Domingo 16 de octubre 2022
Después del tercer día ya pensaba, alguna vez, en el inca, durante el
resto del día. Pero el pensamiento asociado que tenía cuando la historia volvía
a mi mente era: “pues si me están esperando que me digan adonde y se dejen de
misterios. No es más que una tontería de mi mente. Con unos días de descanso
todo volverá a la normalidad”. Fueron dos semanas en las que interrumpí mi
rutina de la meditación, pero cuando volví a sentarme en mi cojín, no volvió la
normalidad, porque allí estaba el inca, esperando impertérrito, que retomara mi
rutina.
En esos días estaba leyendo el libro de Drunvalo
Melchizedek, “Serpiente de Luz”.
En una parte
del libro, Drunvalo relata como la energía kundalini de la Tierra, que tuvo su
hogar, en un tiempo, en la antigua Lemuria, que más tarde pasó a la Atlántida y
luego a los Himalayas, estaba en tránsito, con grandes dificultades hasta los
Andes.
Leyendo sobre
el nuevo hogar de la kundalini, que se ubica al norte de Chile, abarcando en su
radio de acción al sur de Bolivia y al sur de Perú, un nuevo pensamiento
apareció en mi cerebro: ¿Y si el lugar donde me están esperando fuera alguno
relacionado con la kundalini de la Tierra?
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