El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




domingo, 11 de agosto de 2013

¿Quien es el loco?


Tengo una pregunta que a veces me tortura:
¿Estoy loco yo o los locos son los demás?
 

            Estaba viendo anochecer, ¡Que belleza! Tanto el amanecer como el anochecer son un espectáculo grandioso en esta hermosa ciudad (Cusco), una explanada entre montañas eternas, por las que cuando se asoma y se pone el sol, es como si la Energía Divina anunciara la grandeza de un nuevo día y la serenidad de una noche hermosa.
           Viendo como el sol desaparecía entre las montañas, recordé que también en un anochecer, escribí una entrada en el blog. La busqué y al leerla conecté con la misma sensación, con la misma emoción, con la misma energía, que estaba sintiendo ahora. Y por primera vez, y sin que sirva de precedente decidí volver a colgarla.
Son las seis de la tarde y en Cusco ya ha caído la noche. No se ven las montañas que rodean la ciudad y que también rodean mi casa, ya que a través de las ventanas, mire al norte, al sur, al este o al oeste, sólo veo montañas, sólo veo los Andes. Pero ahora en la oscuridad de la noche parece que su inmensidad se ha diluido con la luz del Sol. Donde había montañas sólo hay oscuridad, y debajo de esa negrura, las luces de la ciudad, y encima de la negrura, las estrellas titilando para llamar la atención de unos pocos que nos quedamos embelesados con su brillo.
            Y yo, en mi locura, o en mi cordura, como no veo las montañas me pregunto: ¿Dónde se habrán ido las montañas?, ¿Se las llevará el sol cuando desaparece? Porque si no las veo, ¿Será que no existen?, o si existen, pero no las veo.
            ¿Crees que me he vuelto loco?, y entonces qué opinas de aquellos que no creen en el alma porque no se ve, o no creen en una vida del espíritu porque no sale en la tele, o de los que cuestionan que seamos hijos de Dios porque no han visto el libro de familia de Dios, o de los que dudan de que tengamos un cuerpo etérico y de que todos estemos conectados porque no ven los hilitos de esa conexión.
            En mi locura o en mi cordura, cuando veo brillando las estrellas, me siguen surgiendo un sinfín de preguntas: ¿Cómo se aguantarán flotando en la nada?, ¿Cómo será posible que en esa nada floten millones y millones de estrellas?, ¿Cómo será posible tanta grandeza?, ¿Quién mantendrá ese orden?
            ¿Aun crees que me he vuelto loco?, y entonces qué opinas de los que se ocupan del tiempo que va a hacer en días posteriores, o de los que se irritan porque no les ha saludado el vecino, o de los que retiran el saludo a su hermano porque no hace lo que el querría que hiciera, o de los que se preocupan porque no saben si tendrán plaza para sus vacaciones.
            Mirando la noche de Cusco a través de mi ventana, escrutando la negrura a través de la nada, me siento más energía, me siento más alma, me siento eterno, me siento más cerca de Dios, me siento, también, más cerca de los hombres, y en mi locura o en mi cordura le pido a Dios que ilumine con su Luz a los que necesitan “ver para creer”, a los que viven las miserias de sus mentes, a los que no saben que su misión no es irse lejos en unas vacaciones, sino bajar a su corazón, aunque sea en el lavabo de su casa, a los que se sienten solos y desvalidos porque se han alejado de su alma, a los que guardan rencor a su hermano, a los que………………..
            Únete a mi locura, asómate a la negrura de tu noche, en Lima, en Barcelona, en Buenos Aires, en Londres, allá donde te encuentres, asómate a tu noche y pide conmigo a Dios que nos envíe su Luz, y nos de fuerzas para aliviar tanto sufrimiento, tanta incomprensión y tanta ignorancia como hay en esta Tierra, que vista desde otras ventanas de nuestro Universo se ve tan sólo como una estrella azul.
            Gracias. Bendito seas, bendita seas, en tu locura o en tu cordura.
 

