El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




jueves, 29 de septiembre de 2022

Miedo

 


Capítulo X. Parte 1. Novela: "Ocurrió en Lima"

        Desde que Ángel se fue de mi casa, permanecí sentado reflexionando sobre todo lo que había pasado desde que salí de la empresa inmobiliaria.

¡Qué lejos me parecía que quedaba la mañana! Había sido un día intenso de emociones y enseñanzas.

Han sido muchas las lecciones impartidas por Ángel, desde que nos conocimos o, mejor, desde que “ellos” decidieron enviarle en mi ayuda.

Está claro que los temas de los que me ha ido hablando Ángel debían de ser necesarios para mi estabilidad emocional o para mi crecimiento. No sé muy bien cómo llamarle, aunque poco importa el nombre. Como él dice, ¡qué más da!, lo importante no es el nombre, es todo lo recibido.

Estoy aprendiendo cuan inútiles son los miedos emocionales, esos generados por el pensamiento, como mi miedo a formalizar una relación para evitar un hipotético sufrimiento en caso de una, también, hipotética ruptura.

Somos increíblemente estúpidos los seres humanos o, al menos, yo lo era. ¿De cuántos momentos agradables me habré privado por mi ridículo miedo?, porque la carrera que me he dado para separarme de Indhira ha sido reciente, pero, ahora, soy consciente de que ha habido otras muchas huidas en mi vida. Me he pasado la vida cerrando la puerta a lo que más he deseado, formar una familia, dejando abierta la puerta de enfrente, para que entrara, con algarabía o de puntillas, la soledad, que es lo que estoy viviendo y, aunque crea que es algo que estoy disfrutando, la triste realidad es que me pesa como una rueda de molino atada a mi espalda.

Cuando escuchaba a Ángel hablar sobre las recreaciones, que se ven desde el otro lado de la vida, se me abrieron los ojos como platos. Pues bien, creo que aún los tengo igual de abiertos. Aunque casi se me cierran de golpe cuando escuché el timbre de la puerta de mi departamento.

No era habitual que alguien tocara en las puertas de los departamentos sin haber pasado antes por el filtro de los vigilantes de la entrada del edificio. Solo podía ser algún vecino o alguien que se hubiera colado de la calle. Lo segundo parecía improbable, ya que nunca se había colado alguien en el edificio. Tampoco era muy normal que los vecinos se pasearan por la escalera. Creo que solo la vecina que vivía a la derecha de mi puerta, una abuelita muy agradable, había tocado la puerta una vez y eso porque a mí se me habían olvidado las llaves en la parte exterior de la cerradura y tocó para avisarme.

Me acerqué a la puerta y pregunté sin abrir:

-    Si, ¿Quién es? –la inseguridad ciudadana es un problema tan grave en nuestra ciudad que se hace imprescindible tomar todas las precauciones posibles.

-    Hola –escuché una voz de mujer al otro lado de la puerta- disculpe, soy su vecina. Me acabo de mudar, me he quedado sin luz y era para ver si usted podía informarme del lugar donde se encuentra el interruptor general.

No hay comentarios:

Publicar un comentario