro de ti: “Con amor y gratitud te ofrezco  mi amoroso agradecimiento lleno de Luz a la Madre Tierra.
A la Madre Tierra gracias.
Al agua de la vida, gracias.
Al aire que nos mantiene la vida, gracias.
Al fuego sagrado, gracias.
A los minerales, gracias.
A las plantas, gracias.
A los animales, gracias.
A la humanidad que camina por el sendero de la evolución, gracias.
A todos los ángeles, gracias.
A la Inteligencia que creó mi pensamiento, gracias.
Al océano de Amor que creó mi sensibilidad, gracias.
A la Vida Universal que impregno mi futuro con la semilla de la individualidad, gracias.
A todo los seres del mundo, gracias.
A mis padres, gracias.
A mi pareja, gracias.
A mis hijos, gracias.
A mis hermanos, gracias.
A mis amigos, gracias.
Gracias Señor, porque eres la Única Fuente que unifica a todos los seres”.
Haz una leve inclinación de cabeza y repite “Amen”.
 
Permanece en meditación el tiempo que te apetezca. 

Con esta práctica se desarrolla una mayor sensibilidad hacia todo lo creado y hacia el mundo superior

miércoles, 27 de mayo de 2015

Sanación


Perlas para el alma

 
No puedes dejar tu sanación en manos de ningún sanador, de ningún curandero, de ningún terapeuta, de ningún chaman o de ningún doctor.
La sanación, tu sanación, es tu propia responsabilidad, y sólo se va a dar, si se tiene que dar, cuando tú decidas e intervengas activamente en ella.
Todos los demás son meros acompañantes de tu proceso.

domingo, 24 de mayo de 2015

Sociedad enferma


La sociedad está enferma. Y si no, decir que opináis de esto: En la actualidad hay aproximadamente quince conflictos mayores en el mundo y unos treinta de menos intensidad, es decir que en estos últimos no hay guerra declarada por el momento; hay treinta y ocho millones de desplazados por estos conflictos; mil millones de personas pasan hambre, si, mil millones de personas, uno de cada siete pasa hambre, de las que veinticuatro mil mueren a diario; en cientos de países del mundo, el simple hecho de no haber nacido hombre supone una condena segura a una vida de subordinación, violencia y falta de derechos; son muchos los países y las personas homófobas, y hay un buen número de países en los que la homosexualidad es considerado un delito y en unos cuantos está penado con la muerte. Y no hace falta mirar los grandes números, solo hay que voltear la cabeza para ver a nuestros conciudadanos discriminando por razón de color, de sexo, de religión, sólo hay que ver que los dirigentes que hemos elegido para velar por nuestros intereses, nos roban hasta la camisa, sólo hay que entrar en cualquiera de las sedes de las casi infinitas religiones para sentir verdadero terror por lo podamos escuchar. Dejo la lista aquí, porque sólo quería poner un ejemplo de porque la sociedad está enferma.  
 
Y no es esto lo malo, lo peor es que va a seguir hasta que sus componentes desbloqueen el acceso a su propio potencial, hasta que sean conscientes de su poder y de su divinidad. Desgraciadamente, hoy los miembros que componen cada sociedad no son conscientes de su poder de creación, desconocimiento que no impide que creen de manera permanente y en piloto automático la propia miseria en la que viven, bien sea física, mental o emocional, no impide que creen líderes políticos con pies de barro, líderes religiosos con el corazón de piedra, o líderes sociales con mentes infantiles.
El pensamiento es creador, lo es la palabra, lo son las emociones, lo son los sentimientos, porque todo eso es energía, y recordar que energías iguales se atraen. La miseria atrae más miseria, el dolor más dolor, la tristeza más tristeza, el miedo más miedo. 
De la misma manera que cada célula se reproduce tal cual sea el estado de la célula madre, la enferma duplicándose en células enfermas y la sana duplicándose en células sanas, los miembros de cada sociedad se reproducen según sea la creencia o el pensamiento social de dicha sociedad.
Y la reproducción de una sociedad no es otra cosa que la educación que los nuevos miembros de cada sociedad van recibiendo para poder desenvolverse en ella. La sociedad, al igual que la célula, hace clones de sí misma.
Se educa para ser serviles y para permanecer dominados y en silencio. Se educa para vivir, en la mayoría de los países, en el engaño de que tenemos el poder mediante el voto democrático. Es mentira, porque al vivir dominados desde el exterior por el dinero, por el poder, por la religión y por la apariencia, y desde el interior, dominados por los instintos y por el miedo, es muy fácil engañar y manipular a los miembros de las distintas sociedades, ya que son analfabetos sociales, sino cómo es posible que nunca acierten con un gobierno que realmente acabe con la pobreza, con la corrupción, con el engaño o con la inseguridad, solo por citar alguno de los males que aquejan a casi todas las sociedades.
El analfabeto social puede hablar cinco idiomas, tener cuatro doctorados, haber realizado quince másteres, le puede salir el dinero por las orejas y ser el presidente de cualquier empresa o incluso del país, pero no sabe de su real y auténtico poder, no sabe de su divinidad, no sabe de su hermandad con todos los integrantes de su sociedad.
Si la educación que se recibiera fuera para ser felices, para potenciar el poder creador de los seres humanos y para tomar contacto con su divinidad, entonces los miembros de cada sociedad, si que podrían elegir libremente. A partir de entonces se acabaría con la desigualdad, con la pobreza, con el miedo, con las guerras y con la intolerancia.
Hasta que eso no pase, la sociedad seguirá enferma, atemorizada, dominada y engañada.
 