viernes, 9 de agosto de 2013

Beneficios del sufrimiento


            Aunque pueda parecer que el sufrimiento tiene múltiples y variados beneficios por la gran cantidad de personas que viven enganchadas a él en muchas épocas de su vida, no, no tiene ningún beneficio. Antes al contrario, todo son perjuicios.
El sufrimiento es una sensación motivada por cualquier condición que somete al sistema nervioso a un fuerte desgaste.
Decía Buda que el dolor es inevitable, pero que el sufrimiento es opcional. El sufrimiento, como cualquier otra emoción o sensación, es una forma de energía  motivada por otra forma de energía: Un pensamiento.
No creemos que merezca la pena entrar en que tipos de pensamiento son los que generan el sufrimiento, da igual, no podríamos abarcarlos a todos, ni queremos, porque si realizamos una encuesta sobre cuál es el pensamiento de cada sufridor, tendríamos, con los correspondientes matices, tantos pensamientos de sufrimiento como sufridores.
Alguien podría pensar que el sufrimiento es algo que traemos en nuestra mochila kármica para trabajarlo y liberarnos de él en algún momento de la vida. Pues no, nada tiene que ver el sufrimiento con el Karma. Con el Karma tiene relación el dolor, pero no el sufrimiento.
Dejando aparte a las personas adictas al sufrimiento, que las hay, hay otras muchas que sufren, sin ser del todo conscientes de su sufrimiento, incluso tienen la conciencia de que ante el problema que envuelve su vida, es normal y obligatorio ese sufrimiento, es lo que toca en ese momento, y que liberarse de él, sería una especie de traición, lo cual les acarrearía un nuevo sufrimiento.
¿Qué hacer entonces?, porque la formula: “Deja de sufrir que no sirve de nada”, no tiene ningún valor para la persona que sufre, es un consejo inútil. Lo primero que piensa la persona es: “Ya me gustaría verte en mi lugar, a ver si eras capaz de no sufrir”.
Para salir del sufrimiento es imprescindible tener claros algunos conceptos:
1)      Ser consciente del sufrimiento.
-          Si una persona no es consciente de que tiene un problema, difícilmente podrá ponerle remedio.
2)      Tener conciencia de que el sufrimiento no aporta ningún beneficio.
-          Una persona que sufre no puede dar el cien por cien de su energía, ya que una parte de su energía está dedicada al sufrimiento. Tiene una especie de minusvalía energética.
3)      Tener, al menos, la duda de que se puede salir de él.
-          Si la persona cree que el sufrimiento es una situación consustancial con la vida y no tiene solución, no se puede hacer nada. La persona ha de tener la creencia de que tiene solución.
4)      Saber que no es una traición a la persona por la que se sufre.
-          Si un ser querido se encuentra enfermo, por ejemplo, no tienen porque enfermar sus familiares. El sufrimiento es una forma de enfermedad. Al final todos enfermos, ¿Quién cuida a quien? Para cuidar a un enfermo es mejor estar sano.
5)      Querer salir del sufrimiento y trabajar para que esto suceda.
Si se dan las cuatro primeras condiciones, la persona está lista para comenzar su trabajo de cambio y transformar su vida de sufrimiento en una vida de paz y serenidad, en la que podrá dar de sí el ciento por ciento para solucionar el problema o ayudar a la persona causante del sufrimiento anterior.
Como el sufrimiento es una energía generada por un pensamiento, el trabajo ha de centrarse en eliminar el pensamiento.
Los pasos serían:
1)      Comenzar a meditar para que la mente aprenda y empiece a permanecer más tiempo en silencio. Ojo, no es algo rápido. No se puede cambiar en una meditación la inercia de una mente que lleva muchos años a su libre albedrío. Requiere tiempo, constancia, voluntad y paciencia.
2)      Cada vez que aparezca el pensamiento, y se sea consciente, cambiar ese pensamiento por otros pensamientos de carácter positivo y a ser posible con una vibración más sutil, para que además de evitar el pensamiento de sufrimiento, vaya limpiando de energía negativa el cuerpo energético.
o   Yo le llamo letanías: Se puede cambiar el pensamiento por la repetición consciente de frases como: “Yo Soy el alma”, Yo Soy paz”, “Yo Soy amor”, Yo Soy alegría”, etc. Con el “YO SOY” delante se pueden repetir todas las cosas buenas que desee la persona para sí misma.
A partir de aquí, la persona se irá liberando de su minusvalía, sintiéndose cada día con más fuerza, más energía, más paz y serenidad.
 

miércoles, 7 de agosto de 2013

Honestidad


El diccionario define la honestidad como el valor de ser decente, recatado, razonable, justo u honrado.
En su sentido más evidente, la honestidad puede entenderse como el simple respeto a la verdad en relación con el mundo, los hechos y las personas; en otros sentidos, la honestidad también implica la relación entre uno mismo y los demás, y la relación de la persona consigo misma.
            La honestidad según Confucio se basa en la empatía y la comprensión de los demás, lo que requiere una autocomprensión previa, de la que nacen las normas morales. La versión confucionista de la honestidad consiste en tratar a los inferiores como te gustaría que tus superiores te tratasen a ti.
La honestidad consiste por lo tanto en ponerse en el lugar hipotético del otro, y elegir no hacer o decir nada que pueda mancillar el honor o la reputación de otras personas, y no hacer o decir nada que pueda hacer sentirse mal a otros.
Pero la honestidad es más, es signo de crecimiento, de evolución, de carácter. En nuestro aprendizaje a través de todas las vidas, se aprende a ser honesto trabajando prácticamente cualquier otra faceta. Aprender a no robar es aprender a ser honesto,  aprender a tratar con bondad a los demás es aprender a ser honesto, aprender a cumplir la palabra dada es aprender a ser honesto, aprender a no mentir es aprender a ser honesto, etc., etc., etc.
Los que mienten, los que corrompen, los que se dejan corromper, los que roban, los que no cumplen la palabra dada, los que hieren con la palabra o con sus acciones, los que no cumplen con sus obligaciones laborales, los que no cumplen sus promesas, están lejos de la honestidad, están lejos de alcanzar un mínimo grado de evolución como seres humanos, están lejos del alma, están lejos de Dios.
Lo peor de esto, es que los deshonestos no engañan a los demás, están engañándose ellos mismos, porque no sólo tendrán que volver a la materia hasta que aprendan a ser honestos, tendrán que volver para limpiar todo el Karma que están generándose con su deshonestidad.
No esperes más para empezar a tratar a los demás como si fueras tú mismo, es la mejor manera de ser honesto, es la mejor manera de ser feliz, (aunque te cueste creerlo), es la mejor manera de expandirte hacia la Divinidad. 

