Capítulo XIII. Parte 1. Novela "Ocurrió en Lima"
- ¿Qué ha decidido Antay? –me preguntó el señor Moretti, mientras se adelantaba hacia mí extendiendo su mano para estrechar la mía, en cuanto entré en su despacho.
- Aceptar
la oferta. Será un placer trabajar para usted, -dije mientras nos estrechábamos
las manos.
- No va a
trabajar para mí, -me rectifico el señor Moretti- va a trabajar para mi
empresa.
- Pues
será un placer de igual manera, -contesté.
- Me he
adelantado, dando por supuesto su respuesta positiva, y ya tenemos preparado su
contrato. Solo falta añadir sus datos personales y podemos firmar hoy mismo.
Mañana puede comenzar a trabajar.
- Gracias,
-contesté- pero quiero que sepa que no ha sido una decisión fácil.
- ¿Qué me
dice?, ¿cuáles han sido sus dudas? –preguntó sorprendido el señor Moretti.
- Más que
dudas ha sido miedo. El primer pensamiento, cuando me ofreció el trabajo, fue
tener miedo a no dar la talla, a no responder a las expectativas que, se
supone, espera de mi trabajo, -me sentí bien contando mis temores.
- Antay,
es bueno ser responsable, pero un exceso de responsabilidad, que puede llevar
al miedo, ya no lo es, -y continuó- su valía está más que demostrada por su
trayectoria laboral y, con esto que acaba de decir me reafirmo en el concepto
que me formé sobre su seriedad y responsabilidad. ¿Se han disipado sus dudas y
desaparecido sus miedos?
- Por
completo señor.
- ¿Sabe?,
el martes por la noche me llamó mi hija para interesarse por su visita a la
oficina. ¡No sabía que se conocieran!, y cuando le expliqué mi plan y mi
ofrecimiento se pasó media hora alabándole y diciéndome que había tomado una
decisión acertada. Parece ser que le ha causado una gratísima impresión.
Me
hubiera gustado que se abriera la tierra y me tragara porque sentí como iban
subiendo los colores a mi rostro y, no podía disimular escondiendo mi cara, así
que allí estaba yo, rojo como un pimiento frente al señor Moretti que esbozó
una ligera sonrisa y comentó:
- ¡Vaya! Ya
veo que la grata impresión ha sido por parte de ambos, -y cerrando el tema con
mucha delicadeza dijo- Indhira es una gran chica. Vamos a ver al señor Ramírez,
nuestro director de recursos humanos.
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