El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




lunes, 29 de septiembre de 2025

Sobre el ego 1

 


El ego es a la persona como la sombra al cuerpo: siempre presente, pero no es lo esencial. 

El ego nos sigue a todas partes, como una silueta que se proyecta desde nuestra identidad. Nos hace creer que somos lo que aparentamos, lo que logramos, lo que otros ven. Pero al igual que la sombra, el ego no tiene sustancia propia: depende de la luz que lo proyecta, del entorno que lo moldea. No es malo en sí mismo; puede protegernos, impulsarnos, darnos forma. Sin embargo, cuando lo confundimos con nuestra esencia, nos perdemos.

La persona auténtica vive más allá del reflejo. Habita en la conciencia, en la capacidad de amar sin condiciones, en el silencio que no necesita reconocimiento. El ego grita, exige, compite. La esencia escucha, comprende, crea. Hay momentos en que el ego nos domina, y creemos que somos nuestra sombra. Pero basta una pausa, una mirada interior, para recordar que somos el cuerpo que la proyecta, no la sombra que nos sigue.

Liberarse del ego no significa destruirlo, sino reconocer su lugar: un acompañante, no un guía. Cuando lo ponemos en su sitio, la luz que nos atraviesa deja de proyectar sombras y empieza a iluminar caminos. Porque lo esencial no se ve, pero se siente. Y ahí es donde habita lo verdadero.

 


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