domingo, 4 de agosto de 2013

Vivir las circunstancias


            Cada ser convive con sus circunstancias. Circunstancias que, en un principio, no parecen fácil de cambiar, o al menos, no de la noche a la mañana. Tenemos una familia, tenemos unos amigos, tenemos un trabajo, tenemos un pasado y tenemos unos deseos de futuro.
            Podríamos decir que son los apoyos que nos permiten desplazarnos a lo largo y ancho de nuestra vida, son la fuerza, son el acicate, son, dirían muchas personas, su razón de vivir. Sin embargo, estos apoyos, a veces, parecen resquebrajarse: Puede ser que la pareja no vibre con la misma intensidad que años atrás, puede ser que alguno de los hijos no haya elegido el camino adecuado, o que la enfermedad golpee a uno mismo o a algún ser querido, o que falle el trabajo, o que se derrumben las expectativas de futuro.
            Nadie está a salvo de contratiempos. Todos estamos expuestos al sufrimiento, al dolor, a la preocupación.
            Mientras todo es, más o menos perfecto, parece fácil ser feliz, teniendo en cuenta, además, que un porcentaje muy grande se seres humanos basan su felicidad en que todas las circunstancias que rodean y complementan su vida funcionen de manera correcta. Y cuando alguna de esas circunstancias deja de funcionar, parece lógico que la felicidad se acabe, parece lógico entonces que comience el sufrimiento.
            Es muy difícil en cualquiera de estas o parecidas situaciones que la persona no se centre en su decepción o en su dolor, y sufra, y se preocupe. Y muy fácil para los aconsejadores, que somos casi todos, decir a la persona que no sufra ni se preocupe, que no va a conseguir nada. Ya sabe la persona que sufriendo y preocupándose no va a conseguir cambiar ninguna de las situaciones que padece, y aunque hay personas, masoquistas, que disfrutan con el sufrimiento, es bien cierto, que son muchas más a las que las gustaría dejar aparcado el dolor y la preocupación. Pero no saben cómo, ya que el pensamiento de su dramática situación, (para la persona lo es), vuelve a su mente una y otra vez, de día y de noche, dándose, en algunos casos, la paradoja de que si en algún momento se distrae de ese pensamiento y disfruta y se ríe, se siente después peor porque se ha reído, ya que lo considera como una traición a su padecimiento.
            Pero se puede salir de esa situación, aunque para ello hay que trabajar, como para todo en esta vida. No es fácil, pero se consigue salir con dos actuaciones: Aceptación y meditación.
            La meditación es buscar el silencio en la mente, por lo que en ese silencio, no hay pensamiento, ni dramático, ni alegre. La meditación es, además, el alimento del alma: Cuando más alimentemos el alma, más fuerte estará, (si, ya sé que suena a chiste, pero es real), y cuanto más fuerte se encuentre, más fácil será para la persona vivir las cualidades del alma, cualidades que son variadas, pero ahora nos interesa una: La aceptación.
            Aceptar la situación coloca a la persona en un lugar de serenidad, permitiendo a la vida que siga su fluir, sin intentar detenerla, lo cual es imposible. Ya sabemos lo que conlleva “no aceptar”: presión, dolor, frustración, ansiedad.
            La aceptación no significa la inmediata aprobación de cualquier hecho, sea el que sea. Aceptación significa que estamos abiertos a la experiencia del acontecimiento, que estamos dispuestos a sentir profundamente, sin resistencias de ninguna índole, cualquier cosa que ocurra en nuestra vida.
            Con la serenidad que da la meditación y la aceptación, la persona se coloca en un lugar de privilegio, abierta a la experiencia, para sacar el máximo provecho a la situación, y poner todos los medios a su alcance, comenzando por la mente para cambiar esa situación, o colaborar con ella.

miércoles, 17 de julio de 2013

¡Qué dirán!


            ¡Cuántos abrazos perdidos por “el qué dirán”!, ¡Cuántas caricias reprimidas!, ¡Cuánta incomprensión!, ¡Cuánto sufrimiento inútil!
            La sociedad es tan ignorante, que prefiere reprimir sus impulsos, antes de que sus conciudadanos “digan”.
            ¡Qué dañina es la sociedad!, ¡Qué dañina la conciencia social! Su afición favorita es juzgar y criticar al prójimo, es buscar lo que la sociedad considera un fallo, y que no es nada más que algo no coincidente con sus propias creencias.
            Creo que alguna vez hemos comentado que una persona puede tener mil virtudes y un “algo” que la sociedad considera defecto. Y que en vez de alabar alguna de esas mil virtudes, se centra, con saña, en ese “algo”. ¿Por qué?, ¿Por qué no se fijará la sociedad en las virtudes de la persona, en vez de recalcar lo que podrían ser sus defectos? Es muy posible que sea por envidia, o por orgullo, o por ignorancia, o por vivir desconectada del alma, o por pobreza espiritual, o por inmadurez de carácter.
            En el “qué dirán” hay dos partes: Una el crítico, otra el criticado.
            Por lo que respecta al criticado que hace caso de las críticas, ha de valorar en cuanto está su autoestima, en cuanto se valora. Aquel que hace caso de la crítica es alguien que se tiene en muy poca estima y que entrega su poder a los demás, para que hagan y deshagan a su antojo. Quien entrega su propio poder a la sociedad, ya puede tener claro que va a ser destrozado y vilipendiado con saña. Y además, parece que por pura afición, por el mero hecho de ¿hacer mal?, ya que el “crítico”, no gana absolutamente nada. Destroza a la persona y se queda tan feliz, sin tener en cuenta el daño que está causando.
            No se debe entregar el propio poder a nadie. Cada persona tiene que actuar según sus propias convicciones, sin tener en cuenta la opinión de los demás.
            En cuanto al “crítico”, cada crítica que se forma en su mente o sale de su boca, sólo es una prueba de que algo está fallando en él y de que está juzgando algo que se encuentra en sí mismo y no le gusta. Si alguna vez es consciente del daño que hace, lo mejor que puede hacer para evitar engrosar su bolsa kármica, es pedir perdón de inmediato, mental, si así fue la crítica, o de palabra si el daño fue causado por la boca.
            Y después aprovechar las lecciones, buscando en sí mismo la causa de la crítica, y una vez encontrada, comenzar a actuar para eliminarla, trabajando de manera consciente la virtud contraria.
            Digan lo que digan, vive tu vida. Nadie va a vivirla por ti.

