El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




lunes, 3 de octubre de 2022

Para encender la luz del alma

 

Martes 27 de septiembre 2022

 

El otro medicamento es la meditación.

En la mayoría de los casos nuestra mente trabaja a un ritmo vertiginoso día y noche. Nuestros pensamientos son un maremágnum continuo de horarios, preocupaciones económicas, fantasías sexuales, listas de la compra, problemas domésticos, inquietud por los hijos, planes de vacaciones, etc., como un carrusel que nunca se detiene. Esos pensamientos suelen girar en torno a las actividades cotidianas y crean unas pautas mentales que no dejan lugar para el silencio. En la actualidad, los seres de oscuridad copando los puestos de información y poder se encargan de que los pensamientos estén ocupados por el miedo, teniendo en los medios de comunicación su gran aliado.

El problema es que hoy tenemos los mismos pensamientos que ayer y los mismos que vamos a tener mañana. Nuestras mentes están ocupadas en la misma conversación interior todos los días.

Aprender a estar en silencio y a meditar implica descubrir como entrar en los espacios que existen entre los pensamientos.

En ese silencioso espacio vacío entre nuestros pensamientos, podemos disfrutar de una sensación de paz total que normalmente nos es desconocida, lo que sucede es que con todos los pensamientos que pasan por nuestra mente cada día, no hay tiempo para entrar en ese espacio entre pensamientos, sencillamente ¡porque no existe!, y eso trae como consecuencia el que nos sintamos tensos, inquietos, estresados, y eso en el mejor de los casos, ya que también podemos enfermar, porque el cuerpo solo es un reflejo de lo que pasa por nuestra mente.

La manera tradicional de controlar esos pensamientos es la meditación. Meditar es experimentar alivio del desasosiego y del parloteo constante de la mente para llegar al silencio y sentir paz interior.

Meditar significa que no debe haber ningún movimiento en la mente, que debe estar completamente quieta. No hay movimiento, no hay tiempo, no hay pensamiento. Meditar es un “arte”, es colocarlo todo en su sitio, de manera que no haya ningún tipo de confusión.

En la meditación, la mente descubre por sí misma la grandeza de todo lo que es verdadero, descubre cual es el objetivo de la vida, de lo sagrada que es la vida y todo lo que la envuelve, con lo que llegados a este punto se tratan todas las cosas con respeto, ya que todo, absolutamente todo es sagrado.

¿Qué sucede cuando se ha acostumbrado a la mente a estar a disposición del alma, serena y sin pensamientos? A partir de ahí, adviene la felicidad, la auténtica felicidad, se siente el Amor, el Amor Divino, se siente la unión con todo, la unión con todos, la unión con Dios.

    Este es nuestro único trabajo en esta vida, esa es nuestra única misión, ninguna otra. No es necesaria la búsqueda de ninguna misión, ya que, a partir de ese momento, todo lo que sucede en la vida, se desarrolla como si estuviéramos sobre una alfombra voladora que nos lleva de un acontecimiento a otro, sin prisas, sin problemas, sin expectativas.

La meditación proporciona el alivio que buscan, los que se acercan a ella, para dejar el estrés, el miedo o la ansiedad, pero proporciona mucho más, ya que nos enseña que dentro de cada uno de nosotros existe un poder, una energía, una paz y una sabiduría que podemos aprovechar cuando al fin nos damos cuenta de que están ahí.

Con la meditación, además de buscar respuestas lógicas en la ciencia y la filosofía, o de fe en la religión, se pretende trascender el estado ordinario de conciencia y traspasar de algún modo la realidad ordinaria, despertando a otra visión de las cosas que nos llena y da sentido a nuestra existencia. Se eleva la vibración y nos acercamos a la quinta dimensión.

Lo importante es conectar nuestro corazón con nuestra esencia divina, con Dios. El corazón tiene una vibración más alta que el cerebro, a pesar de haber sido considerado, hasta hace poco, como una simple máquina de bombear sangre.

El amor incondicional, la gratitud, la bendición y el perdón tienen las vibraciones más elevadas. Es de sabios, por tanto, procurar emitir en estas frecuencias.

Nada es imposible. Siempre he creído que si una persona lo ha conseguido, lo puede conseguir el resto.

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