Continuación de “El Viaje del alma” (3)
Todo lo que existe en el Universo, procede de
la misma Fuente, todos tenemos un origen común que fue la voluntad original del
Creador de darnos la vida. Todos estamos impregnados de la Esencia Divina, y
con las individualidades que hemos elegido en esta encarnación, formamos parte
de la Unidad Cósmica y Universal.
Todos
somos una Chispa Divina, una chispa desgajada de la Energía Divina. Todos
tenemos la misma composición, la misma esencia, y de la misma manera que un día
nos desgajamos de la Energía, a Ella hemos de retornar.
Por lo
tanto, cada entidad con la que tenemos contacto, ya sea persona, animal,
vegetal o mineral, es lo mismo que nosotros y por lo tanto merecedora de todo
nuestro respeto, amabilidad, compasión y amor, porque somos lo mismo, porque
tenemos el mismo origen.
El
mayor problema con el que nos encontramos los seres humanos en nuestra llegada
a la vida, es la idea de la separación, la idea de que somos independientes. No
es esta una idea que llegue a nosotros por generación espontánea, es sencillamente
fruto del aprendizaje y del ejemplo que recibimos.
Sentirse
separados de la Fuente es despreciar el propio origen, es despreciar la propia
esencia, es, en definitiva despreciarse a uno mismo. Y si una persona no se ama
a sí misma, no se respeta y no se valora, está claro que tampoco va a respetar
a nadie de su entorno, es imposible, no sabe, con lo cual los sentimientos que
se proyecten a los demás van a ser negativos. Y teniendo en cuenta que se
recibe lo que se da, la energía y los sentimientos que vamos a recibir de los
demás es la misma negatividad.
Con independencia de que creamos o no en la
Unidad, si queremos cambiar la dinámica de nuestra vida algo se ha de cambiar,
pues ese primer cambio es amarnos y respetarnos a nosotros mismos, ya que si
constantemente nos estamos criticando, autodespreciando, y manteniendo una
pobre opinión sobre nuestra persona, esto es lo que reflejaremos sobre los
demás, y con ello nuestros cuerpos físico y energético irán acumulando energía
negativa y toxinas para ajustarse a la opinión que tenemos de nosotros mismos.
Es
en alguna vida, fruto de nuestro crecimiento cuando nos empezamos a plantear la
posibilidad de que todos seamos Uno. Es a partir de aquí cuando el crecimiento
se acelera y cuando podemos decir, sin temor a equivocarnos que estamos casi
rozando la liberación.
Cuando
empezamos a plantearnos la posibilidad de que todos somos lo mismo, las
vibraciones que salen de nosotros hacia los demás cambian, y cambian por amor y
energía positiva. Cuando proyectamos hacia nuestro entorno esos sentimientos,
compuestos de vibraciones de amor y energía positiva, comenzamos a recibirlos
nosotros también.
Pero
está claro que no todo el mundo va a entrar en la misma comprensión de Unidad,
por lo que en muchos casos nos vamos a enfrentar a relaciones difíciles. Cuando
eso suceda es momento de recordar que cada persona tiene en su interior un ser
de luz y hemos de acercarnos con respeto y amor.
Continuará…………….