domingo, 14 de julio de 2013

Ser espiritual


            Escuchaba días pasados en la combi, (transporte urbano en el Cusco), una conversación entre dos mujeres. No es que entrara en sus vidas, es que hablaban lo suficientemente alto, como para que todos los pasajeros escucháramos su conversación. Habría que ser muy sordo para no escucharla. Era una conversación intrascendente, como tantas en los medios de transporte, hasta que un comentario llamó mi atención. Decía una de las mujeres a su amiga: “Pues mi esposo dice que es más espiritual que yo, porque lee muchos libros de autoayuda”.
            Pensé que eso era parecido a decir: “Yo me considero ingeniero porque cada día paso por un puente colgante”, o “Entiendo mucho de arquitectura porque veo libros con imágenes de grandes edificios”.
            Leer libros de autoayuda, lo único que puede dar al lector es más conocimiento sobre la autoayuda, pero nada más. Existiría alguna diferencia si el lector además de leer, pusiera en práctica alguna de las técnicas que esos libros explican.
            Pero esa práctica, no significaría, en absoluto, ser “más espiritual”.
            Todos somos seres espirituales, todos somos hijos de Dios, todos somos una Chispa Divina, todos somos un alma; y no existe una vara de medir, para ver quién es más o menos alma, más o menos hijo de Dios, más o menos Chispa Divina, más o menos espiritual.
            Tan “ser espiritual” es una persona santa, como un asesino. La diferencia estriba en que la persona santa vive desde el alma, a eso se denomina vivir la espiritualidad, y el asesino, y muchísimos más, viven desde la materia, desconectados totalmente del alma.
            Vivir desde el alma, vivir la espiritualidad, es acercarse a las cualidades del alma: Libertad, generosidad, servicio, felicidad, esperanza, amor, humildad, introversión, aceptación, compasión, soledad.
            Cuando nuestra vida es un calco de esas cualidades, podemos decir que vivimos la espiritualidad. Mientras tanto parece más correcto decir que la persona está creciendo, está evolucionando, está expandiendo su conciencia o madurando su carácter.  

martes, 9 de julio de 2013

Karma, pensamiento y perdón


            Si nos detenemos durante un momento para pensar cuales han sido nuestras acciones, nuestras palabras o nuestros pensamientos que han generado Karma, en el día, o durante la última hora, (un día parece mucho para recordar), es posible que nos abrumemos, y a partir de ese momento seamos un poco más cuidadosos con el uso que le damos a la vida para conseguir, no ya reducir el Karma, sino no llegar a generarlo.
            Es bueno recordar que no sólo genera Karma cualquier pensamiento, cualquier palabra o cualquier acción negativa, y sino también cualquier pensamiento, palabra o acción positiva que sea realizado con el fin de conseguir algo, ya sea consciente o inconscientemente. Me atrevería a decir que genera Karma todo aquello que no sea realizado con amor, con autentico y verdadero amor, ese amor que se da a cambio de nada.
            Como ejemplo nos vale esa acción que parece que se hace desinteresadamente, pero que sin embargo, con el paso del tiempo y ante cualquier situación más o menos conflictiva con la persona receptora de la acción, el emisor dice: “Pero como puede hacerme eso, con lo que yo he hecho por esa persona”. Esa acción no tiene ninguna validez, ha generado Karma.
            Como ya sabemos, es el Karma el que nos mantiene atados a la rueda de la vida, a esta rueda tan pesada de encarnaciones y muertes.
            Las acciones y las palabras son producto de nuestro pensamiento, por lo que si conseguimos controlar el pensamiento, es muy posible, que las palabras sean más mesuradas y las acciones menos abundantes, con un resultado claro: Menos Karma generado, menos acumulado y menos pendiente; con lo que, posiblemente, nos ahorremos alguna vida.
            Esto que se escribe en cuatro líneas y que casi parece una tontería es la clave de la vida. La meta final de nuestra estada en la materia es aprender a amar, por lo tanto, ¿Qué pasaría si todas nuestras acciones fueran realizadas sin ningún tipo de apego?, ¿Qué pasaría si todas nuestras acciones fueran realizadas con amor? Pues fácil, habríamos concluido nuestro aprendizaje porque habríamos aprendido realmente a amar.
            Como es muy posible que nos cueste cierto trabajo controlar el pensamiento, porque hace falta mucho entrenamiento y un cierto nivel de crecimiento, lo que si podemos es intentar ser medianamente conscientes de nuestros pensamientos. Y antes de hablar o realizar acción alguna, si los pensamientos han sido negativos, podemos ahorrarnos el karma con una acción personal de desagravio, sencillamente pidiendo perdón, en el mismo marco en que se ha desarrollado el pensamiento negativo, en la mente. Así la energía del pensamiento negativo, generadora de Karma, se transmuta con el perdón en una energía poderosa liberándonos de cualquier deuda kármica.

domingo, 7 de julio de 2013

¡Cumpleaños feliz!


            Hace pocos días fue el aniversario de mi nacimiento, y como cada año, en la misma fecha, me inundaron sensaciones contrapuestas:
Alegría por un lado, una alegría inmensa, porque muchas personas, familiares, amigas de la vida o amigas de las redes sociales, se acordaron de mí y me dedicaron unos minutos de su tiempo, unos minutos de su vida, solo para decirme que están ahí y que me envían sus mejores deseos. ¡Es emocionante!
Y por otro lado, no sé si llamar desazón o incredulidad a la sensación. Porque en realidad ¿Cuál es el merito objeto de la felicitación?, ¿Vivir?, ¿Envejecer?, ¿Acercarnos a la muerte?
De hecho, parece que si existe algún merito sería el de haber llegado a la vida, y seguir en ella. Pero en este caso, el merito no es del homenajeado, en todo caso sería de su mama, que fue quien hizo el trabajo, primero de llevarlo en su interior, después de dar a luz para traerlo al mundo, con dolor, y más tarde cuidar del bebé para que crezca, con lo que eso lleva aparejado, noches y noches sin dormir de un tirón, y atención permanente, y no sólo en la infancia, la atención de una madre perdura en el tiempo de la niñez, de la adolescencia, de la madurez y hasta de la vejez del hijo. Así que ¡Felicidades mama!
Si el motivo de la felicitación es ir cumpliendo años, ¡maldita la gracia! Si la inmensa mayoría de los seres humanos tienen miedo a morir, o a la enfermedad, o al dolor, que es lo mismo, ¿Cómo puede ser posible que celebremos el acercarnos a la muerte?, o ¿Celebramos que hemos pasado un año más vivos?
La mejor felicitación es aquella que te desea un  nuevo año lleno de bendiciones, de paz, de abundancia, de alegría y de amor. Pero no hace falta esperar que la persona envejezca para desearle todo esto. Se puede hacer cada día a lo largo de toda la vida.
Leí en un libro que se titula “Las voces del desierto”, que los aborígenes australianos no celebran los cumpleaños, porque realmente no tenían nada que celebrar, no era merito suyo el envejecer, es algo consustancial con la vida. Celebraban cuando la persona había conseguido algún logro en la vida, ya que ese era su esfuerzo personal y su trabajo. Y sobre todo si ese logro estaba asociado con el crecimiento de la persona, nada que ver con el envejecimiento. Es interesante, parece más lógico.
De cualquier forma, con independencia de logros, méritos o envejecimiento, lo hermoso de los cumpleaños es el recordatorio de los que comparten o han compartido tu vida.