jueves, 21 de mayo de 2015

Dudo...., luego ¿Existo?


Perlas para el alma

            Es demasiado el tiempo que muchas personas, en vez de vivir, le dedican a la duda. Dudan de si se ha de subir o se ha de bajar, dudan de si se ha de comprar o se ha de vender, dudan  de lo que dicen, dudan de lo que hacen, dudan de lo que piensan, dudan de lo que sienten, dudan…… dudan……. dudan……..
            Dudar es como retorcer la vida por todos los lados, en lugar de vivirla y disfrutarla, en lugar de tomar un camino y seguirlo.
Dudar es volver incesantemente sobre todos los entresijos conocidos, ¿Para qué?, por un capricho de la mente, porque tu mente no quiere que resuelvas la duda, porque si lo haces  es una partida ganada a la mente, y la mente no te va a dejar que ganes ninguna partida, por eso te va a mantener de un sitio a otro, dudando, negándote la vida, porque la mente no quiere que encuentres la solución.
 
Dudar es recorrer de arriba abajo todos los senderos una y otra vez.
Dudar es mirar una y mil veces el mismo aspecto, como si quisieras que alguien decidiera por ti.
En la casa de la duda, el mayordomo es la ignorancia, porque no se sabe, porque no se decide, porque no se tiene la certeza, en definitiva, porque no se vive, porque no se Es. La verdadera tragedia de la duda es “no Ser”.
Y  “no Ser” supone que toda tu vida queda condicionada a los demás, que todo tú poder se lo entregas a la sociedad, a esta sociedad capitalista, caduca y perversa, porque tú eres incapaz de dirigir tu vida, por “el qué dirán”, por “qué pasará si…”, por “si yo supiera”. El “no Ser”, es la negación de tu divinidad, negación que te lleva a una falta de amor y de respeto hacia ti mismo tan grande que pones tu vida, tu crecimiento, tu amor y tu felicidad en manos de cualquiera. ¡Eres tu quien tiene que decidir tu vida!  ¡Sin dudar!, porque ¡TU ERES!

martes, 19 de mayo de 2015

Abuelito ¿Qué es la muerte?


-          “Abuelito, ¿Qué es la muerte?”, le preguntaba un niño a su abuelo.
-          “La muerte sólo es un cambio de conciencia hijo mío”, le dijo su abuelo.
-          “No lo entiendo abuelo. ¿Qué eso del cambio de conciencia?”, volvió a preguntar el nieto.
-          “A ver si lo entiendes así: Cuando estás en el cuarto de los juguetes no sabes que está pasando en tu colegio, ¿Verdad?” le explicó su abuelo.
-          “Si es verdad, no puedo saber lo que pasa en el colegio porque no estoy allí” contestó el niño.
-          “Pues eso”, siguió su abuelo, “Saber que pasa, es tener conciencia. Sabes lo que pasa en el cuarto de juguetes porque estás en él, que es lo mismo que decir que tienes conciencia de lo que pasa en el cuarto de juguetes, y no sabes lo que pasa en el colegio porque no estás, que es lo mismo que decir que no tienes conciencia de lo que ocurre en el colegio. ¿Lo entiendes ahora?”, terminó el abuelo.
-          “Si abuelo. Ahora tengo conciencia de que estamos juntos, pero no tengo conciencia de lo que hace la abuela donde esté”, dijo el nieto.
-          “Muy bien, correcto”, sonrió el abuelo. “Dime ahora: ¿Qué pasa cuando duermes?, ¿De qué eres consciente?, volvió a preguntar el abuelo.
-          “Pues….., de nada, no soy consciente de nada, porque estoy durmiendo que es como si no estuviera”, razonó el nieto.
-          “Y, sin embargo, en la mañana, te despiertas y vuelves a ser consciente de lo que pasa en tu habitación. Eres consciente de que es de día, de que el sol pasa por tu ventana y de que oyes a tu mamá diciéndote que te levantes que se hace tarde, ¿No es así?, le dijo el abuelo.
-          “Si, así es”, contestó el niño, sin saber muy bien para qué la historia del dormir.
-          “Cuando duermes”, siguió el abuelo, “No eres consciente de lo que pasa en la habitación porque no estás, porque estás en otro sitio”, concluyó el abuelo.
-          “Si que estoy, estoy durmiendo. Además ¿Por qué no soy consciente de ese otro sitio?”, preguntó el niño.
-          “Espera, vamos a tratar de centrarnos. Dime ¿Con que ves?” preguntó el abuelo.
-          “Con los ojos”, contestó el niño.
-          “Y ¿Con qué oyes?”, siguió preguntando el abuelo.
-          “Con los oídos”, volvió a contestar el niño.
-          “¿Sabes con que eres consciente?”, preguntó el abuelo.
-          “No”, negó el nieto.
-          “Eres consciente con la conciencia”, sentenció el abuelo.
-          “Uf, y ¿Qué es la conciencia?”, el nieto parecía perdido.
 
