El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




jueves, 20 de octubre de 2022

El nuevo trabajo

   



Capítulo XIII. Parte 1. Novela "Ocurrió en Lima"

       - ¿Qué ha decidido Antay? –me preguntó el señor Moretti, mientras se adelantaba hacia mí extendiendo su mano para estrechar la mía, en cuanto entré en su despacho.

-    Aceptar la oferta. Será un placer trabajar para usted, -dije mientras nos estrechábamos las manos.

-    No va a trabajar para mí, -me rectifico el señor Moretti- va a trabajar para mi empresa.

-    Pues será un placer de igual manera, -contesté.

-    Me he adelantado, dando por supuesto su respuesta positiva, y ya tenemos preparado su contrato. Solo falta añadir sus datos personales y podemos firmar hoy mismo. Mañana puede comenzar a trabajar.

-    Gracias, -contesté- pero quiero que sepa que no ha sido una decisión fácil.

-    ¿Qué me dice?, ¿cuáles han sido sus dudas? –preguntó sorprendido el señor Moretti.

-    Más que dudas ha sido miedo. El primer pensamiento, cuando me ofreció el trabajo, fue tener miedo a no dar la talla, a no responder a las expectativas que, se supone, espera de mi trabajo, -me sentí bien contando mis temores.

-    Antay, es bueno ser responsable, pero un exceso de responsabilidad, que puede llevar al miedo, ya no lo es, -y continuó- su valía está más que demostrada por su trayectoria laboral y, con esto que acaba de decir me reafirmo en el concepto que me formé sobre su seriedad y responsabilidad. ¿Se han disipado sus dudas y desaparecido sus miedos?

-    Por completo señor.

-    ¿Sabe?, el martes por la noche me llamó mi hija para interesarse por su visita a la oficina. ¡No sabía que se conocieran!, y cuando le expliqué mi plan y mi ofrecimiento se pasó media hora alabándole y diciéndome que había tomado una decisión acertada. Parece ser que le ha causado una gratísima impresión.

Me hubiera gustado que se abriera la tierra y me tragara porque sentí como iban subiendo los colores a mi rostro y, no podía disimular escondiendo mi cara, así que allí estaba yo, rojo como un pimiento frente al señor Moretti que esbozó una ligera sonrisa y comentó:

-    ¡Vaya! Ya veo que la grata impresión ha sido por parte de ambos, -y cerrando el tema con mucha delicadeza dijo- Indhira es una gran chica. Vamos a ver al señor Ramírez, nuestro director de recursos humanos.

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