 

jueves, 4 de julio de 2013

A la Iluminación por el pensamiento


            A la inmensa mayoría de los seres humanos ya les va bien seguir adelante, vivir la vida sin objetivo alguno, sin tener la menor idea de cuál es el motivo de su vida, sin ser conscientes de cuál es el camino por el que transitan.
            Bueno, realmente ellos sí que creen tener un objetivo, o varios, los materiales, ganar más, ascender en su trabajo, cambiar de coche o pasar las vacaciones en un lugar paradisiaco, es decir, aquellos objetivos, o mejor llamarles deseos que les va preparando su mente.
            Pero llega un día, al menos para algunas personas de esa inmensa mayoría, que encuentran su vida vacía. Cuando creen poseerlo casi todo, nada de eso les satisface, nada les motiva, y es cuando son conscientes de la falta absoluta de un objetivo real, y de que están trabajando con grandes y constantes esfuerzos, están trabajando en vacío, sin ninguna idea del lugar, de la meta o del ideal al que se dirigen.
            Se dan cuenta, entonces, de que se encuentran perdidos, y ellos creen que sin esperanza. Nada les ilusiona, todo les aburre, todo es tristeza, depresión o rabia contenida. Y puede que lleguen a preguntarse: ¿Si me muero mañana, para que tanto esfuerzo, para que tanto trabajo, para que tanto sufrimiento?
            Ya es bueno llegar ha hacerse, por lo menos, la pregunta. Pregunta hija del dolor, del aburrimiento, de la depresión o la tristeza, aunque lo que realmente desean saber es como cambiar el dolor por el placer.
Pero, ¿Se puede esto descubrir con el esfuerzo del pensamiento?, la respuesta es sí. De la misma manera que el pensamiento de dolor nos lleva al dolor y el pensamiento de pobreza nos lleva a la miseria, el  pensamiento de placer nos va a llevar directamente al placer. Si la mente de la persona permanece fija en algún asunto determinado con la concentración suficiente, obtiene la iluminación con respecto al mismo, más pronto o más tarde. 
            A esa persona en quien la iluminación aparece, puede ser llamada genio o inventor. Pero, podríamos decir que no es tal, sólo es la síntesis de la mente de otras personas. Todos los seres estamos unidos, y es imposible separar a una persona de cualquier especie de sus congéneres.
                Por lo tanto, si en lugar de hacernos cruces ante lo desconocido, dirigiéramos nuestro pensamiento hacia eso desconocido, nos encontraríamos con el legado de otras muchas mentes que harían mella en nosotros.
            Cualquier conocimiento está a alcance de todos, la Iluminación también. Sólo hay que desearlo, desearlo realmente, y focalizar el pensamiento. Todo llegará por añadidura.

domingo, 16 de junio de 2013

Un pensamiento necesario


            Ya son muchas las personas que creen en una vida anterior al nacimiento y en la continuación de esa misma vida después de la muerte.
Esta creencia es propiciada, básicamente, por la necesidad de liberarse del miedo a la muerte, ya que, con unos u otros matices, el miedo a dejar la existencia física es consustancial con la persona. Hemos de tener en cuenta, que el miedo a la enfermedad o al dolor, es el mismo miedo a la muerte maquillado con otra creencia. Como lo son las disculpas que nos damos, como por ejemplo: No tengo miedo a morir, pero me gustaría que fuera cuando mis hijos tengan su vida solucionada, o cuando hayamos terminado de pagar la hipoteca.
Ayudan a la creencia de que existe una vida fuera del cuerpo, la gran cantidad de publicaciones que tratan el tema de la reencarnación: textos de teosofía, de metafísica, de energía cuántica, de regresiones, de experiencias fuera del cuerpo o de experiencias de personas que han permanecido en coma y han vuelto a la vida. Todo esto, nos induce a creer que la muerte sólo es un cambio de estado, pero que la conciencia permanece tan viva y tan despierta como cuando estamos en el cuerpo. O más viva y despierta, ya que no existe el peso de la densidad de la materia, ni existe el filtro de la mente.
La mente, que nos permite la creencia en una vida superior, en la conexión y hermandad de todos los seres y en nuestro origen divino, es a la vez un freno, un filtro, es una especie de velo que nos impide llegar a entender con claridad todas esas creencias. La mente, que tan grande y poderosa se nos presenta, sigue siendo grande y poderosa para separarnos de la Mente Divina.
Por eso la creencia en una vida fuera del cuerpo, no llega a integrarse en el ser humano, de la misma manera que tenemos integrado, por ejemplo, si somos hombre o mujer. No pasa de ser una creencia, un pensamiento, pero un pensamiento necesario, ya que el pensamiento de nuestra divinidad o de nuestra hermandad, es el que nos va a ayudar a desarrollar la energía que buscamos, una y otra vez, en nuestro viaje a la vida: el Amor.
Es imprescindible ahondar en ese pensamiento, ya que es un pensamiento muy sutil, volátil. Cualquier pensamiento relacionado con la vida física tiene muchísimo más poder que el frágil pensamiento de que la vida terrenal es un aula de aprendizaje, y las situaciones difíciles, tan frecuentes en nuestra vida, nos hacen olvidar demasiado rápido nuestra divinidad.
Es muy fácil predicar y hablar de la continuidad de la vida, lo difícil es vivir desde esa creencia en cualquier situación. Mientras la creencia no esté integrada, es mejor pensar con frecuencia que somos hijos de Dios.
 

