No es esta
una entrada para hablar del día y de la noche, sino para hablar de las Fuerzas
de la Luz y de las fuerzas de la oscuridad.
Las Fuerzas
de la Luz son Grandes Seres Cósmicos, que residen en los planos más altos de la
existencia. Su trabajo con la humanidad es ayudar al esclarecimiento de sus
mentes, influyendo en las mentes de los servidores alineados con el Plan de
Dios. Trabajan por intermedio de todos aquellos que realmente aman a sus
semejantes. Ni tan siquiera ellos pueden llegar a las mentes de las personas
egocéntricas y cerradas, ni tampoco a todos aquellos que por pertenecer a una
determinada religión han cerrado sus mentes a otras creencias que no sean las
de su fe determinada.
Las fuerzas
de la oscuridad existen. Los malignos existen y tienen tanto poder como el que
puedan tener las Fuerzas de la Luz. Su meta es la destrucción de la humanidad,
o al menos, mantener a esta bajo control para poder reinar abiertamente. Conseguir
que los seres humanos vuelvan una y otra vez a la vida, sin haber avanzado ni
un milímetro en su acercamiento a Dios, es también uno de sus objetivos. Y
parece que lo hacen bastante bien.
Las dos
fuerzas conviven en la Tierra, con preponderancia de una u otra en lugares
determinados del planeta, pero aunque la mayoría en un lugar determinado sea de
uno u otro tipo, existen infiltrados de la fuerza contraria, de la misma manera
que el Yin coexiste dentro del Yang y viceversa, así, hay Fuerzas de la Luz en
la oscuridad y fuerzas oscuras en la Luz.
La
preponderancia de Luz u oscuridad la dan las personas con su evolución, con su
desarrollo, con su cercanía o lejanía del Amor, con su materialismo, con su
egoísmo, con su respeto, su espiritualidad, en resumen según sea su
crecimiento. Son países de preponderancia de Luz todos los del primer mundo y
algunas zonas aisladas del resto. Están muy mezcladas la Luz y la oscuridad en
el segundo mundo. Y son países con preponderancia de oscuridad los del tercer
mundo.
Sin embargo,
existen países en los que teniendo mayoría de habitantes de Luz, pueden estar
regidos por dirigentes manipulados por la oscuridad. Como ejemplo nos valen
algunos países en el primer mundo, que afectados por la crisis económica,
propiciada por gentes manipuladas por la oscuridad, tienen dirigentes que con
el pretexto de solucionar la crisis del país, han abocado a sus habitantes a la
pobreza y a la pérdida de derechos. Esos habitantes ocupados en sus
preocupaciones abandonan cualquier actividad que les acerque a Dios, llegando
incluso a renegar de Él. Buen trabajo para la oscuridad, aunque disimulado por
los grandes números del país.
Vale, ya
sabemos esto, y ahora ¿Qué? Es posible que alguien piense que no es para tanto,
que además en la Era de Acuario esto va a terminar. No es así. Por el mero hecho
de haber entrado en la Era de Acuario, no quiere decir que todo el mundo vaya a
crecer y a evolucionar, no quiere decir que todo el mundo vaya a cambiar su
vibración a la energía del Amor, no quiere decir nada, porque somos la
humanidad la que ha de hacer el trabajo. Si, puede ser que la inclinación de la
Tierra favorezca ciertas energías, pero el trabajo lo ha de realizar, de manera
individual, cada ser humano.
La humanidad
se encuentra anclada en falsos valores y en un materialismo feroz, ya se han
encargado las fuerzas de la oscuridad de que así sea. Para que estas fuerzas
pierdan poder, para que surja un nuevo renacer, han de cambiar los valores al
Amor, a la Unidad, a la Hermandad, al Servicio.
Mientras
tanto, los cantos de sirena, de más dinero, de más poder, de más sexo, de más
fiesta y de más alcohol van a seguir arrastrando a la humanidad a su propia
destrucción como seres divinos.
Es momento de
abrir definitivamente los ojos, es momento de abrir definitivamente el corazón,
es momento de entender que eres un alma, es momento de vivir para la Divinidad.
Es momento de ofrecer tu vida a Dios.
Ofrecer la vida a Dios no es hacerse cura o monja, no. Ofrecer la vida a Dios
es dejar que la vida fluya a través de ti, sin componendas mentales; es dejar
que la vida transcurra según el Plan Divino, sin forzar acontecimientos para
que la vida sea lo que a ti te gustaría que fuera. Cuando consigues eso, te
cambia la vida, porque Dios, al que has ofrecido tu vida, con tus problemas,
con tus dudas, con tus miedos, se encarga de que comiences a vivir la vida que
necesitas vivir, no la que tu crees querer vivir, no la que las fuerzas de la
oscuridad quieren que vivas.