 
-          “La conciencia es lo que tu eres hijo mío. Lo que tú crees que eres, es tu conciencia. Si eres chico a chica, si eres alto o bajo, si eres bueno o no tan bueno, si algo te gusta o te desagrada, lo que te pone triste o alegre. Cualquier cosa que sepas o creas de ti, es tu conciencia. Y esa conciencia es el conjunto de lo que ves, de lo que oyes, de lo que tocas, de lo que saboreas, de lo que piensas y de lo que sientes. Todo en conjunto es tu conciencia. Es como las piezas de un rompecabezas, todas juntas forman la figura. ¿Lo has entendido?”, preguntó el abuelo.
-          “Creo que sí”, contestó el niño no demasiado convencido.
-          “La conciencia es algo que va creciendo en nosotros. De bebés no tenemos conciencia. Vemos, oímos, nos movemos, lloramos si nos duele algo, pero no sabemos que vemos, ni que oímos, ni que nos duele, ni quiénes somos. Vamos teniendo conciencia según vamos creciendo. Hasta ser como tú”, explicó el abuelo.
-          “Ah, entiendo” dijo el nieto.
-          “Volviendo al sueño. Cuando dormimos no sabemos donde hemos estado porque nuestra conciencia está en ese otro sitio. Es como si tuviéramos una conciencia para cuando estamos despiertos y otra conciencia para cuando estamos dormidos. Por eso no nos acordamos con la conciencia de estar despierto de lo que hemos hecho con la conciencia de dormir”, dijo el abuelo.
-          “Ahhh”, suspiró el nieto.
-          “Cuando dormimos, tenemos la conciencia de dormir, que esta en otro lugar, pero sea cual sea el lugar no nos vamos a acordar al despertar, porque lo hacemos con la otra conciencia, con la conciencia de estar despiertos. Pues morirse es como dormir, pero con dos diferencias: Una, que si que vamos a ser conscientes de eso que parece un largo sueño, y dos, que no vamos a despertar donde siempre, sino que nos quedaremos es ese otro lado siendo conscientes de todo durante un tiempo. Y de la misma manera que en el sueño despertamos en nuestra habitación cuando se ha hecho de día, también despertaremos del sueño de la muerte, un día, pero con otro cuerpo y siendo bebés, y entonces otra vez volveremos a usar como dos conciencias y al despertar en ese otro cuerpo no nos acordaremos de lo que pasó antes con la conciencia del sueño, en nuestro sueño de la muerte. ¿Lo has entendido?”, terminó el abuelo.
-          “Creo que sí. O sea que los bebés han sido otras personas que han muerto y ahora han vuelto”, sentenció el niño, “y seguramente nacemos bebés para no acordarnos de lo que hacíamos al otro lado ¿Verdad?”.
-          “Más o menos” contestó el abuelo.
-          “Te quiero abuelito. Y cuando te vayas al otro lado, aunque sepa que vas a estar bien me va a poner triste no poder verte y abrazarte”, concluyó el nieto.
-          “Yo también te quiero hijo”, dijo el abuelo con lagrimas en los ojos. 

domingo, 17 de mayo de 2015

Quien siembra vientos....


Perlas para el alma


“Quien siembra vientos, cosecha tempestades”. Así que siembra ayuda, siembra perdón, siembra colaboración, siembra alegría, siembra amor, y alcanzarás la liberación.

miércoles, 13 de mayo de 2015

El secreto de la abundancia


Perlas para el alma

 

El verdadero secreto de la abundancia es: Aceptar lo que tienes, aceptarlo con alegría y compartirlo, compartirlo en todas sus formas: Dar, ofrecer, entregar, donar,  regalar, otorgar, ayudar, ceder, obsequiar, proporcionar, aportar, suministrar, proveer, y todo eso sin esperar nada a cambio.