lunes, 13 de mayo de 2013

Matrimonio


 Una amiga del Facebook y de la vida colgó esta historia en su muro. Me gustó tanto que me he permitido compartirla en el blog para que más personas tengan acceso a ella.
Cuenta una vieja leyenda de los indios Sioux que una vez llegaron hasta la tienda del viejo brujo de la tribu, tomados de la mano, Toro Bravo, el más valiente y honorable de los jóvenes guerreros, y Nube Alta, la hija del cacique y una de las más hermosas mujeres de la tribu.
- Nos amamos - empezó el joven.
- Y nos vamos a casar - dijo ella.
- Y nos queremos tanto que tenemos miedo. Queremos un hechizo, un conjuro, un talismán. Algo que nos garantice que podremos estar siempre juntos. Que nos asegure que estaremos uno al lado del otro hasta encontrar a Manitú el día de la muerte.
- Por favor - repitieron - ¿Hay algo que podamos hacer?
El viejo los miró y se emocionó de verlos tan jóvenes, tan enamorados, tan anhelantes esperando su palabra.
Hay algo...- dijo el viejo después de una larga pausa -. Pero no sé...es una tarea muy difícil y sacrificada.
- No importa - dijeron los dos-. Lo que sea - ratificó Toro Bravo.
- Bien -dijo el brujo-. Nube Alta, ¿Ves el monte al norte de nuestra aldea? Deberás escalarlo sola y sin más armas que una red y tus manos, y deberás cazar el halcón más hermoso y vigoroso del monte. Si lo atrapas, deberás traerlo aquí con vida el tercer día después de la luna llena. ¿Comprendiste?
La joven asintió en silencio.
- Y tú, Toro Bravo - siguió el brujo - deberás escalar la Montaña del Trueno; cuando llegues a la cima, encontrarás la más brava de todas las águilas y, solamente con tus manos y una red, deberás atraparla sin heridas y traerla ante mí, viva, el mismo día en que vendrá Nube Alta...¡Salgan ahora!.
Los jóvenes se miraron con ternura y después de una fugaz sonrisa salieron a cumplir la misión encomendada, ella hacia el norte, él hacia el sur.
El día establecido, frente a la tienda del brujo, los dos jóvenes esperaban con sendas bolsas de tela que contenían las aves solicitadas.
El viejo les pidió que con mucho cuidado las sacaran de las bolsas. Los jóvenes lo hicieron y expusieron ante la aprobación del viejo las aves cazadas. Eran verdaderamente hermosos ejemplares, sin duda lo mejor de su estirpe.
- ¿Volaban alto?- preguntó el brujo.
- Sí, sin duda. Como lo pediste... ¿Y ahora? - preguntó el joven- ¿Los mataremos y beberemos el honor de su sangre?
- No - dijo el viejo-.
- Los cocinaremos y comeremos el valor en su carne - propuso la joven-.
- No - repitió el viejo-. Harán lo que les digo: Tomen las aves y átenlas entre sí por las patas con estas tiras de cuero. Cuando las hayan anudado, suéltenlas y que vuelen libres.
El guerrero y la joven hicieron lo que se les pedía y soltaron los pájaros. El águila y el halcón intentaron levantar vuelo pero solo consiguieron revolcarse en el piso. Unos minutos después, irritadas por la incapacidad, las aves arremetieron a picotazos entre si hasta lastimarse.
Este es el conjuro: Jamás olviden lo que han visto. Son ustedes como un águila y un halcón; si se atan el uno al otro, aunque lo hagan por amor, no sólo vivirán arrastrándose, sino que además, tarde o temprano, empezarán a lastimarse uno al otro. Si quieren que el amor entre ustedes perdure, VUELEN JUNTOS PERO JAMÁS ATADOS.
 
 

lunes, 6 de mayo de 2013

Sociedad de robots


            La sociedad nos iguala, aunque para desgracia nuestra, nos iguala en el sufrimiento, nos iguala en la carencia, nos iguala en los deseos. La sociedad nos genera la necesidad: una casa mejor, una segunda residencia, un carro más potente, etc., etc. Para cubrir esa necesidad la banca nos presta el dinero necesario, dinero que nos ata a los bancos de por vida, obligándonos a aceptar cualquier condición de trabajo, si tenemos la suerte de mantenerlo, por muy leonina que sea, para poder hacer frente a nuestros créditos e hipotecas.
            La misma sociedad nos engaña, nos dice que somos libres, pero alguien se ha detenido a pensar un momento en la esencia de esa libertad. Somos libres, ¿Para qué?, ¿Para votar cada cierto tiempo?, ¿A quién?,  siempre a los mismos, aunque a veces tengan diferentes nombres, diferentes collares. Votamos siempre a los mismos que se están lucrando con nuestro trabajo, y los que tienen diferente collar, pero que en ese momento no ejercen el poder, nos azuzan para que salgamos a la calle a protestar en manifestación, lo cual parece una pérdida de tiempo, sobre todo si nos atenemos a los resultados.
            La sociedad, y sobre todo sus dirigentes, que deberían de velar por el bienestar y la satisfacción del ciudadano, subyugan a este hasta la extenuación, y en coyunturas como la actual, sobre todo en los países desarrollados, hasta el suicidio.
            ¿Qué pasaría si en vez de robotizarnos y programarnos para el sufrimiento nos robotizáramos y programáramos para la felicidad?, porque en realidad sí que somos iguales, pero nuestra igualdad radica en nuestra esencia. Todos somos una energía desgajada de la misma Energía Divina, todos somos hermanos, todos somos un alma. ¿Por qué nadie nos enseña esto?, ¿Por qué nadie nos enseña que la felicidad no radica en conseguir bienes materiales?, ¿Por qué nadie nos explica que la felicidad es un estado interior, y en cómo llegar a él?
            Es posible que nadie nos lo enseñe porque los que detentan el poder no sólo son listos para manipularnos y subyugarnos, también lo son para saber que en ese estado los seres humanos, que somos sus esclavos, dejaríamos de lado las necesidades creadas por ellos con lo que se acabaría el dominio que ejercen sobre las personas. Lo triste es que los políticos también son nuestros hermanos.
            Tenemos que despertar para conseguir que cese la manipulación, pero no de la forma en que unos pocos lo están intentando, porque no lo consiguen. Hemos de probar otros caminos. Podemos intentar el camino interior, ese en el que es imposible generarnos necesidades, porque todas están cubiertas. 

