Decía Siddhartha Gautama, el Buddha,
que “Nosotros somos lo que pensamos. Todo lo que somos lo somos por nuestros
pensamientos. Y con nuestros pensamientos, construiremos nuestro mundo”.
Pero no quiero hablar del
pensamiento, quiero hablar del amor. Del amor entre los miembros de la pareja,
del amor entre los miembros de la familia, del amor entre los amigos.
Al principio de cualquier relación se
expresa abierta y claramente el amor que se siente por la otra persona, Las
frases: “te amo”, “te quiero”, “te adoro”, “no puedo vivir sin ti”, son la
moneda de cambio en esos inicios de relación. ¿Qué sucede ante tal profusión de
palabras y pensamientos de amor? Vuelve a leer la frase del Buddha: “Somos lo
que pensamos, todo lo que somos lo somos por nuestros pensamientos. Y con
nuestros pensamientos, construimos nuestro mundo”.
¿Qué mundo se puede construir cuando, una
buena parte del día, el pensamiento es de amor hacia la persona amada? Pues se construye un mundo
maravilloso, un mundo de amor. El pensamiento de amor hace que la energía poderosísima
del amor empiece a impregnar el cuerpo energético, de tal manera que le va
limpiando de impurezas. Si la pareja de enamorados siguiera eternamente
manifestándose de pensamiento, palabra y obra su amor, este se iría
incrementando día tras día, sin remitir ni un solo gramo. Pues ocurre lo mismo
con cualquier otro tipo de relación.
Los niños que crecen en el amor
crecen más sanos, más alegres, más saludables. Los niños necesitan la
demostración del amor tanto como la pareja de enamorados, tanto como cualquier
persona. Las palabras de amor, las caricias, la ternura, son la clave de un
cuerpo sano, de una mente serena, de unas emociones estables.
Decir “te amo”, cuantas más veces
mejor, es la letanía que hace que todos los cuerpos, físico y energético,
actuando desde ese amor consigan la estabilidad física, mental y emocional de
la persona.
Pero todo pasa, y también la
necesidad de expresar el amor. Cada vez se distancian más los “te amo”, con el
resultado contrario. La energía de amor y la limpieza energética que se generaba
al repetir la letanía, deja de generarse, inundándose el cuerpo energético con
la energía de los problemas y del miedo. La pareja empieza a preguntar: ¿ya no
me quieres?, y la respuesta es: “pues claro que te quiero”, y una nueva
pregunta: “y ¿por qué no me lo dices?”.
Y la respuesta es: “porque ya lo sabes”.
Con los niños pasa lo mismo, después
de besos, caricias y achuchones, se encuentra el pobre niño, no solo con que ya
no recibe muestras de amor, sino que le tratan como si fuera un adulto
exigiéndole cada día más. El niño no va a preguntar si han dejado de quererle,
pero su comportamiento puede cambiar de manera radical.
No se debe dar nada por sabido. Si
quieres que tu amor se incremente trabájalo, si quieres que los tuyos sean felices
demuéstrales tu amor. Es muy fácil, basta un “te amo” unas cuantas veces al día,
basta un beso al entrar, al salir, al despertar, al dormir, basta una caricia,
al pasar el pan, al abrir la puerta.
Somos lo que pensamos, porque la
energía va detrás del pensamiento. Expresa tu amor mientras está fuerte para
que no se debilite y, cuando se debilite, si quieres que se incremente, empieza
a expresarlo nuevamente.
Si no lo haces, seguirás siendo medio infeliz y vivirás instalado en el miedo que es la energía contraria al amor.
Es així!!! 👏👏❤
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