sábado, 4 de mayo de 2013

Devachan: La morada de los ángeles


            El Devachan es la morada de los ángeles, y no es un lugar, es un estado de conciencia. Loa ángeles no necesitan de un espacio físico donde vivir, porque no tienen cuerpo. Los ángeles son energía, son una chispa divina, una chispa eterna e indestructible, su vida es conciencia, por lo tanto, su morada, no es ni más ni menos que un estado de conciencia.
            Al igual que los ángeles, los seres humanos también somos una chispa divina, una chispa divina eterna e indestructible, por lo tanto nuestra vida no se circunscribe a la vida en el cuerpo, va más allá, llega a la eternidad, como los ángeles. Como escribía Manly Palmer Hall autor canadiense sobre el ocultismo, la mitología y las religiones, que vivió en los últimos años del siglo XX: “Si hay una chispa divina en cada ser humano, no hay razón para presumir que Dios en la Naturaleza vive para siempre, pero en el ser humano está siempre muriendo”.
            Efectivamente, el ser humano solo deja en la Tierra lo que distingue su humanidad: el cuerpo físico, pero el Ser, esa chispa divina, es indestructible y vive para siempre.
            Es curioso que la gran mayoría de seres humanos, de una forma u otra crean en esta eternidad, porque creen en la inmortalidad del Alma y, sin embargo, tienen miedo a la muerte. El miedo a la muerte sólo es una muestra de que su creencia en la inmortalidad del Alma es intelectual, y no está integrada en el Ser, es una muestra de la desconexión que el ser humano tiene con su Alma.
            Cuando el ser abandona su parte de humano, es decir, abandona el cuerpo, bien podríamos decir que estamos más vivos que nunca porque al perder la identificación con el cuerpo físico, no tiene las limitaciones que este impone.
            Liberados de oír, ver y sentir a través de los órganos del cuerpo físico, el ser experimenta dentro de sí un poder que le permite la comprensión total de cualquier situación.
            Y después de un paso más o menos largo por los planos astral y mental inferior, según la evolución del ser, este entra en lo que va a ser su morada hasta una nueva encarnación: el plano causal o Devachan, la morada de los ángeles, el cual es un estado del Ser en el que se siente una inmensa felicidad, nada comparado a la persona más feliz sobre la Tierra.
            En este plano, sólo le basta al Ser con pensar en algún lugar para encontrarse allí de inmediato. Le basta con pensar con alguien muy querido, para encontrarse de inmediato en su presencia. Los malentendidos son imposibles. Es un mundo de luz donde el Ser asimila y transmuta en facultades las experiencias y aprendizajes de su última vida en la Tierra.
            La duración de su estadía en este plano está condicionada por sus necesidades evolutivas. Pronto la imperiosa necesidad de una nueva vida lo llevará de nuevo a la Tierra dentro de un cuerpo.
            Este plano es lo más cerca que el ser humano se encuentra de la Divinidad, en tanto en cuando prosigue su crecimiento, hasta que se de por concluido su aprendizaje en la Tierra.
            Es apasionante. 
 

miércoles, 17 de abril de 2013

Pensamientos


            En vida no nos acordamos que hay antes y después de la muerte, pero después de muertos si nos acordamos de la vida. Si tuviéramos cara, el rubor sería permanente, y si tuviéramos cuerpo permaneceríamos escondidos por siempre, ¡qué vergüenza!
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            Dios siempre nos habla, siempre nos dice, siempre nos guía; pero lo hace tan bajito, que el ruido de nuestra mente nos impide sentir el más mínimo murmullo. Dios, ¿Por qué no hablas más fuerte?
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            Vive el momento presente ahora, en ver de intentar recordarlo dentro de un rato.
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            Vive este momento porque no volverá a repetirse en toda la eternidad.
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            La muerte nos iguala, iguala al rico con el pobre, al hombre con la mujer, al homosexual con el heterosexual, al ateo con el beato, al joven con el viejo, al guapo con el feo, al listo con el tonto, ¿Por qué no nos igualamos en vida?, ¡Todo sería más fácil!, ¡Todos seriamos más felices!
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            Hay personas que necesitan demostrar cuanto es su poder, casi siempre pisoteando los derechos de los que no tienen. Y yo me pregunto, ¿Para qué?, ¿Se harán más altos, más guapos, más ricos, más listos, más fuertes, sentirán más amor?, no sé, no entiendo la razón.
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            Quien duda no ama.
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            No busques que aquellos que te aman te hagan feliz, dedica tu vida entera a hacer felices tú a los que amas y encontrarás la felicidad que buscas.
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            Vive cada día como si fuera el último y trata a los demás como a ti te gustaría ser tratado.
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            No hay nada en la vida que sea más importante que nada. Todo sólo es vida.
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            Bendice para abrir tu corazón, bendice para abrir el corazón del prójimo.
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            Es mejor llevarse bien contigo mismo, ya que tú mismo eres la única persona  con la que tienes que convivir toda la vida.
 

viernes, 12 de abril de 2013

Las pequeñas cosas de cada día


            Todos sabemos que no somos el cuerpo, que somos un alma; de la misma manera que tenemos un conocimiento bastante aproximado de que el Amor con mayúscula, el Amor incondicional, el auténtico y verdadero Amor, es una energía que se siente en el interior y que nadie nos va a hacer sentir nunca, ni tan siquiera la tan cacareada como inexistente alma gemela; al igual que tampoco vamos a conseguir la tan ansiada felicidad con nada ni nadie procedente del exterior, ya que la felicidad, como el Amor, es un estado interior.
            Pero ¡qué difícil es vivir desde el alma!, o sentir el Amor, o la felicidad, (hablamos del Amor incondicional y de la felicidad permanente). Y no será porque no lo intentemos, aunque sin mucha convicción, por supuesto, ya que esto supone un trabajo adicional, y como tampoco conocemos a muchas personas normales que lo hayan conseguido, creemos que las posibilidades de conseguirlo son una entre un trillón.
            Es cierto, que algunas personas parece que lo han logrado, pero no parecen estar a nuestra altura, parecen muy elevados, y enseguida se les cataloga de Maestros, Santos o Gurús.  Pero también es posible, que no se nos ocurra pensar que esas personas, que parecen extraordinarias, no nacieron así, y que lo conseguido por ellos, sólo es fruto de su propio trabajo. ¿Por qué no vamos a poder conseguirlo nosotros? Sólo se necesita una pequeña dosis de trabajo interior. Pero si, ya sé que cualquier trabajo interior, por pequeño que se nos anuncie, nos parece una montaña insalvable. Preferimos, por ejemplo, leer, creyendo que con ese conocimiento vamos a conseguir alguna cosa. Lo cierto es que sólo adquiriremos un cierto conocimiento, bastante raquítico, comparado con el conocimiento que llega por sí solo, cuando abrimos las puertas de nuestro interior.
            Si cualquier cosa que se defina como “estado interior”, es difícil de conseguir para los que nos podemos considerar seres normales, (nada de maestros, ni de gurús), podemos intentar acercarnos a ese estado interior con las pequeñas cosas de la vida. Es también una manera de conseguirlo: No gritar a la pareja por cualquier nimiedad, dedicar un ratito cada día para jugar con los hijos, dar una limosna al pobre que encontramos cada día en la esquina de casa, comprender los gritos (inútiles) de nuestro jefe y no caer en su provocación, etc., etc.
La propuesta es bien sencilla: Es prestar atención y agradecer todo lo bueno que nos sucede cada día, dejando a un lado lo que calificamos como malo, y ayudar a todos en todo lo que podamos. Es buscar lo bueno de las personas, en vez de resaltar lo que parecen sus fallos. Es vivir con atención cada segundo de vida, en vez de lamentarnos permanentemente por todas aquellas cosas de las que creemos que carecemos. Es vivir sin atarnos a ningún deseo ya que cuando estos se cumplen, no suele ser en el momento que nosotros deseamos, ni suele ser exactamente como deseamos. Es cierto que no recibimos lo que queremos cuando lo queremos, sino que recibimos lo que necesitamos, en el momento en que eso es necesario.
Está en nuestras manos, en nuestra cabeza y en nuestro corazón evolucionar, crecer y madurar en dignidad, y no es nada difícil, solo hemos de prestar atención a las pequeñas cosas de cada día.
¡Que tengas un feliz día!

jueves, 11 de abril de 2013

Estoy de regreso


          Han sido dos meses y medio intensos, han sido dos meses y medio de viaje, de un viaje que no me ha llevado nada lejos en la distancia, pero sí bastante lejos en el tiempo, en mi propio tiempo. Aprovechando las circunstancias que la vida nos presenta, que la vida me ha presentado en su continuo fluir, he realizado un viaje, corto, pero muy intenso hacia mi interior.
            He realizado un recorrido por las arenas del desierto de la paciencia, aceptando los contratiempos para vencer mis debilidades; he paseado por los vaivenes de la tolerancia, tratando de entender otros comportamientos diferentes a los que me tienen acostumbrado mis propias creencias; he sufrido el camino de espinas de la humildad, aceptando mis habilidades sin vanagloriarme de ellas, y aceptando, o tratando de aceptar, y superar a la vez, mis propios defectos; y como fruto de todo eso crecer en amor y comprensión, o ¿Primero ha sido crecer en el amor?, no estoy muy seguro, pero tampoco importa.
            Siempre he creído que en cada virtud, como en cada mal hábito, hay grados, y cuando se viven situaciones en las que se siente que algo se mueve para bien en el interior, soy consciente de lo lejos que estoy, de lo lejos que estamos los seres humanos, del punto máximo de cada una de ellas. Pero a fin de cuentas, este es nuestro único trabajo en el cuerpo, crecer en el amor, y en nuestra agenda de vida se encuentran marcadas, con rotulador fosforescente, las situaciones y las circunstancias que nos van a permitir nuestro crecimiento en el amor. Es nuestra opción aprovecharlas o no. 
            Doy gracias a Dios, a pesar de haber estado muy enfadado con Él, que me ha permitido sobrellevar las situaciones presentadas, yo creo que aprovechándolas y creciendo, posiblemente no en toda su magnitud, y tampoco se en que porcentaje, pero si me siento feliz por el trabajo realizado.
 Me alegro de poder disponer, espero que con una cierta asiduidad, como antes del viaje, de algunos minutos para poder acercarme al blog después de este tiempo, me alegro de reencontrarme de nuevo con vosotros.